Define incómodo.

Karma y Brooke seguían cotilleando las redes sociales de Jared cuando llamaron a la puerta. Fue complicado despegar los ojos de la pantalla del móvil de Karma, pero lo consiguieron.

Brooke fue la primera en levantarse, ansiosa de ver a su mejor amigo o a su ex novio. Porque sí, tenía ganas de verle. Dejó a Karma limpiándose la baba y caminó directa a la entrada.

Lo que no esperaba era que, al abrir la puerta, no fuera a ninguno de los dos a quien viera. Ante ella se encontraba una chica. Bastante guapa, a decir verdad. No era muy alta, como ella. Pero ahí se acababan las similitudes. Brooke tenía el pelo más bien largo, rubio, los ojos verdes y la tez morena. La chica, que Brooke no tardó en reconocer, tenía el pelo a la altura de los hombros, negro como el carbón, unos ojos redondos muy azules y la piel de un blanco nuclear.

Olivia estaba apoyada contra el marco de la puerta, recuperando el aliento. Ezra y ella llevaban echando una carrera desde que habían salido de su casa. No había sido fácil ganarle, pero ahí estaba. Ezra no tardó ni treinta segundos en llegar, tiempo que no fue suficiente para que Brooke asumiera lo que estaba viendo.

Ezra y Olivia. Juntos.

Intentó recomponerse y sonrió. No pudo evitar abrazar con fuerza a Ezra y pese a que le costó, él también la abrazó de vuelta. Ambos se quedaron un rato así, como si estuvieran solos. Ella se limitaba a reír y a decir lo mucho que le había echado de menos, mientras que él simplemente la estrechaba entre sus brazos.

Para Olivia, la situación era rara, pero Karma, como buena amiga, fue a rescatarla.

Ezra había dicho que había superado a Brooke, segundos antes de besarla. Estaba claro que había mentido. Y aunque ella seguía diciéndose que él no le gustaba, ese hecho dolía un poco. Se dejó arrastrar por Karma hasta la cocina con, la que intentó que fuera, la mejor de sus sonrisas.

Karma estaba algo nerviosa. Miraba a Brooke y a Ezra repetidamente. Parecía que se estaban tomando bien lo de verse otra vez, pero ella sabía que eso no duraría.

Ezra seguía enfadado y Brooke seguía sin contar porqué se fue.

—Estoy algo incómoda —susurró Olivia en dirección a Karma.

—No te preocupes, no eres la única. No creo que esto haya sido una buena idea.

Olivia la miró con esa clase de miradas que dice: "¿De verdad? ¿Y te das cuenta ahora?". Karma solo pudo encogerse de hombros.

—Es una pésima idea. Sobre todo conmigo aquí —Olivia suspiró, desviando su atención a la antigua pareja —. Seguramente Brooke tenga una idea equivocada sobre Ezra y yo.

—¿La clase de idea en la que él te besa y pasáis la noche juntos?

—Cállate.

—No me da la gana.

—Pues vale, sigue hablando. Pero yo me voy.

Karma intentó retenerla todo lo que pudo, pero Olivia parecía dispuesta a marcharse. Entre risas, se despidió de su amiga lanzándola un beso.

Ezra, que miraba curioso la escena desde el salón, sin entender nada, vio cómo Olivia cogía sus cosas y se dirigía a la entrada. Despidiéndose con un simple "adiós, chicos", abrió la puerta y se fue.

—¿Podrías esperar un momento, Brooke? Ahora vuelvo —dijo interrumpiendo su relato sobre una noche loca y lo mucho que les habías echado de menos.

Brooke le miró perpleja y algo dolida. Aunque algunos otros lo habrían definido como celos.

Sin esperar su respuesta, salió detrás de Olivia. La chica se movía rápido, como había podido comprobar minutos antes, durante la carrera. La alcanzó a la salida del edificio, y solo porque ella paró.

—¿Te vas sin despedirte? Muy mal —dijo Ezra, intentando ocultar las pocas ganas que tenía de que se fuera.

—Pensaba despedirme —contestó ella.

—¿Ah, sí? ¿Cuándo?

—Cuándo estuviera en casa. Con el pijama puesto.

Ezra se rió, aunque no sabría decir si era por los nervios o por la situación. Cuando paró, simplemente la miró.

—¿Por qué te vas? —preguntó al fin.

—¿No es obvio? Las cosas se estaban poniendo algo incómodas ahí arriba.

—¿Incómodas para quién?

—Para todos menos para ti, al parecer.

—No lo pillo.

Olivia se acercó a él, impaciente por acabar esa conversación. Ezra se puso algo nervioso al tenerla tan cerca, y ella lo notó. En su mente recordó el beso. La situación era... Irónica.

—Brooke es tu ex. Lleva sin verte desde que cortasteis y se fue, y ahora apareces con otra chica. Se debe creer que somos algo y...

—¿Y qué? —dijo él interrumpiéndola —. Somos amigos, Liv. Y si fuéramos algo más daría igual porque, como bien has dicho, lo dejamos hace meses.

—Pero te sigue gustando —susurró.

Ezra lo pensó detenidamente antes de contestar. Era una pregunta difícil formulada por la persona con la que menos le apetecía hablar de su ex ahora mismo.

—Brooke era o es, no sé bien qué decir, mi mejor amiga. Luego pasó a ser la primera chica de la que me enamoré. Y después me rompió el corazón —suspiró y sonrió tristemente —. Si realmente te interesa saber si sigo sintiendo algo por ella, de esa forma... Creo que nunca lo sabré.

—¿Quieres decir que nunca se sabe si dejas de sentir algo por una persona?

—Sí. Exactamente eso.

—Entonces podría llegar a entenderte —dijo sonriendo levemente y dando un paso atrás —. Pero eso no quita que la situación sea incómoda y quiera irme a casa.

—¿Pese a que te haya invitado como una amiga? —preguntó alzando las cejas.

—Pese a eso.

—¿Y qué te parece quedar algún día, como amigos, en una situación que no sea incómoda?

—Define situación cómoda.

A Ezra se le pasaron mil y una situaciones por la cabeza. Algunas muy, muy, muy cómodas. Y otras no serían aptas para todos los públicos.

—No sé. Ya pensaré en algo —dijo sonriendo ampliamente.

—Vale. Pues ya te veré, Ezra —se despidió mientras caminaba de espaldas.

—Adiós, Liv.

—Llámame. O de lo contrario le contaré a todo el mundo el numerito de la bañera y tu autonombramiento de Sinsajo.

Él soltó una carcajada.

—La amenaza sobraba, ¿sabes? Pensaba llamarte. No hacía falta parecer tan desesperada por mis huesos.

—¡Que te den!

La chica empezó a caminar dirección a su casa y Ezra no pudo hacer más que sonreír. Estaba claro que tenía una cita con Olivia.

Cuando estaba a punto de volver a entrar en la casa, el ruido de un frenazo seco en la acera llamó su atención. Drew acababa de aparcar estrepitosamente en la acera. No tardó en bajarse del coche y, cuando vio a Ezra, le hizo gestos para que moviera el culo.

—¿Qué pasa? —preguntó él, acercándose hasta el coche.

—Tenemos problemas.

—¿De qué tipo?

Los ojos de su amigo se clavaron en los suyos. La seriedad reinaba entre ambos.

—De los que causa Andrew.

—Mierda.

—Ya, eso mismo he dicho yo.

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