¿Krew? ¿O Karma y Drew?

Andrew agarró a Karma por la cadera y la acercó a él. No tenía planeado perder a la chica entre la sudorosa masa de gente que bailaba en la pista de baile.

Karma analizó el lugar con la mirada. Se trataba de un bar de ambiente que solía frecuentar Andrew los fines de semana. Estaba lleno de gente con divertidos gorros de Navidad y diademas de reno.

No se lo esperaba para nada así, a decir verdad. Olía a humanidad. No podía dar dos pasos sin chocarse con alguien. El suelo estaba pegajoso. Y todo lo que alcanzaba a ver estaba bañado por la luces entre rojas y verdes.

—No te separes de mí, ¿vale? —susurró Andrew contra su oreja.

—¿No debería ser yo quien dijera eso?

Estaba rodeada de chicos que desnudaban con la mirada a su acompañante. Estaba claro que no iba a disfrutar durante mucho tiempo de su compañía.

Aunque siempre podía beber sola. Lo bueno de estar en ese tipo de locales, era que no tendría que estar quitándose a babosos de encima durante toda la noche.

Andrew se encogió de hombros con una sonrisa socarrona dibujada en la cara y siguió caminando.

Cuando llegaron a la barra, Karma volvió a respirar con normalidad. Tenía espacio para moverse e incluso consiguió un taburete para sentarse.

Andrew se adelantó y la invitó a unos chupitos, antes de que pudiera hacerlo ella. Mientras se los servían, apoyó los codos contra la madera y se dispuso a buscar a su otro invitado de la noche. No le vio por ningún lado, pero en su último mensaje ponía que ya había llegado.

Karma bebió dos chupitos seguidos, pensando que lo que hacía su mejor amigo era buscar su presa de la noche. Por eso no le sorprendió cuando dijo:

—Voy a saludar a un amigo, ahora vuelvo.

Y sin más, salió disparado tras un chico de piel morena y hombros anchos. Era de la clase de chicos que cortaban la respiración. Pareció sorprendido al ver a Andrew, pero no tardó mucho en abrazarle y sonreír de medio lado.

La chica suspiró y pidió una copa. Algo fuerte, que la atontara para el resto de la noche. Le apetecía bailar.

Un camarero de rasgos asiáticos se la sirvió con una sonrisa en la cara. Desprendía purpurina por cada poro de su cuerpo y unas mechas rosas adornaban su negra cabellera.

—A las chicas guapas como tú las invita a la casa —dijo alegremente mientras le tendía una pajita.

Aparentaba ser mayor, y pese a que no parecía haberlo hecho con malas intenciones, Karma no se sintió halagada.

—Muchas gracias, pero prefiero pagar por mis copas.

Le pasó un billete y el chico se encogió de hombros. Pero no le dio tiempo a replicar, porque justo en ese momento alguien tocó el brazo de Karma.

—¿Karma?

La chica creyó reconocer aquella voz.

¿Cómo olvidarla?

—¿Drew?

El chico parpadeó, algo sorprendido de encontrarse a su ex allí. La reacción de Karma no fue diferente.

Y, como era de esperar, no tardaron mucho en darse cuenta de que no se trataba de una incómoda casualidad.

—Andrew —susurraron los dos a la vez.

Decir que un silencio se instaló entre ambos sería incorrecto. Ninguno hablaba, pero la música retumbaba contra sus oídos.

No podían apartar la mirada el uno del otro. Ella porque había echado de menos sus ojos azules. Él porque no podía creer lo poco que dolía tenerla tan cerca.

—¿Puedo sentarme?

Karma asintió a la vez que tomaba otro trago.

Drew arrastró un taburete hasta colocarse al lado de Karma. Le hizo una señal al camarero, el mismo que había atendido a Karma.

Cuando vio al rubio, sentado de tal forma que su codo tocaba el de Karma, enarcó las cejas y asintió.

—Gracias —dijo Drew con una sonrisa, mientras tomaba un trago de una bebida rosada.

—De nada —contestó —. Feliz Navidad —sus ojos se posaron en Karma y la señaló con un índice repleto de anillos —. Hacéis una buena pareja.

—Nosotros... —empezó a decir ella.

Pero el camarero se había ido y ya estaba sirviendo más copas.

Karma esquivó la mirada de Drew e intentó localizar a Andrew. Le vio bailando en la pista.

—Vale, esto está siendo muy incómodo.

Drew se levantó y empezó a ponerse la chaqueta.

—¿Qué haces? —preguntó Karma, girando sobre el taburete.

Drew se acabó la copa de un trago y sonrió tristemente.

—Irme —contestó.

Se inclinó sobre ella, apoyando una de sus manos sobre la barra y otra sobre su hombro, y la dio un suave beso sobre la frente.

—Ha estado bien verte —susurró a escasos centímetros de su cara —. Estás más guapa que de costumbre, ¿sabes? Te sienta bien la Navidad.

Karma no pudo evitar posar su mirada sobre sus labios, al igual que él no pudo evitar apartarse.

—Adiós, Hale.

Antes de que pudiera dar dos pasos, Karma agarró su brazo de forma algo brusca.

—No lo hagas —exclamó —. No quiero que te vayas.

Drew apartó la vista de sus ojos verdes para centrarse en la forma en la que la chica agarraba su chaqueta de cuero.

—Entonces dime, ¿qué quieres?

Pronunció las palabras lentamente y lo suficientemente alto como para que ella le escuchara.

La gente se arremolinaba a su alrededor, incluso ya habían ocupado los taburetes en los que estaban sentados hacía apenas unos minutos.

Todo iba a cámara lenta, pero para ambos los segundos eran eternos.

—No quiero perderte.

«Y sé que tú tampoco quieres perderme» quiso decir.

—Quiero seguir hablando contigo —continuó—, enviarte postales de Navidad, que veamos series juntos, hablarte cuando vea algo gracioso, que hagamos Skype a la vez con Brooke y Ezra, que Andrew pueda hacer un grupo de WhatsApp con nosotros tres para no tener que contarnos sus dramas por separado, que me ayudes a buscar un nombre para mi hermana...

—Quieres que sea tu amigo.

A Drew le hubiera encantado decir que eso le había roto, que el hecho de que hacía un año estaba celebrando la Navidad con Karma entre las sábanas de la cama le entristecía. Pero era más bien al contrario, se sentía aliviado.

—Quiero que sigas en mi vida —respondió apresuradamente —. Incluso si no estamos juntos.

Drew asintió lentamente, entendiendo lo que decía.

—No quiero una vida en la que tú no seas mi mejor amigo.

Drew la estrechó entre sus brazos, apoyando la barbilla en hueco de su cuello.

Y justo así, con una sonrisa triste, se sintió en casa.

—Yo tampoco —murmuró —. Te he echado de menos.

—Por una parte desearía que pudiésemos volver a empezar —susurró contra su pecho —, pero por otra no quiero cambiar nada de nuestra historia.

Drew respiró profundamente, disfrutando del olor afrutado que desprendía su cabello. Entonces la apartó y sonrió. Esta vez de felicidad.

—Volvamos a empezar, pero no olvidemos nada —dijo alegremente —. Me llamo Drew McKenzie, pero todos me llaman Sexy Boy.

Karma rio mientras estrechaba su mano.

—Encantada. Yo soy Karma Lola Hale, pero puedes llamarme Karma.

—Un placer, Lola —Drew se llevó los nudillos de la chica a los labios y ambos sonrieron.

Y, mientras sonaba Latch de Disclosure, ambos supieron que nada volvería a ser lo mismo.

Pero que eso no tenía que ser necesariamente malo.

Porque, ¿dos personas que se quieren están condenadas a estar juntas o separadas?

Era algo que Karma y Drew no sabían en ese momento, ni querían saberlo, pero que estaban dispuestos a descubrir dentro de cuatro años.

Llorad conmigo.

RIP Krew.

(Me queda solo el epílogo, btw.
Estad preparados para noticias frescas pronto)

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