Capítulo 55. "Secretos develados"
Buenas, buenaaas.
Discúlpenme por no actualizar ayer, mis estudios me están matando. :(
Espero que el capítulo sea de su agrado.
Hay contenido con fines educativos y rezos 🌚
Gozenlo, ustedes lo pidieron. <3
Advertencia de contenido:
-Escenas sexuales
-Violencia explícita
-Tortura
-Menciones a muertes y traiciones.
Pónganse una buena música para ambientar el momento con fines educativos 🌚
Rowan.
Inhalo profundo, retengo el aire y exhalo de manera lenta. Los nervios consumen cada parte interna de mí, soy incapaz de sentarme a esperar de forma paciente la respuesta de los emperadores Ditnov. Él sabía que yo aceptaría su reunión, así como también fue consciente de que, lo más probable, es que solicitaría un permiso de entrada a Astenont.
Hay algo que no me cuadra en todo esto. No tengo ni la más remota idea que puede ser, pero tengo la certeza de poder afirmar que Einer y Einar Ditnov no saben nada de los planes de Pefther Koulliov, y de hecho, han tenido algunas diferencias entre sus ideas.
Por desgracia, Pefther sabe a la perfección cómo funcionan los poderes de las ninfas del sol, ya que él es la parte masculina de ellas: un legendario. Es por dicho motivo que me es imposible intentar leer sus intenciones, o siquiera ingresar a su espacio mental para acceder a algunos recuerdos. Es un lienzo en blanco, y tampoco puedo deducir si yo lo soy para él, o si ha tenido acceso a mí.
—No importa lo que suceda, Tree —me detiene mi esposa al tomar mi mano. No he parado de dar vueltas por nuestra habitación desde hace una hora—. Yo estaré ahí contigo y no permitiré que nadie intente dañarte. Sabes que en mí puedes encontrar un apoyo incondicional.
Sus brazos rodean mi cintura con delicadeza mientras yo apoyo mi cabeza en su pecho. Ella besa mi frente, acomoda un par de mechones en el proceso, y me dedica una de esas sonrisas tan brillantes y encantadoras que posee. Sus labios oscuros se curvan de manera amplia, genuina, amable, y en cierto punto, me atrevería a decir que seductora.
—Hay un detalle que ignoramos en este asunto. No logro descifrar que es —me sincero con ella, preocupada. Se separa de mí para tomar mis manos con delicadeza, acaricia el dorso con sus largas uñas; amo que sepa cómo tranquilizarme, incluso si solo es un simple gesto que a nadie le produciría un efecto tan sereno como a mí—. No confío en Koulliov, Lu. No sé si decir que tengo miedo de lo que pueda hacer.
—¿Piensas que te dejaré ir sola? Eso no sucederá, Tree —asegura antes de depositar un suave beso en los nudillos de mi mano derecha, juguetea un poco con el anillo de bodas que descansa en mi dedo anular—. Él es consciente de mi presencia en esa conversación, y de lo avisados que están los mellizos Ditnov. No intentará nada contra nosotros, nunca tuvo ni tendrá la oportunidad de hacerlo.
—Lo dices tan... segura —murmuro confundida—. ¿Acaso has...?
—No he podido ver nada, Tree, pero si mis presentimientos me indican que debo estar segura de mis acciones, así lo estaré —habla antes de besar la punta de mi nariz. Su perfume floral invade mis rosas nasales como un mimo al alma, ella vuelve a sonreír enamorada—. Tienes que tener muy presente, al igual que yo, que nadie sale ileso de intentar atacarme a mí o a la familia imperial de Abdrion.
Suspiro profundo, regreso mi campo de visión a su rostro. Observo sus ojos grisáceos brillar en comprensión y en apoyo, sus cejas en una posición que refleja calma, sus labios con esa sonrisa encantadora que solo ella tiene. Su piel ha adquirido un tono menos blanquecino, si bien aún sigue siendo bastante pálida, ya no tanto como antes. Y sus ojeras han desaparecido. Ella ha recobrado ese espíritu lleno de vida que había perdido desde que Herafel comenzó a atormentarla.
No es la misma que antes de conocer a Herafel, pero ahora es feliz y está en paz consigo misma. Ya no se aprecia cansancio en ella, ni tampoco esas ansias de matar a cualquiera que se le cruce.
—Te amo —susurro sobre sus labios antes de depositar un beso en ellos.
—Te amo mucho más de lo que puedas imaginar, Tree —vuelve a besarme de regreso, suave, gentil y dulce. Sonrío tranquila al sentir su tacto.
Ambas rompemos nuestro momento íntimo al percatarnos de un sobre negro que levita a nuestro alrededor. Es la respuesta de los emperadores Ditnov a nuestro permiso de entrada a su imperio.
Tomo el papel con mis manos y lo abro para leer la carta escrita con esa caligrafía tan perfecta de Einer Ditnova. Si bien es menos elegante que la de mi esposa, las letras angulosas y la manera de responder indican el tipo de persona que es la emperatriz de Astenont: fuerte, imponente, autoritaria.
1 de marzo de 699.
Imperio de Astenont.
Estimadas emperatrices de Abdrion: Luciale I Meire y Rowan I Becker
Me complace informarles que mi hermano y yo hemos decidido aceptar su pedido de un permiso de entrada a nuestro imperio. Como es de público conocimiento, no todas las personas son complacidas con nuestra amabilidad y nuestro cálido recibimiento a extranjeros. Astenont no es un imperio público, ni un imperio que decida recibir personas foráneas.
Sin embargo, hemos sido informados de la captura de Herafel, el desterrado, exiliado y desheredado de la familia imperial asteniense, y de Astenont en general. Nos encontramos profundamente agradecidos de este suceso y esperamos que tras su ejecución —si es que así ustedes lo deciden—, podamos sellar la paz en nuestros imperios.
Asimismo, también hemos sido notificados de una reunión organizada por Pefther Koulliov, Duque de la región de Eisterh, con la emperatriz consorte de Abdrion, Rowan I Becker. Conocemos los motivos personales de dicho encuentro y les permitimos la total entrada a nuestras tierras.
Esperamos que la estadía en Astenont sea provechosa para ustedes, majestades.
Atte.
Einer y Einar Ditnov,
majestades de la corona roja de Astenont.
—Han dicho que sí —le informo a mi esposa, ella asiente en silencio. Doblo la carta de nuevo—. Si es posible, viajemos hoy mismo a Astenont. Al volver, hablaremos con Hilayn Ditnova para ver si ha cambiado de parecer sobre Herafel.
—Como desee la emperatriz de mi vida —sonríe ella antes de besarme otra vez—. ¿Desea algo más, mi vida entera?
—Quiero hablar con Herafel antes de ir a Astenont. Koulliov mencionó que hicieron un trato y que fue quebrantado por el accionar de Herafel, necesitamos averiguar qué tipo de trato y hasta qué punto nos perjudica —señalo con cierta angustia por ese asunto.
¿Qué carajos planeaban?¿Por qué tengo la sensación que se trataba de algo relacionado a la vida de mi esposa? Detesto saber que hay personas que desean dañar a la persona que más amo en este mundo, y la única que se llevó mi corazón. Deseo matar a cualquiera que piense en ello, nadie tiene el derecho de decidir sobre la vida de Luciale Meire, el amor de mi vida.
—De acuerdo, te llevaré con él —acepta sin soltar mi mano, entrelaza nuestros dedos con cuidado—, pero debes saber que su estado físico... no es tan agradable.
—Me lo imaginaba, Lu. No esperaba menos de ti y Vinavina —sonrío con cierta satisfacción al imaginar el cuerpo moribundo de Herafel.
Ese desgraciado pagará cada estupidez que trató de hacer y cada día que sufrió mi esposa por su presencia. Él sabe mejor que nadie que no saldrá vivo de esto y que la peor decisión que pudo tomar fue pasarse de listo con las leyes de este mundo.
En una vida pasada le arrebató la vida al amor de la semidiosa Elyssandre, pero en esta vida eso jamás ocurrirá.
...
Al abrir la puerta de la habitación que lo recluye en esta prisión de máxima seguridad, el único sonido que es posible escuchar es el de nuestros pasos que se aproximan hacia su cuerpo casi muerto. Su respiración es tan inexistente, al igual que sus ganas de pelear o sus ansias de resistirse.
Está quebrado por dentro. Solo. Destruido. Con la sentencia de muerte firmada.
Un hilo de sangre desciende desde sus sienes hasta su mentón, hay parte de la piel de sus mejillas que pareciera haberse quemado por el gélido aire que circula en esta habitación. Algunas de sus extremidades están rotas, ensangrentadas y con heridas en la piel bastante dolorosas; sus costillas están rotas y hay una de ellas que sobresale de su abdomen, también destaca una herida similar a un agujero que se encuentra cerca de sus costillas. Muchísimos cortes pequeños se aprecian en sus brazos y piernas.
Ha quedado una cicatriz en su cuello, como si hubiese sido apuñalado a la altura de la yugular. Ese es su punto más débil y el que lo puede matar sin necesidad de tortura.
—¿No crees que ha sido suficiente, Luciale? —abre los ojos con dificultad. Al enfocar su mirada en mí, se sorprende—. Rowan.
—No —responde mi mujer a su pregunta inicial—. Mi esposa es tu emperatriz, así que te dirigirás a ella como se debe. Respetala.
Patea su pierna rota, él cierra los ojos de golpe mientras intenta controlar el quejido que desea escapar de su garganta. Me aproximo a él para quedar cara a cara.
—Escuchame, pedazo de mierda —lo sostengo del cuello para encorvarlo hasta mi altura—. Me dirás qué maldito trato has hecho con Pefther Koulliov.
—¿Qué me ofrecerás a cambio? —pregunta con cierta sorna.
—No es negociable porque no es ningún trato o propuesta, es una orden de tu emperatriz —siseo, presiono sus costillas rotas para robarle el aliento—. Te convendría hablar lo más pronto posible. Koulliov está molesto porque has roto su trato, ¿Crees que repercuta de manera grave en ti?
—No me interesa lo que intente hacer, sé que ustedes no lo dejarán llegar a mí —susurra, mira de reojo a Luciale—. ¿Verdad?
—Yo he firmado tu sentencia de muerte así que tu alma me pertenece. Los demás no pueden hacer nada en esta situación.
—Él y yo lo sabemos todo, Herafel —aseguro con una sonrisa llena de suficiencia—. Es mejor que hables, evitaremos un mayor sufrimiento hacia tu persona.
Mi tono de voz siempre ha sido convincente para cualquiera, incluso cuando mis palabras no son más que viles mentiras. Confía en mí, porque cree poder manipularme con sus ideas y con su papel de víctima en esto, cuando no es más que un victimario. Si mi mujer hubiese dicho lo mismo que yo, él sabría que es una mentira, porque en cierto modo la conoce. Sin embargo, de mi persona no tiene idea y la vaga idealización que se ha armado, será rota en cualquier momento.
—La vida y alma de Luciale a cambio de traerte aquí —confiesa, me alejo para hacerle creer que no lo torturaré. No aún—. Él te necesitaba aquí, lo único que no previó fue que terminarías en Abdrion y como la emperatriz consorte.
—¿Por qué? —frunzo las cejas con recelo.
—Necesita reconstruir los vestigios de su pasado, así como también un arma poderosa a su favor. Los ciclos se repiten, nuestras vidas pasadas nos han condenado a vivir lo que viviremos en esta vida. No puedes evitar las desgracias, Rowan.
...
Seguimos el andar lento y elegante de la mujer que se ha mantenido oculta durante todos estos años, y que debería ocupar el cargo de emperatriz de Zildwi. Rheilla Varsiova nos guía por la mansión de su padre y Duque de la región de Eisterh, Pefther Koulliov.
La sombría decoración de este "hogar" —si es posible llamarle así—, no hace más que producirme una sensación de incomodidad y de ser juzgada en todo momento. Me aferro a la mano de mi esposa para darme algo de seguridad mientras caminamos.
—Temíamos que no aceptaras nuestra reunión... —habla Rheilla para romper el silencio, su tono condescendiente me provoca desconfianza. Lu disimula su recelo, pero mantiene su mirada fija en la mujer de cabello blanco que camina delante de nosotras, dispuesta a asesinarla de un solo pensamiento si es necesario—. Te has negado una vez.
—Toda emperatriz tiene deberes que cumplir para y con su pueblo —respondo sin dar muchos detalles—. Nuestro tiempo es valioso.
—Por supuesto —concuerda ella antes de abrir la puerta de la sala donde se encuentran sus padres. Nos invita a entrar—. Después de ustedes, majestades.
Al ingresar al recinto de paredes de piedra y candelabros de velas doradas, somos recibidas por dos presencias que se encuentran en el otro extremo de una mesa rectangular.
La primera de ellas, es la mujer que todos han buscado durante años como desaparecida, y en sus últimos años como una asesinada más. Su largo cabello blanco hasta sus muslos está recogido en una larga trenza de lado, sus ojos plateados brillan a la luz cálida de las velas, y su rostro pálido está cubierto de lunares con forma de lunas en sus mejillas. Uno en el centro de cada una. Es tan semejante a su hermana menor, Prieshra Lairovst, y a su sobrina, Kairashana Lairovst, la actual emperatriz de Zildwi.
Venni Lairovst jamás estuvo muerta ni desaparecida, solo se ocultó en Astenont como una sombra más. Sus razones son desconocidas para mí, pero no existe tanta resistencia hacia mis habilidades. Tarde o temprano explicará sus motivos y veré si es posible confiar en ella, o si es una amenaza más para mi imperio y mi familia.
Dirijo la mirada a la segunda presencia. Su cabello oscuro está perfectamente peinado hacia un lado, su piel trigueña como la mía está cubierta de algunas manchas oscuras que parecieran haber sido provocadas por el sol; sus ojos cafés semi dorados me analizan en silencio. De él no saqué nada más que los tonos de algunos rasgos. Soy la viva copia de mi madre, Eirene Vertiev.
—Ha llegado el momento de que conversemos como es debido, hija mía —pronuncia sereno, evito hacer una mueca de disgusto. ¿Hija? Yo no soy su hija y él no es mi padre—. Majestad Luciale, que grata sorpresa tenerla en mi mansión.
Mi esposa no responde a su saludo, solo me sonríe con cierta arrogancia antes de tomar asiento junto a mí. Rheilla decide sentarse frente a nosotras, a unas tres sillas de distancia de sus padres.
—Dijiste que responderías mis dudas, ¿Verdad? —señalo adusta, él asiente—. Entonces dime, ¿Cómo murió mi madre?¿Por qué no hiciste nada por ella?
—Eirene siempre fue un ser tan bello y noble que juraba lograr cambiar a las personas —indica con cierto pesar—. Ella creía que su hermana se arrepentiría de sus actos y que había cambiado. Días antes de que Marissa la asesinara, Eirene recibió una carta de ella dónde le expresaba su felicidad tras haber recibido la propuesta de ser la institutriz de la hija de Nilu Willekster: Chrystel Dreim.
—Ve al punto —ordeno intranquila.
—Marissa la asesinó a sangre fría —espeta serio—. Es muy probable que te haya hecho creer que fue un accidente, que ella no deseaba matar a tu madre, pero es una mentira. Tu madre confió en su hermana y así le resultó. Intenté detenerla, sin embargo, fue en vano. Cuando a Eirene se le metía una idea en la cabeza, era imposible sacarla.
—Si tanto la amabas, ¿Por qué no te divorciaste de Venni? —presiono su fibra sensible, mi mirada recae en Venni. Ella se remueve con cierta incomodidad—. No intentes mentirme, sé que no te divorciaste de ella. Einer y Einar Ditnov me lo han dejado claro.
—Es complejo de explicar —intenta excusarse, muerdo la pared interna de mi mejilla para no gritarle o algo parecido—. Los divorcios no son tan sencillos como crees, Rowan.
Inspiro profundo, mi esposa toma mi mano por debajo de la mesa y le da un cálido apretón. Mis ojos se fijan en él, dispuesta a quebrantar su control mental. Me toma unos minutos en silencio hasta que por fin lo logro, y cuando accedo a su mente, sus recuerdos me paralizan. Los músculos de todo mi cuerpo se tensan, siento unas inmensas ganas de huir de aquí.
Agradezco que Luciale no me haya permitido venir sola a este lugar.
—Mataste a Nilu Willekster —siseo, él no se inmuta ante mi acusación—. ¡La mataste e inculpaste a Marissa Vertiev por un crimen que no cometió!
—Alguien indagó de más en mi persona —masculla, acomoda la corbata de su traje antes de sonreírme con falsa simpatía—. Escúchame, Rowan, debes calmarte. Fue un accidente, yo jamás asesinaría a alguien...
—Marissa Vertiev era incapaz de asesinar a la única persona que creyó en ella y en su cambio, pero tú la acusaste de su muerte. Plantaste evidencia en su contra —espeto severa, me coloco de pie—. ¿¡Te haces una maldita idea de lo que es ver a su hija y saber que personas de mi misma sangre mataron a su madre!? ¡Orillaste a Marissa a qué me llevara con ella en su escape a la Tierra! ¿Sabes el monstruo que fue esa desgracia por años?
—Rowan...
—¿A qué juegan todos ustedes? —escupo más que furiosa, y muy en el fondo, dolida, culpable. Culpable de un crimen que jamás cometí, culpable de la muerte de la madre de quién se ha vuelto una de mis amigas más cercanas—. ¡Respondanme!
—Rowan, nosotras no éramos conscientes de ello... —trata de tranquilizarme Rheilla, su voz pacífica solo alimenta el odio que crece en mi interior.
—Le ordenaste a Herafel que me trajera hasta aquí —mascullo, Lu me abraza de la cintura para dedicarme un momento de calma, pero solo deseo explotar en estos momentos. Pefther Koulliov nos ha intentado ver la cara de idiotas todo este tiempo—. Me quebró el cuello. Yo morí en la Tierra, ¿Y todo para qué?¿Para tenerme aquí?
—Nuestro mundo está en proceso de quebrarse en mil pedazos, hija.
—Yo no seré quien lo componga —hablo a cambio, seria.
Escupe sangre en el instante en que mis pensamientos se dirigen a su cuello, y lo bello que sería poder quebrarlo, o en su defecto herir su garganta desde dentro. La sangre se acumula en sus pulmones y en su cavidad bucal, me suplica en silencio que pare.
—Tráeme a Krissalida Trayshon y Jessera Dissett —ordeno autoritaria.
—Respeta a mi esposa, Koulliov. Tu cargo como Duque es inferior ante la emperatriz de otro imperio, uno mucho más importante que el de ustedes —espeta mi esposa, gélida—. No me interesa que las consecuencias de tus actos las pague esta familia que dices poseer. ¿Alguien extrañaría a una heredera que murió hace años y a la mano derecha de los emperadores de Astenont? Einer en poco tiempo reemplazará a Rheilla y Venni no reencarnará. Por supuesto que no te quedarás ileso de intentar atacar a mi esposa, pero yo no seré quien decida tus condenas.
—Si Jessera y Krissalida están muertas, sabrás a qué atenerte.
...
Luciale.
Pefther ha cumplido con su parte del trato y nos ha entregado a Krissalida Trayshon y Jessera Dissett en perfectas condiciones. Aparentaban ser sus amigas más que sus prisioneras, aunque Krissalida me dedicó una mirada agradecida una vez las trajimos a Abdrion.
Era evidente que las iba a recluir en la misma prisión de máxima seguridad en la que se encuentra Herafel, no obstante, ella no se negó a ese hecho. Lo aceptó, incluso cuando iba en contra de sus principios como miembro de la familia Trayshon y como ex Líder de los Quishenas de Abdrion. Su hermana menor, Keatlyn, ocupará su cargo por el momento.
Tree aún está afectada por lo que ha podido ver en la mente de Pefther Koulliov. No tengo datos exactos, pero sé que lo que ella ha presenciado son actos horribles. Su reacción no fue la mejor, mi esposa solo reacciona de manera impulsiva ante situaciones que actúan como un «trigger» para ella debido a sus experiencias pasadas. Solo deseaba abrazarla, sacarla de allí y cortar en miles de pedazos a ese desgraciado.
A mi mujer, emperatriz de Abdrion y el amor de mi vida, nadie le arrebata su paz. Tardó su tiempo en recuperar su felicidad genuina, en construir su seguridad y estabilidad; ningún imbécil vendrá a derrumbar el jardín lleno de flores que ella ha construido desde sus cenizas. Ningún estúpido intentará quitarle su brillo a la estrella más bella y preciada de este planeta.
Incluso si yo parto de este mundo, ella siempre tendrá una guardiana en el plano espiritual. Siempre estaré allí para cuidarla, protegerla y alejarla de situaciones que le roben su paz o su vida. Ha sufrido durante toda su corta vida, es momento de que pueda descansar en mis brazos sin sentir miedo.
—¿Sabes? Tu querido amigo Pefther Koulliov ha dicho cosas muy interesantes sobre ti —me burlo al mismo tiempo que me siento frente a Herafel para contemplar la obra de arte en la que se ha convertido. Tal vez sea un arte poco usual, pero al fin y al cabo es un lienzo que adoro pintar con cada visita—. La verdad hay mucho que no me esperaba, debo admitir que me has sorprendido.
—Luciale, te lo puedo... —es interrumpido luego de que yo quiebre sus huesos uno por uno, ya el dolor le es insoportable. No lo hemos sanado ni nada por el estilo—. ¡Luciale!
—A mí no me gritas —siseo antes de presionar las cadenas de plata contra sus ya heridas muñecas. La piel alrededor del metal ha comenzado a quemarse más de lo debido, adquirió un tono morado en poco tiempo—. Conmigo no funcionan los juegos de arrepentimiento ni los trucos donde te haces la víctima. ¿He sido clara?
Deslizo una de mis largas uñas sobre su cuello y realizo un pequeño corte superficial sobre la zona de su yugular. Él inspira hondo por la impresión de sentir la sangre escapar de su cuerpo poco a poco.
—Me agrada esa respuesta, creí no haber sido clara la última vez. Me disculpo por confundirte —sonrío divertida antes de permitir que mi magia como ser de la oscuridad se apodere de su energía.
Poco a poco, la piel visible comienza a tornarse blanca, sus ojos azules pierden ese brillo que lo caracteriza y empieza a verse como un envase vacío, sin vida. Bordes violáceos rodean sus ojos y cuello, sus labios se agrietan con el paso de los segundos.
—Nunca creí que tuvieras el coraje de romperle el cuello a mi esposa y pretender que yo jamás lo supiera —su mirada decae, rendido, harto de esta situación. Mis habilidades provocan que él perciba una sensación de estar quemándose en su interior, se remueve de forma violenta ante el dolor—. ¿Pero sabes algo? Nadie que dañe a mi esposa sale indemne.
Rompo su cuello de un solo pensamiento para luego revivirlo tras unos instantes. Aún no es su momento de morir, me estoy encargando de que pague cada día que ha sufrido mi esposa y que hemos sido atormentadas Laissa, Nymra y yo.
—Buena suerte en tu recuperación. Necesitas descansar para mañana —digo con suficiencia antes de retirarme de la habitación.
...
Me siento en la cama que comparto con Tree, la espero a que salga del baño. Ha decidido tomarse una ducha para relajarse y yo me he preparado para dormir junto a ella, necesita descansar, tranquilizar a su mente acelerada y recuperar esa serenidad que perdió el día de hoy por momentos.
No hay nada que me haga más feliz que ver feliz a la mujer que amo.
La puerta de nuestro baño personal se abre al fin, ella sale de allí junto a un rastro de vapor que persigue a su cuerpo. Viste una bata de seda violeta con detalles en dorado y algunos símbolos bordados de la bandera de Abdrion. El cabello húmedo cae por sus hombros, ella suspira un poco al entrar en contacto con el radical cambio de temperatura en nuestra habitación.
—Deberías ducharte también —comenta serena, se sienta sobre mis piernas para comenzar a peinar mi cabello con sus dedos.
—Lo haré luego —le aseguro con una dulce sonrisa—. ¿Cómo te encuentras ahora?
—Mejor que antes —habla honesta, trenza mi cabello de forma delicada—. Gracias por acompañarme y apoyarme, yo... No sé qué ocurrió hoy. Perdí el control cuando logré entrar a su mente, no comprendo qué sucedió.
—No te martirices, mi estrella —beso la punta de su nariz, acomodo con cuidado la bata sobre sus hombros. Ella sonríe, a pocos centímetros de mis labios—. Muchas situaciones nos sobrepasan, no siempre podremos actuar de manera racional. No es malo que hayas actuado así, sientes al igual que todos nosotros.
Besa mis labios con delicadeza, correspondo al gesto con suavidad mientras la atraigo más hacia mí. Mis manos en su cintura la rodean con sumo cuidado, pero al mismo tiempo con la intensidad que ella desea. Que ambas deseamos.
Se mueve sobre mí con cuidado, busca generar fricción entre nosotras y no me opongo a ello. La guío en sus movimientos hasta que gime al encontrar una posición en la que le es más fácil llegar a sentir placer.
Deshago de manera lenta el nudo de su bata y admiro la bella lencería que lleva puesta de encaje negro con detalles dorados. Procedo a dejar besos desde su cuello hasta sus clavículas, como una manera de decirle cuánto la amo, y no desde una manera posesiva o sexual. La amo por lo que ella es, y adoro cada parte de su ser, adoro apreciar la obra de arte que ella es; que ella siempre fue. Con sus cicatrices, con sus lunares, con sus marcas por el sol, con sus inseguridades, fortalezas, valores y palabras.
La amo por ser ella misma, por ser Rowan Becker, la mujer de la sonrisa tierna y la única persona que he conocido con el corazón más noble de este universo.
—Lo tenías todo preparado, Tree —susurro sobre su hombro, incluso cuando no la veo, sé que sonríe. Una bella y amorosa sonrisa—. ¿Por qué?
—¿No deseas esto tanto como yo? —desliza sus dedos por debajo de mis pechos, se ha colado debajo de mi camisón sin que yo lo previera.
—Claro que sí, mi vida —aseguro antes de desabrochar su sostén. Mis dedos juguetean con sus pezones, le robo varios jadeos bastante audibles mientras ella me hace gemir despacio por su intromisión en mis pechos—. Solo no quiero... que creas que soy una interesada o algo por el estilo.
—Jamás —susurra más que segura—. Yo sé que me amas y que cada acto que haces, es desde el amor y no desde algún interés personal, Lu.
Funde nuestros labios en un beso donde nuestras lenguas se pelean por una victoria en una batalla inexistente, pues es claro quién es la ganadora aquí. Desciendo con una de mis manos hasta su clítoris, donde presiono por encima de su ropa interior, hasta robarle un pequeño gemido en medio del beso. Ella se separa para tomar aire, y en ese instante, yo muevo mi pulgar en círculos sobre dicho punto que la lleva a gemir.
—Lu... —jadea en mi oído, con la respiración agitada.
—Espérame un momento —le pido con una sonrisa coqueta, ella asiente sin comprender mi petición.
Es entonces que yo me arrodillo frente a ella, sus ojos cafés adquieren esa tonalidad dorada brillante al comprender lo que haré. Separo sus piernas con lentitud, sé que las ansias de que yo actúe la consumen, pero al mismo tiempo disfruta este juego previo. Esta actitud lenta que tengo con ella.
Retiro su ropa interior con suavidad, mis largas uñas rozan su piel, enviando una descarga eléctrica a la parte superior de sus piernas y a todo su cuerpo. Se queda sin aliento en el instante en que yo comienzo a besar la cara interna de sus muslos, la elegancia y la delicadeza se entremezclan para provocar que ella jadee aún más.
—Si me disculpa, su majestad, es momento de que le rece a la diosa que usted es —susurro con mis ojos fijos en ella, su mirada asombrada me lleva a sonreír—. Recuerde que si usted no se siente segura, puede decirlo y me detendré.
—Estoy segura —habla firme, a lo que yo convierto mi sonrisa en una orgullosa.
Coloco sus piernas en mis hombros antes de juguetear con mi lengua sobre su clítoris. Doy lamidas cortas, algunas leves secciones y me deslizo en círculos. Mi amada Tree gime con más fuerza al sentirme en ella, sus jadeos incrementan en cantidad y se aferra a mi cabello para atraerme más hacia su cuerpo.
—Luciale... —gime alto al momento en que yo presiono con mis dientes sobre su vientre bajo, sin ejercer fuerza ni lastimarla, regreso a su clítoris para continuar con mis rezos—. Lu.
Al cabo de unos minutos, llega al clímax en mis labios. Me encargo de retirar sus fluidos mientras sonrío satisfecha. Ella se deja caer sobre la cama con los latidos acelerados y con jadeos incontrolables.
Me incorporo en la cama, sobre su cuerpo, para continuar con mis jugueteos sobre sus pechos y sobre su vientre. Vuelve a gemir, no sin antes colar una de sus manos sobre mi clítoris, frota con lentitud dicha zona para arrancarme un gemido.
—No creas que yo seré la única que disfrutará aquí —susurra con una sonrisa seductora.
...
Analizo el aspecto de Hilayn Ditnova, quien a diferencia de su hermano, sólo está recluida en una celda sin estar encadenada. Ella no es una amenaza para nosotros, aun cuando intentó matar a mi esposa. No es más que un títere de Herafel, se la podría considerar una víctima más de él.
Sus ojos negros se han perdido en algún punto de la habitación que nos rodea. La palidez se ha apoderado de su piel morena, como si ella hubiese perdido parte de su vida o de su felicidad. La cicatriz debajo de su ojo se ha tornado más rojiza que de costumbre.
—Hilayn —la llama Tree, pero la Ditnova que fue adoptada no responde—. Hilayn.
—¿No han tenido suficiente con todo lo que ha sucedido? —se digna a responder tras unos minutos. La resignación en su voz me asombra un poco—. ¿A qué han venido y por qué no me han ejecutado aún?
—Porque no eres culpable de nada en este asunto —explica mi esposa, con esa paciencia y esa amabilidad que la describen—. Solo seguías órdenes de Herafel. Sé que has intentado protegerlo toda tu vida, y que cada año de lo que consideras "juventud" fue dedicado a él. A la única persona que jamás te observó como si fueses una desterrada del Reino Celestial.
—¿Y no lo soy? —se ríe sin humor, incapaz de dirigirnos la mirada—. Él jamás permitiría que yo esté aquí.
Suspiro con pesadez, Hilayn está negada a aceptar que Herafel solo la utilizó, al igual que a todas nosotras. La desechó ni bien los problemas aparecieron, pues no le importó intentar comunicarle a su «amada hermana» que no era seguro acercarse a la habitación donde se encontraba Nymra Polvest.
—Herafel no te considera una hermana, Hilayn —señala Rowan, con una leve sonrisa gentil—. Óyeme, si tú aceptas que estuviste bajo su influencia, no tendrás ninguna condena sobre ti ni se te reconocerá como su cómplice. No miento, Hilayn.
—¿Debo creerle a aquella que permitió la entrada de ellos?¿Debo suponer que tus palabras son verdades, cuando le has mentido a todos diciendo que el ritual que realizaste junto a Vinavina Arino ha sido exitoso?
...
¡Buenassss, buenas!
¿Cómo se encuentran hoy? 👁️👁️
Discúlpenme por actualizarles un viernes, mis estudios no me permitieron escribir durante la semana y apenas dormí estos días 😭
Pero acá toy, con su capítulo semanal <3
¿Cómo quedaron después de ese rezo? 🌚
¿Y si Rowan le reza a Luciale? 🌚
¿A qué creen que se refería Hilayn con lo del final?¿Creen en ella como una víctima?
Herafel intenta ser una víctima, pero es un hdp que merece morir. ☠️
No le crean con su victimización, él hizo todo porque quiso. Ojalá se muera (ya se muere, no se preocupen)
¿Y esos chismes con Pefther? Se aventaron los chismes de la familia y del siglo JAJAJAJJAJ
¿Creen que Venni y Rheilla son buenas o malas?
¿Con quién shippean a Hilayn?¿Rheilla o Kraya? 👁️👁️
Nos vemos la próxima semana (si mis estudios no me matan)
Besitos y abrazos 🫂✨
Los amo. <3
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