Capítulo 37. "La paz que precede a la tormenta"

Advertencia de contenido:
-Menciones a abuso sexual
-Menciones a relaciones tóxicas

Luciale.

Decidí enviar a Chrystel a Astenont para que organizara una reunión entre los mellizos Ditnov, mi esposa y yo. Lo más adecuado, dado las circunstancias que vivimos de manera reciente, es que continuemos con el protocolo y las formalidades. Mi mejor amiga, Chrystel Dreim, es la mano derecha de las emperatrices de Abdrion y su trabajo es organizar encuentros entre los distintos imperios, discursos políticos hacia los ciudadanos, entre mucho más. Es nuestra representante fuera del imperio.

No he tenido oportunidad de hablar con mi mujer sobre la información que le brindó Keatlyn Trayshon. Estoy tan segura que dijo algo importante esa chica, es terrible aceptar que necesitamos de sus conocimientos sobre Krissalida para llegar a ella.

Si Nymra Polvest encuentra a Krissalida Trayshon antes que nosotros, será una desgracia pública. No puedo permitirme que los habitantes de Abdrion crean que sus emperatrices no son aptas para gobernar. Ni para tomar decisiones que protejan a su pueblo.

Podrían atentar contra nuestra integridad física, incluso tal vez intentarían una revolución para colocar a otra persona en el trono. Sería otorgarles vía libre a los Arino, a Shinkira, a que el efecto del hechizo sobre los aridienses se rompa. La realidad perfecta que siempre creyeron no existiría.

Nadie romperá la armonía de mi imperio. Nunca. Tendrán que acabar conmigo si desean destruir las vidas de los aridienses.

Si la emperatriz de la destrucción, Nymra Polvest, logra hallar a nuestra fugitiva de la justicia, Abdrion se caería en mil pedazos. No podría detener la caída impetuosa del imperio que todos admiran, del territorio que muchos ansían y ni siquiera pertenecen a esta dimensión llamada «Lilium».

Más allá de ello, ¿Cómo nos posicionaría en el mundo el hecho de que una ciudadana aridiense fue juzgada por sus crímenes en Khiat? Sumado a que sería condenada bajo el cargo de alta traición al imperio de Khiat y a los khiatianos, lo que conllevaría a aceptar que sí es una criminal.

Las únicas con el derecho de juzgar y decidir una condena sobre la líder de los Quishenas, somos mi esposa y yo. Nadie más. Para el resto de este planeta, mi ciudadana es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

—Los he llamado a una pequeña reunión familiar por los dichos de último momento de Nymra Polvest —anuncio al sentarme en mi lugar de la mesa rectangular, mi mujer se apoya en mi hombro con suavidad. Tomo una de sus manos para entrelazar nuestros dedos—. Imagino que ya están enterados, ¿No es así?

—Deberíamos agradecer que solo nosotros tenemos acceso a ese discurso por ser parte de la familia imperial —murmura Kraya, pareciera encontrarse un tanto dubitativa. Su voz adquiere un tono de voz tan bajo que, si no fuera por mis sentidos agudizados, no podría oírla—. No tengo idea alguna sobre política, pero creo que no es nada bueno. ¿Me equivoco?

—No, Kraya, no te equivocas —respondo sus dudas, a pesar de que están dirigidas a Laissa, quién solo inclina su cabeza—. El discurso de Polvest es una pieza fundamental para demostrar la credibilidad y cuánto se preocupan las emperatrices de Abdrion por sus ciudadanos. Si permitimos que se descubra el discurso, que Nymra encuentre a Krissalida o que se demuestre su culpabilidad en este asunto, Abdrion cae.

—¿Y qué sugieres, Luciale?¿Defender a una mujer que no le importó la seguridad de la élite con tal de huir para no ser atrapada?¿No sería mentir? —expone Normelt, la molestia se adueña de su voz—. ¡Atacó a la Ashtare!¡No podemos defenderla y decir que es inocente! Puso en peligro la seguridad del pueblo, de su imperio, nuestro imperio. No hay manera de defender lo indefendible, es una traidora de Abdrion y de Khiat. No importa qué crímenes haya cometido en territorio ajeno.

—Normelt... —murmura Kraya, dulce—. No es necesario que...

—¡Sí es necesario que grite! No estoy hace mucho tiempo aquí, pero estoy cansado de las farsas de esta familia y de la reputación de este imperio. ¿No te definen en Zildwi como la maldad personificada por las ejecuciones a humanos en años anteriores, Luciale?¿No han dicho que eres cruel y despiadada?¿Qué más da si ahora dicen que no eres una buena emperatriz y que tu esposa ocupa un trono que no le corresponde? Sabrás tú qué no es así lo que dicen —señala el muchacho hijo de Krayla Arino, al que todos en esta «familia» hemos conocido como rebelde. Es una vil mentira, solo es otro miembro más que no desea acatar órdenes ni regímenes autoritarios, igual que Vinavina.

En ocasiones, resistirse al cambio y a las opiniones diferentes, es una señal de nuestros miedos internos. Nuestras posturas en situaciones que ocurran frente a nosotros, le demuestran al mundo que es lo que nos aterra y que es lo que amamos más que a nosotros mismos.

—¡Yo no puedo...! —comienzo en un grito, pero me detengo al instante al recordar que a mi esposa le asustan los ruidos fuertes. Inspiro hondo antes de retomar la palabra, mi voz se suaviza:—. Yo no puedo demostrar una «mala» imagen pública. No somos ciudadanas comunes, Normelt. Rowan y yo somos las emperatrices, las personas que debemos responder al modelo que todos desean seguir. Todos los sobrenombres que me han puesto han sido luego de tomar decisiones en mi imperio, sobre mis ciudadanos. Nunca fue después de que otro emperador condenara a un aridiense. Son casos distintos, no existe punto de comparación entre ellos.

Una característica de las sociedades de Lilium que detesto a más no poder son las falsedades, las mentiras que se esconden detrás de las perfectas imágenes que representamos los emperadores y emperatrices de los cuatro imperios centrales. Sin embargo, por mucho que odie los engaños y las máscaras, soy víctima de este tipo de juegos; no puedo escapar de esto por más que así lo desee. No soy ciudadana normal, soy emperatriz, soy modelo a seguir, soy quien decide sobre la vida de otros y sobre el bienestar del pueblo. Si llego a cometer una sencilla equivocación en público, seré reconocida como una desgracia, y si bien no me aterra la idea, en estos momentos no sería lo más acertado.

No ahora, que el hechizo se quiebra en miles de pedazos, que las memorias regresan del olvido. No en este instante, en el cuál la familia Arino está a la espera de cualquier error mío y de mi esposa para saltarnos a la yugular; para acabar con nosotras.

Solo nos protejo. Será de una manera cuestionable, pero lo hago al fin y al cabo.

La vida de mi esposa es lo que más me importa en este planeta. Daría la mía por la suya, entregaría mi paz para brindarle la seguridad que se merece y el amor que la rodea cada vez que la abrazo.

La protegeré por la eternidad. Me importa en lo absoluto el precio a pagar.

—Normelt, comprendo tu opinión. Tampoco estoy de acuerdo con todo esto, yo más que nadie quisiera que se haga justicia por el ataque hacia Paularah y por lo que haya cometido Krissalida en Khiat —opina mi mujer, su voz suave provoca una sensación de serenidad en mi corazón, una calidez indescriptible que acaricia cada parte de mi ser y las abraza como si anhelara protegerlas—. Pero Luciale tiene razón, no podemos dar una mala imagen como emperatrices ni como imperio. No me parece justo defender a alguien que es una potencial asesina, si no es que ya acabó con alguien.

Su paciencia y calma al hablar, al expresar sus ideas, es como un mimo al alma. Sus palabras se oyen tan gentiles, con una sutil advertencia en cada opinión que detalla. Si bien ella desprende una simpatía natural y empatiza con otros, en determinadas ocasiones utiliza esas características de su persona para manipular a los demás. Los disuade.

El muchacho parece tranquilizarse al oír a mi esposa. Observo como su mirada se entrecierra en mi dirección antes de suspirar, sus ojos verdes lucen tan distantes de los demás. Ya no hay rastros de enojo en sus gestos o expresiones faciales, aparenta ser ese joven Normelt Arino que todos reconocen por su seriedad y su silencio.

La ira es un rasgo característico de él, lo mismo ocurre con Vinavina y una gran parte de la nueva generación de los Arino. No obstante, solo hace acto de presencia cuando ellos no están cómodos en el lugar donde se encuentran. O cuando quiénes los rodean no son de su agrado.

—Hablé con Keatlyn Trayshon ayer —rompe el silencio que se ha formado en la habitación, la atención recae en mi mujer. Dirijo mi mirada al perfil de su rostro para admirarla mientras habla, sus ojos cafés brillan con amor al percatarse de mi reacción—. Mencionó que lo más probable es que Krissalida esté en las Islas del Sol y la Luna, o que haya estado allí un tiempo y ahora se encuentre en alguna zona prohibida de Astenont. También me aclaró que Krissalida le sirve a alguien más, no a Nymra. Tendría sentido si pensamos en lo que dijo la emperatriz de Khiat.

Sin lugar a dudas, la líder de los Quishenas es una arpía disfrazada de una noble persona. ¿Y cómo no? Los Trayshon han apoyado desde el primer momento a los Arino, su reclamo al trono y sus antiguos gobiernos. Fueron los únicos beneficiados cuando los emperadores Arino existían, no querían descender de su alto estatus social.

Son los únicos que no han experimentado los efectos del hechizo de borrar las memorias de cualquier aridiense.

Para todos los demás, desde el primer día en que se creó este planeta y este imperio, Louissie Meire inició la dinastía de los Meire. La primera mujer en el trono de Abdrion fue una Meire. Siempre estuvimos en el poder.

Nunca cambiamos el nombre de este imperio para renacer como un ave fénix, siempre hemos sido Abdrion.

Sin embargo, la verdadera historia no es esa. Los Trayshon tienen conocimiento de ello al igual que los Arino y la actual familia imperial.

—Es bastante astuta —comenta Vinavina, una sonrisa irónica se extiende en su rostro—. Solo hay un pequeño detalle... Al ser declarada en busca y captura por otro imperio, Luciale y tú tienen el derecho para enviar tropas a cualquier territorio de Abdrion o fuera de él, siempre que se trate de alguna zona protegida como las Islas del Sol y la Luna.

—En efecto —coincido con la joven de cabello rojizo. No aparto mi mirada de Tree, su sonrisa me saluda con cierto afecto. Ilumina cada uno de mis días, incluidos los más sombríos—. Fue una pequeña reforma sobre las leyes que rigen las tierras protegidas, es reciente y no muchos tienen conocimiento sobre ella. Es lo único que nos ampara a ingresar a ese territorio para regresar a Krissalida Trayshon al lugar donde pertenece antes que Nymra Polvest decida romper las leyes una vez más.

En el instante en que pronuncio la última palabra, Perséfone salta sobre la mesa de manera repentina. Se sienta frente a mi esposa, sus iris azul claro se dirigen a ella como si quisiera sonreírle al reconocerla, mas solo comienza a ronronear.

Admitir que casi me sobresalto por lo repentino que fue, es difícil. No la escuché llegar, a pesar de agudizar mi sentido de la audición. Extraño.

—¿Qué pasa, Persie? —murmura mi mujer, mima la cabecita de la gata con una sonrisa amorosa—. Yo sé que quieres protegerme, pero no hay ningún peligro ahora.

El ronroneo de Perséfone inunda la habitación mientras los demás permanecemos en silencio, algunos nos encontramos desconcertados ante los dichos de Tree. ¿Es un...? Imposible, no hay registros de animales de ese tipo hace un siglo o poco más.

—¿Cómo se llama? —inquiere Vinavina al percatarse de que Kelly, la gata negra que traje desde la Tierra dado que mi esposa la extrañaba, se posiciona sobre su hombro.

Cada día me sorprenden más estos gatos, aun si no lo hago muy evidente. Comienzo a creer que no sólo Perséfone es un ser sobrenatural y que acompañan a Tree por una razón; una que ninguno puede nombrar por lo que significa.

—Ella es Kelly —le sonríe la emperatriz de mi vida. Perséfone se recuesta sobre la mesa, sus patitas agarran la mano de mi mujer para que no se aleje—. Creo que ustedes saben que...

—¿Perséfone es un espíritu guardián? Sí, no pasó inadvertido lo del otro día —concluye Normelt, fascinado por el gato blanco que se ha sentado frente a él—. Sin embargo, no sería una rareza que Kelly y él también lo sean... Quizá aún no se han presentado como lo que son, puede que detecten otro tipo de peligros.

Varias miradas, como las de Laissa, Vinavina, Martz y mis padres, recaen sobre mi cuerpo. No opino nada al respecto, aún necesito analizar lo que acaba de exponer Normelt. Me he perdido de varios sucesos mientras hablaba con Marissa Vertiev y la otra escoria.

Perséfone es un espíritu guardián. Magnífico. Lo más probable es que sea la reencarnación de alguna ninfa que falleció de manera reciente, son las almas que suelen tomar este tipo de trabajos en su próxima vida. Tal vez sea alguna promesa hacia alguien a quién amó mucho, o quizá solo fue una afinidad con el alma de mi esposa.

—Herafel apareció hace un par de días —susurra ella, su mirada adquiere esa tonalidad dorada que la describe en sus días más felices. Me analiza sin perderse ningún detalle de mis expresiones—. Perséfone lo echó.

—Gracias —le sonrío a la gata, ronronea más fuerte en respuesta—. Debo realizar algunas modificaciones a nuestra barrera. No deberían ocurrir ese tipo de cosas...

—¿Qué haremos para encontrar a Krissalida? —mi padre retoma el tema de conversación principal, taciturno—. ¿Sugieres enviar tropas a las Islas del Sol y la Luna?

—Sí —aseguro luego de pensar en todas las posibilidades, en las ventajas y las desventajas de tomar una decisión como esa. Coloco mis manos sobre la mesa, mi rostro se torna más gélido y severo al pronunciar lo siguiente:—. Enviaremos tropas con algunos de los soldados más experimentados de la Guardia Real de los Meire y unos refuerzos, por si sucede algo. Laissa acompañará a Paularah, ambas podrán defenderse si las atacan. Si lo desean, alguien más puede acompañarlas.

—Iré yo —habla Martz antes de que alguien desee robarle la oportunidad—. Necesitamos a los demás aquí por si hay que activar algún otro plan que tengas. Lo más adecuado es que Dríhseida y Vorkiov se queden en el Palacio, al igual que tú y Rowan.

—Martz, ¿Estás seguro de esto? —inquiere Laissa, su mirada verdosa recae en su hermano menor. La preocupación es palpable en el tono de su voz—. No quisiera que te ocurriera algo...

Comprendo que Laissa actúe de esta forma dadas las circunstancias. Es consciente del peligro que corremos todos si hay un solo error en esto, si Nymra rompe alguna ley universal o lo que fuere.

La hija mayor de Danira se encargó de cuidar a sus hermanos menores en la ausencia de su madre. La destrozaría en millones de pedazos ser la culpable de la muerte o daño hacia alguno de ellos. Martz y Kraya son su vida en cierto modo.

—Yo tampoco deseo lo mismo para ti, Laissa. Por ello es que iré con ustedes —responde, más serio que de costumbre—. Tendremos que ser discretos, ¿No?

—Así es —afirma Rowan, pensativa—. Lo mejor es no levantar sospechas. Todos creerán que nos hemos enfocado en la reunión con los hermanos Ditnov.

—De acuerdo —asiente mi madre, pareciera no compartir las mismas opiniones que nosotras. Sin embargo, se mantiene al margen—. Deberíamos mantener parte de nuestra atención en la Mansión de los Arino. Si Shinkira es aliada de Nymra Polvest, hay algún espía dentro del Valle Infernal y dudo mucho que sean los muertos enterrados en el Lago.

En el instante en que deseo objetar algo respecto a ese asunto, las puertas del comedor se abren y una inexpresiva Griseynna Liels se acerca a la mesa a pasos acelerados. Al llegar detrás de mí, realiza una corta reverencia antes de hablar:

—He sido notificada de una ejecución pública en Khiat. Una joven de unos diecisiete años fue decapitada frente a la multitud que vive en la capital. Según los reportes, es una ciudadana aridiense llamada Trianna Dreirovk, hija de uno de los guardias que custodia la mansión de los Arino. Fue nacionalizada como khiatiana—informa, cruza sus manos a la altura de su abdomen a la espera de alguna orden nuestra.

Perfecto. Poseo los motivos suficientes para vigilar a Shinkira Arino y su madre. Esa muchacha no había sido secuestrada de la nada, era obvio que se trataba de alguien que trabaja en la residencia.

—Vigila cada uno de los movimientos de Shinkira y Mon Arino. Si puedes con los demás, mejor. El objetivo principal son ellas, Griseynna —le indico, mi tono de voz aparenta indiferencia, pero por dentro soy un mar de emociones que no podré controlar por mucho tiempo más—. Gracias por informarnos de lo sucedido.

Valoro mucho la lealtad de personas como ella.

—No hay de qué, majestades. Estoy para ayudarles en lo que me sea posible —una sonrisa cortés se dibuja en su rostro. Resulta insólito que demuestre algún gesto como ese, la marquesa Liels es una mujer inexpresiva por lo general.

El maullido de Perséfone detiene sus pasos, la gata intenta acercarse a ella y llamar su atención. Griseynna se aparta unos mechones rizados que han caído por su rostro al momento de agacharse para acariciar a la gata.

—Es muy linda —elogia amable, Perséfone se refriega contra su mano antes de querer agarrar su mano para no soltarla.

Ella se aleja lentamente para no asustar a la pequeña felina, mas se paraliza al percatarse de un detalle que nosotros no somos capaces de comprobar. Su mirada azabache pareciera cristalizarse al reconocer a Perséfone entre sus brazos.

—¿Elliara?

...

Peino mi cabello con delicadeza, me agrada realizar este tipo de pequeñas actividades a pesar de que no estoy acostumbrada a ellas. Comprendo el porqué Tree las hace, aun si existe la magia.

Es relajante. Justo lo que necesitaba un día como hoy.

Hace unas horas, Griseynna Liels reconoció a su mejor amiga en Perséfone. Elliara Dreirovk falleció hace diez años por una enfermedad mortal, en vida fue una ninfa del fuego que hubiese sido destinada a proteger el bosque fronterizo de Khiat.

Elliara le había prometido regresar a su lado, sin importar la manera o cuando. Le aseguró que ella la reconocería, incluso si la forma que adoptaba al reencarnar era muy diferente a la forma humana que poseía. También llegó a mencionar que el propósito de su alma era mucho mayor, que su trabajo estaba entre las almas más importantes descendientes de Skara.

Griseynna en su momento no comprendió a qué se refería con ello, pero hoy por fin lo supo. Su mejor amiga había sido destinada como guardiana de Rowan Becker, la última Vertiev con vida y la última ninfa del sol legítima, una guardiana del sol, ahora emperatriz consorte de Abdrion y reconocida por los miembros de la familia imperial como la reencarnación de la semidiosa Elyssandre.

—Una historia muy emotiva, ¿Verdad? —pronuncia una voz a mis espaldas, me congelo en mi lugar al reconocerlo.

Sus pasos se aproximan a mí, percibo sus manos apoyarse con cuidado sobre mis hombros. El solo toque de esta escoria me paraliza y al mismo tiempo enciende la furia que crece día a día en mi corazón.

—No recordaba que le dieras tanta importancia a las pequeñas cosas, Luli.

Al revisar el reflejo que me ofrece el espejo del tocador frente a mí, visualizo que no hay nadie en esta habitación más allá de mí. Aún siento su respiración en mi nuca, sus manos en mi cuello y su presencia, no obstante, no está ahí. No está aquí.

No me atormenta de manera física.

Está entrando en mi cabeza. El sencillo hecho de recordar que la magia de mi mujer peleará con la de esta basura, provoca dolores en mí, las heridas sanadas de mi alma amenazan con abrirse otra vez y recordarme que tan lacerante puede resultar recordar o revivir el pasado. Él está aferrado a mí, como si yo fuese de su propiedad y no planea dejarme caer por el momento.

Nunca lo hará. Aceleró el curso de mi maldición solo para destruirme, para que siempre le perteneciera, para toda la eternidad. Herafel ansía mi corona, fue un presentimiento que me persiguió durante todos estos años y que hoy puedo comprobar.

Anhela mi corona, mi imperio y el favor de la familia Arino. Luego de ser desterrado tras el escándalo que provocó nuestra separación, supo que jamás recuperaría el cargo que «cree merecer». Los mellizos Ditnov nunca le regresarían sus títulos y herencias, incluso cuando lo reingresaron a la familia.

Fue un grave error que le hayan brindado su protección tras todas las pruebas que apuntaban contra él. Años después, le dieron el castigo que en verdad se merece: ser un don nadie, una persona ilegítima, un sin nombre.

Todo el revuelo que giraba en torno a nosotros fue borrado por la magia de ellos. Un acontecimiento similar a lo que hicieron sus padres, Martev y Meriliah, en la Guerra de Arino.

Pude ir tras las cabezas de Einer y Einar Ditnov. Sin embargo, me repetí todo el tiempo que solo llevaría a cabo una cosa a la vez, que mi objetivo primordial era traer la cabeza de Herafel en una estaca y la seguridad de que jamás volvería a irrumpir en mi vida. Ni siquiera en sueños.

Su respiración pausada desaparece de mi alrededor, ya no percibo su presencia detrás de mí ni sus murmullos en Lilium para convencerme de unirme a él. Cree haberme robado el poder de mi hipnosis, pero nunca lo logrará. Está oculto en mi espacio mental de mayores barreras, junto al recuerdo de Rowan, Klay, Kelly, Perséfone y mis padres.

No importa cuánto intente destruir mi mente, jamás podrá romper todo de mí.

...

Rowan.

—¿Quieres contarme algo más, Rowan? —la voz de mi psicóloga me trajo a la realidad otra vez.

En el pasado solía perderme en mis pensamientos hasta el punto de olvidar dónde me encontraba, como había llegado a dicho sitio o empezar a sentir que lo que sucedía a mi alrededor no era real. Con el tiempo, ella me explicó que se trataba de disociación y que era muy probable que sufriera de ello durante toda mi vida.

Explicó que era un mecanismo del cerebro para protegerse ante traumas, sean complejos o no, y que en muchas ocasiones, se activaba al reconocer «estímulos» o «detonantes» que recordaban a la situación donde se inició el trauma. Pude detectar algunos, pero otros no lograba descifrarlos; algo así sucedía con la mayoría de los recuerdos de mi infancia o de mi relación con Katie Müller.

En ocasiones regresaban como sueños muy vívidos que me atormentaban durante las noches.

—¿Qué puedo decir? —pregunté anonadada, mi cabeza se sentía un tanto pesada y la sensación de mover mis manos era como si yo estuviera debajo del agua.

—Puedes contarme algo más sobre tu relación con ella... Pero si no te sientes cómoda, no es necesario.

—Ella era muy dulce al principio, ¿Sabe? Katie era un amor de persona, romántica, atenta, detallista... —murmuré pensativa, mi mirada estaba fija en mis manos levemente temblorosas—. Todo cambió el día que yo organicé una salida al cine con mi mejor amiga... Me obligó a quedarme con ella.

—¿Cómo?¿Qué fue lo que dijo?

—Dijo que una buena pareja no deja sola a su novia sin avisar... Y que ella me necesitaba... —aparté la mirada de mis manos al notar que mis piernas empezaron a temblar—. Le dije que no era el momento. No quiso escucharme, me empujó contra una de las paredes y yo me paralicé por el golpe. No pude hacer nada, yo... Yo tendría que haber hecho algo, tuve que haberla empujado o gritado... Yo...

—Rowan, no es tu culpa, ¿Si? No es tu culpa lo que sucedió con ella ni con tu madre —me aseguró, pero yo negué con la cabeza. No podía aceptar la idea de que yo no era culpable—. Repite conmigo que no es tu culpa, por favor. ¿Puedes acompañarme con eso?

—No... Yo... Yo no...

Abro mis ojos con horror al comprobar que fue un sueño, una pesadilla para ser específica. Me siento en la cama de un sobresalto, llevo una de mis manos a mi pecho para comprobar que tan rápido late mi corazón.

Los latidos retumban en mis oídos, jadeo en busca de aire al sentir que el oxígeno no ingresa a mis pulmones. El temblor que se apodera de mis manos me asusta, me confunde.

Fue un sueño, un recuerdo del pasado, una pesadilla. No volverá a ocurrir. Mi esposa se encargó de Katie y Marissa hace unos días, no podrán herirme nunca más.

Sin embargo, el pasado aún duele. Hay mucho que no podré superar jamás, por muy ser sobrenatural que yo sea, comparto el mismo cerebro que cualquier humano. Un trauma puede afectar a ese órgano de maneras irreversibles.

Estaré atrapada por siempre en ese abismo de memorias extraviadas en mi mente, de esas lagunas que jamás he podido rellenar con algún momento bonito en el pasado. Casi no recuerdo nada de mí, nada de lo ocurrido hace unos meses antes de aparecer aquí.

¿Qué ocurrió para que yo termine aquí? Aún me atormenta esa pregunta sin respuesta.

¿Fue una activación inoportuna de mis poderes?¿Pefther me trajo aquí?

¿Quiénes eran mis amigas además de Jessera? Reconozco algunos rostros borrosos en los momentos de mi pasado, pero no logro recordar sus nombres.

—Tree... —murmura Lu, giro la cabeza para dedicarle una mirada agradecida—. ¿Qué sucede?¿Quieres que te abrace?

—Por favor —acepto en un hilo de voz, el temblor en mis manos no ha desaparecido, solo disminuyó con el pasar de los segundos.

Sus brazos no titubean al rodearme a la altura de mis hombros y acercarme a ella. La distancia entre nosotras se acorta, los centímetros que nos separan son escasos, pero suficientes para permitirnos respirar en tranquilidad.

Su perfume llega a mi nariz, dulce, floral, el aroma de los jazmines con un ápice de vainilla quizás. No puedo identificar a la perfección de qué se trata, aunque sé que es embriagante, y en cierto punto me serena. Me recuerda que en sus brazos estoy protegida, soy amada y cuidada, soy elegida.

El ritmo de sus latidos ralentiza a los míos, noto una de sus manos acariciar mi mejilla izquierda con premura. El roce de sus uñas largas pintadas de un morado brillante envía señales de calma a mi sistema, mi respiración se torna serena, los músculos de mis hombros se relajan al percatarse de su presencia.

La calidez de su abrazo me embarga, sonrío ante ese pequeño detalle que siempre me persiguió desde el momento en que nos conocimos. Mi esposa y la emperatriz de mi vida, la dueña de mi corazón, de mi alma, siempre se ha sentido como un hogar; un cálido hogar, un mar en calma, aunque ella se perciba como una tormenta y yo la tranquilidad que la preside.

—No me sueltes nunca —susurro con una sonrisita dulce, me percato de que acomoda un par de mechones oscuros detrás de mis orejas—. No me dejes caer.

—Nunca —asegura, sus labios se curvan para enseñarme sus dientes. Amo sus sonrisas encantadoras—. Nunca, Tree. No caerás mientras yo viva, nadie te dañará si yo estoy aquí. Mev dreisha eide, tu crurte pevte nientrek in me.

«Mi preciosa estrella, tu corazón puede descansar en mí»

Nuestras miradas conectan. Sus orbes grisáceas adquieren ese tono morado brillante que he visto en ella desde el primer día en que nos conocimos; el destello que se presenta en sus ojos es magnífico, indescriptible, ella me ve como si yo fuese una obra de arte. Soy su obra de arte.

Bajo mi mirada hasta sus labios y decido unirlos con los míos, el beso la toma por sorpresa, pero no tarda en corresponderme. La manera en que se mueve su boca sobre la mía me trae a la vida otra vez, me recuerda lo que es sentirse viva y lo que es amar a alguien; sus movimientos son delicados, suaves, cariñosos, pero intensos lo suficiente como para dejarte deseando más de ella. Luciale Meire es una persona a la que puedes admirar y adorar por su fortaleza, su capacidad de resiliencia y su valentía a la hora de enfrentarse a lo que nadie quiere, aun si es consciente de las posibles consecuencias.

Lejos de esos rasgos guerreros de ella, existe una parte de su personalidad que es romántica, explosiva, coqueta y seductora. Es muy segura de ella misma, una cualidad de mi esposa que admiro muchísimo.

Rompo el efecto del beso para juntar nuestras frentes, su aliento mentolado acaricia mi rostro antes de que ella bese la punta de mi nariz. Sonrío ante ese pequeño, pero afectuoso, movimiento. Su presencia, incluso si estamos en silencio, es la paz para mi corazón que la gran mayoría del tiempo se encuentra herido.

Sierveh tu crurte.

«Sanaré tu corazón»

Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa gentil, encantadora, de esas que tanto amo si vienen de ella. Observo como las esquinas de sus ojos se fruncen un poco, leves arrugas aparecen en ellas. Se convertirá en otro rasgo de ella que amaré.

Toma mis manos para entrelazar nuestros dedos y es entonces cuando el choque entre nuestras pieles me envía a otra realidad, a una situación distinta al presente que vivo a su lado.

Me encuentro frente a un escritorio con un centenar de papeles amarillentos esparcidos sobre la madera de roble. A juzgar por el aspecto de las paredes que me rodean, creería poder afirmar que estoy en el Castillo de Astenont. La morada de los Ditnov.

Un par de voces se oyen lejanas y distorsionadas, no identifico a sus dueños. Mi curiosidad está hincada en los papeles del escritorio que, por algún extraño motivo, me llaman a que los lea.

Tras enfocar mi vista en ellos y agarrar algunos, descubro que se tratan de varios de los registros de los bebés nacidos en los últimos diecinueve años en Astenont. Habrá cerca de cien partidas de nacimiento en este lugar. Todas corresponden a una región llamada "Eisterh".

«Furia» en Lilium. De acuerdo a mis conocimientos, se trata de un ducado fundado en el año 570 y gobernado hasta por el momento por una sola persona de la cuál se desconoce el nombre.

Detengo mi búsqueda entre los papeles al leer registros sobre una tal Electra Aelianna Koulliov Vertiev. Los datos de la partida de nacimiento se encuentran adulterados, borrados y el papel está casi destruido. El tacto de mis manos termina por convertirlo en cenizas.

Necesito viajar a Astenont para encontrar los registros que me posicionan como hija de Pefther Koulliov y Eirene Vertiev, y posible heredera del ducado que él gobierne.

...

¡Buenasssss!

¿Cómo se encuentran?¿Todo tranqui?

Les vengo a comentar una situación antes de las preguntas que dejo en cada capítulo (no se asusten, no es nada serio)

1. Faltan aproximadamente 20 capítulos para terminar Siniestra Nebulosa (tal vez sean un par más, pero ya estamos en la recta final) y es muy probable que no haya segunda parte (ya lo veremos). Sin embargo, ya tenemos confirmado este orden de la saga:
0-Precuela
1-Siniestra Nebulosa
2-Libro de Einer
3-Libro de Einar
Los demás libros están por verse <3

2. Estoy trabajando en un proyecto sobre una patinadora rusa y la vocalista de una banda de rock italiano, ¿Les gustaría leer esa historia en un futuro? 👁️

3. Aún no sé si publicar primero la precuela o el libro de Einer, ¿Qué opinan ustedes?

4. También tengo otro proyecto en mente sobre la hija de un presidente y una chica misteriosa 👁️👁️

Ahora sí, ¿Qué opinan de este capítulo? <3333

¿Se imaginaba al principio de la historia todos estos plot twist? La especie de Rowan, el matrimonio de ella y Luciale, los orígenes de Rowan, Herafel y sus pendejadas, Nymra, Krissalida y todos ellos. ¿Qué pensaban que iba a ocurrir al principio? 👁️👁️

¿Vieron que desarrollo de personaje tuvieron Rowan y Luciale? Rowan empezó siendo un amor y ahora es más manipuladora, Luciale era una fría de mierda y ahora es un amor

¿A quién creen que Krissalida le sirve? 👁️

¿Qué trama ese Pefther?

¿Electra es el verdadero nombre de Rowan?

¿Krissalida está en las Islas del Sol y la Luna?¿O en Astenont?

Muchas preguntas y pocas respuestas. Se acerca el unboxing de tripas del cucaracho Herafel, digo... Se acerca ejecución.

¡Muchas gracias a todos por apoyarme! Los amo 💕

Besitos y abrazos, nos vemos en la próxima actualización semanal. <333

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top