Capítulo 11.

Capítulo 11.

—Hola, Rose —Tiffany me saludó con un beso en la mejilla y sujetó mis hombros, haciéndome sentir un poco incómoda por el hecho de que no estaba acostumbrada a tener contacto directo con nadie a excepción de mis tíos. Especialmente, la tía Hellen—. Me alegra que te hayas animado a venir. ¿¡No te parece increíble esta fiesta!? —estiró los brazos, emocionada por el desorden y las energías que desprendían los "mortales", como decía Nick.

—Sí, supongo —rasqué mi nuca y esquivé los ojos grises de Nick—. Oye, mencionaste algo sobre otro asesinato en la universidad. ¿Cómo es eso posible cuándo hace unos días asesinaron a Paul Davis?

—Créeme, ahora que me lo han contado, también estoy sorprendida. Según los rumores de esta fiesta, dicen que fue el destripador.

Tragué saliva y me abracé a mí misma como si tuviese frío. Una inquietud se apoderó de mi sistema y los nervios querían traicionarme al sentirme vulnerable en una fiesta a oscuras repleta de drogas y bebidas alcohólicas. De hecho, en el momento quizá estaba en el lugar más vulnerable de Westport al estar rodeada de estudiantes que no eran conscientes del peligro. Probablemente, no tenían ni una mínima idea de los sucesos en sus alrededores.

—Nick, tengo miedo —dijo Tiffany y sujetó su brazo, haciendo que él la mirara a los ojos—. ¿Y si ese tal destripador se aparece por aquí?

—¿Qué te hace pensar eso? —Nick resopló, manteniéndose neutral ante la nueva información.

—Porque volvió a asesinar a un estudiante, Nick. Supuestamente, era el mejor amigo de Paul Davis. Así que este puede ser un punto específico para que el asesino encuentre a otra víctima de la «Universidad Literaria de Westport».

Primero, dudo que esté entre este gentío —se encogió de hombros al observar detenidamente a nuestro alrededor—. Segundo, si acaba de matar a alguien, lo menos inteligente que puede hacer es venir hasta aquí.

Por alguna razón, sus palabras me hicieron sentir un poco reconfortada. Lo último que quería era estar en una fiesta rodeada de personas donde cualquiera podría ser «El Destripador de Westport».

—Rose, ¿ya te enteraste? —Maddie apareció a mi lado, interrumpiendo la conversación que mantenía con Nick y Tiffany—. Asesinaron a alguien en la universidad.

—Lo sé, ahora mismo me acabo de enterar —tragué saliva y tomé varias bocanadas de aire al sentir miedo por la situación del nuevo asesinato y vergüenza por lo intimidada que me hacía sentir Nick. Era una mezcla de emociones que no parecían calmarse en mí.

Maddie los observó con cierta extrañeza, ya que Nick era popular entre las masas, a pesar de que no parecía ser muy sociable.

—Oye, ¿ya te mostraron el video? —me preguntó Maddie por lo bajo.

—¿Qué video? —fruncí el ceño.

Su pregunta llamó la atención de Nick y Tiffany.

—Bueno, es que unos estudiantes que estaban aquí fueron a la universidad para, supuestamente, "divertirse" —realizó entrecomillas con los dedos—. Allá se encontraron con la escena y la han grabado.

—¿¡Qué!? —Tiffany se cruzó de brazos y el miedo comenzó a dominarla por completo.

—Al parecer, el mejor amigo de Paul Davis llevaba todo el día desaparecido, hasta que lo han encontrado descuartizado en el lago de la universidad. Dicen que le quitaron los ojos.

—¡Qué asco! —Tiffany se quejó, mostrándose sumamente espantada por los detalles.

Froté mis sienes al sentir tantas emociones extrañas. Incluso, unas repentinas náuseas invadieron mi estómago. Sin embargo, la situación en mí empeoró cuando Maddie no dudó en sacar su teléfono para mostrarme un video donde se reflejaban extremidades humanas flotando en el famoso lago de la «Universidad Literaria de Westport».

—Creo que... —balbuceé, espantada por las imágenes que había visto, a pesar de que el video se veía oscuro por la hora y porque solo se veían trozos descuartizados flotando en el agua—. Creo que ese video se hará viral por la magnitud del asesinato —me lamenté, abrazándome a mí misma al frotar mis brazos—. Es que ese tal destripador ni siquiera se conforma con ser discreto con sus víctimas —me quejé de tan solo imaginar la escalofriante escena en el lago de la universidad.

Nick fijó sus ojos grises en mí, observando las acciones que emitía mi tembloroso y nervioso cuerpo. Una vez más, volví a sentirme intimidada por su fría mirada neutral.

—Nick, en serio, tengo mucho miedo —Tiffany lo abrazó, a punto de estallar en llanto.

Nick no parecía sentirse cómodo con su abrazo, aunque no la apartaba. Era como si le incomodara tanta cercanía, a pesar de que era su casi algo.

—No te preocupes —él le devolvió el abrazo con cierta dificultad, mirándome fijamente a los ojos por encima de la baja estatura de Tiffany—. Todo estará bien. Ya lo verás.

Como él no despegaba su mirada de mí, a pesar de que continuaba abrazando a Tiffany, esquivé sus hermosos ojos y me giré sobre mis pies, cruzándome de brazos e intentando ignorar el hecho de que me hacía sentir disgustada que él la abrazara.

—Rose, ¿estás bien? —Maddie posó una mano sobre uno de mis hombros, frunciendo el ceño al preocuparse por mí.

—Eh, sí, sí...

—De hecho —la voz de Nick resonó detrás de mí—, si quieres, podemos estar a solas —le sugirió a Tiffany, causando que yo presionara los labios y los dientes.

—Está bien, sí —ella asintió desesperadamente.

Al mirar de reojo, percibí que ella no dejaba de acariciar sus mejillas. Luego sujetó su mano y él se dejó guiar por ella, desapareciendo de mi vista.

«¿Para qué coño quería que le dijera que me gustaba si eso no cambiaría nada entre ellos?».

—Oye, ¿estás segura de que estás bien? —Maddie insistió al analizar con curiosdad mis acciones y las de Nick y Tiffany.

—Sí, tal vez otro trago de estos no me vendría nada mal —elevé el vaso que ya se encontraba vacío.

Maddie y yo nos dirigimos hacia la cocina para llenar nuestros vasos de más alcohol. De hecho, luego de lo que me había enterado, lo único que quería hacer era distraerme. También quería olvidar el hecho de que sentía unos patéticos celos por Nick Adams cuando, claramente, no llegábamos ni a una simple amistad.

—No puedo creer que otra vez esté pasando —me dijo Maddie al darle un sorbo a su nuevo vaso cargado de alcohol—. ¿Crees que cancelen las clases de la próxima semana?

—No estoy segura, pero si no las cancelaron con la muerte del tal Paul Davis, es probable que tampoco lo hagan ahora —le di un gran sorbo a mi nuevo vaso, dejando que el alcohol descendiera por mi garganta como si no hubiese un mañana.

Quería olvidar la maldita realidad en la que me encontraba y no pensar en que estaba viviendo una pesadilla en mi primer año universitario gracias a un asesino serial.

—¿Crees que haya sido el destripador? —los ojos de Maddie mostraban preocupación.

—Sinceramente, no lo sé —solté un pesado suspiro y froté mis sienes—. Pero la muerte de Paul Davis y de esta nueva víctima no han sido para nada agradables, y me refiero a que ambos fueron asesinados de forma atroz —sacudí mi cabeza al caer en la cuenta de que había visto los restos de ambos, aunque uno de ellos haya sido por el jodido video que circulaba en cada uno de los teléfonos de los estudiantes que asistían a la fiesta.

«¿Era probable que el asesino haya sido el mismo que mató a Paul Davis?».

«¿Sería el mismo asesino responsable de los dos cuerpos que encontraron en el Lago Candlewood?».

No estaba segura, pero me hacía sentir mucho temor pensarlo, ya que habían sido dos mujeres que fueron violadas y torturadas. Sin embargos, aunque ambas muertes sucedieron en el estado de Connecticut, el Lago Candlewood se encontraba a una distancia considerable del pueblo de Westport.

—Maddie, tenemos que hablar —de repente, Wesley, uno de sus mejores amigos, sujetó una de sus manos con desesperación.

Fruncí el ceño extrañada al ver a Brandon a una distancia considerable, esperando que Wesley terminara de hablar con Maddie. Ambos intercambiaban palabras por lo bajo, aunque se mostraban espantados y anonadados.

—Oye, ¿estás bien? —me acerqué a Brandon al ver que sus ojos estaban llorosos.

Negó con la cabeza y enjugó algunas lágrimas que rodaban sobre sus mejillas.

—Lo siento, es que no pensé que esto le sucedería a alguien cercano a mí.

—"¿Cercano?" —fruncí el ceño—. ¿A qué te refieres?

—Rose, debo irme —Maddie nos interrumpió al acercarse a nosotros—. Saldré de la fiesta, pero prometo regresar lo antes posible.

—¿¡Qué!? —no podía creerlo—. ¿De qué estás hablando?

—De verdad que lo siento, Rose, pero solo será por un rato —sus ojos mostraban sinceridad—. El que han asesinado es primo de Brandon y lo llevaré a la escena del crimen para que compruebe que es él mientras llega un familiar más cercano. Wesley no puede llevarlo, porque esta es su casa y es responsable de la fiesta.

—¿No me dejarás aquí sola o sí? —me reí frenéticamente.

—Solo será un rato y luego regresaré a la fiesta. Lo prometo —me aseguró—. A menos que quieras acompañarnos.

—¿A la escena del crimen? —pregunté incrédula, sintiendo que los nervios volvían a apoderarse de mi sistema.

Maddie asintió y mantuvo una expresión de tristeza en su rostro.

—A ver si entendí bien, Maddie —elevé mis manos, intentando asimilar todo lo que estaba ocurriendo en cuestión de minutos—. Llevarás a Brandon a la escena del crimen para intentar comprobar que la víctima descuartizada es un familiar, porque Wesley no puede dejar toda esta fiesta así como si nada. Entonces, dices que luego volverás, pero me sugieres que puedo acompañarlos a donde ya han asesinado a dos estudiantes a altas horas de la noche.

—Lo siento, Rose, pero es uno de mis mejores amigos y debo ayudarlo, aunque sea con este favor —frunció el ceño al mostrarse disgustada y un poco avergonzada.

—¿Acaso se están volviendo locos? —mis manos temblaban por la crisis nerviosa que estaba a punto de experimentar—. Es muy probable que el destripador esté por esa zona. De ninguna manera iré —me negué y comencé a hiperventilar por el terror que comenzaba a carcomerme—. Prefiero esperarlos aquí, así que vayan ustedes —salí de la cocina como alma que se lleva el Diablo.

Necesitaba ir a algún lugar cerrado y ocultarme por un rato. La situación ya me estaba carcomiendo y el miedo había gobernado en mi frágil sistema. Solo necesitaba calmar mi agitada respiración y el temblor que emitía mi cuerpo ante el ataque de pánico que estaba a punto de surgir en mí.

Entre cuerpos bailando en la oscuridad con luces neones, estudiantes drogándose e intercambiando lenguas por cada esquina, percibí unas escaleras que se dirigían hacia la segunda planta de la casa de Wesley Doyle. En cuanto comencé a subirlas con cierta dificultad por el aturdimiento del ruido de la música y la gente que obstruía los escalones entre besos y manoseos, hallé un largo pasillo con diferentes puertas.

Abrí la primera puerta que vi con la esperanza de que fuese el baño. Sin embargo, era una habitación lujosa y espaciosa donde había una pareja teniendo sexo. Tragué saliva cuando, irónicamente, los gemidos se me hicieron reconocidos, porque ya los había escuchado antes en el baño de la universidad.

—¡Rose! —Tiffany me miró desde el borde de la cama, justo donde rodeaba las caderas de Nick con sus largas piernas—. ¿¡Qué haces aquí!?

Aunque no estaban desnudos, era más que evidente lo que estaban haciendo. Nick se apartó de Tiffany lentamente, cerrando la cremallera de su jean oscuro, como si el hecho de que los haya visto no le hubiese afectado en lo absoluto. Ella, sin embargo, se levantó del borde de la cama y alisó su vestido.

—Yo... —balbuceé, muerta de la vergüenza—. Lo-Lo siento. Es que estaba buscando el baño y... —presioné los dientes y mi pecho comenzó a arder al ver que él estaba como si nada después de su insistencia hacia mí.

Tiffany parecía más que avergonzada de que haya entrado por accidente y que los haya visto teniendo sexo después de enterarnos de todo lo que estaba ocurriendo en el momento.

—Discúlpenme... —hice ademán de irme.

Nick se cruzó de brazos, mirándome con frialdad y seriedad.

—Espera, ¿estás bien? —Tiffany engrandeció los ojos, preocupada de mi asustadizo y vergonzoso comportamiento.

—Lo siento, debo irme —cuando cerré la puerta de la habitación, continué buscando el baño desesperadamente.

—¡Rose! —la voz de Wesley resonó a mis espaldas, hasta que me alcanzó—. ¿Te encuentras bien? Vi cómo saliste de la cocina y me preocupé. Siento mucho que toda esta situación te afecte en plena fiesta —se disculpó sinceramente.

Nick y Tiffany salieron de la habitación y se acercaron hasta donde nos encontrábamos.

—¿Es que todavía no lo entienden? Por supuesto que la muerte del primo de Brandon me afecta. Si hubieses visto lo que yo vi el primer día de clases, estuvieses más espantado de lo que la mayoría aquí lo están.

Wesley engrandeció los ojos.

—Así es, no solamente he visto el video del primo de Brandon —presioné los labios, intentando calmar los nervios que se reflejaban en mi rostro—. Vi a Paul, Wesley. Y, créeme, no fue nada agradable. Esto no es como en las películas de terror o un caso aislado. Hay un asesino serial y es muy peligroso ir a esa zona a estas horas de la noche.

—Lo sé, y no sabes lo mal que me siento al no poder acompañar a Brandon y Maddie, pero no puedo dejar la fiesta e irme como si nada estuviese ocurriendo. Mis padres me dejaron a cargo de la casa.

—¿Ellos saben sobre esta fiesta? —le pregunté.

Wesley negó lentamente con la cabeza, mostrando una expresión de suma preocupación.

—¿Sabes? —froté mis sienes y cerré los párpados por un momento—. Ahora que lo pienso mejor, no puedo dejar que Maddie y Brandon vayan solos para allá. Es muy peligroso.

—Creo que la policía aún no ha llegado —Wesley se encogió de hombros—. Hasta el momento solo ha llegado un detective a la escena del crimen y, por lo que tengo entendido, está intentando mantener la zona despejada mientras llega la policía y los demás investigadores.

—¿¡Qué!? —engrandecí los ojos y mis cinco sentidos se alarmaron—. ¿Por qué?

—Según Brandon, la policía del estado ha estado muy ocupada con otro caso que ocurrió cerca del Lago Candlewood.

—¿Te refieres a los dos cuerpos que ya fueron encontrados?

—No, Rose. Hablo de otro cuerpo que fue hallado en la mañana cerca de esa misma zona —me aclaró—. Ya serían tres cadáveres encontrados en esa área.

Negué con la cabeza repetidas veces y espantada retrocedí varios pasos, chocando levemente con Nick y Tiffany.

—¿A dónde vas? —preguntó Wesley cuando me alejé.

—Tengo que ir al baño —le dije a lo lejos, levantando un poco el tono de voz por la música que se escuchaba de fondo—. ¿Puedes decirle a Maddie y Brandon que me esperen un momento?

A Wesley le sorprendió mi petición.

—Entonces, ¿irás con ellos a identificar el cuerpo?

—Por supuesto que no —respondí aterrorizada—. Solo los acompañaré mientras ellos hablan con el detective.

—Está bien, les diré que te esperen.

Asentí y continué mi camino por el pasillo, hasta que logré localizar el baño. Necesitaba intentar calmar mis emociones, pero debía admitir que mis padecimientos psicológicos y mi ansiedad me lo dificultaban por completo.

Los minutos transcurrieron cuando me quedé a solas en el baño y tomé varias bocanadas de aire, cerrando los párpados, frotando el puente de mi nariz e intentando asimilar que iría a una grotesca escena del crimen. Sin embargo, no quería dejar a mis nuevos amigos solos con la muerte del primo del Brandon. Ya que comenzaba a socializar, lo menos que quería era retroceder.

Al ubicarme frente al lavabo, miré mis ojos verdes a través del espejo y humedecí mis mejillas con un poco de agua fresca, dejando que el líquido también cayera sobre mis muñecas para alivianar la tensión. Era una técnica que el doctor Miller siempre me aconsejaba utilizar cuando me sintiera totalmente estresada.

—Mierda, esto no me puede estar pasando —me quejé por lo bajo al presionar mis manos contra el mármol del lavabo. Sin embargo, cuando volví a elevar la vista, una silueta oscura se reflejó en el espejo, causando que me sobresaltara y gritara por los nervios.

Lo único que pasó por mi mente fue: «El Destripador de Westport».

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