Siniestro.

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Lamentamos interrumpir la transmisión de su programación habitual, pero tenemos noticias de último minuto. El vuelo 788 de Asiana Airlines ha desaparecido del radar en la torre de control y no se sabe que ha pasado con la tripulación, la cual estaba conformada por más de treinta científicos titulados y otros que apenas eran estudiantes...



















Un agudo dolor en sus costillas lo hizo abrir los ojos de golpe, pero fueron cerrados de inmediato ante la brillante luz del día. 

El terrible zumbido en sus oídos lo hizo agitar la cabeza con violencia y la desorientación que sentía en ese momento no lo dejaba pensar con claridad. Cuando abrió nuevamente sus ojos miel, notó que el cinturón de seguridad aún estaba abrochado y lo mantenía firme en el asiento, pero no estaba precisamente sentado. 

Estaba inclinado hacia delante, su cabello rubio y rizado estaba completamente revuelto y en la punta de su nariz se formó una gotera de sangre que no sabía de dónde estaba saliendo. 

—Ugh... —se quejó cuando intentó removerse en el asiento. 

Alzó la vista y sus ojos se abrieron en su totalidad mientras un grito de horror salía de sus labios, desgarrando su adolorida y seca garganta al darse cuenta de que el avión en el cual viajaba estaba partido a la mitad, pero se horrorizó aún más al ver los cuerpos destrozados de sus compañeros de viaje y recordó lo vivido minutos atrás. Donde iba totalmente despreocupado charlando, riendo y recordando alguna alocada anécdota con su compañero de asiento, colega y buen amigo, Lee Taemin. El cual tenía una preciosa hija y una amorosa esposa que esperaba por él en su regreso.

Pero todo se vio estropeado de un momento a otro, la tranquilidad y alegría del viaje se transformó en terror al sentir las bruscas turbulencias que desestabilizaron el avión, los gritos de horror de sus compañeros, las palabras del capitán diciendo que mantuvieran la calma aun cuando las azafatas se abrazaban entre ellas sabiendo que no terminaría en nada bueno, el miedo que se apoderó de él al ver y sentir cómo el avión comenzaba a descender en picada, la cálida mano de Taemin sobre la suya tratando de darle consuelo e intentando calmarlo...

—Tae... —susurró en un hilo de voz y giró lentamente su rostro. Las lágrimas fueron inevitables. 

Taemin yacía a su lado, muerto. Su cuello estaba en una posición antinatural, visiblemente quebrado.

Apartó la vista del cuerpo inerte de su amigo y se movió lentamente, soltó el seguro del cinturón y cayó seco en lo que ahora era el piso, dejando escapar un grito ante el terrible dolor que sentía. Se levantó con dificultad y notó hasta ese momento que su dolor no era solo en las costillas, su hombro izquierdo estaba dislocado y su cabeza tenía un corte en algún lugar ya que sangraba, su labio estaba roto y escocia más de lo que debía. Pero estaba vivo.

No pudo evitar el llanto, pero ver a todos sus compañeros, estudiantes y amigos en ese estado, era demasiado para él. 

Caminó por el interior del avión o lo que quedaba de el con cuidado, sin aplastar o dañar aún más los cuerpos sin vida hasta que finalmente salió.

Se asombró al verse rodeado de mar. 

—Bien... —llevó su mano al hombro dislocado y respiró hondo, aun cuando dolía— Uno, dos tre... ¡AAAH! —gritó cuando lo acomodó. 

Se dejó caer sobre la arena y logró ver a lo lejos otra parte del avión, el cual tenía más de la mitad sumergido en el mar y con todo el dolor que sentía, sabía que no llegaría a tiempo para ver si había sobrevivientes. Aun así debía intentarlo. 

Caminó y tropezó varias veces, pero lograba ponerse de pie. Su cuerpo estaba considerablemente débil y el intenso dolor en sus costillas le dificultaba demasiado el querer respirar.

Aun así, no se detuvo. 

Cuando finalmente llegó, el agua casi cubría por completo lo que quedaba del avión y le era imposible meterse a revisar. Simplemente no podía porque su cuerpo le gritaba para que descansara ya que no le quedaban fuerzas y lo más seguro es que moriría en el intento. 

—Mierda... —comenzó a llorar de la impotencia al no poder ver si había alguien más con vida. 

Miró cómo fue poco a poco sumergiéndose el resto en el mar, perdiéndose para jamás ser encontrado. 

Soltó un suspiro y miró la parte del avión de donde él había salido. 

—Debo volver... —murmuró para sí mismo— Ugh... —se quejó. Relajarse y volver a caminar no había sido buena idea, pero necesitaba rescatar el agua y las cosas comestibles para sobrevivir ya que desconocía el lugar y dudaba que hubiera vida humana. 

Park Jimin de veintisiete años, se había graduado hace unos meses de su doctorado en Ciencias biológicas y este era su primer viaje con su nuevo equipo de trabajo. Era un viaje con profesores, estudiantes y recién graduados, los cuales habían sido seleccionados por la misma facultad para experimentar y aprender de esta oportunidad que se les estaba brindando y para que hicieran de esta experiencia algo inolvidable. 

Claramente, estaba siendo algo que jamás podría olvidar. 

Cuando llegó nuevamente a la parte del avión de la que él había salido, se metió nuevamente en el interior con cuidado y comenzó a tomar las mantas y los pequeños cojines que estaban a su alcance, abrió las gavetas y tomó todas las botellas de agua, también las pequeñas que tenían licor. Tomó los sobres de snack, los chocolates y los sándwich que había. Puso todo en una de las mantas la cual cerró como un saco y salió finalmente del interior. 

—J-joder... —lloriqueó nuevamente y cayó sobre la arena, esta estaba caliente gracias al horrible clima seco y al sol que pegaba directo sobre la isla. 

Lloró hasta que se cansó y secó las saladas lágrimas con el dorso de su mano, miró nuevamente a su alrededor y no vio nada más que mar. 

¿Que iba hacer ahora? 

—Dios... —comenzó a hablar— Sé que no nos llevamos bien, pero si me escuchas, por favor ayudame... —habló entre sollozos mientras se abrazaba de sus piernas. 

Tomó la manta en forma de saco y la arrastró por la arena hasta llegar a un árbol y poder refugiarse del calor. Jimin tenía la piel blanca como la nieve y era sensible a los rayos del sol. 

El clima comenzó a cambiar drásticamente a medida que llegaba la noche y Jimin se agradeció a sí mismo por haber sacado todas las mantas ya que la ropa que llevaba puesta no ayudaba mucho. Cuando el sol finalmente se fue y la noche llegó, la isla se vio completamente iluminada por las estrellas.

Jimin amaba mirar el cielo nocturno y esta vez no fue la excepción.

Logró ver las constelaciones y se maravilló de lo fácil que era encontrar cada una de ellas ya que en la ciudad de Seúl no se veían así de claras. 

Su debilitado cuerpo tembló a causa del frío que ya comenzaba a calar sus huesos y se quiso golpear contra un árbol al no haber tomado algún encendedor y papeles para haber hecho una fogata improvisada. 

—Estoy realmente jodido... —susurró mientras se acurrucaba entre las mantas contra el piso húmedo y frío. 

Un sonido proveniente desde el interior de la isla lo hizo sobresaltarse y se levantó del suelo rápidamente, ahogando un gemido de dolor. Tomó el saco con sus provisiones y se alejó temeroso del árbol en el que estaba. 

—Lamento todo lo que te dije, pero realmente necesito que me ayudes —miró al cielo— Sé que me ves y si me muero, quedará en tu conciencia —dijo mientras caminaba con dificultad. Jimin no era alguien creyente, pero su madre mientras vivió lo fue y él tenía algo de conocimiento. 

Ahora estaba aplicando el conocimiento. 

Consideró que cuando se hiciera de día, iría a explorar la isla y sus alrededores. Bueno, solo si su débil cuerpo se lo permitía o si no era devorado por algún animal salvaje. 

Se dejó caer con cuidado al lado de un árbol que estaba más alejado de donde escuchó el ruido y se envolvió bien en las mantas, sus pies estaban fríos al igual que sus manos y la punta de su nariz estaba roja. Cerró los ojos ya que estaba completamente agotado y dejó todo a la voluntad del supuesto Dios o la madre naturaleza, pero si moría esa noche ya no le importaba realmente. 

Por más que intentó dormir, no lo conseguía. El miedo y el dolor corporal lo estaba superando, pero en algún punto de la noche, su cuerpo sucumbió ante el cansancio.

Un extraño ruido a lo lejos lo hizo removerse de su lugar e inmediatamente abrió sus bonitos ojos miel y se sentó con brusquedad, su cuerpo entero se tensó cuando logró ver a un hombre vestido de negro contemplando el mar.

—Al fin despiertas, Jimin —la voz del hombre sonó fuerte y ronca, pero en ningún momento volteó a mirarlo y Jimin se espantó en ese mismo instante.

—¿Qu-quién eres? —entró en pánico cuando aquel hombre se giró para verlo y sonrió, pero su sonrisa no era para nada amistosa— ¿Cómo sabes mi nombre?

—Hum... —hizo un gesto con su mano restándole importancia a la pregunta mientras caminaba lento hacia él— Todos hacen las mismas preguntas.  Porque sé sus nombres, que quién soy. Que aburridos son.

—¡N-no te acerques! —le gritó, y el hombre solo soltó una risita divertida ante el miedo que el rubio mostraba. 

—No tienes que temer, Ricitos. 

¿Y cómo no hacerlo? Pensó Jimin. 

Era un completo extraño, vestido sospechosamente de negro en una isla paradisíaca, hablándole con confianza, como si lo conociera desde siempre, acercándose a él quien estaba herido e indefenso.

—¿Ricitos? —preguntó incrédulo ante aquel estúpido apodo.

—Ya sabes, Ricitos de oro —aclaró encogiéndose de hombros, sin dejar de sonreír.

—¿Quién eres y por qué sabes mi nombre? —volvió a preguntar e intentó sonar más seguro, aún cuando tenía demasiado miedo.

—Hm... —alzó sus cejas y giró hacia un lado su cabeza— Digamos que soy el dueño de la isla —cuando finalmente quedó frente al rubio, se agachó para quedar a su altura y apoyó su codo derecho sobre su rodilla, y dejó descansar su mentón en la palma de su mano.

—¿El du-dueño? —tartamudeó. 

A pesar del miedo que se apoderaba de él, Jimin, no se contuvo y miró con detalle las duras facciones del rostro contrario. Notó una perforación en una de sus cejas y varias en las orejas, sus labios estaban resecos pero tenían un color rosa que le parecia bastante tentador, su cabello era negro y liso, pero estaba mas corto de los lados, no tenia barba y su piel se veía ligeramente bronceada. Oh, mierda. Se golpeó mentalmente al encontrar a aquel hombre desconocido y sospechoso tan atractivo. 

Bien, Jimin era gay de closet y solía no prestar tanta atención a los hombres a su alrededor para no sonrojarse ni levantar sospechas que indicaran que él era homosexual, pero ahora, claramente estaba fracasando y se dio cuenta de ello cuando sintió el calor subir hasta sus mejillas y en un movimiento brusco, apartó su vista de los penetrantes ojos negros que lo miraban con atención.

—Es lo que dije.

—E-eso no te hace saber mi nombre...

—Digamos que sí —sonrió con malicia, y con su mano libre apartó los rizos que caían sobre los ojos de Jimin— Tus ojos son realmente maravillosos —comentó y luego bajó su mano para acariciar la mejilla magullada del chico, el cual tembló ante el toque.

—T-tu nombre... —preguntó con el sonrojo evidente en sus mejillas.

—Mi nombre es irrelevante en este momento —Jimin agitó su cabeza en negación.

—S-sabes el mío, quiero saber el tuyo... —mordió su labio inferior ante los nervios.

—Jeon... —se relamió los labios y sonrió. Él también había prestado atención a cada detalle de la bonita cara del chico frente suyo— Jeon Jungkook.

—Jungkook... —murmuró y tragó saliva en grande cuando un pensamiento pasó por su mente— ¿V-vas a mat...?

—¿Matarte? —Jimin asintió débilmente y Jungkook sonrió nuevamente— No suelo matar a los sacrificios —dijo en un tono de burla y Jimin frunció notablemente el ceño— Ya llegan muertos —apuntó con su mano el avión.

—¿S-sacrificios? —repitió y lo miró con horror al no entender nada. 

Para él un sacrificio era como en las películas, bueno, como en King Kong. 

¿Lo llevarían a una tribu para atarlo en medio de una selva y dejarlo a su suerte?

—¿Realmente crees que haré eso? —preguntó con gracia y Jimin boqueó varias veces antes de lograr formular alguna palabra.

—¿Qué?

—¿Realmente crees que te llevaré a una tribu? —la diversión no abandonó su tono de voz.

Su horror fue aún más grande al percatarse de que él no dijo nada de las tribus y solo lo pensó, pero lo que no había notado hasta ahora, era que Jungkook hablaba su idioma con claridad. 

—Hablas mi idioma...

—Hablo todos los idiomas, Ricitos —respondió mientras se ponía de pie— Levántate, te vienes conmigo —ordenó en un tono severo y a Jimin se le erizaron todos los vellos de su piel.

—¿A dónde vamos? —habló aun desde el suelo. 

—No preguntes y hazme caso —le extendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie.

Jimin miró su mano extendida por unos segundos, claramente dudando en aceptar la ayuda. La mano era grande en comparación a la suya, y las uñas estaban pintadas con algún esmalte negro, pero no brillaban. Finalmente y sin otra opción, estiró su brazo y alcanzó la mano que, para su sorpresa, era más áspera de lo que pensaba.

—Agh... —se encogió ante el dolor mientras tocaba sus costillas y se levantaba con dificultad. 

—Estás todo roto —se quejó Jungkook— Ven aquí, te cargaré.

—No.

—No estás en posición de negarte, Ricitos —lo jaló con brusquedad hacia su propio cuerpo.

—¿Q-qué vas a hace...?

—Cállate —ordenó y Jimin obedeció sin entender la razón.

Lo rodeó por la cintura con uno de sus fornidos brazos mientras que con el otro, retiraba la ropa que le cubría el cuello. Acercó su rostro a la piel expuesta y enterró su nariz en la unión del cuello y el hombro, que para su deleite, olía a miedo, a sangre fresca, a vida. 

Jimin se removió en un intento desesperado por liberarse, pero le fue imposible. 

—¿Q-qué estás haciendo? —preguntó con miedo y sintió una tibia y húmeda lengua recorrer su cuello, su cuerpo se tensó en ese preciso instante.

—Shh... —siseó mientras saboreaba el terror y la debilidad del cuerpo entre sus brazos,  y sin pensarlo más, abrió la boca y enterró sus colmillos en la cremosa y delicada piel.

—¡AAAh! —gritó el rubio ante el dolor, la tierna carne de su cuello había sido dañada por unos filosos colmillos, pero el dolor comenzó a desaparecer y su cuerpo empezó a experimentar un extraño calor que emanaba de su cuello y se expandía al resto de sus extremidades. 

Sus ojos pesaban y comenzaron a cerrarse por sí solos, aun cuando no lo quería. Su cuerpo se empezaba a sentir demasiado ligero y fue sostenido en todo momento por los fuertes brazos del azabache, evitando que cayera al suelo.

Cuando fue cargado entre los brazos de Jungkook y este empezó a caminar hacía el interior de la isla, logró ver a lo lejos el avión destrozado, donde de éste había gente saliendo.

¿Qué?

Frunció el ceño al reconocer a todas esas personas, aun cuando los veía desde una gran distancia y su corazón se aceleró al ver al que fue su amigo caminando entre la multitud, luchó contra el cansancio que sentía al intentar no caer dormido, pero sin darse cuenta, había perdido la batalla.

—T...a...e... —balbuceó mientras enterraba su cara en el cuello de Jungkook y sus ojos finalmente se cerraban.

Se sobresaltó cuando abrió los ojos y parpadeó aturdido en medio de la oscuridad. 

¿Dónde mierda estaba?

Se levantó con brusquedad de donde sea que estaba acostado y caminó extendiendo sus manos para palpar alguna pared y no chocar con nada, pero se tensó por completo y se espantó al notar que sus costillas, cabeza y cuerpo en general ya no dolían más. 

¿Qué está pasando? Pensó mientras se tocaba su propio cuerpo.

—¿A dónde crees que vas, Ricitos? —se escuchó entre la oscuridad la ronca voz del azabache, haciendo que Jimin diera un respingo del susto. 

—¡Mierda! —se quejó— Casi me matas del susto, ¿por qué mierda está todo oscuro? —protestó, pero luego mordió su labio en arrepentimiento.

—Estamos en una isla, en medio de la nada —aclaró— Se supone que todo debe estar oscuro en la noche.

—¿Es de noche? —preguntó, buscándolo entre la oscuridad.

—Es lo que dije.

—V-vi a Tae... ¿Por qué lo vi? —preguntó al recordar y sintió cómo su corazón comenzaba a acelerar el ritmo— Dime qué está pasando y qué hago aquí... —su cuerpo quedó inmovil cuando vio unos ojos rojos mirándolo en el fondo de donde se encontraba— ¿Ju-Jungkook? —su voz salió quebrada.

—¿Mm? —el piso comenzó a crujir con cada pisada que daba mientras se acercaba a él.

—E-espera... —intentó alejarse— ¿Qué me vas hacer?

No hubo respuesta y en cambio, se escuchó como alguien inhaló profundo.

—Mm... —lo escuchó ronronear detrás de él y se giró inmediatamente sin lograr verlo, pero antes de que pudiera decir algo o siquiera gritar por el susto, una mano se posó en su cuello y la voz ronca de Jungkook comenzó a escucharse en su oído— Eres demasiado delicioso, Ricitos —le dijo, mientras relamía sus labios ante el increíble apetito que comenzaba a sentir— Deseo probarte. Déjame probar un poco de ti.

—¿A q-qué te refieres con probar? —se atrevió a preguntar y pudo jurar que Jungkook se estaba riendo de él.

—Sabes a lo que me refiero, no eres tonto.

—N-no me conoces, no asegures nada.

—Yo lo sé todo, Ricitos —lo tomó de la muñeca y de un solo movimiento, lo hizo girar para quedar ambos de frente— No creas que caíste a esta isla por accidente, no vivo al menos.

—¿Qué? —jadeó al sentir unos dedos recorrer todas las curvas de su cuerpo. Por alguna razón, su estúpido cuerpo estaba aceptando y reaccionando ante esas sutiles caricias y se quiso golpear contra una roca por eso. 

—Todos están muertos, tú estás vivo —recalcó.

—Los vi...  

—No —llevó su rostro al cuello, donde había enterrado sus colmillos horas atrás e inhaló la esencia del rubio— Ya no son más las personas que conocías, ahora son míos. Sus almas me pertenecen. 

—¿Me vas a matar? —preguntó una vez más.

—¿Quieres morir?

—No. Yo.... por favor, no...

—Entonces no morirás —dio un lametón en la herida y la sangre seca se removió, dando paso a sangre tibia y fresca.

—¿Qué eres? —su voz salió casi como un susurro. Algo estaba mal, lo sentía, pero era como si su cuerpo se negase a colaborar, a reaccionar.

—Ya te lo dije, soy el dueño de la isla —respondió con calma y disfrutó el sabor metálico que había degustado con su lengua, su cuerpo tembló ante el deseo de querer más, necesitaba más de él— Delicioso...

—N-no... —quiso protestar, rogar, alejarlo, correr, huir, pero las caricias del desconocido sobre su cuerpo estaban logrando que él flaqueara, que anhelara cruzar esa línea a lo desconocido y experimentar.

—Quiero esto —volvió a decir mientras enterraba sus dedos en la diminuta cintura y mordisqueaba levemente el cuello magullado del rubio— Todo. Ahora.

—Pero... soy un hombre.

—No me digas —respondió, claramente burlándose y Jimin se sintio un verdadero idiota. 

Para Jungkook, quien era un demonio solitario y que se encargaba de recolectar las almas de los desdichados que caían en su isla, el miedo, la sangre y el placer físico eran algo que le daban aún más satisfacción que las mismas almas.

Pero ahora, se sentía completamente ansioso por poseer aquel cuerpo, sin importarle en lo más mínimo las miserables almas que había recolectado horas atrás. El chico rubio de rizos tenía una vibra diferente a todos los que cayeron en algún momento en la isla, todos lloraban y suplicaban, todos le temían aún cuando lo veían en su forma de humano, todos eran humanos agónicos y sin algún atractivo que llamara su atención. 

—¿Qué gano yo? —Jungkook abandonó el cuello y alzó sus cejas ante la atrevida pregunta. Nadie, nunca, jamás, en los siglos que llevaba recolectando, jugando y matando, le había hecho esa pregunta. 

—¿Disculpa? —su voz gruesa resonó en el lugar y Jimin tragó grueso, se había armado de valor, pero toda valentía se esfumó en ese momento.

—¿Q-qué gano yo? —se atrevió a repetir las palabras y el cuerpo de Jungkook se alejó levemente del suyo.

—Placer —soltó de inmediato, no era como si pudiera ofrecerle algo más que una muerte digna y sin dolor— Demasiado placer —recalcó. 

—N-no me interesa...

—Lo siento, Ricitos. Es por las buenas o por las malas.

Ser violado por un extraño no sonaba para nada tentador, pero no podía negar que la situación lo estaba excitando. El miedo y el ambiente lúgubre lo estaba tentando demasiado a abrirle las piernas a un complemento desconocido. 

—M-me da miedo la oscuridad —confesó apenado mientras giraba su rostro hacia un lado, no lograba ver nada por más que lo intentara. 

—Eso se puede solucionar —un chasquido de dedos y una chimenea que ni siquiera sabía que había, se encendió.

—¿Eres algún tipo de brujo?

—Peor que eso, Ricitos —sus finos labios volvieron al cuello herido y clavó nuevamente sus colmillos en la herida abierta, para hacerla aún más profunda. 

—¡Agh...! d-duele... —sollozó mientras cerraba sus ojos con fuerza y se aferraba a la ancha espalda del azabache, mientras le apretaba la ropa en un intento desesperado de llamar su atención para que lo liberara.

Sus ojos se humedecieron y saladas lágrimas comenzaron a viajar por sus calientes mejillas. El dolor no era una de las sensaciones que le gustaba experimentar.

—El dolor físico pasará, pero el placer que te daré esta noche, no lo olvidarás jamás —aseguró mientras deslizaba su lengua en la herida reabierta, absorbiendo la caliente y viscosa sangre fresca del rubio— Uhm... —el delicioso sabor lo estaba enloqueciendo, lo estaba excitando considerablemente. 

Jimin abrió sus ojos miel y logró ver entre la tenue luz a Jungkook, quien ya se había apartado de su cuello y lo observaba con sus penetrantes ojos rojos. 

—N-no... no quiero morir —volvió a repetir. Su respiración comenzaba a sonar más agitada y su corazón bombeaba con fuerza su caja torácica.

—No lo harás —aseguró sin saber porqué. Se supone que todos morían al final, cuando el placer físico comenzaba a cansarlo o simplemente no les satisfacía como él esperaba que lo hicieran. 

Siempre morían, todos morían.

—¿Debo confiar en ti? Ni siquiera te conozco...

—Yo te conozco más de lo que piensas, Park Jimin.

Bien, saber que Jungkook lo conocía daba miedo, demasiado miedo. Pero algo había en él que le hacía querer más, le apetecía y se sentía igual de atraído por él, por el peligro que emanaba cada uno de sus poros, por lo desconocido. Dios, definitivamente Jimin ya no estaba pensando con claridad. 

—Bien... —susurró y Jungkook sonrió victorioso. 

Jungkook nunca pedía algo que quería poseer, nunca esperaba que el humano bajo suyo aceptara ser tomado por él. Él jamás daba opciones, pero ahora, lo había hecho y no sabía realmente porque lo había hecho. 

—¿Jung... —fue silenciado con brusquedad por unos finos labios, que lo besaban de manera demandante y él respondió sin protestar.

Jungkook lo miró mientras le devoraba la boca, sus ojos rojos volvieron a ser negros y se veían claramente dilatados, sus respiraciones comenzaban a sonar irregulares y sus lenguas danzaron al mismo compas. Jungkook no fue delicado, no le interesaba serlo, él solo quería poseerlo. 

—Puaj... —jadeó cuando logró separarse del azabache— Dios, espe... —su intento por calmar su respiración y reclamarle sobre lo poco gentil que estaba siendo se vio totalmente arruinado cuando volvió a ser silenciado por los mismos labios. 

Jungkook succionó, mordisqueó y lamió los pomposos labios de Jimin, los que no tardaron en hincharse y lastimarse.

—D-duele... —se quejó cuando Jungkook abandonó sus labios para comenzar a dejar un camino de besos húmedo por las mejillas, por el cuello hasta que finalmente llegó a las clavículas.

—Quítatelo —gruñó ronco, sonando demandante y molesto ante el exceso de ropa. 

—Quítamelo tú —respondió igual de molesto— Tú eres el necesitado así q... —no alcanzó a terminar cuando las grandes manos de Jungkook lo sujetaron por el cuello de su ropa y las rasgó sin piedad, dejándole el torso completamente desnudo. 

Quiso protestar, pero fue tomado de los hombros y arrastrado sin cuidado hasta donde estaba la chimenea y lo que parecía ser una sala de estar, donde fue empujado hacía el suelo, cayendo en una acolchada alfombra afelpada.

—T-ten más cuidado, me lastimaras... —se quejó, pero a Jungkook no le importaron sus protestas y simplemente no respondió. En cambio, llevó su rostro al pecho desnudo del rubio y comenzó otro camino de besos húmedos hasta que llegó a uno de sus pezones. Estaban duros, sabían a gloria y eran de un bello tono rosa.

Jungkook mordisqueó esta vez con más cuidado, y succionó ambos pezones hasta que quedaron horriblemente colorados e hinchados. 

Jungkook lo miró y relamió sus propios labios mientras sonreía con malicia, totalmente satisfecho ante la imagen que había debajo suyo.

—Eres un verdadero desastre, Ricitos —dijo mientras se apartaba de él y comenzaba a rasgar el pantalón junto a su ropa interior, dejando a la vista su bonita y palpitante polla, la cual dio un pequeño rebote sobre su vientre plano— Te devoraré por completo —afirmó. Esta vez, Jimin no protestó al ver como sus prendas habían sido terriblemente dañadas.

Jimin no dijo nada, tampoco es como si pudiera y solo miró atento cada movimiento del azabache. Aceptó todo, porque extrañamente se sentiá más relajado de lo normal.

Jungkook se acomodó entre las delgadas, pero firmes piernas del rubio y volvió a su estómago para deslizar su lengua, volviendo a mordisquear y a besar la delicada piel de porcelana.

—Ugh... —un agudo gemido salió de los labios del rubio— Aaah... —volvió a gemir cuando su cadera fue mordisqueada sin piedad.

Las manos de Jungkook descendieron y comenzaron a amasar los tiernos muslos de Jimin, levantó la cabeza para mirar la dura polla del rubio.

—Quiero que folles mi boca, Ricitos —llevó su mano derecha hasta la erección y la aprisionó entre ella, dándole un lametón a la dura y húmeda cabeza de la polla de Jimin. 

Inclinándose, Jungkook ahuecó las mejillas succionando con fuerza y provocando que Jimin arqueara su espalda y gimiera por lo alto.

Jungkook succionó con violencia y Jimin lograba sentir como su polla golpeaba la parte superior de la garganta del azabache. Llevó sus manos a los revoltosos cabellos negros y enterró sus dedos con fuerza, obligándolo a bajar con profundidad, obligándole a tomarlo todo. 

—M-mierda. No puedo... —sollozó mientras meneaba con exasperación su pelvis— Me voy a correr...

Jungkook lo ignoró. Llevó sus manos hasta las caderas del rubio y aplastó sus dedos en la piel para comenzar a acelerar los movimientos de su cabeza, moviendo hábilmente su lengua sobre la punta del pene de Jimin. Se escuchó un gemido ahogado cuando finalmente Jimin alcanzó el maravilloso clímax, corriéndose por completo en la boca de Jungkook, quien tragó todo sin problema.

—Mi-mierda —murmuró entre cortado. Su cuerpo estaba tenso a causa del reciente orgasmo y su respiración seguía siendo irregular.

Jungkook se removió y se alejó de las piernas de Jimin.

—Voltéate —le ordenó, mirándolo desde arriba entre la leve oscuridad.

Jimin agitó sus pestañas y el rubor en sus mejillas incrementó considerablemente, pero en silencio y con dificultad, se giró y se apoyó sobre sus rodillas y sobre las palmas de sus manos en la alfombra. 

—Levanta ese maravilloso culo, Ricitos —pidió mientras se arrodillaba frente al precioso culo del rubio. Jimin obedeció totalmente sumiso y dejó caer su pecho sobre la alfombra mientras apoyaba su frente en ella, escondiendo su avergonzado rostro.  Estiró sus brazos por sobre su cabeza y alzo aún más su culo, como Jungkook lo había pedido— Esto es mejor de lo que pensaba —relamió su labio inferior y llevo ambas manos a la tierna y blandita carne redonda frente a él.

Jungkook separó las nalgas del rubio y se acercó, enterrando su rostro en el pliegue del culo de Jimin. Sin hacerse esperar más, comenzó a follar sin piedad con su larga lengua la fruncida entrada que estaba expuesta solo para él. 

Una de sus manos recorrió la suavidad de la espalda de Jimin y clavó sus dedos junto con sus uñas en ella, arañando la delicada piel sin cuidado.

Jimin se retorcia de placer y se negaba a jugar con su polla para no alcanzar el segundo orgasmo. La sensación de la lengua y los labios de Jungkook chupandolo y succionando con insistencia, lo hacía ahogar gemido tras gemido.

—J-Jungkook... —aun sin la necesidad de tocarse, el orgasmo estaba llegando.

—¿Mm? —mordió una de las mejillas del culo de Jimin y este gimió entre cortado al morder su propio labio. Jungkook enroscó su lengua, disfrutando del delicioso sabor de Jimin. Empujando con avidez hacía el interior y sintiendo la calidez de las paredes internas del rubio.

—Oh, dios. Ah... —serpenteó sus caderas en busca de más contacto, más placer, necesitando ser llenado.

Jungkook gruñó mientras se apartaba y limpiaba con el dorso de su mano la saliva que escurría por su barbilla. Que Jimin mencionara a Dios en esos momentos, solo lograba que quisiera arremeter aun más contra él, hasta lograr consumir la poca cordura que le permitía mantener. Llevó sus dedos y comenzó a frotar de manera circular el expuesto anillo muscular que había frente suyo, hasta que ingresó un dedo, haciendo retorcer al rubio.

—Sí, sí, sí —lloriqueó Jimin, completamente extasiado ante el placer que estaba recibiendo— Ahí... oh dios... —jamás en su vida pensó que lloraría de placer y no se arrepentiría, nunca. Maldición, él lo estaba disfrutando. 

¿Qué me está pasando? Logró preguntarse en algun momento, mientras sentía como su cuerpo se volvía febril y deseoso de placer.

Un segundo dedo ingresó y Jungkook dio un lametón a la palma de su manos, y atrapó la polla de Jimin, masturbandolo y follandolo con sus dedos, cepillando deliciosamente su próstata.

—¿Quieres mi polla, Ricitos? —preguntó sin dejar los avidez movimientos. 

Jimin giró su rostro, dejando una de sus mejillas aplastada contra la alfombra, logrando conectar sus bonitos ojos miel con los negros de Jungkook. 

—Sí... por favor... —rogó. Nunca antes rogó por ser follado y ahora parecía gustarle.

—Dilo, Ricitos. Quiero escucharte pedirlo.

—Quiero... —tragó grueso— Quiero tu polla en mí...

—¿Realmente lo quieres? —preguntó sonriendo, sin dejar la burla y la satisfacción de ver a un simple mortal bajo su dominio.

—Sí... ugh... lo q-quiero... —gimió alto al sentir como el calor comenzaba a formarse en su vientre, anunciando el orgasmo. Pero Jungkook posó su dedo pulgar en el glande, haciéndolo removerse con impaciencia.

—No puedes correrte, no hasta que mi polla esté dentro de ti. 

—Pe-pero no puedo... —lloriqueó. Realmente no podía más y su pene estaba terriblemente sensible, necesitaba correrse— M-Maldición, no puedo...

—Vamos, Ricito. Claro que puedes, sé que puedes —le animó y Jimin protestó  en un lloriqueo, pero finalmente aceptó. 

Jungkook sacó los dedos del interior y se apartó, destrozó la sudadera negra que llevaba puesta y bajó su pantalón, dejando expuesta su corpulenta y generosa hombría. El presemen brotaba de ella y Jungkook gruñó ronco cuando la tomó entre su mano y se alineó en la entrada dilatada del culo de Jimin. 

Jimin simplemente apretó los ojos con fuerza y arqueó su espalda al sentir como Jungkook lo penetraba de una sola estocada, haciendo que sus paredes cedieran con una dulce quemazón en todo su interior, sintiendo como su anillo muscular cedía hasta su límite.

Jungkook no esperó a que Jimin se acostumbrara a su grosor y simplemente lo embistió de manera salvaje, con movimientos certeros y profundos contra su próstata. 

—Mi-mierda... ahí. Oh, mierda... aaah... —lloriqueó mientras derramaba saladas lágrimas de placer por sus mejillas. 

Jimin lograba sentir la gran erección de Jungkook en su vientre, tan caliente y dura. 

Jungkook tomó con su mano derecha la pierna izquierda de Jimin y lo obligó a girar sin salir de su interior, ganándose un gemido alto y lastimero, pero eso no lo detuvo y siguió embistiendo con fuerza. 

Acomodó las piernas al lado de sus caderas y se inclinó  hacia delante, donde comenzó a repartir un camino de besos cortos desde el cuello al mentón, sin dejar los movimientos de pelvis, dando embestidas profundas y certeras.

Cepilló con su lengua los hinchados labios de Jimin, antes de devorarle los labios en un duro y posesivo beso.

Los gemidos bajos y ahogados de Jimin lograban seducir aún más a Jungkook.

—No podrás escapar de mí, Ricitos. Ya no podrás, nunca.

—V-vale... —poco lograba entender entre el increíble placer que estaba recibiendo.

Jungkook sonrió satisfecho y conforme, definitivamente el chico de rizos era alguien peculiar. Jungkook era un demonio, uno que jamás le había pertenecido a nadie y jamás quiso hacerlo, pero ahora, ver a Jimin hecho un desastre a causa suya y escucharlo como gritaba su nombre cada vez que golpea su punto dulce lo estaba volviendo loco, lo estaba deseando querer más, querer más de él, querer tenerlo así, siempre, tenerlo para él. Lo quería y no le importaba reclamarlo como suyo.

Definitivamente lo haría, porque Jimin había nacido para ser suyo. 

Jungkook hundió sus codos en la alfombra, a los costados del cuello de Jimin y pegó su frente con la de él, mientras que buscaba los magullados y pomposos labios del rubio para unirlos con los suyos, besándolo de manera feroz y demandante. Su polla seguía golpeando salvajemente su próstata. 

—N-no puedo, mierda... —volvió a gemir cuando el tercer orgasmo se avecinaba. 

—¿Quieres que me corra dentro tuyo, Ricitos?

—Sí, quiero, hazlo... —apretó el agarre de sus piernas y su interior se contrajo, apretando la polla de Jungkook entre sus calientes paredes.

Sus pieles estaban perladas a causa del sudor que emanaba de ellas, las pequeñas manos de Jimin recorrieron la ancha y desnuda espalda de Jungkook mientras intentaba calmar los espasmos de su cuerpo cuando se vio superado ante el increíble placer del orgasmo que lo estaba azotando en ese momento. Jungkook gruñó complacido cuando también alcanzó el orgasmo.  

Jungkook se desplomó sobre el vientre de Jimin, sin importar que estuviera viscoso a causa del semen que acababa de salir.

—Eres mío, Ricitos —volvió a decir.

—S-sí... —murmuró Jimin, quien había cerrado sus ojos. Estaba cansado y no quería entender lo que estaba pasando, solo quería descansar y así lo hizo.  

Jungkook comenzó a dibujar caminos imaginarios en el vientre del rubio, mientras sonreía. Jimin sin saber con detalles, había aceptado ser suyo. 

Jimin era suyo, en cuerpo y alma. Todo suyo. 





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