Capítulo 34. "¿Creer o desconfiar?"

Buenas noches/madrugadas a todos.
Primero que nada, les deseo un feliz 2024 y que sea un año próspero para ustedes. <3
Gracias por acompañarme en el 2023 y en esta historia, los amo muchísimo.
Espero alegrarles la noche/madrugada que estén teniendo.

✨🫂

Rowan.

Parpadeo para asimilar que he regresado a la realidad, la visión se desvaneció hace unos segundos, pero todavía debo procesar lo que vi.

Meydila Liweul le brinda su ayuda a Pefther, ¿Por qué y para qué?¿Son otros aliados en esta Guerra o son enemigos ocultos entre las sombras, a la espera de que bajemos la guardia?

El lado izquierdo de mi cabeza punza como si me clavaran mil agujas en ese lugar, masajeo con mis manos para aliviar el dolor, pero es inútil. Continúa allí, va en incremento con el pasar de los minutos.

—Estás por tener un colapso —la voz de Vinavina se oye lejana y distorsionada, igual al efecto de cuando te sumerges en el agua e intentar hablar—. Escúchame, Rowan. Tienes que despejar tu mente de cualquier imagen que contenga magia o visiones, tu cerebro acaba de sobrecargarse por la experiencia sensorial que viviste en esa visión.

—De acuerdo —asiento, me obligo a guardar la calma para no sucumbir ante un ataque de pánico que podría desmayarme.

Cierro mis ojos, la imagen de Luciale llega a mi cabeza al instante. Su mirada grisácea me contempla junto a una de sus sonrisas encantadoras, amplia, con las comisuras muy elevadas y que enseña sus dientes. Sus labios brillan gracias al labial violeta oscuro con cierto toque metalizado, debo decir que le sienta fenomenal.

Pronto noto que sus brazos me rodean, pienso por unos efímeros momentos que se trata de la imagen mental que traje para relajar mi cabeza, pero pronto descubro que no es así al abrir mis párpados de nuevo.

El delicado y perfecto rostro de Luciale Meire, mi esposa, me recibe. Su expresión refleja serenidad absoluta, con esa sonrisa que enseña los dientes, esas lindas que se marcan a los costados de sus comisuras al sonreír, esa mirada gris que destellan amor al observarme. Su lunar en forma de corazón destaca más que otras veces gracias a la nueva palidez que ha adquirido, atemorizaría a cualquiera dado que es casi mortecina, pero a mí me encanta.

Un delineado excéntrico resalta sus ojos gracias al difuminado negro y violeta en la zona del lagrimal y pestañas inferiores. Me resulta intrigante, admirable, al igual que su estilo de vestir, aunque nunca se lo he dicho; amo su sentido de la moda, a pesar de que es tan diferente a lo que yo utilizaría, ella grita extravagancia, elegancia, yo soy más de la sencillez y de la formalidad sin tantos arreglos.

Somos tan distintas, pero tan iguales al mismo tiempo.

—Estoy aquí, Tree —susurra sobre mis labios antes de besar mi frente. Recuesto mi cabeza sobre su pecho, un suspiro agotado escapa de mi boca, mientras una de sus manos se encarga de peinar mi cabello—. Siempre estaré aquí, para ti, mi amor.

—¿Cómo supiste que...? —murmuro confundida, intercalo la mirada sobre ella y Vinavina—. ¿La llamaste?

—No, ella no me llamó. Tú lo hiciste —señala mi esposa con una suave sonrisa, acabo de confirmar que amo su acento francés-aridiense cada día más—. Cuando nos casamos, firmamos de manera oficial el pacto entre nuestras almas. Si una de las dos está en peligro, la otra lo sabrá gracias a su intuición. En el momento en que la unión de nuestras almas se finalice, tal vez puedas oír mis pensamientos como hacen los licántropos con sus compañeros.

—Es... impresionante —opino, no sabría descifrar si desconcertada o feliz. Imagino que ambas.

Saber esta característica de nuestra relación me ayudará a identificar otros posibles detonantes para ella y cómo detenerlos o evitarlos para que no le ocurra nada. Además de ello, podré ir a buscarla cada vez que tenga una corazonada de que algo anda mal, de que ella necesita mi ayuda o mi compañía.

—No tanto como tú —afirma antes de dejar un efímero beso en mis labios—. Laissa está regresando de Drahtin, debemos prepararnos para la ejecución de Krissalida.

—Lo había olvidado —río un poco para no sentir pena. A veces suelo ignorar que mi memoria no es tan buena todos los días—. Iré en un rato, quería practicar la manipulación del elemento tierra con Vinavina.

—De acuerdo. En ese caso, nos vemos después, Tree —me sonríe y yo alcanzo su altura para capturar sus labios en un beso delicado—. Te amo.

—Yo te amo más —aseguro con una sonrisa victoriosa, ella niega con la cabeza antes de soltar una risita divertida—. De verdad, te amo muchísimo.

—No creo que más que yo, pero un día lo averiguaremos —me susurra al oído antes de besar la cima de mi cabeza—. Gracias por todo, Vinavina.

—No es nada. Me es de mucha ayuda practicar después de tanto tiempo sin utilizar mis poderes —responde con su típica indiferencia.

—Por cierto —mi voz detiene el andar de Luciale, quien se voltea para observarme con una mirada más que inquisitiva—. Más tarde necesito hablar contigo sobre algo, en realidad con todos. Solo quiero que no llames a Meydila y Kreim Liweul a la charla, por favor.

Sus cejas rubias se fruncen un poco, pero luego retoman su expresión seria habitual al comprender a qué me refiero. Lo que debo decirle tiene que ver con ese par de hermanos de la familia Liweul, es una obviedad el hecho de que no deben estar presentes allí.

—Está bien —me lanza un beso antes de desvanecerse en el aire gracias a su habilidad de teletransportación, una estela violeta brillante se dispersa en el lugar donde antes estuvo.

Comparto una mirada con Vinavina antes de continuar con nuestras prácticas.

Lo esencial al manipular alguno de los cinco elementos de la naturaleza, luz, agua, tierra, aire o fuego, es no perder el control de nuestras emociones y fijar una imagen mental de lo que queremos proyectar en el plano físico. En el caso de que la persona sufra de inestabilidad emocional, el desastre natural que puede ocasionar es enorme y casi irreparable.

La magia de la naturaleza es mucho más fuerte de lo que todos creen, eso he aprendido las veces que hablé con Vinavina y con Laissa. En el caso de la muchacha de cabello rojizo, puede parecer inofensiva cuando crea flores nuevas a través de sus habilidades, pero puede ser letal a la hora de aplicarlo en alguien más.

Laissa no lleva en su sangre ninguna especie que manipule algún elemento, pero estudió sobre ellos para controlar los posibles desastres que pudiesen ocasionar varios de sus primos. Decidió tomar esa responsabilidad para protegerse a ella y a sus hermanos.

—Hablaré con sus majestades sobre ese asunto, Laissa Arino. Digo la verdad —habla una voz femenina, con una mezcla de desesperación y nerviosismo—. Yo no he hecho nada, se lo juro. Mi hermana es quien...

—¿Atacó a la Ashtare? —la interrumpe Laissa, su cabello rubio se mece con el viento mientras camina a pasos apresurados acompañada del padre de Luciale y seguida de diez guardias que escoltan a una joven—. Ya teníamos conocimiento sobre ese asunto, Quishena Trayshon. Sin embargo, no estoy tan segura de si usted se encuentra en sus cabales como para hablar con sus majestades en este momento.

La conversación se vuelve ininteligible por la distancia a la que se encuentran, y una vez entran al Palacio, sus voces dejan de escucharse.

Pero a pesar de ello, dentro de mi cabeza ronda la imagen de la joven que seguía a Laissa. Su tez morena destaca mucho entre las pocas personas que residen en Abdrion y poseen esa tonalidad de piel, la mayoría de estas no son nativas del imperio. Sumado a eso, sus ojos aguamarinas y su cabello negro largo hasta la cintura me resultaron familiares de alguna manera.

—¿Ella era...?

—¿Keatlyn Trayshon Arino? Sí, la misma —responde Vinavina a mi duda, sin apartar los ojos de las puertas del Palacio—. Es la hermana menor de Krissalida, mejor dicho, una de sus hermanas menores. Es hija de Krayla Arino y medio hermana mayor de Normelt, aunque presiento que ese dato ya lo sabías.

—Sí, algo averigüé de ella —afirmo antes de suspirar—, pero no imaginé que algún día tendría la oportunidad de cruzarme con ella sin que estuviera en alguna situación parecida a una Guerra. Como sea, lo mejor sería ir con Luciale antes de que suceda algo más.

...

Luciale.

Me siento en la mesa sin poder aceptar las palabras que me detalla Laissa. Me resulta imposible, irrealizable, inviable, que alguien vuelva a desear verme la cara de estúpida, como si yo no fuese a enterarme en ningún momento de lo que sucedió.

Krissalida Trayshon escapó al igual que Jessera Dissett.

Comienzo a pensar, mas no a creer, que la situación escapa a mi control y a mis planes para ganar esta guerra que declaró Khiat, que por desgracia, afecta a mi imperio de alguna manera. No puedo digerir que Krissalida Trayshon haya atacado a mi Ashtare, que casi la haya asesinado, y que ahora escape de Drahtin. También tal vez de Abdrion, no tengo la certeza para afirmarlo.

¿Quién colaboró en su huida?¿Bajo qué motivos tan importantes dejó a su élite sin líder? Cualquier respuesta parecería increíble si tenemos en cuenta quién es ella.

—Keatlyn Trayshon está aquí, la trajimos para que explicara esta situación y el porqué no deberíamos ejecutarla o condenarla a prisión preventiva por ser sospechosa de la traición de su hermana al imperio —indica Laissa, cruzada de brazos. Su semblante serio atemorizaría a quien sea, pero en mí no produce ningún efecto dado que la conozco—. Si quieres, la traigo ahora mismo.

—Ve —acepto su sugerencia, severa. Vislumbro como atraviesa la puerta para abandonar la situación sin decir nada más.

Mi esposa alcanza mi mano izquierda para tomarla y entrelazar nuestros dedos, con su mano libre se encarga de apoyarse en mi hombro para sonreírme en un intento de animar mi humor. Imito su acción, ya más serena luego de digerir lo ocurrido.

Me concentro en el tono café de sus ojos que, en este día, se aprecia más dorado que de costumbre. Ese tono destellante solo hace acto de presencia cuando utiliza sus poderes como ninfa del sol para descubrir las intenciones de alguien más o indagar en sus recuerdos. No obstante, me he percatado de que también suele aparecer cuando ella mantiene su mirada en mí por mucho tiempo; como si reemplazará la dilatación de las pupilas al estar frente a algo que nos agrada en demasía.

Sus espesas pestañas le otorgan cierto toque delicado a su divino rostro. Admiro las pequeñas manchas que se han esbozado en sus mejillas y nariz, similares a lo que los humanos llaman pecas, aunque son un efecto más de sus poderes sobre su cuerpo.

Sonríe de manera amplia al notar que mi mirada aún sigue en ella y es que jamás podría cansarme de mirarla, contemplarla, detallarla en mi mente para que sea un recuerdo eterno. Los hoyuelos que se dibujan a los lados de sus comisuras me enternecen, a pesar de que considero que su sonrisa lo hace aún más.

Para mí siempre será Tree, mi esposa y la chica de la sonrisa tierna.

La simpatía y buena energía que destila al sonreír es fascinante. Desprende un aura de confianza, de paz y de buenas intenciones, al menos yo la veo así. Siempre.

Me percato de que, a diferencia de otros días, hoy llega el cabello oscuro peinado en una trenza de lado, que enmarca aún más las facciones de su rostro y lo perfecta que es ella. En definitiva, ella es la definición de perfección, de amabilidad y de un corazón noble como ningún otro; es la definición de la belleza de las constelaciones y de la naturaleza personificadas en alguien.

—¿Sabes que cuando me miras por mucho tiempo, tus ojos se aclaran un poco? —susurra contra mis labios, su sonrisa se extiende por su rostro.

—¿Y tú sabías que cuando me observas, tus ojos se tornan dorados? —inquiero a cambio, sus cejas se elevan por la sorpresa—, dorados como el sol y como la persona que eres. Suelen asegurar que todos tenemos a esa persona que es un rayo de sol en nuestras vidas, yo aseguro con firmeza que esa eres tú, Rowan Becker.

Beso el dorso de su mano con suavidad, un leve rubor cubre sus mejillas mientras una sonrisa feliz se adueña de sus labios acanelados. Compartimos el mismo gesto, con la única diferencia de que a ella se le achinan los ojos.

—Camina si valoras tu vida, ¿No que querías hablar con tus emperatrices? Entonces muévete —oigo que sisea Laissa a unos pocos metros de la puerta.

Contengo una risita burlona, pensar que Laissa aparenta ser una blanca paloma que jamás dañaría a nadie y que en su corazón solo hay buenas intenciones. Lástima que esa descripción desaparece cuando hieren a alguien que ella ama o desea proteger.

Sin lugar a dudas, Vinavina nunca se equivocó el día que mencionó que la hija mayor de Danira Arino era capaz de acabar con cualquiera que se le cruzara en un solo resoplido.

—Vaya, siento que veo a una Laissa que es muy diferente a la que me habló el primer día que estuvo aquí —susurra Tree, una mezcla de orgullo y satisfacción decora su tonada.

Aparto mi campo de visión de su persona para enfocarme en quienes están próximos a entrar. Mi prima es la primera en cruzar las inmensas puertas de madera, acompañada de mi padre y uno de los soldados de la Guardia Real, Keatlyn permanece frente a ellos, pero detrás de una de las miembros con más edad de la nueva generación de los Arino.

Enarco una ceja con cierta curiosidad, no voy a negar que me desconcierta el nerviosismo que desprende el cuerpo de Keatlyn Trayshon. Sus brazos tiemblan de manera leve, sus rodillas están ligeramente flexionadas como si estuviera en posición de reverencia por una larga cantidad de tiempo.

Su largo cabello azabache es la gigantesca diferencia entre ella y sus hermanos Trayshon. Si bien heredó los ojos aguamarinas propios de los Trayshon —una cortesía de su padre, Kristhon Trayshon—, su magia como ser de la oscuridad se vio opacada por las raíces de maldita que heredó de su madre, Krayla Arino. Por dicho motivo, no es considerada una ser de la oscuridad completa, ni natural.

La mayoría de los descendientes de algún linaje de seres de la oscuridad nacen con el cabello de dos tonalidades, o con un color que represente a su especie. Su magia es tan fuerte como para incidir en los genes que determinarán su tipo de cabello, a no ser que la especie se vea mezclada con otras.

Krissalida Trayshon lleva una cabellera bicolor, sus mechones son morados y negros. El resto de sus hermanos llevan el cabello idéntico al de ella o azul marino y morado.

—Keatlyn Trayshon. Una de las hijas mayores de la honorable familia Trayshon, a pesar de que no naciste de Weslyda Tripvoy —señalo filosa—. ¿Qué se le ofrece, Trayshon? Sabemos que su hermana, Krissalida Trayshon, escapó en el momento en que fue nombrada como potencial autora material del ataque hacia la Ashtare de nuestro imperio.

—Majestad —se sienta frente a mí, mi padre y Laissa comparten una mirada severa sin mover sus semblantes ni un milímetro—. Yo no tenía idea de que ella había huido ni tampoco que fue quien atacó a nuestra Ashtare.

Observo a mi esposa con cierta complicidad, ella asiente antes de posicionar sus manos sobre la mesa, en una postura autoritaria.

—Si usted valora vivir, nos dirá que ocurrió. Dudo que una joven de veintiséis años desee morir, como consecuencia de mentirle a sus emperatrices para proteger a una persona que ni la considera su familia —sisea Tree, con una amable sonrisa. Keatlyn se mantiene imperturbable—. ¿Qué sucedió con Krissalida Trayshon y dónde está?

Oigo un pesado suspiro provenir de la medio hermana de Normelt Arino. Mis ojos la escudriñan con minuciosidad, debo estar alerta ante cualquier microexpresión que se escape de su control.

—Jessera Dissett irrumpió en la mansión —se rinde ante la mirada comprensiva que le otorga mi esposa—. Dijo que debía hablar con Krissalida. A mis padres no les agradó su presencia en nuestro hogar, nunca tuvimos una relación cordial con los Dissett luego de que abandonaron a su hija, Hilayn Ditnova, sólo para que no los rechazaran en el Reino Celestial. Luego de que Jessera apareció, Krissalida ya no estaba. Es todo lo que sé.

—¿Segura? —inquiero seria—. ¿O hay algo más que no nos has dicho?

—Sé que ustedes creen que mi familia le rinde cuentas a Nymra Polvest, pero lo cierto es que solo lo hacen determinados miembros. Krissalida, mis padres, Kriev y Katharina —indica con cierto nerviosismo. Su mirada desciende hacia la mesa para evitar contacto visual conmigo—. Yo y mis demás hermanos jamás seríamos cómplices de alguien sin escrúpulos. Reconocemos la legitimidad de las emperatrices que hoy gobiernan Abdrion y estamos a su servicio.

Enarco una ceja, la desconfianza es palpable en el ambiente. Por más que sean honestos sus dichos, nunca confiaría en nada que comuniquen los Trayshon. Fueron personas fieles a los emperadores Arino, las ideas y pensamientos de ese tipo nunca cambian.

La lealtad termina dónde comienzan las traiciones hacia alguien más o la ruptura de los valores que uno tiene. En cambio, la fidelidad continúa a pesar de todo, pues no tiene límites de ningún tipo.

—Dice la verdad —murmura Tree para que solo nosotras dos escuchemos—. No encontré señales de mentiras en su voz ni en sus gestos involuntarios.

Creo en su habilidad para observar y analizar a los demás, así que si mi esposa asegura que alguien no miente, yo le creeré sin discutir su palabra. No pondría en duda algo que ella me explique.

—Muy bien. La emperatriz Rowan decidirá dónde será recluida a la espera de más detalles o de su cooperación en nuestra búsqueda. Si hay algún signo de traición hacia el imperio, será ejecutada, Quishena Trayshon —espeto antes de levantarme, ella y mi esposa imitan mis movimientos.

—Keatlyn Trayshon será recluida en el Valle Infernal, en el sector que le pertenecía con anterioridad a Laissa, Vinavina, Martz y Kraya Arino —enuncia mi esposa, un jadeo ofendido escapa de nuestra posible nueva aliada—. Si intenta comunicarse con la familia Trayshon, será puesta en observación o ejecutada por traición a la corona. Valore su vida y disfrute su estadía en el Valle, Keatlyn. Por favor, llevenla a su nuevo domicilio.

—Como desee, majestad —acepta Laissa antes de rodear el antebrazo derecho de Keatlyn para empujarla lejos de la habitación donde nos encontramos.

Una vez nos encontramos solas de nuevo, mi mujer libera un suspiro agotado. Sus brazos rodean mi cintura antes de abrazarme y apegarse a mi cuerpo, su cabeza se apoya en mi pecho, más abajo de los hombros. Sonrío ante la diferencia de altura, me advirtió que hoy no calzaría sus zapatos de tacón alto puesto que termina más fatigada que de costumbre tras usarlos por largas horas.

A veces considero que los genes que determinan la altura en mi familia son dominantes y nos brindan una altura que, en la Tierra, sería considerada fuera de lo común. El promedio en los Arino o los Meire es arriba del metro con setenta y cinco centímetros.

Mido casi un metro con ochenta centímetros, no soy de las más altas entre mis familiares. Sin embargo, lejos de lamentarme por ello, me percibo muy segura de quién soy, de mis habilidades, virtudes, defectos y mi físico. No hay nada que cambiaría en mí, excepto la maldición con la que cargo.

—¿No te cansas de los tacones? —pregunta, intrigada, la mujer frente a mí. Sus cejas oscuras se fruncen un tanto confundida—. Yo no podría estar parada horas y horas con esas cosas de diez centímetros o más.

Mi mujer.

—Trece —aclaro, divertida. Ella entreabre sus labios, asombrada—. No me fatigo, me he acostumbrado con los años. Casi ni los siento, incluso aprendí a correr con tacones.

—Wow, eso es impresionante —halaga con una sonrisa amorosa—. ¿Entonces cuánto mides en este momento?

—Digamos que un metro con noventa centímetros —hablo tranquila, beso la cima de su cabeza con cariño—. Es casi lo que mide mi padre.

—Me siento como un duende jardín con mi metro y sesenta y ocho centímetros —ríe un poco, le sonrío dulce—. Ustedes son gigantes.

—No importa cuál sea tu altura, para mí eres la definición de la perfección transformada en persona, Tree —susurro coqueta, ella bate sus espesas pestañas en un intento por asimilar lo que he dicho—. Sabrás que no miento y que es una verdad, Rowan Becker. Eres mi perfección, el amor de mi vida y mi esposa. Admiro tu fortaleza, tu capacidad de resiliencia y tu comprensión hacia los demás. Tu habilidad para interpretar las experiencias ajenas, resignificarlas y demostrar empatía es deslumbrante. Eres increíble, Tree, ojalá pudieras apreciarte desde mis ojos. A mis ojos eres la mujer más preciosa de todas las dimensiones y la única a la que amaré por el resto de mi eternidad.

—Tú también eres impresionante, Lu —garantiza emocionada, acomoda uno de mis mechones rubios detrás de mi oreja izquierda—. ¿Has visto de lo que eres capaz de hacer?¿De la elegancia que desprendes?¿O de los ideales que tienes? Eres leal a lo que crees, no prejuzgas a las personas, siempre tienes argumentos para todo. No eres una mala persona, si es que en algún momento creíste, solo eres alguien que comete acciones, tal vez cuestionables, para proteger y demostrar cuánto ama a los suyos. Darías la vida por las personas que amas, ¿Quién hace eso hoy en día? Te amo, mi bella Lu, Luciale Meire, la emperatriz "malvada". No eres difícil de comprender ni de amar, sólo tienen que observar con detenimiento tus movimientos y tus palabras. Tus ideas para cambiar algunas áreas de la gobernación del imperio no son malas, al contrario, son estupendas; la gente le teme al cambio en muchas ocasiones. Adoro tu mente, Lu, tu manera de amar, de proteger, de ir hacia adelante sin miedo a nada. No huyes del miedo, corres hacia él; no huyes de los problemas, los resuelves.

—Yo... —me he quedado sin habla ante sus señalamientos y sus elogios, que en vez de aparentar estar vacíos, tienen tanto sentido. Ella sabe lo que dice.

—Para otros es muy fácil juzgar tus reacciones, porque no están dentro de las situaciones que te rodean y te vuelven protagonista en muchas ocasiones. Ellos no están en tu papel de emperatriz que debe resolver los problemas de sus ciudadanos, así como tampoco están dentro de tu mente y seleccionan la decisión más acertada para lo que sucede. Es muy sencillo criticarte cuando no son quiénes ven la vida pasar y deben elegir algo que no dañe a nadie, a pesar de que se es consciente que, no importa lo que elijas, siempre alguien saldrá herido —señala honesta, toma mis manos para entrelazar nuestros dedos. Me sonríe de manera amplia, encantadora, confiada, enamorada, cree en mí y en lo que hay en mi corazón—. Serás la villana en las historias mal contadas de muchos, de los Arino, de los Trayshon, pero en mi historia, eres una mujer que afrontó sus deberes como emperatriz de la mejor manera a pesar de su corta edad. No eres una villana, tampoco una heroína, pero sí una persona que daría lo que fuera por mantener a sus seres queridos a salvó, sí eres una persona que ama, sueña, ríe, vive y siente, aunque muchos te consideren una máquina de matar o alguien lleno de maldad. Aprecio todo lo "malo" y "bueno" que hay en ti, Luciale Meire. Te amo por quien eres, por quien me has demostrado ser y por las intenciones que habitan tu corazón.

Besa mis labios con una intensidad que hace meses me resultaría impropia de ella, mas hoy en día sé que solo permaneció oculta durante años, a la espera de ser comprendida, apreciada y amada, de no ser considerada como algo extraño. Jamás lo sería, desde mi perspectiva, cada pensamiento expresado por mi esposa, cada indicación, cada opinión, dista mucho de lo considerado dentro del concepto de raro; es valioso, maravilloso, lógico, un sinfín de significados que sólo destacan lo que ella es:

Una excelente persona, fiel a sus convicciones y valores, dispuesta a proteger a sus seres queridos, con ideas revolucionarias que podrían reformar las sociedades de los distintos imperios para bien. Es ese pequeño rayo de sol en la tormenta, esa persona que llegó a alumbrar mi existencia cuando menos lo esperaba y que me enseñó a comprender el valor de vivir, de sentir, de reír, de compañías como la suya: que te renuevan, te abrazan por un largo tiempo y te hacen sentir que son tu hogar.

Rowan «Tree» Becker es la mujer de la que me enamoraré en cada una de mis vidas, el alma que acompaña a la mía, le brinda hermosos aprendizajes y a su vez, la mía también lo hace. Es mi esposa, el amor de mi vida y es mi mundo entero. Lo es todo para mí.

Profundizo el beso, mis manos acunan sus mejillas, la sonrisa feliz se extiende por sus labios y los hoyuelos no tardan en aparecer en sus mejillas. Abraza mi cintura para acortar aún más las distancias entre nosotras.

—¿Deseas almorzar conmigo? Creo que van a ser las tres de la tarde, pero tengo hambre —susurra divertida y tal vez apenada.

—¿Contigo? Siempre, mi vida —beso sus labios otra vez, ella cierra sus ojos para disfrutar aún más el momento. Repito su acción, la confianza que siento con ella es enorme y sé que jamás me dañaría.

...

Rowan.

Mastico mis papas fritas mientras oigo a los Arino, mi esposa y mis suegros, hablar en el comedor. Chrystel tarda unos minutos en llegar, pero al final lo hace. Su mirada busca la mía y puedo ver en sus ojos marrones que no logra entender nada de lo que ocurre.

Le ofrezco mi plato de papas fritas para que se siente a mi lado izquierdo, la única silla vacía de las ubicadas en la mesa rectangular.

Procedo a tomar una tarteleta de atún vegetal y otros ingredientes que desconozco. No creí que reunirlos a todos juntos desataría este desastre.

—¿Y bien?¿Qué nos vas a decir, Rowan? —cuestiona Kraya antes de beber de su jugo de naranja.

Todas las miradas recaen en mí, detalle que produce cierta incomodidad en mi interior que me esfuerzo en disimular. Aún me cuesta asimilar que en ocasiones puedo transformarme en el centro de atención de cualquier reunión, cena familiar, almuerzo, charla o lo que sea.

Termino de comer mi tarteleta al mismo instante en que oigo un golpeteo en la mesa que es generado por Luciale. Pronto las miradas se disipan y le agradezco de manera interna por ayudarme en ello.

—Tuve una visión esta mañana —agarro el vaso de vidrio que contiene jugo de manzana y bebo un sorbo antes de continuar—. Vi a Pefther Koulliov y a Meydila Liweul juntos. Estaban hablando sobre algo que no comprendí, sólo sé que él le agradeció por la ayuda a su causa y ella le exigió que cumpla su parte del trato.

Prosigo a terminar mi plato de papas fritas bajo la atenta, pero amorosa, mirada grisácea de mi esposa. Cada momento lleno de complicidad que pasamos me deja incrédula, aunque al mismo tiempo, feliz. Amo nuestra conexión, la manera en la que contemplamos a la otra como si fuese lo único que nos importa en el mundo.

Le ofrezco una papa frita que ella acepta y se lleva a la boca. Analizo el movimiento de sus labios al comer en un estado donde analiza mis palabras en su mente. Se ve intelectual y misteriosa por alguna razón que desconozco.

—¿Y eso?¿Cómo es posible que Meydila esté en contacto con ese Conde que seguro reside en Astenont? Imagino que en alguna «zona prohibida» de ese imperio —habla Vinavina, parece un poco molesta por lo ocurrido.

Sé que es una noticia difícil de asimilar para Luciale, por ello es que se mantiene callada ante todo esto.

—Es más que obvio que quién ayudó a escapar a Krissalida fue Meydila —señalo impasible, aún sostengo el plato en mis manos. Chrystel se limita a llevarse más papas fritas—. Lo que no comprendo es que busca Pefther con todo esto. ¿Kreim estará enterado del comportamiento de su hermana?

—No —niega mi esposa, estoica—. Kreim es leal a la corona, así que dudo que Meydila haya mostrado signos de ser una traidora frente a él, aún así...

—Es decepcionante todo esto —masculla Dríhseida, su mirada verdosa baja hacia su plato—. Los Liweul fueron nuestros habitantes de mayor confianza en la Guerra de Arino y en otros conflictos menores. Espero que Meydila Liweul tenga una buena razón para todo esto y que sus acciones solo sean para un bien mayor, porque ahora mismo son vistas como una traición a Abdrion.

—La condena a esto es la ejecución, madre. Todos en esta mesa somos conscientes de ello —suspira mi esposa. No obstante, una sonrisa victoriosa se esboza en su rostro—. Podemos sacarle provecho a esta situación y averiguar qué ocurre con ellos, que es lo qué trama Pefther Koulliov y dónde se encuentra Krissalida Trayshon. Keatlyn se mostró con intenciones de colaborar en el asunto. Si relevamos a Meydila de su puesto, significaría que dejamos al descubierto lo que planeamos con respecto a ella.

—Es mejor dejarla en la gobernación de Drahtin por el momento —concuerdo, compartimos una mirada serena y confiada—. Será hasta esclarecer este asunto y demostrar la culpabilidad o inocencia de Meydila. Como bien mencionó Dríhseida, tal vez todo esto sea por un bien mayor.

—¿Entonces?¿Actuamos como si no sucediera nada frente a esos dos?¿Fingimos que no nos enteramos que quizá nos clavan un cuchillo por la espalda? —ironiza Normelt, producto de su impulsividad.

—No es mala estrategia la que plantean Luciale y Rowan —reconoce Vinavina, dubitativa. Lleva sus manos por debajo de su mentón—. Pronto las máscaras de esos dos caerían en caso de que Kreim también esté involucrado en el asunto, aunque dudo de ello.

—Pefther es un guardián del sol —les recuerda Luciale, sería—, aún no tenemos evidencias de que haya abierto portales, sin embargo, es muy probable que lo sea. Mi esposa es la viva imagen de la profecía de Skara y estoy más que segura que es la reencarnación de algún descendiente de la Diosa Skara o sus hijos como la semidiosa Elyssandre.

—Eso explicaría los extraños acontecimientos que trajeron a Jessera Dissett a Lilium y los reportes de humanos en Astenont —murmura Chrystel, estupefacta—. De cualquier manera, debemos encontrar su ubicación lo más rápido posible. Así podríamos interrogarlo, imagino, pero si está en una zona prohibida de Astenont se vuelve complicado.

—Marissa Vertiev se presentó hace unos días en el Palacio, aseguró poseer información sobre el paradero de Pefther —indica Luciale, me estremezco ante la mención de esa mujer—. Hablaré con ella. En caso de no presentar algún dato relevante, la ejecutaré por otros motivos. Me amparan las leyes de Abdrion para hacerlo y dudo que los emperadores Ditnov se entrometan.

Ninguno se atreve a contradecir a mi esposa, todos asentimos. Por debajo de la mesa, tomo su mano para entrelazar nuestros dedos, en señal de que tiene mi total apoyo en lo que sea que decida sobre esa mujer, sobre Katie y los demás.

...

¡Buenasssss!

Feliz año nuevo a todos, sé que en algunos países aún no lo es, pero aún así se los deseo. También les deseo que este año sean muy felices, sus vidas estén llenas de abundancia y prosperidad, y puedan cumplir sus sueños. 💞

¿Cómo se encuentran?Espero que estén pasando una buena noche con sus seres queridos, michi/perrihijos, amigos, quiénes los acompañen en este momento. Y si soy yo quien lo hace, entonces espero haberles alegrado la noche con este capítulo.

¿Teorías de lo que vaya a pasar?

Keatlyn va a ser protagonista de uno de los libros de la saga, ¿Quién creen que será su pareja? 👁️

Rowan en la segunda parte del capítulo: yo solo quería comer, déjenme terminar mis papitas 😭

¿Ejecutamos a Marissa o todavía no?¿Creen que tenga información interesante?

Laissa se puso en modo fiera, ah JAJAJAJAJA
Si le tienen miedo a Laissa, Luciale es peor cuando le tocan a su esposa

Muchas gracias por acompañarme en esta historia, los amo muchísimo y cada comentario/voto que hacen, me emociona mucho. ✨

Nos vemos en la próxima actualización semanal, ¡Besos y abrazos para todos!

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