Capítulo 36. "Traidores"
Discúlpenme si hay faltas de ortografía.
Advertencia de contenido:
-Escenas sexuales
Disfruten la lectura <3. Si desean saltarse la escena sexual, pueden hacerlo.
Rowan.
Sentarme frente a Keatlyn es menos incómodo de lo que imaginé. Se ha mostrado cooperativa para iniciar la búsqueda de su medio hermana Krissalida. Me intriga un poco los motivos por los que una persona como la mujer frente a mí, ayudaría a la corona en algo que involucra a su familia.
Si algo ví en su mirada, es la fidelidad a los suyos, el arraigo hacia las creencias y valores con los que fue criada, y la gran capacidad que tiene para actuar con honestidad. Es una maestra de las mentiras que, de manera extraña, hoy se conduce con la verdad.
Keatlyn Trayshon puede parecer alguien sin escrúpulos, sin límites y dispuesta a todo, pero ahora me deja en claro que para ella existen límites que no se deberían cruzar. Y según ella, Krissalida ha cruzado más de uno.
—¿Segura que no quieres contarme las razones por las que me ayudas, Keatlyn? Sé que Krissalida ha hecho algo terrible como para que intentes descifrar dónde está y entregármela —intento convencerla, mis ojos dorados se dirigen a los suyos para disuadirla—. Créeme que si tengo conocimiento de tus motivos, podré confiar más en ti y en lo que me dices.
—Páseme otro mapa de Abdrion, por favor —masculla, desvía su mirada para que yo no llegue a más información de la que debería. Cree que puede construir muros alrededor de su espacio mental, pero con las veces en las que llevo utilizando mis poderes, ninguna barrera puede detenerme—. Es muy posible que...
Chrystel me otorga un mapa de Abdrion, al parecer en sus inicios, dado que hay muchas islas que no están mencionadas. El tono amarillento del papel donde se dibujan las demarcaciones del imperio que gobierno junto a mi esposa, me distrae de mis objetivos en este momento.
Mi mente viaja a aquellos tiempos, hace unos treinta años o quizá menos, cuando Dríhseida y Vorkiov decidieron expandir su población hacia las islas de distintas partes de América, como las Islas Malvinas, la Isla Grande de Tierra del Fuego, entre otras. Incluso se expandieron por Jamaica, República Dominicana, Cuba, Venezuela, Colombia y luego Perú. Fundaron a Leerralde en lo que en la Tierra se conoce como Colombia.
Tras "conquistar" dichos territorios, que en su mayoría se encontraban deshabitados, lograron detener el avance de Nathior Polvest sobre Abdrion. El antiguo emperador de Khiat solo ansiaba tomar los territorios vacíos que lo rodeaban para consolidarse como un gobernador de temer.
—Keatlyn —la llamo, ella levanta la vista del nuevo mapa que le entregué—. ¿Qué pasó con Krissalida?
Observo que titubea un poco para responder, muerde su labio inferior de manera disimulada mientras piensa que decirme. Se debate si contarme todo o solo lo que ella considera necesario. A pesar de todo, todavía no me dirige la mirada.
—Keatlyn...
—Krissalida secuestró a una de las amigas de Normelt. Imagino que eso ya lo sabes porque él lo habrá dicho —indica antes de apartar su mirada del mapa, se clava en mí. Sus iris aguamarinas reflejan seriedad y duda, quizá hasta cierta inseguridad o desconfianza hacia mi persona—. Todos creen que fue una orden de Nymra, incluso yo llegué a creerlo... No fue así.
Evalúo sus gestos y microexpresiones. No pareciera mentir, solo sentirse un poco incómoda o tensa ante mi presencia. Supongo que el hecho de estar frente a una mujer que es la reencarnación de una divinidad que falleció hace siglos es intimidante en cierto punto.
Hasta yo sentiría miedo si fuese ella. ¿Qué haría frente a la reencarnación de una de las hijas de la Diosa Skara?
Aún no encuentro la raíz de ese tipo de pensamientos, pero lo percibo como un hecho, como algo ya confirmado. Si bien Luciale me explicó algunas cosas referidas a una profecía que dejó escrita la Diosa Skara antes de morir, y también la similitud entre la semidiosa Elyssandre y el otro hijo que inició el linaje de los brujos de sangre. Me resulta impresionante.
No sé como describirlo, una capa de extrañeza embarga mi sentir, pero al mismo tiempo un alivio inexplicable. Pareciera que una parte de mí está a gusto de encontrar una explicación lógica a todo lo que creía incierto sobre su identidad o sobre quién es, incluso cuando aún no tengo claro quién soy.
Está más que claro que no me llamo Rowan Becker, aun si me identifico con dicho nombre. Mi madre debió nombrarme de otra manera, solo que Marissa Vertiev se encargó de borrar cualquier rastro de ella.
—Continúa —le pido para alejar tantos pensamientos caóticos de mi mente.
Si continúo así, sufriré de un ataque de ansiedad en unos cuántos minutos. Siempre ha sido de esta manera, una vez que comienzo a introducirme en lo profundo de mi mente, no logro detenerme ni encontrar la salida. Como un callejón que me encierra cada vez más, entre la oscuridad y muchos de mis grandes temores.
—Mi hermana le sirve a alguien más, a una entidad de la cuál desconocemos su nombre o título honorífico, pero por quién estaría dispuesta a destruir este imperio —menciona, el desconcierto desea tomar el control de sus palabras, pero es excelente en ocultar cada emoción que pueda ser visible para otros—. Algunos miembros de mi familia sí están a favor de Nymra Polvest y los Arino, pero ella no. Hace tiempo dejó de ser un títere más de la emperatriz de Khiat. Su ambición no tiene límites, Rowan. Yo no puedo permitir que destruya este imperio y todo aquel que se muestre en su contra.
Apoyo mis codos sobre la mesa para elevar mis manos y reposar mi mentón sobre ellas. Mi mirada severa ocasiona algún tipo de sentimiento en Keatlyn, sin embargo, no logro deducir cuál. Sus ojos brillan con cierto nerviosismo al comprender cuál será mi siguiente pregunta.
—Cuando mi esposa y yo hablamos contigo, aseguraste que Krissalida le rendía cuentas a Nymra Polvest. Si sabías que no era así, ¿Por qué mentirnos?¿Comprendes la gravedad de mentir frente a tus emperatrices? —espeto, la seriedad en mi tono la atemoriza sin que pueda ocultarlo.
Las personas no suelen esperar que yo tome cartas en un asunto, o que siquiera me enoje. Mi estadía en la Tierra fue así en gran medida: sentimientos invalidados, personas que creían que podían tomarme por tonta, gente que no lograba creer que yo sentía y podía expresar mis emociones, existían quiénes demonizaban cada reacción mía; aun cuando soporté por años burlas, risas, señalamientos y mucho más. ¿No tenía derecho a molestarme?¿A reclamar?
—¿Podía darme el derecho de confiar en ustedes? Tu esposa quería matarme, Rowan —suspira. No niego que tal vez Luciale lo hubiese hecho si sentía que la sacaban de sus casillas. Su nivel de paciencia y tolerancia a las mentiras es muy bajo—. De igual manera, te agradezco por evitar que me asesinara.
—No hagas que me arrepienta —mascullo severa, ella se mantiene indiferente aun cuando me percato de que su labio inferior tiembla con nerviosismo—. ¿Dónde crees que está Krissalida?
Su dedo índice señala unas islas que en la Tierra se denominan Islas de Trinidad y Tobago. En este mapa, se encuentran pintadas de un tono gris con bordes azules. Son los colores que indican que es un territorio deshabitado y compartido entre todos los imperios, ninguno puede apropiarse de él.
Similar a lo que sucede con la Antártida.
—Las Islas Loun, también conocidas como Islas del Sol y la Luna, son el único territorio en el que ningún imperio puede tomar medidas sobre las personas que se encuentren allí. Están protegidas por la Corte de Dioses y forman parte de un Tratado de Paz universal entre los cuatro imperios existentes. Comparten recursos, pero no tienen derecho a nada. Los únicos que podrían decidir algo sobre las personas que se encuentren en dichas Islas son la Corte de los Dioses Antiguos, conformada por Skara, sus descendientes y todos aquellos emperadores que han fallecido —detalla serena, su mirada analiza las Islas remarcadas en azul—. Lo más probable es que Krissalida haya viajado hasta alguna zona prohibida de Astenont. Es lo más cercano a esa ubicación. O quizá aún se encuentra oculta ahí, no lo sabremos hasta conseguir una autorización para entrar.
Suspiro profundo, no detecto señales de mentiras en su tono de voz. Sin embargo, hay algo dentro de mí que me lleva a pensar que se esconde mucho más detrás de un simple «Krissalida no conoce los límites».
Sé que es cierto, pero tuvo que ocurrir una desgracia de gran magnitud como para que Keatlyn se ofrezca a colaborar con la búsqueda de la Líder de la Élite. Sospecho que aquello que desconozco, se relaciona con la mujer frente a mí. O con alguno de los Trayshon que no apoya a Nymra Polvest.
—Crees que ella puede esconderse en las Islas del Sol y la Luna porque las ha investigado por años. Su último tiempo era dedicado exclusivamente al estudio de dichos territorios, junto a las leyes que rigen ahí y la pérdida de autoridad de los emperadores —afirmo adusta, aunque deseo parecer amable. Asiente en silencio, es consciente de que sus barreras mentales han sido burladas por mí—. Dime, ¿Qué ganas con todo esto?
—Yo acabo con una amenaza para los Trayshon y ustedes con una amenaza para el imperio. No hay ningún engaño aquí, majestad —regresa a las formalidades y el tratamiento por mis títulos honoríficos.
Sin lugar a dudas, Keatlyn Trayshon es una mujer extraña, con una inmensa experiencia para mentir y actuar, pero que reconoce los límites que no se deben saltear. Creo que de la familia que lidera a los Quishenas, ella es la más sensata.
—Uhm, de acuerdo. De todas formas, permanecerás aquí hasta que localicemos a Krissalida Trayshon y Jessera Dissett —aclaro con una sonrisa que aparenta amabilidad—. Puedes acostumbrarte a convivir con tus familiares por parte de tu madre, Keatlyn. Que tengas buena semana.
...
Oigo los tacones de la mujer que se roba mis pensamientos, sus pisadas se vuelven más suaves y delicadas conforme se acerca a mí. Su perfume floral inunda el pasillo, detecto que esta vez se trata de jazmín y lavanda. Adoro el aroma de las lavandas, en ocasiones suelo utilizar ese tipo de perfumes.
Sus brazos rodean mi cintura por la espalda, apoya su cabeza sobre la mía. A pesar de que no puedo verla a la cara, sé que sonríe mientras me abraza. La calidez y seguridad que me transmite su gesto me produce una paz en mi interior, con ella me siento segura, protegida y amada.
Curvo mis labios en una sonrisa amorosa, mi mirada se mantiene fija en el retrato de la familia Meire que ví en mis primeros días en el Palacio. Admiro el brillo de mi esposa en dicha pintura, con sus ojos grisáceos que destellan vida, la elegancia que desprendía incluso en esos tiempos. Ella era joven, una adolescente, pero ya actuaba como la emperatriz y diosa que es.
Mi Diosa. Mi Sheneira.
—¿Sabes que si un día pierdo la memoria, sé que viendo tu sonrisa recordaría todo? Los recuerdos regresarían a mi mente al reconocer a la única mujer que posee la llave de mi corazón —susurra en mi oído, acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja—. No hay nada en el mundo que me entusiasme más que despertar a tu lado cada mañana y contemplar tus sonrisas. Yo no deseo algo que no sea eso, un momento tan preciado y único.
—Adoro dormir contigo, por si no lo sabías —me volteo para acercarme a ella, mis brazos rodean su cuello en el que se alzan mis iniciales—. Me traes a la vida de nuevo, eres la perfecta tormenta para una solitaria monotonía.
—Tú eres quien me devuelve a la vida, Tree. Tus sonrisas iluminan hasta el más oscuro de mis días —musita sobre mis labios, su respiración cálida roza mi rostro. Sonrío en respuesta—. Te agradezco tanto por existir y por permitirme compartir tu vida conmigo. Te amo tanto, te amo de ida y vuelta a todas las galaxias de esta dimensión, mi corazón bonito.
Sus iris grisáceas adquieren un brillo etéreo, fuera de este mundo, perfecto, divino, un sinfín de palabras que podrían describirlo. Con su frase «Te amo de ida y vuelta a todas las galaxias de esta dimensión» acaba de decirme que su amor es tan infinito como esta dimensión sobrenatural. No hay límites, no hay final. Acaba de jurarme que no importa que tan sombría sea la vida en algunas ocasiones, ella conquistará mi corazón cada mañana, tarde y noche, reinventará todo lo que algún día hemos hecho como pareja.
Sus labios se entrelazan con los míos en un beso suave al principio, dulce, cariñoso, que poco a poco se torna intenso. Sus manos en mi cintura me empujan más hacia ella mientras profundiza el beso con delicadeza. Ella es el punto intermedio entre lo suave, cuidadoso y delicado, contra lo rudo.
—Soy tan afortunada de tenerte en mi vida —susurra una vez mientras apartamos nuestros labios, mas no alejamos nuestros rostros—. Soy muy afortunada de que existas y seamos compañeras de vida, mi amada Tree.
Nos mantenemos en silencio por unos minutos, cada una contempla las facciones de la otra. No importa cuánto tiempo pase a su lado, siempre me sentiré asombrada por el maquillaje excéntrico que suele llevar, por ese lunar de corazón debajo de su ojo, y esa preciosa sonrisa que pocas veces enseña en público. Siempre me sentiré impresionada por descubrir rincones de su ser que desconocía.
—Hablé con ellas —murmura un tanto apenada por romper el momento cargado de armonía—. Pefther Koulliov está detrás de su llegada a Abdrion.
—¿Eso significa que...? —la animo a continuar. Por su expresión dubitativa, nada bueno se acerca.
—Pefther es un guardián del sol, lo que significa que tú también eres una. Lo extraño es que no se hayan manifestado esas habilidades en ti, pero todo a su tiempo —suspira pesado, curva sus comisuras en una sonrisa coqueta—. Sin embargo, me preocupa que se mencionó a Ver Dreim.
—¿Qué tiene que ver el padre de Chrystel con todo esto? —me extraño, aun cuando un pequeño presentimiento se instala en mi mente.
Creo saber a dónde llegaremos.
—Marissa dijo que Ver Dreim te cuidó durante todos estos años... Y que Pefther está detrás de él —indica, un tanto insegura de si decirme o no lo que opina—. Considero que...
Sé lo que dirá.
Pero no soy capaz de creerlo.
—Ver Dreim es Patrick Becker, mi padre en la Tierra —la interrumpo, se sorprende al notar que he robado las palabras de su mente. Ella pensaba en decir lo mismo—. ¿Por qué? No entiendo...
—Al parecer fue un tipo de promesa entre Eirene Vertiev y Ver Dreim, Marissa no me brindó mucha información al respecto. De todas formas, debemos comprobarlo...
—Ya lo confirmaré luego, puede tratarse de él o de cualquier otra persona que estuvo a mi alrededor estos diecinueve años —opino, mis teorías son inestables, pero alguna de ellas debe ser la correcta.
Por algún motivo desconocido, no logro recuperar recuerdos de mi padre, Patrick Becker. Imagino que, si se trata de Ver Dreim, tal vez borró toda conexión con mi madre o impuso barreras más fuertes para que yo no llegara a dicha información.
...
Luciale.
Cepillo mi cabello con cuidado, mi mirada se mantiene clavada en el reflejo que me otorga el espejo del tocador de mi habitación con Rowan. Percibo ligeras marcas de moretones en los lugares que mi esposa presiona para abrazarme, imagino que debe ser por la fuerza de su magia.
Nunca olvidé que ella es capaz de asesinarme, debilitarme o drenarne por completo. No obstante, no me importaría ni molestaría morir por su mano.
Observo su silueta acercarse a mí. Porta un camisón de tirantes, de seda celeste, con un escote en forma de corazón; la pieza se ciñe a su cuerpo, de un largo por encima de las rodillas. Su sonrisa feliz encandila a mi corazón y enamora a mi ser, me encanta apreciar cuando sonríe, pues sus hoyuelos aparecen cerca de las comisuras de sus labios, y sus ojos se achinan lo suficiente como para demostrar que es una sonrisa natural.
Termino de peinar mi cabello, apoyo el cepillo en el tocador antes de voltearme para admirar con mucho más detalle a mi esposa. Una obra de arte, y la musa de un artista, debe ser admirada desde cada ángulo. Con la mayor delicadeza y amor posible.
—Se ve radiante, emperatriz del sol —comento cerca de sus labios antes de depositar un casto beso en la comisura—. Tan radiante como la luna y las estrellas esta noche, mon étoile.
—No tanto como usted, diosa de la oscuridad —susurra en mi oído, sus manos viajan hasta mi cintura para presionar un poco—. Diosa Sheneira, la mujer más temida de este mundo y una de las más poderosas.
Sus ojos cafés adquieren un tono dorado conforme ella continúa la conexión de nuestras miradas. La sonrisa que se esboza en sus labios se amplía un poco más, nuestras respiraciones se unen en una sola por la cercanía de nuestros cuerpos.
Camino unos pasos más adelante, ella retrocede hasta que sus piernas chocan con la cama. Acomoda varios mechones de mi cabello en dirección a mi espalda, mis dedos juegan un poco con los tirantes de su camisón.
—Amar sin poseer, amar en libertad —susurro contra sus labios, retiro los tirantes de su camisón con delicadeza mientras ella desata los nudos del mío—. Porque deseo que me elijas desde tu libertad, que en verdad me ames y no por una obligación o una atadura.
—Siempre te elegiré desde mi libertad, amor —murmura al terminar de desatar mi camisón—. Lo sabes.
—Aún así —beso su cuello de manera lenta, se sienta en la cama y yo me mantengo encima suyo—. Eres quien posee la llave de mi alma, Tree. Eres quien elige destruirme o amarme cada día.
Se acomoda en la cama, prosigo con mis besos delicados en su cuello. Me descargo de la prenda que viste al percatarme que ella hace unos minutos me quitó la mía. Sonrío entre divertida y seductora por el pequeño detalle.
—Elijo amarte, aunque no me disgustaría destruirte de una forma diferente... —musita con cierta picardía—. ¿A ti te disgustaría?
Detengo mis besos al llegar al comienzo de sus pechos, elevo mi mirada para encontrarme con su rostro expectante. Sus labios han quedado entreabiertos, las pupilas de sus orbes doradas se dilataron más de la cuenta y sus manos se adueñaron de mi cintura.
—En lo absoluto —susurro segura antes de besar sus pechos.
Suelta un suspiro profundo, doy pequeñas mordidas en dicha zona. Oírla gemir es una de mis mayores adicciones, sin lugar a dudas, podría estar horas así. Admiro cada una de sus facetas, incluso ésta, donde la timidez ha sido relegada.
Jugueteo con sus pezones, siento sus dedos aferrarse a mi cabello sin ejercer presión como para que duela; es como un pequeño tirón que me deleita si proviene de ella. Sus jadeos van en aumento mientras yo continúo con lo mío.
Mis uñas trazan líneas imaginarias que conectan los distintos lunares que posee en su abdomen, vientre bajo, muslos y pechos. Jadea un tanto más fuerte en cuánto me aproximo a su entrepierna, su mirada dorada se oscurece un poco más mientras yo la contemplo sin detenerme.
—Lu —me llama entre pequeños jadeos.
—Dígame, mi emperatriz del sol —respondo con una sonrisa encantadora.
Mi dedo pulgar juguetea con su centro, gime más alto. Aprovecho para morder otra vez uno de sus pechos, claro que sin herirla. Mi mano libre acomoda su cabello oscuro para que caiga sobre su torso.
—No te detengas —ordena en un vano intento por verse severa, una sonrisita dulce se adueña de sus labios al mismo tiempo en que yo prosigo con mis movimientos.
Admiro los hoyuelos que acompañan al rubor que han tomado sus mejillas, su sonrisa tan amable pero mortal de igual manera, sus manos que se enredan en mi cabello para invitarme a continuar. La vista cercana de los lunares que decoran su piel es sensacional, sin duda, una obra de arte en su máximo esplendor.
Rowan Becker es la mujer más preciosa que he visto. La única a la que amo con cada parte de mí y que le entregaría mi alma si ella lo solicitara.
Se aparta de mí para colocarse sobre mi cuerpo. Se sienta de modo que nuestros centros se rocen, acerca su rostro al mío para robarme un beso intenso, largo, cargado de amor y capaz de ocultar los gemidos que desean escapar de ella. Sus caderas se mueven sobre mí, envían miles de descargas eléctricas por todo mi cuerpo, los cosquilleos aumentan, pero yo solo estoy concentrada en admirar la belleza celestial de mi esposa.
...
—Lu —susurra Rowan, su respiración cálida acaricia mis mejillas.
Abro mis ojos para encontrarme con el amor de mi vida a pocos centímetros de mis labios, sus ojos somnolientos me aprecian con amor. Acaricia una de mis mejillas antes de depositar un casto beso en mis labios.
—Buenos días —sonrío, peino su cabello oscuro con mis dedos—. ¿Descansaste bien?
—Eso creo... —murmura pensativa, aparta sus orbes cafés de mí para titubear un poco sobre la afirmación que lanzó sin pensarlo bien antes—. Tuve un sueño un tanto extraño... Eh.
—Sabes que puedes contarme lo que sea —le aseguro con una sonrisa comprensiva—. ¿Qué te aflige, mi Tree?
—No sé si sea una visión... Te vi a ti... cubierta de sangre —arrastra las palabras, pareciera que le cuesta describir lo que sintió. Busco una de sus manos para entrelazar nuestros dedos, mi pulgar masajea el dorso en círculos. Me dedica una sonrisa dulce al percatarse de mi acción—. Y yo también, solo que estaba en el suelo sin poder moverme... Respiraba, pero mi cuerpo estaba paralizado. Una sensación horrible, tan desesperante.
—No importa quien desee dañarte, jamás lo logrará. Mientras yo viva, nadie intentará acabar con tu vida sin sufrir mi ira —afirmo severa, beso su frente antes de abrazarla—. Es una promesa, Tree.
Noto sus músculos relajarse por estar en mis brazos, su respiración se tranquiliza conforme avanzan los minutos. Podría quedarme por horas en esta posición, la paz recorre cada vena de mi ser. No hay personas que intenten dañarnos, no hay problemas que resolver.
Solo somos ella y yo. Rowan y Luciale. Tree y Lu. Emperatriz del sol y Diosa Sheneira.
Sin embargo, no transcurren muchos minutos antes de que una voz conocida se haga presente en la habitación. Su tonada cálida, hogareña y al mismo tiempo insensible, irrumpe en el silencio perfecto del recinto.
Agudizo mi audición para oír mejor lo que espeta. Ni siquiera se expresa de manera tranquila, aparenta ser un mar de furia, alguien que no tiene escrúpulos y que en estas circunstancias actuaría por puro impulso.
—¿Esa es...?
El holograma de la silueta femenina de Nymra Polvest se esboza frente a nosotras. Es un mensaje enviado para todos los imperios, los emperadores estamos en la obligación de escuchar su discurso, aun si no lo creemos necesario o diferimos de sus ideas.
Esta vez encuentro algo diferente en la emperatriz de Khiat, el imperio de la destrucción. Su cabello castaño se encuentra recogido en un elefante moño, su ropa consta de un traje negro y lleva la corona de su familia en la cima de su cabeza. No obstante, es su mirada avellana la que desentona en este ambiente formal.
Sus iris reflejan la ira, el rencor y, muy posible, la venganza, en su máxima expresión. El destello es casi cegador, una clara advertencia de que rodarán cabezas si no se acata lo que ella ordena.
Que rueden.
—...Como bien se sabe, el imperio de Khiat no está en buenos términos con los demás imperios y los conflictos bélicos se han desatado entre nosotros y Astenont. En el día de hoy, 2 de febrero del 699, declaro a Krissalida Trayshon, ciudadana de Abdrion y líder de los Quishenas; Jessera Dissett, ángel guardián del Reino del Cielo; y Rheilla Varsiova, ciudadana de Astenont y mano derecha de los emperadores Ditnov, como traidores, que atentan contra el imperio de Khiat. Dado que desconocemos sus ubicaciones, se encuentran en este momento en busca y captura, con posible pena de muerte —espeta, su mirada se dirige al frente—. Si los emperadores de Abdrion y Astenont no toman cartas en el asunto ni deciden condenar a sus ciudadanos, el imperio de Khiat se reservará el derecho de tomar las medidas que se consideren necesarias para acabar con estas amenazas. La paz y la vida de mi imperio no están en juego. Si han visto a alguna de estas tres personas, no duden en comunicarse con sus autoridades más cercanas. Muchas gracias por su atención.
La estupefacción se apodera de mí, mis latidos se ralentizan con el pasar de los segundos, mis manos hormiguean sin que pueda evitarlo. ¿Qué acaba de decir?
¿Traidores que atentan contra el imperio de Khiat?
—Hay que pactar una reunión con los emperadores Ditnov —decido, aún sin poder disimular el desconcierto que se refleja en mis expresiones faciales.
...
¡Buenassss!
A qué no se esperaban ese final de cap y tampoco esa escena +18
¿Cómo se encuentran? Lamento tardar en actualizar, tuve unos días bastante ocupados :(
¿Les gustó el cap?¿Opiniones?
Rowan me da una pinta de pasiva JAJAJAJAJAA
Esa tensión entre Rowan y Luciale 🛐
Luciale, nuestra diosa. Esa mujer nos enamora
¿Se esperaban lo de Krissalida?¿No que estaba con Nymra?
¿Qué hay con eso que dijo Nymra? 👁️
¿Será que pronto hay reencuentro padre e hija (Pefther y Rowan)?
¿Creen que Patrick Becker sea Ver Dreim (el padre de Chrystel)?
En el próximo cap sí que descubriremos quien es Perséfone. Sé que dije que era en este, pero es que falta un poco de trama para llegar a eso y entender todo xd
Los amo mucho, gracias por estar acá. <3
¡Bienvenidos a los nuevos! Espero que les guste la historia 🫶🏻
Sin más que decirles, nos vemos en el próximo capítulo semanal. Besitos y abrazos <333
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