Capítulo 28. "Cada verdad tiene su precio"

Luciale. 

Los dichos de Rowan me han dejado en un estado de desconcierto total. Me lleva a sospechar que quizá los recuerdos que el espíritu de Eirene Vertiev le enseña, no son más que farsas y esa alma no es la madre de Rowan, sino que un ente que ha adquirido el aspecto físico de quién en vida fue la hija predilecta de los Vertiev. 

Sin embargo, al mismo tiempo todo cobraría sentido. Los emperadores Ditnov nombraron a Pefther por su nombre y jamás por su apellido, cuando es de público conocimiento que en Astenont se dirigen a los funcionarios, o incluso miembros de la aristocracia, por sus apellidos o casas familiares. Es un tipo de tratamiento formal obligatorio en ese imperio. 

Solo un detalle no cuadra en todo esto. Si se supone que fue el esposo de Venni Lairovst, la real heredera al trono de Zildwi, ¿Por qué nunca se habló de él? Todos los matrimonios de los herederos a las diferentes coronas o de los parientes de éstos, se escriben en los registros de la historia de Lilium como "acontecimientos históricos importantes".

¿Es posible que todo esto se trate de una conspiración?

—¿Crees que en verdad se trate del espíritu de tu madre? —pregunto al percatarme de que continúa despierta, sumergida en la lectura de alguna enciclopedia sobre Astenont—. No encontrarás nada relevante. Los Koulliov desaparecieron sin dejar rastro, nadie supo qué ocurrió con ellos.

Sus ojos cafés se encuentran con los míos, parpadea un poco a través de las espesas pestañas que la caracterizan. Contemplo su cabello oscuro, un tanto despeinado, pero brillante como de costumbre. 

—No comprendo, Lu. Sé que el espíritu que me muestra todos estos recuerdos es mi madre, de lo contrario mi amuleto le hubiese impedido que se acercara —sonrío orgullosa, aprende rápido sobre cómo funcionan las cosas sobrenaturales—. ¿Pero cómo es que no hay nada sobre los Koulliov?¿Por qué querrían mantenerlo en secreto?¿Qué sucedió con Venni Lairovst? 

Me siento con la espalda apoyada en la cabecera de la cama king size. Observo que cierra el libro con frustración, refriega un poco sus ojos con el dorso de su mano derecha antes de liberar un suspiro pesado, quizá hasta angustiado. Mi mano izquierda tantea la cama hasta que se encuentra con una de sus manos, sin titubear, entrelazo mis dedos con los suyos. 

El roce de mis afiladas uñas contra la piel de su palma sosiega cualquier emoción negativa que intente influir en su estado de ánimo en estos instantes. Su sonrisa café agradecida provoca un vuelco en mi corazón, lo conduce a latir más acelerado. 

—Por desgracia, no conozco mucho sobre el tema —comienzo a hablar, su mirada café se tiñe de interés al oírme. Gira su rostro para verme con ese cariño que siempre diviso en sus iris, con ese brillo tan idílico—, pero sé que Venni Lairovst desapareció hace bastante tiempo ya. Prieshra, la madre de Kairashana, la buscó durante años sin cesar. Aseguraba que su hermana estaba viva, pero oculta en algún lugar remoto de este planeta. Con el tiempo, la investigación se detuvo, el nombre de la heredera al trono de Zildwi por mayoría de edad fue olvidado. Hoy en día sus ciudadanos creen que Kairashana desde siempre fue la heredera. 

—¿Por qué Einer mencionó a Venni como "esa mujer"? Digo, se supone que se trataba de una mujer de la familia imperial Lairovst —señala mi esposa, me pierdo en su expresión confundida de cejas arrugadas, labios presionados y ojos cafés centelleantes—. ¿Qué crees tú? 

—Supongo que debe ser por la enemistad que hay entre los emperadores de la nueva generación. Nuestros padres mantenían cierta amistad, pero nosotros no. Zildwi y Astenont están distanciados desde que Kairashana asumió el trono como la emperatriz pacífica —explico serena, apoya el libro en la mesita junto a la cama y se recuesta—. Iba a recordarte que es hora de dormir.

—¿Tus padres sabrán algo sobre esto? 

—Habría que preguntarles mañana —murmuro, procedo a recostarme en la cama. Deposito un suave y cálido beso en su frente antes de susurrar—. Buenas noches, Tree. Descansa. 

...

Me he quedado dormida en algún instante de la noche, Tree me abrazó por la espalda mientras aún descansaba. No soy de permitir que me toquen mientras duermo, pero confío lo suficiente en ella como para darle ese derecho. Es mi esposa, el amor de mi vida y la dueña de mi corazón, deseo verla feliz y en paz. Si ella desea rodearme con sus brazos para conciliar el sueño de manera más sencilla, tiene todo mi permiso. 

De todas maneras, sus brazos alrededor de mi cintura se asemejaron a un mimo hacia mi alma. Una de esas tantas caricias que solo ella realiza, porque es la única capaz de tocar mi espíritu y corazón sin siquiera hacerlo de forma física. 

Es esa conexión espiritual que nos une, indescriptible, mágica, superior, me lleva a lugares que desconozco, y que sin embargo, se sienten como el paraíso en la Tierra. Ella es mi paraíso, mi emperatriz, mi cielo, mi rayito de sol en la tormenta. 

Al abrir mis párpados, me resulta inevitable no suspirar agotada. Mi alrededor se ha transformado en un pozo sin fin, carente de luz; pues, la oscuridad es dueña de este espacio y de cierta parte de mi alma. Estoy destinada a no escapar de ella, está en mi naturaleza, en mi cabeza, en cada parte de lo que soy. 

Por mucho que luche contra mis instintos, jamás los venceré ni eliminaré. Solo debo aceptarlos, mantenerlos a raya en mis decisiones. Es la única manera en la que podré obtener la paz de la que carezco. 

Una presión en mi cuello se presenta, como el pinchazo de realidad que necesitaba para despertarme de una vez. El brazo que me rodea lo reconozco a la perfección, fue el mismo dueño de varios golpes en mi cuerpo, aquel que en algún momento logró confundir mi sentir; el autor material de esta condena que carcome mi mente y mi vida, que busca arrebatarme lo bueno que ha llegado a mí. 

Es el único que posee más envidia hacia mi persona, él sabe que jamás logrará ser feliz. Su infelicidad anhela condenar a cualquier alma pura, libre y amada; convertirlas en un desastre, en la toxicidad personificada. 

—Imaginé que serías más creativo que esto —susurro con la voz quebrada, intento deshacerme de su agarre, pero su antebrazo me asfixia al presionarse contra mi piel—. Continúo sin comprender, ¿Qué ganas con todo esto, Herafel? No puedes contra mi espacio mental. 

—Sé que piensas que puedes deshacerte de mí, pero yo sigo dentro de ti —asegura en un murmullo, su brazo al fin me suelta. Caigo al vacío sin la oportunidad de recomponerme—. Nos volveremos a encontrar, emperatriz Meire. Tal vez eres demasiado ingenua al creer que puedes acabar conmigo.

Su imagen oscura se desvanece frente a mis ojos. Soy consciente de la irritación que le provoca el hecho de que yo ya no actúe en estos momentos donde intenta burlar mi control mental, las paredes que he construido alrededor de mi cabeza no son fáciles de derribar. La resignación es mi mayor arma contra sus intentos de doblegarme. 

Finjo condescendencia, pero sigue sin poder romper las barreras que impuse. La única que posee la llave para entrar a mi mente, a mi alma y corazón, es mi esposa: Rowan Electra Becker. La luz de mi vida, la dueña de mi paz, mi compañera de vida para la eternidad, el amor que jamás creí encontrar y por fin hallé. La única mujer que amaré por el resto de mi existencia, la persona por la que daría todo, y a quien considero la estrella más bonita de toda la sociedad. 

Es mi estrella más alta y destellante, entre el mar oscuro en el que navegó y el cielo lúgubre que decora el paisaje. 

Me reincorporo en mi cama tras abandonar ese estado de limbo entre la vida y la oscuridad a la que están destinadas las almas corruptas como la mía. Los ataques de Herafel hacia mi persona han sido más frecuentes desde que mi unión con Rowan fue de público conocimiento, debo suponer que empeorarán por mi matrimonio. 

No me importa las veces que intente algo contra mí, siempre perderá en todo. Cuando acabe con él, seré yo quien lo torture hasta que suplique piedad, a sabiendas de que yo no soy para nada una persona caracterizada por la misericordia. Pagará por todo lo que ha hecho durante años, me da igual si eso significa rendirme a mis instintos sombríos. 

—Estoy aquí, Lu —susurra mi emperatriz cerca de mi cuello, su aliento cálido choca contra mi piel, me obsequia esa dosis de realidad que tanto ansiaba. Los temblores en mi cuerpo disminuyen poco a poco—, soy lo único real en este momento. Él fue solo una ilusión mental, ¿Si? No puede entrar en ti, amor. Tranquila. 

Me apega a ella. Soy incapaz de formular alguna palabra de agradecimiento o una oración coherente, sólo sé que sus brazos rodeando mi cintura es todo lo que necesito para recuperar la calma, el aroma floral de su cabello viaja hasta mi nariz y me permito respirar aliviada. Mis latidos se suavizan, al igual que mis pensamientos caóticos. 

—Has estado muchas veces para mí, ahora yo estaré para ti —asegura firme en un susurro, una de sus manos peina mi cabello enredado con delicadeza—. Para ti hasta el final, velaré por tu salud siempre. Juntas hasta la eternidad, si me es posible. 

...

Bebo de mi copa de vino mientras mis padres se sientan frente a nosotras. El sabor agridulce del líquido que ingiero logra serenar las ansias que han invadido mi cuerpo por un par de instantes. Podría fumar, pero detesto que me vean mientras doy una calada a un cigarrillo. 

Más allá de eso, el verdadero motivo por el que no fumo es por la presencia de mi mujer. Le afecta de sobremanera cualquier detalle relacionado a esa acción, no quiero incomodarla ni ser el disparador de sus recuerdos más lacerantes. No soy como las demás personas en su vida. 

—Buenos días, chicas —saluda mi madre, su encantadora sonrisa nos recibe como si se tratara de un abrazo—. ¿Por qué requerían nuestra presencia?¿Qué desean saber? 

Dejo la copa sobre la mesa con delicadeza, enfoco mi campo de visión en ellos sin perder mi tranquilidad y elegancia. 

—Como ustedes deben saber, Rowan es hija de una de las Vertiev: Eirene. Ella logró investigar que su padre es Pefther Koulliov, al parecer es una especie de funcionario de Astenont —detallo impasible, la expresión de mi padre es tan indescifrable como la mía—. Quisiéramos saber si ustedes nos pueden brindar un poco más de información sobre los Koulliov o sobre él, en caso de que lo hayan conocido. 

El rostro pálido de mi madre adquiere una tonalidad más sombría, sus ojos verdes se oscurecen y entrecierran. Eso me indica que sabe algo, que duda en sí decirlo o no. Me da la pauta de que aquello podría desatar alguna tragedia en nuestras vidas. 

Se encontraba de la misma manera el día en que no tuvo más opción que hablarme sobre mi maldición y las consecuencias que traería a mi vida. Sé que fue difícil de digerir para ella, incluso llego a creer que más que para mí. Para sorpresa de todos, me he tomado demasiado "bien" la noticia; imagino que mi indiferencia fue la causante de esa opinión. 

¿Por qué llorar o gritar? Era inútil, no iba a revertir lo que Mon Arino impuso en mi alma. Solo me quedaba buscar una solución a mis problemas. 

—La historia de los Koulliov es compleja —murmura mi padre, taciturno—. ¿Qué tan segura estás de ser hija de él, Rowan? 

Percibo como ella traga saliva antes de hablar. Por la posición de sus manos, sé que está nerviosa e insegura de lo que dirá. 

—Mi madre... me mostró un recuerdo del día de su casamiento. Lo nombraban a él, así que supuse que yo soy su hija —suspira, le doy un suave apretón a sus manos para que continúe. Su mirada café me agradece en silencio—. Luego los emperadores Ditnov lo mencionaron otra vez, pero aclararon que el matrimonio era ilegal porque Pefther no se había divorciado de su antigua esposa... Se trataba de Venni Lairovst, hermana de Prieshra y tía de Kairashana. Yo misma lo ví en un recuerdo de mi madre. 

Mis padres comparten una mirada cómplice, de esas que he visto innumerables veces en sus iris, de aquellas que en todo momento han gritado «te apoyo en lo que digas, estoy de acuerdo contigo». Resulta admirable ver que su amor sigue tan vivo como el día en que se conocieron, como si fuese ayer que se hablaron por primera vez.

—En efecto, Pefther Koulliov estuvo casado con Venni Lairovst —comienza mi padre, su voz es un tanto tosca y al mismo tiempo, hallo incomodidad en su semblante. ¿Por qué? —. Fue una unión polémica, pues se creía que él solo se casaba con ella por el trono. Si Venni asumía como emperatriz, él hubiese sido su Maliksima, por ello se pensaba que era una relación de interés político. Él nunca demostró ningún sentimiento en público, pero juraba amar a su esposa. 

—¿Lo conocieron en persona? —se interesa mi esposa. 

Me limito a oír lo que relatan, sirvo más vino en mi copa sin emitir palabra alguna al respecto. Mi deber en este momento es apoyar a Tree, que sepa que yo estoy aquí, en su búsqueda por descubrir la verdad de sus orígenes, en sus caídas, sus malos momentos, sus instantes de nerviosismo o inseguridad. Yo estoy, para lo que ella necesite, incluso si solo es un silencio pacífico entre ambas. 

A su lado, no existen los momentos incómodos cuando ambas nos encontramos calladas. 

—Estuvimos presentes en su boda —confiesa mi madre, sus expresivos ojos verdes se tiñen de cierta nostalgia—. Tú estabas presente en la celebración, Rowan. Nunca imaginé que eras esa bebé de ojos dorados y cabello oscuro. Vorkiov y yo fuimos en representación de Abdrion, éramos los emperadores y los Ditnov invitaron a los demás gobernantes a la fiesta de su querido "Duque Pefther, uno de los grandes señores"

Una imperceptible mueca de satisfacción se dibuja en mi rostro inexpresivo, mis sospechas no eran solo eso. Eran mucho más, eran una verdad que terminé por confirmar: Einer y Einar Ditnov fueron quienes impidieron esa unión matrimonial entre los padres de Rowan. Lo magnífico es que mintieron viendo mi rostro, cuáles arpías en las que se han transformado desde su ascensión al trono de la corona roja. Sin lugar a dudas, hemos tomado una excelente decisión al declinar su propuesta de conversar con ellos para obtener más información sobre la familia de mi amada. 

Solo hubiesen mentido, con esa naturalidad que les caracteriza. No me sorprende, todos lo hemos hecho en algún momento donde nos hemos visto acorralados por verdades que preferimos negar. 

—Los Koulliov descienden del linaje de la semidiosa Elyssandre, Rowan —destaca mi padre, entrelaza sus manos en un gesto dubitativo—. Es decir, existe una gran probabilidad de que seas una guardiana de la llama de la creación. También son conocidos como guardianes del sol, pero aún no lo sabemos. No has manifestado señales de poseer alguno de sus poderes o de abrir algún portal. Imagino que aún. 

—Disculpen que me entrometa —alejo la copa de mis labios, firme—, ¿No se suponía que el linaje de la semidiosa Elyssandre falleció en los años 101 y 102? 

El interés recorre mi cuerpo en su totalidad, las teorías que he hilvanado desde hace un par de días pueden transformarse en una realidad en cualquier instante. Sentí esa corazonada de que quizás ella sea una guardiana del sol, una miembro de la exclusiva Corte que mantiene la Diosa Skara. Eso explicaría las dos especies que porta en sus venas y que jamás se habían avistado juntas: ninfas del sol y brujos de sangre. 

Ambas son descendientes de la Diosa Skara. Las ninfas del sol por la semidiosa Elyssandre y los brujos de sangre por su hijo Dreison. 

«Esa mujer pertenece a mi círculo cercano y se la podrá reconocer por las especies que corren en sus venas, ambas son descendientes directas mías» resuena en mi mente. Una parte de la profecía que Skara dejó escrita antes de partir al lado espiritual, para ascender como alma superior y cumplir el papel del Dios que alaban en la Tierra; ella era devota del cristianismo. 

—Durante siglos se creyó que así fue, pero con la llegada del primer Koulliov que presentó rasgos de la especie de los legendarios, se descartó esa teoría. El linaje de la semidiosa Elyssandre nunca desapareció, siempre estuvo con nosotros y ahora con Rowan. 

—¿Eso que... significa?¿Qué soy la personificación de un linaje poderoso que persistió durante años y que fue odiado? —la reflexión de Tree me asombra, dirijo mi mirada hacia su perfil para analizarla y admirarla. Adoro sus cejas fruncidas al pensar, sus iris cafés teñidas de un brillo curioso, la manera en la que sonríe de manera suave al no tener idea de que decir—. Los Koulliov nunca fueron bienvenidos en otros imperios, solo en Abdrion. Si bien Astenont era el lugar de las ninfas del sol, ellos estaban en contra de que exista una monarquía. Al igual que Vinavina Arino, defendían la democracia y la abolición del absolutismo monárquico. Solo cuando mi padre nació fue que los emperadores de Astenont pudieron sanar esa enemistad con los Koulliov y comenzaron a ocupar cargos de poder dentro de la sociedad asteniense, encabezaron la aristocracia de ese imperio y algunos lograron emigrar hacia Zildwi o Khiat. 

La sonrisa esbozada en mis labios de tonalidad bordó, incrementa en el momento en que mis padres asienten con el único fin de darle la razón a mi preciosa Tree. Estoy orgullosa de cada uno de sus logros, de como cada día se perfecciona con el uso de sus habilidades y poderes. Me acaricia el alma verla cada día más segura, más comprometida consigo misma, mucho más en paz. 

Me dedica una mirada amorosa, con las pupilas dilatadas sin exagerar, con ese brillo intenso teñido de cariño hacia mi persona. La manera en la que se curvan sus labios me enamora cada día más, junto a los hoyuelos a los costados de sus comisuras que para mí son su rasgo más tierno. 

—Siempre se creyó que la desaparición de Venni Lairovst fue organizada por él. De hecho, tendría mucho sentido que los emperadores Ditnov no hayan colaborado en la búsqueda. Poco después, Prieshra ascendió al trono y gobernó durante bastantes años hasta que abdicó en favor de su hija, la actual emperatriz de Zildwi —detalla mi padre, todavía intento descifrar el porqué de su incomodidad y dificultad para articular oraciones cuando se trata de este asunto—. Es muy probable que Einer y Einar Ditnov hayan denegado el divorcio de Pefther, el cuál fue iniciado en el reinado de sus padres. Quizás Meriliah y Martev nunca les dijeron los motivos por los cuales fue rechazado, pero aún así ellos continuaron con la negación. Si Pefther se casaba con Eirene, eso significaría que él abandonaría sus tareas políticas por su matrimonio. La probabilidad más grande radicaba en que él se establecería en Abdrion, por lo que entraría en contacto con Marissa Vertiev y ella era considerada una potencial amenaza para Astenont. En resumidas cuentas, no fue más que egoísmo puro y quizá alguna tergiversación en los datos, nadie puede comprobar que fue él quien desapareció a Venni. 

—¿Hay alguna manera de saber si está vivo? 

—Dudo mucho que lo esté, Rowan. Si él estaba realmente enamorado de tu madre, entonces habrá muerto de tristeza hace años —opina mi madre, con una mirada comprensiva—, pero puedes intentar buscarlo. Sólo no contactes mucho a los hermanos Ditnov, no sabemos si dirán la verdad o mentirán. 

...

Rowan.

Creí que hablar con Dríhseida y Vorkiov sobre mi familia me aclararía mis dudas, pero solo fueron algunas. Las otras todavía vagan en mi mente, como pensamientos intrusivos que no planean dejarme en paz por al menos una semana. 

Sé que podría callarlos con mis medicamentos, pero me niego a tomarlos. Me niego a ser ese despojo humano en el que me convertí cuando empecé a tomarlos, porque todo había empeorado conmigo. 

Me niego a regresar al pasado. A ser infeliz otra vez. Las medicinas nunca funcionaron. Al cabo de unos meses, mi psiquiatra aumentaba las dosis al comprobar que no surtieron efecto; mi cansancio continuaba, la lentitud al hacer las cosas, la somnolencia había regresado, la inexpresión en mis rasgos. Considero que no me ayudaban, que me dañaban. 

¿A esto estuve destinada?

¿A vivir con mil traumas? 

¿A ser conocida como la sobrina de una asesina?¿Y cómo la hija de quién pareciera haber acabado con la vida de la heredera del trono de Zildwi?

¿Realmente Pefther desapareció a Venni?¿O solo fue una conspiración de las otras familias pertenecientes a la aristocracia de Astenont? 

Perséfone se recuesta sobre mi regazo, su ronroneo suave logra tranquilizar mis latidos acelerados. Sus patitas presionan con cuidado mis piernas, un movimiento similar a "amasar" un pan o cualquier cosa de panadería. Toda mi vida escuché que los gatos solo hacen eso cuando se sienten a gusto con sus humanos o consideran que estos son como sus padres. 

—¿Qué haces cuando sientes que no puedes parar de pensar? —susurro mientras acaricio su cabeza con afecto, su ronroneo se escucha más fuerte y sonrío—. Supongo que dormir, ¿No? 

—O tal vez pasar una tarde junto a los arbustos que te gustan con tu esposa y un delicioso té de limón con miel y canela —oigo la voz melódica de Luciale en mi oído, cierro mis ojos por la paz que emite al hablar—. ¿Vienes? Sería una pena que desperdiciemos tu té preferido. Puedes traer a Perséfone si ella quiere. 

Su perfume invade mis fosas nasales, dulce como de costumbre, delicado, pero esta vez con fuertes notas de jazmín. Es como si hubiese decidido cambiar la fragancia que utiliza de forma usual por una aún más dulce, pero con cierto toque de elegancia. Quizá buscaba un perfume que grite «Luciale Meire, la maldad personificada». 

Escuché que algunos ciudadanos de la élite se refieren a ella de ese modo, supongo que por todos los rumores que corren con su nombre. Incluso se han atrevido a afirmar que ella estuvo de acuerdo con la masacre que organizó su tía Mon Arino. Que irónico, ¿No? 

No hay persona en este planeta que odie más a Mon Arino que la mismísima Luciale Meire. Sheneira para su pueblo. 

...

Mi vista admira el pequeño lugar que la emperatriz de mi vida ha ordenado. Dentro de varios de los arbustos que contienen claros de luna —mis flores favoritas desde que las descubrí en Abdrion—, dos sillas blancas junto a una mesa del mismo color, se alzan entre la vegetación y las flores que cuelgan de las ramas. Sobre la mesa se encuentra una bandeja con una tetera, dos tazas, un par de galletas con chispas de chocolate, una tarta de arándanos y un poco de pollo para Perséfone. 

—Sé que no es mucho, pero espero que sea de ayuda para calmar los pensamientos que rondan por tu mente —besa la cima de mi cabeza antes de dirigirse hacia una de las sillas. 

Analizo su aspecto, pulcro como siempre. No hay día en que el amor de mi vida no grité perfección en su total expresión. Su vestido, esta vez sin una falda tan ostentosa, es de seda gris oscura, con brillos a lo largo de toda la prenda; el escote es de hombros descubiertos, con mangas largas de encaje. Se ve tan radiante incluso con un color tan apagado, tan relacionado con la tristeza o la muerte. 

Sus labios se tiñen de bordó, la palidez de su piel podría ser comparada con la de un muerto, pero me he acostumbrado a ella. Lleva las mejillas decoradas con un poco de rubor, un excéntrico delineado de sirena eye, largas pestañas y sombras moradas debajo de sus ojos. Su cabello rubio se encuentra suelto, pero alisado, con la raya del cabello en el costado izquierdo. 

—¿Disfrutas la vista? —su sonrisa arrogante me sonroja leve. 

—Mucho —respondo segura mientras camino con Perséfone en mis brazos. 

Logro sentarme con cuidado, la gata descansa en mis piernas como si yo fuera su cama. Su respiración tranquila me serena más de la cuenta, disfruto mucho de ver a las personas que quiero en paz, teniendo la total certeza de que conmigo estarán seguros y yo nunca los lastimaré. 

—Preparé comida para ella por si despierta —murmura la rubia a mi lado con una dulzura excepcional en ella, sirve té en las tazas de porcelana negra con suavidad—. Sé que no fue sencillo procesar lo que mis padres te dijeron, por ello quiero que sepas que yo estoy contigo. Ahora y siempre. Somos un equipo, una pareja, un amor honesto, ¿Si?. Lo que a ti te duele, a mí me duele en partes iguales; lo que te entristece, a mí me aflige de igual manera. Seré tu apoyo en el caos que se pueda convertir tu vida, seré quien te proteja y sostenga cuando decidas ser vulnerable, Tree. Deseo que lo mantengas presente en tu cabeza en todo momento. 

—Gracias por todo, Lu. En serio, yo... no sé cómo agradecerte todas las consideraciones que tomas conmigo —digo, lenta, en completa calma. Mis latidos se ralentizan al mismo tiempo en que compartimos una mirada cómplice, donde en sus ojos grises solo hallo comprensión, seguridad y confianza—. Solo me queda asegurarte que también estoy para ti, que puedes confiar en mí. Acabaré con cualquiera que desee hacerte daño y eso incluye a ya sabes quién. 

—No necesitas ni debes agradecerme, mis acciones se originan desde el amor que siento por ti. Cuando uno actúa desde un sentimiento tan precioso como ese, no busca agradecimientos, ni recompensas o condecoraciones. Solo anhela que la otra persona se sienta en paz, amada, adorada y protegida —aclara, con ese aire de firmeza que desprende su tonada, pero al mismo tiempo amorosa—. Te amo, Tree. Te amo como eres, una persona maravillosa que todos deberían conocer. Adoro tu corazón, tu nobleza, tu honestidad, tus valores y principios. Te amo como no tienes idea, mi emperatriz del sol. 

Se levanta de su silla para acercarse a mí. Funde nuestros labios en un beso corto, suave, pero intenso a la vez. Sonrío mientras profundizo el gesto, con mis brazos alrededor de su cuello y los suyos en los apoyabrazos de mi silla. Debería sentirme acorralada o asustada, sin embargo, solo siento tranquilidad en mis adentros. Estoy segura de que ella jamás me dañaría. 

El maullido de Perséfone nos separa, Luciale ríe antes de alejarse para regresar a su antigua posición. Me contagio de su risa, con mi vista enfocada en la gata sentada sobre mis muslos, con cara de pocos amigos y diría que hasta celosa por no ser el centro de atención. 

...

Disfruto de la lectura de uno de los libros sobre la historia antigua de Abdrion. Me interesa saber el pasado del imperio que gobierno, para tener en mente que errores no cometer, que aciertos llevar a cabo y cómo piensan las personas que viven en una sociedad sometida a una monarquía. 

Es tan diferente a la vida en la Tierra. Ellos tienen tan normalizado el hecho de que exista la figura de un «emperador» o una «emperatriz» que durante el reinado de los Arino, nadie cuestionó sus actos ni nada parecido. 

Resulta tan increíble el hecho de que la primera en cuestionarlo fue Dríhseida Arino, la niña que todos creyeron que era la salvación del imperio y para su familia no fue más que su destrucción, su perdición. Era la profecía de la muchacha que cambiaría el destino de su imperio, pero que a los ojos de muchos eso sería como acabar con todo y desatar un caos. 

Para que se cumpla un nuevo orden, las viejas estructuras deben ser eliminadas. Toda evolución surge de antiguos patrones rechazados y reformulados. 

—¿Cómo debería dirigirme a usted, majestad?¿Cómo Vertiev o Becker? —el tono irónico de Vinavina inunda la biblioteca, levanto la mirada para encontrarme con ella a unos metros. 

—Yo creo que simplemente Rowan está bien —respondo con la misma ironía, elevo mis cejas—. ¿O cómo quisieras llamarme? 

—¿El arma poderosa que podría destruir Abdrion? —bromea con una sonrisa bastante forzada a mi parecer. Se acerca a mí para sentarse en la silla de enfrente—. Eres hija de Eirene Vertiev, creo que eso es impresionante. Sumado a que seguro eres hija del duque desconocido con el que planeaba casarse. 

—Es complejo de explicar, pero sí —confirmo sus teorías para su tranquilidad—. ¿Consideras que es algo bueno ser reconocida como una Vertiev? 

—Los Quishenas te odiarán al igual que una buena parte de los licántropos que habitan este imperio, pero los ciudadanos de Astenont te adorarán hasta cierto punto. Zildwi y Khiat se mantendrán lo más neutrales posibles —opina sincera, con una pequeña sonrisa en sus labios—. Pagaría por ver la cara de Krissalida Trayshon al contárselo a sus hermanos. ¿Has visto que no pudieron asistir? Solo ella. No aparentaba mucha felicidad por la noticia. Me agrada eso, detesto su presencia tanto como la de Shinkira. 

—Son íntimas amigas, lo sé. Supongo que de ahí viene tu odio, ¿No? Sumado a otros motivos personales tuyos —murmuro antes de apoyar el libro sobre la mesa—. Hace un tiempo me dijiste sobre ayudarme a manipular el elemento de la tierra, ¿La propuesta sigue en pie? 

—Claro que sí —asiente con la cabeza—. ¿Quieres empezar desde ahora? 

—Si no es mucha molestia —me levanto de la silla, ella imita mi movimiento. 

Hay algo oscuro en Vinavina Arino, similar a la energía que rodea a Luciale, aunque me atrevería a decir que es más densa, más lúgubre. Como si fuera un aura de un luto eterno, de un abismo de locura que la incita a rebelarse contra la monarquía, los esquemas familiares y contra ella misma; sin importarle los medios que utilice para lograrlo. Ella se rige por «el fin justifica los medios». 

Es otra alma solitaria que aún no ha encontrado su camino, un alma manchada por la corrupción de su madre y las exigencias de su hermana mayor. 

—Primero debes despejar tu mente de cualquier otro pensamiento que no sea sobre el elemento que empezarás a manipular —indica Vinavina, su cabello rojizo se mece con un viento inexistente. No hay manera de que circule el aire en este recinto, no encuentro lógica en el movimiento de sus mechones—. Al principio sentirás un cosquilleo en las sienes, es normal. Luego, si visualizas que es lo que deseas hacer con dicho elemento, podrás ver qué has materializado tu pensamiento. Es sencillo. 

—De acuerdo... voy a intentarlo —suspiro antes de cerrar los ojos, mis manos se mantienen levantadas a la altura de mi pecho. 

Es entonces cuando me dejo caer, a sabiendas de que uno de mis poderes me alzará antes de tocar el suelo. Mi respiración se lentifica, al ritmo de mis latidos pausados. Percibo un cosquilleo en mis sienes al visualizar una bola verde donde levitan unas margaritas. 

Soy pura energía, magia en su máxima expresión. Al abrir mis ojos, noto una especie de barrera que me rodea, como un halo de luz azulada y blanca, en mis manos se sostiene una especie de esfera cristalina en tonalidad verde, en la cual levita un ramo de margaritas. 

Lo extraño no es el hecho de haber podido materializar mi pensamiento al primer intento, sino el hecho de que hay una especie de escudo que me abraza, que impide el paso de los demás. No es propio de ninguna de mis especies, pues en ningún momento se menciona algo parecido. 

—Wow... estoy... asombrada —el comentario de Vinavina me devuelve a la realidad. 

Su expresión refleja el desconcierto en un estado puro, sus cejas rojizas se alzan, su nariz se arruga un poco, sus labios se mantienen entreabiertos junto a unos ojos brillantes por la confusión que la invade. Más allá del asombro por mi logro, hay conmoción por lo que sobresale del suelo. 

Unas cuántas ramas junto a flores moradas y enredaderas, se imponen en su dirección. La magnificencia de dichas plantas me mantiene anonadada al momento de observarlas, casi haciéndome olvidar que no han sido creadas por mí; sino que por ella. 

Los poderes de Vinavina Arino como hada de la Tierra han regresado. 

...

¡Buenasssss!

Acá toy otra vez con un cap semanal :DD

Muchas preguntas y pocas respuestas JAJAJSJSJSJS

Ya veremos más sobre los Koulliov en próximos capítulos. Y sobre los Vertiev

Tocará que aparezca la tía tan querida (sarcasmo) de Rowan

¿Qué piensan de lo que pasó con Venni?¿Pefther la desapareció o ahí pasó algo más?

¿Pefther está vivo o muerto?

¿Y qué onda con Prieshra?¿Por qué dejó de buscar a Venni?

¿Será que Rowan tiene hermanos? 👁️

¿Qué pasó con Vinavina?¿Volvieron sus poderes?

¿Y ese poder nuevo de Rowan? 👁️👁️

Les voy a adelantar que Rowan no es el nombre original de Rowan y lo veremos en próximos capítulos. De ahí viene que las iniciales que se tatuaron en el cuello de Luciale sean "E.A.K.V"

De nuevo el Herafel apareció, pero tranquis, que el cucaracho pronto se muere y nos deja en paz a la Luciale. En ese momento, creo que todos festejamos JAJJAJAJAJAJ

Nuevamente les agradezco por el apoyo y por quedarse a leer, muchas gracias <3. ¡Los amo! Me alegran el alma cuando leo sus comentarios ♥️

Si conocen personas a las que les pueda gustar la historia, recomiendenla.
A los nuevos en el fandom, ¡Bienvenidossss!

Nos vemos en la próxima actualización semanal. Les mando muchos besos, abrazos y éxitos en sus exámenes/trabajos <333

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