Capítulo 27. "Baile de las estrellas"

Este es el especial por las 9K de lecturas. ¡Muchas gracias por leer y quedarse conmigo! Luciale, Rowan y yo les agradecemos el apoyo. <3

A continuación, les dejo unas canciones que servirán como playlist para este capítulo:

d4vd - Here With Me
Sia - Snowman
BTS - Black Swan (Orchestra versión)
Joel Sunny - Luminary

Luciale.

La imagen de Herafel se desvanece en cuestión de un efímero instante en el que Rowan chasquea sus dedos con disimulo y yo soy capaz de oír el sonido que estos transmiten. Concentrarme en su magia me ayuda a salir de ese estado de paralización absoluta de mi cuerpo.

No fue real. Solo una ilusión de mi mente unida a la de él, la conexión se romperá en cuánto mis iniciales se esbocen en el cuello de Rowan. Yo estoy unida a ella, en cuerpo, mente y alma, pero por algún motivo que desconozco, no pudo terminar por completo el proceso.

Me aterra ser consciente de que la barrera entre la mente de esa escoria y yo, ya no existe. Ver su silueta, por tan insignificante que resulte, significa mucho más de lo que se podrían imaginar otras personas. Para nada es una buena señal, pues me confirma que mi maldición se ha acelerado. De nuevo.

No tengo idea de cómo frenar todo esto, o al menos revertirlo. La magia de Rowan funcionará para romper los lazos álmicos con él, ¿Pero qué es lo que se debe hacer?. Voy a ciegas en un camino que no sé si me conducirá al acantilado, a la perdición más inmensa que jamás he presenciado, o a la salvación que me libre de mi condena eterna.

—No es real —susurra Rowan a pocos centímetros de mi rostro, su piel emana tanta calidez. Mantiene sus orbes cafés con destellos dorados en las mías grisáceas, me brinda seguridad, una sensación de que todo estará bien. Como si tuviera la certeza de ello, yo decido confiar en sus presentimientos—. Quiere jugar con tu mente, Lu. Solo tienes que verme, yo sí soy real. A mí me ves en estos momentos, no soy una mentira, soy una realidad.

No aparto mi visión de su expresión facial, de su tez trigueña que a la luz anaranjada del candelabro se aprecia brillante y un poco más oscura de lo que es, de sus párpados que brillan gracias a la sombras de ojos dorada, de sus iris que se han tornado claras por el uso de sus poderes. Tampoco puedo dejar de contemplar su sonrisa amable, sus dientes pequeños, sus labios tintados de un suave labial canela, o los hoyuelos que hacen acto de presencia a cada lado de sus comisuras.

—¿Y bien?¿Ya comprobaste que soy real? —inquiere, una de sus manos se posa en mi mejilla.

—Sí —afirmo, tomo su mano con delicadeza y entrelazo nuestros dedos—. También comprobé lo hermosa que te ves con ese maquillaje, con ese vestido de estrellas y esa sonrisa tierna que llevas siempre contigo.

Sus mejillas se colorean con un ligero rubor, no obstante, sus ojos fulguran mucho más que antes. El tono dorado se apodera de ellos, así como la pupila se alarga de manera lenta. A cualquiera le podría intimidar esa mirada, pues es aquella que pertenece a los depredadores en el famoso "Reino animal", y sin embargo, a mí me encanta admirarla. Si por mí fuera, pasaría horas enteras con mis iris en las suyas.

El violín alcanza una melodía más alegre, con cierto dramatismo, junto al piano que se le oye más movido. Es el aviso de que pronto comenzará el baile de la boda, ningún invitado evita un momento así.

Los bailes de las "estrellas", como les hemos denominado aquí en Abdrion, tienen múltiples funciones y una de ellas es que, a la luz de la luna llena, dos almas o más se reencontrarán con su gemela. Con aquella a la que han perdido en otra vida y en esta prometieron encontrar para vivir una vida con su complemento, con ese alguien afín a ellos.

Visualizo a la multitud que se coloca de pie casi en sincronía, los murmullos se apropian del silencio que había comenzado a reinar en el salón hacía unos pocos minutos. Se escuchan algunas risas y comentarios animados, varios gobernadores celebran mi matrimonio con mi emperatriz consorte y el amor de mi vida, mientras que algunos solo prosiguen la asistencia a la velada con una actitud más reservada respecto al tema.

—Felicidades, majestades —Griseynna se acerca a nosotras en una reverencia—. Es un momento tan maravilloso y mágico, agradezco que me hayan invitado a formar parte de un evento importante para ustedes. Mis mejores deseos hacia su eternidad juntas.

La lealtad de ella y su familia hacia nosotros es admirable, me impresiona el nivel de confianza que se creó entre mis padres y los suyos como para no cuestionar ninguna orden o información brindada. Sin lugar a dudas, en una guerra, ellos serían un arma poderosa.

Griseynna Liels es una ninfa de los valles y del agua, su especie se convierte en un espíritu guardián de algún lugar desde los diez años. Por ello, le hemos destinado la custodia del Valle Infernal, un espacio que alberga muchos secretos de Abdrion, como lo son los Arino sobrevivientes.

Manipula el agua, la tierra y además puede actuar como una bruja al haber heredado esa especie de su padre.

—Gracias por asistir, Griseynna —la mujer enganchada a mi brazo le habla con una honestidad que solo ella posee. Me relajo al comprobar que no existe ni un ápice de incomodidad en su cuerpo o microexpresiones—. Es un honor tu presencia en nuestra boda.

La marquesa Liels se prepara para hablar sobre algo más, pero sus labios vuelven a cerrarse al notar dos seres, que intimidan a cualquiera, acercarse a nosotras. Veo su cuerpo femenino desaparecer entre la multitud que charla con bebidas en sus manos, su vestido aguamarina se mece al compás de sus pasos incómodos.

—Majestades —la reverencia inesperada de Einer capta mi atención. Sus ojos azules se mantienen enfocados en mí—. Nos alegra de sobremanera su unión matrimonial y espiritual. Les deseamos una vida de casadas grata, feliz y pacífica.

Percibo un detalle, que de seguro he dejado escapar, incómodo en todo esto. Como si fuera una pieza que no encaja en esta interacción forzada y repentina, como la pieza equivocada de un puzzle complejo. ¿Cuál es la razón tras su saludo? El desconcierto abraza a mi ser, se niega a dejarlo ir, pero acepta ser disimulado tras esa máscara imperturbable e indescifrable que he pincelado en mi rostro durante años.

Luego de que te enfrentas a situaciones así una vez tras otra, dónde eres presa fácil de aquellos que saben mover sus piezas en un tablero de ajedrez, creas un mecanismo de defensa. He podido perfeccionar mi autocontrol como para no perderlo en ningún instante, así como mis pocas expresiones faciales. Soy un lienzo en blanco para cualquiera que me observe, salvo para la jovencita que se ha robado mi corazón.

Compartimos una mirada efímera, como si supiera que pienso en ella en estos momentos.

—Muchas gracias, majestades de la corona roja —mi esposa responde cortés, realiza una reverencia leve antes de beber del contenido de su copa—. Pensamos que el viaje sería largo para ustedes y enviarían sus saludos con alguno de sus funcionarios.

—¿Y perdernos la boda más importante que ha ocurrido en 30 años? —la voz de Einar irrumpe en la extraña calidez que tomó la conversación, su tonada áspera y a la vez amable provoca desconfianza en mi persona—. Eventos como este son imperdibles. No ocurren dos veces.

Analizo sus aspectos con el mayor disimulo posible.

Einer Ditnova, con su elegancia mortal, de traje borravino en su totalidad, con una blusa de brillos plateados que dibujan el símbolo de la bandera de los Zartev, unos guantes de cuerina negros y tacones stiletto rojos. Sus labios están tintados del mismo tono que su calzado, el maquillaje que lleva es un tanto dramático con esas sombras oscuras y el delineado de la línea del agua. El cabello azabache se encuentra suelto, pero alisado acompañado de un brillo impecable.

Einar Ditnov, con su misterio que lo envuelve, de traje negro, pero con una corbata roja. Su mirada azul se detiene en Rowan más de la cuenta, pero no hallo más que curiosidad en sus iris, intriga por descubrir quién es en verdad mi emperatriz y a qué ha llegado a este mundo. Es obvio que Tree debe cumplir una misión, la cuál yo he meditado durante tiempo.

La mirada azul profundo de él choca con la mía, son unos pocos segundos en los que compartimos contacto visual antes de que aparte su vista. Detecto cierta incomodidad al percibir mi presencia.

—No creí que tendría tanta repercusión en los emperadores de otros imperios —opina ella, con una sonrisa dulce, su rostro se gira para observarme—, pero lo entiendo al recordar quiénes se casaron y a qué imperio pertenecen.

No es un secreto que Abdrion está a la cabeza, lo que nos habla de que se encuentra por encima de los demás imperios. Mi territorio es rico en producciones, poderes, diversidad de especies, recursos, con una de las mejores gobernaciones. El tiempo donde fuimos miserables, dónde nuestros ciudadanos lograron sentirse inferiores a otros, ha terminado; una nueva era y nuevas generaciones gobiernan, habitan y conviven en Abdrion. El imperio ha renacido, nos encontramos en nuestra época de mayor auge. Así continuaremos, como el imperio glorioso que siempre debimos ser, y seremos recordados por ello.

La dinastía Meire se encargará de mantener la reputación y estabilidad del imperio, confío en que Chrystel hará un buen trabajo cuando me retire junto a Tree de la gobernación. Mi mejor amiga es la primera en la línea de sucesión del trono, no planeo que le quiten ese derecho, tampoco me importa si su apellido no es Meire.

Creció junto a mí como una hermana mía. Nada cambiará eso.

—Así que hija de Eirene, ¿No? —Einer parece escucharse con un aire mordaz, pero la realidad es que siente una extrema curiosidad hacia mi Tree. Sus labios rojos esbozan una sonrisa ladeada—. Teníamos el presentimiento de que su hija estaba viva, jamás se encontró el cuerpo de la bebé.

Presiono mis labios al percatarme de la mirada intrusiva de Einer Ditnova en los brazos de Rowan, pues algunas cicatrices resaltan entre su piel trigueña y la tela del vestido. He apreciado muchas más en su espalda, el gran escote que adorna a esta permitió más imagen visual de la cuenta.

¿Qué acaso no conoce el respeto por el otro? Si Rowan no tiene inconvenientes en enseñar sus cicatrices, tampoco es como para que los demás vengan y la observen como si fuera una atracción andante. No es ningún objeto del que tienes curiosidad e investigas, es un ser humano que debe ser respetado, no juzgado con una mirada —que a mis ojos no es más que insignificante, irrelevante, absurda—, pero yo sé que a los suyos no.

A pesar de que se esfuerza en disimular el malestar que le infligen las miradas de ese tipo, puedo detectarlo en los dedos que acarician la piedra de su anillo de casada como si eso fuese a tranquilizarla.

—Al parecer no se equivocaban con sus presentimientos. De hecho, me atrevería a afirmar que ya tenían certeza de que ella era la hija de Eirene Vertiev, ¿No? Por ello la bienvenida «especial» al momento de nuestra reunión —espeto indiferente, su mirada azul se aparta del cuerpo de Tree para fijarse en mí.

Captó la indirecta en mis ojos asesinos, agradezco que no haya decidido inmiscuirse más de la cuenta en los asuntos personales de Rowan. Me hubiese obligado a echarla del evento y prohibirle la entrada a cualquier sitio donde se encuentre también mi esposa.

—Tan atenta como de costumbre, majestad —ironiza Einar, toma una copa de la bandeja que le ofrecieron mientras agradece—. Indudablemente se fija en cada detalle. No se equivoca, emperatriz Luciale, aunque concluimos que la emperatriz Rowan ya conocía sus orígenes. Veo que nos confundimos respecto a ese hecho.

—Conocieron en persona a mi madre, ¿No es así? —señala la joven que se roba mis pensamientos, detallo su perfil. Esa nariz romana que tanto la caracteriza y que a mí me encanta, sus cejas peinadas de una manera tan perfecta y esas pestañas oscuras, espesas, que adoro—. ¿Por qué su unión matrimonial con quién se supone es mi padre no pudo darse?

Noto cómo Einer Ditnova traga saliva, en un esfuerzo por actuar normal al mismo tiempo que la sorpresa invade su rostro, lo tiñe de una expresión donde las cejas se fruncen y los labios rojizos forman una leve mueca de disgusto. Me extraña tanto que su manto de indiferencia haya sido reemplazado por alguna efímera emoción.

Su hermano, por otro lado, permanece inamovible e imperturbable. Bebe del vino tinto de su copa como si las palabras pronunciadas por la emperatriz consorte de Abdrion no le afectaran en lo absoluto.

No me caben dudas de que ambos son expertos en el arte de ocultar sus emociones. Todos los emperadores en algún momento hemos comprendido lo importante que es adquirir experiencia en ello.

—La unión entre Pefther y Eirene era ilegítima —murmura Einer, cruzada de brazos. Aparenta ser reservada con el tema, pero sé que es por mi presencia. Si mi mujer estuviera sola, hablarían de manera natural—. Pefther nunca se divorció de su esposa, se cree que esa mujer desapareció o fue asesinada. Él la buscó durante años hasta que un día detuvo su investigación, pero aún así, nunca rompió su matrimonio con ella. Dentro de las leyes de Astenont, para que otro matrimonio se concrete, ninguno de los prometidos debe estar casado con alguien más.

—Si desea más información, emperatriz Rowan, podemos contactarnos con usted en otro momento —Einar me dedica una mirada penetrante, lo ignoro sin más—. También puede decidir si su esposa la acompañará o prefiere asistir sola.

—Lo pensaré, gracias por la propuesta —les sonríe amable—. Iré con Chrystel, Laissa y los demás hasta que comience el baile. Nos vemos, Lu.

Camina lejos de mí, sonrío cuando la sigo con la mirada. Aún recuerdo la primera vez que nos vimos, su mirada —más que temerosa— se apreciaba triste y apagada, hoy en día puedo afirmar que se halla llena de vida, de energía, de un fulgor que ilumina cada recinto al que acude; su buen ánimo contagia a cualquiera que se acerque a ella, lo he comprobado con Vinavina. La hija menor de Mon Arino no es la persona más educada del mundo, sin embargo, con Rowan sonríe y hasta logra bromear un poco.

Me detengo a pensar en su manera de andar. Camina de una manera tan dulce y tímida, con los brazos posicionados a sus costados, con pasos suaves mezclados con cierta delicadeza, y una sonrisa simpática que recorre su rostro mientras se mueve. Su cabello oscuro se mece al compás de sus pasos, su espalda recta le otorga cierto porte de autoridad, pero no pierde esa energía amigable y llena de timidez.

—Una ciudadana de la aristocracia asteniense es la nueva emperatriz consorte de Abdrion —la tan temida señora de la noche se acomoda a mi lado, con la vista enfocada en el pequeño círculo de familiares y amigos míos que rodea a Tree—. Tan impensado y a la vez tan lógico, sería imposible que Rowan no pertenezca a alguna familia de Astenont teniendo en cuenta la especie a la que pertenece. Las primeras ninfas del sol nacieron en mi imperio, siempre serán consideradas astenienses.

—El hecho que hayas nombrado a la «aristocracia asteniense» me lleva a pensar que Pefther es o fue algún duque —indico sin perder mi indiferencia. Mi vista centrada en la emperatriz de mi vida distrae cualquier pensamiento sobre perder el autocontrol—. ¿No será que ustedes no le permitieron divorciarse?

—Jamás nos involucraríamos para arruinar los derechos de algún ciudadano nuestro —sisea Einar por lo bajo, diviso un casi imperceptible ápice de molestia en su rostro—. Le daremos más detalles a la emperatriz Rowan cuando ella lo desee. Pase buena velada, majestad.

Ambos se apartan de mí, llevan consigo las auras oscuras que los abrazan. Examino el andar de Einer, aparenta seguridad, poder y autoridad, aunque tal vez por dentro se replantee el hecho de que no debió ser tan evidente al juzgar a mi esposa. Nunca permitiría una falta de respeto hacia nadie.

Me pierdo en la sonrisa genuina de Rowan Electra Becker, sus labios acanelados trazan un gesto de alegría pura, acompañado de esos hoyuelos pequeños que se forman cerca de las comisuras y que yo comparo con los cráteres que tiene la luna de la Tierra, tan místicos, tan metafóricos. Ella es como un libro cerrado que yo quiero leer, descubrir cada uno de sus secretos, delinear todos sus lunares e inmortalizar su imagen feliz en mi mente.

Sus ojos cafés destellan una felicidad que admiro, sé que disfruta de este momento mágico que hemos vivido y que nos ha unido para toda la eternidad. Su presencia me otorga paz, es como una brisa fresca de la mañana que acaricia mi cuerpo, como un rayo de sol en el invierno mortal que se vive aquí en Abdrion; es semejante a la vida y a la luz, sin lugar a dudas llegó a este imperio para iluminar cada rincón de este sombrío imperio con su presencia.

Me enfoco en sus ojos. Sus ojos son perfectos y reflejan la noche estrellada más preciosa que he visto.

—La magia del amor, nadie comprende a qué nos referimos los enamorados cuando la nombramos así hasta que los demás sienten lo mismo —comenta una persona a mi lado—. Vivirán mucho tiempo juntas, no piense en la posibilidad de que pronto la magia acabará.

Giro mi cabeza hacia un lado para encontrarme con la silueta femenina de Kairashana Lairovst. La corona que he visto otras veces en ella, resplandece en la cima de su cabeza junto a los hilos plateados que están enganchados a los mechones castaños de su cabello bicolor. El vestido que envuelve su cuerpo es lila, uno de los colores de su bandera, se trata de una prenda larga hasta los tobillos, con varias capas en la falda que llevan mariposas y flores de Metria blanquecinas. Me sonríe gentil al captar que analizo su semblante.

La emperatriz del imperio pacífico es la viva personificación de la paz que abunda en sus terrenos. Al igual que a Rowan, a ella la rodea un aura ligera y serena.

—Usted sabe del tema —saludo inexpresiva, noto que sus cejas se alzan un poco—. ¿Qué más ha visto en sus visiones, emperatriz Lairovst?

Sus iris plateadas se oscurecen un poco debido a la sorpresa que le genera el tono confiado en el que le hablo. Si bien mantengo las distancias al tratarla de "usted", no pasa por alto que decido proseguir con la conversación que ella inició en vez de abandonarla, como es costumbre en mi persona.

No siento la necesidad de huir de cualquier interacción con los demás emperadores, con el tiempo he aprendido a mantenerme serena al momento de socializar. De hecho, estoy en mi momento más feliz, ningún pensamiento negativo intenta entrar a mi mente.

—La emperatriz Rowan traerá felicidad a su imperio, su unión con usted es similar a la de Dríhseida y Vorkiov —susurra para que nadie más escuche, pues los Quishenas se encuentran en la misma habitación y todos son conscientes de la aprehensión hacia mi familia que estos poseen—. Pero pronto deberá elegir entre dos bandos, o quizá fusionarlos. Ella sabe a lo que me refiero.

...

Rowan.

Agarro la copa que me ofrece Chrystel a la vez que sonrío tranquila. Mis músculos se relajan cuando estoy en la ronda que formamos entre Martz, Laissa, Vinavina, Chrystel y Kraya.

Es como estar con los amigos que nunca tuve. Jamás fui buena en las relaciones sociales, mis compañeros de primaria y secundaria me juzgaban con la mirada luego de que mi historia personal haya sido expuesta ante casi todos. No obstante, solo escucharon lo que quisieron, pues esa no era la verdad absoluta y yo tampoco quería dar explicaciones.

Solo quería alejarme de tanto dolor, me aislé a mí misma. A raíz de ello, creé un mecanismo de defensa que afectó mi manera de interactuar con otros, en poco tiempo me volví tan solitaria que solo frecuentaba mi amistad con Jessera y la presencia de mis gatos.

—En la Tierra las personas no se casan tan jóvenes, ¿Verdad? —se interesa Martz antes de continuar comiendo el bocadillo que sostiene en su mano.

Por lo que veo, es una especie de tartaleta de atún con huevo, queso y un poco de pollo. Se ve deliciosa a la vista, pero tiene condimentos propios de Lilium y no sé qué tan fuertes sean. ¿Alguno será como la pimienta? Supongo que sí, odio la pimienta.

—Se estila que se casen después de los treinta años o a partir de los veintiséis. Aunque uno se puede casar cuando quiera y piense que es el momento correcto —opino, bebo un poco del líquido de mi copa. Es una especie de jugo de cereza con miel, muy dulce, pero riquísimo. No soy fan del alcohol y es por ello que no bebo como los demás—. Allá me dirían que soy muy joven, que debería repensar mejor la situación.

—Los humanos siempre se meten dónde no los llaman —comenta Kraya, parte la galleta de frambuesa que sostiene antes de llevarse un pedazo a la boca—. La última vez que viajé a un país de ahí, una señora se metió en las compras que yo hacía. Dijo que quizá debía cuidarme más y que era muy pequeña para comprar sola. Tenía catorce.

—Eras pequeña, Kraya —concuerda Laissa, acomoda su cabello para calmar su nerviosismo—. Concuerdo con esa señora.

—No soy una humana corriente —se defiende la de menor edad entre nosotros—. Puedo matar a alguien con un solo pensamiento, no necesito que me protejan.

—Ya oyeron a la niña, no la molesten —bromea Vinavina antes de reír. Toma un sorbo de su copa de jugo de naranja, sus ojos azules recaen en mí al hacerlo—. ¿Cómo es que te gustó Luciale?

Entrecierro mis ojos, pensativa al analizar su pregunta. Así que el motivo por el que eran tan amables conmigo es para averigüar cómo es que me enamoré de Luciale, ¿Y eso con qué objetivo?¿Qué no me vaya de su lado para que esté de buen humor siempre?

De todas formas, no pensaba irme.

—Yo quería preguntar eso desde que me enteré —murmura Chrystel, la timidez es notable en su voz. Me sorprende que se mantenga así con personas que ya la conocen, pero imagino que es por el evento en sí—. Pero no quise incomodar, preferí que pasara el tiempo.

Termino el contenido de mi copa, me preparo para responder a una pregunta que es sencilla y que al mismo tiempo es compleja. ¿Qué les puedo contar primero?

Hay mucho por decir. Si tengo que hablar de Luciale, escribiría una saga entera de ella. Es imposible resumir toda nuestra historia.

—Debo admitir que la primera vez que nos hablamos, me dio cierto miedo. Imaginen que yo no tenía idea de dónde estaba y ella era bastante más alta que yo, tampoco tenía una expresión tan amable... —relato serena, acomodo la manga izquierda de mi vestido—. Con el tiempo, me sentí más a gusto en el Palacio y fue cuando nos conocimos mejor. Luego me di cuenta que me perdía mucho en su mirada gris, ¿Vieron lo linda que es? Parece inexpresiva, pero brilla mucho cuando hace algo que le gusta o pasa un tiempo conmigo. Me di cuenta que ella me gustaba cuando sentí paz al estar a su lado, cuando me vi segura si ella estaba cerca. También me di cuenta que me gustaba porque su sonrisa me parecía hermosa, más cuando sonreía y mostraba sus dientes.

—¿Acabas de decir que Luciale sonrió y enseñó sus dientes? —la jovencita rubia a mi lado se ve confundida. Asiento en respuesta a su pregunta—. Que extraño... Luciale casi nunca sonríe para empezar, hoy es la primera vez en dieciséis años que la vi hacerlo durante horas. Pero nunca la habíamos visto enseñar sus dientes, solo se limita a mover sus labios.

—Ella y yo tenemos una conexión indescriptible —señalo enamorada, apoyo la copa en la mesa más cercana—. Siempre sentí esa sensación de que la conocía de mucho antes y nunca la había visto en mi vida hasta hace unos meses. Ustedes lo llaman reencarnación de un amor de vidas pasadas, si no me equivoco.

—Así es —afirma Laissa, sus labios forman una sonrisa cortés—. Es imposible no notarlo por la forma en la que conectan sus miradas, o cuando pareciera que van a decir lo mismo. Y lo que sucedió en la ceremonia de la boda... Está más que claro que ustedes son un amor de vidas pasadas, en esta vida reencarnaron para encontrarse y vivir juntas. El dresero en tu amuleto puede significar eso: reencarnación, reencuentro, llamado de otra alma. Eran el símbolo de una familia que se extinguió hace siglos. No recuerdo cuál fue la figura que llegó al amuleto de Luciale.

Frunzo el ceño al intentar recordar ese momento de mi boda, pero es como un hueco en las memorias que poseo. ¿Será que Lu guardó su amuleto antes de que yo pudiera verlo?¿O es que me concentré tanto en el dresero del mío que olvidé ver el suyo? De igual manera, quizá hubo una razón religiosa por la que no enseñó su figura a los demás.

—¿A qué familia pertenecían los dreseros? —me intereso.

—A los Koulliov. Vivían en Astenont, un día desaparecieron y ya no se supo más sobre ellos.

Un suceso bastante extraño y peculiar, pero que por alguna razón me transmite una sensación de familiaridad que ya había sentido antes... como cuando hablé con Chrystel sobre Astenont y al final confirmé que mi madre pertenecía a ese imperio. ¿Entonces?¿Eso significa que...?

—Si me disculpan, muchachos —percibo su dulce perfume rozar mi nariz, se encuentra de espaldas a mí. No hay necesidad de que yo me voltee para saber que es ella, la dueña de mi corazón, de mis pensamientos y de mi amor. La emperatriz rubia de la que todos hablan en los demás imperios y a la que todos temen, pero que conmigo se comporta como el ser más romántico de toda la existencia de Lilium—, me llevaré a mi esposa un segundo.

Luciale Meire.

Me extiende su mano izquierda, la cuál no titubeo en tomar. Sus dedos se entrelazan con los míos mientras me conduce hacia el centro del salón, las luces por un instante se apagan, antes de darle paso a una iluminación más cálida y anaranjada. La luz de la luna llena se cuela por los inmensos ventanales que ocupan casi todas las paredes.

—Emperatriz del sol, ¿Me concede una parte del baile de las estrellas? —nos detenemos en el centro de la habitación, se posiciones frente a mí a la espera de una respuesta de mi parte.

—Sí —digo sin más.

La música cambia a una compuesta por violín, guitarra y piano. Desconozco si es el instrumental de alguna canción o no, me pierdo en el sonido del violín y lo dramático que se oye, similar a la música que tal vez se oía en la edad media.

La mano izquierda de la mujer frente a mí rodea mi cintura, sus ojos grisáceos se mantienen en mi rostro, sus labios están a pocos centímetros de los míos, lo que me permite sentir su respiración pausada. Coloca mi mano derecha en su hombro, mientras que la izquierda se conecta con la suya y entrelaza nuestros dedos.

—Solo tienes que seguir mis pasos, como si bailaras un vals en la Tierra —susurra, su voz suena un poco ronca y dominante. Me parece la voz más encantadora del mundo, incluso cuando se oye tan poco amable, o se escucha tan seductora como ahora—. Después comenzaremos con el baile que no conoces, pero por ahora sí sabes cómo seguirme.

Asiento, embelesada por su manera de pronunciar las palabras. Hasta este entonces caigo en cuenta que su acento es similar al francés, pero sé que se trata de la tonada que adquieren los ciudadanos de Abdrion. Me enfoco en su rostro pálido que es iluminado por la luz cálida de los candelabros, su maquillaje brilla al igual que las pequeñas piedras que lleva en los bordes de su delineado, sus labios violetas entreabiertos llevan a mis pensamientos a otro lugar. Intento estar concentrada para no pisarla, pero es imposible con ella tan cerca mío.

Nos movemos por la habitación, echa un paso hacia atrás y yo doy uno hacia delante. El sonido de nuestros tacones nos delata, pero lo ignoro para no distraerme. Me obliga a dar una vuelta sobre mi lugar antes de volver a la posición inicial, con su mano en mi cintura y las otras en el aire.

—En este instante debes separarte de mí dos pasos —indica en un susurro al mismo tiempo que me suelta con delicadeza—. Una vez estés en esa posición, aplaudiremos y luego debemos mover las faldas de nuestros vestidos. Esa parte se la conoce como "el vuelo", simulamos las alas de las aves que se despliegan.

Asiento de nuevo, me alejo dos pasos hacia atrás. Sus labios se curvan en una sonrisa emocionada, imito sus movimientos a la hora de aplaudir, solo que yo lo hago en espejo, pues las demás parejas de baile lo hacen de ese modo.

Repito la forma en la que ella mueve la falda de su vestido, la tela del mío es un poco más pesada, pero aún así logra un efecto increíble. Este movimiento me recuerda al típico «zarandeo» de una de las danzas de Argentina: la chacarera.

—El baile de las estrellas antiguamente se celebraba bajo la luz de la luna llena, en el pasado se creía que la Diosa Luna concertaba la unión de las almas gemelas de vidas pasadas si se ofrecía un baile en su honor. Dado que las bodas aridienses siempre se llevaron a cabo en días de luna llena, estos días adquirieron una gran importancia por los eventos que ocurren a nivel astronómico —relata ella al acercarse otra vez a mí, toma mi mano y me ayuda a dar una vuelta sobre mis pies otra vez—. Hoy todas las estrellas podrán verse en el cielo, todas las constelaciones estarán presentes.

Suena tan fascinante el hecho de que la Diosa Skara siempre tuvo contacto con las almas de aquellos que hoy en día conforman la corte de dioses que la acompaña. No es un mito, es una realidad en esta dimensión: Kairashana Lairovst es el alma reencarnada de la Diosa Luna; Luciale, mi esposa, es la reencarnación de la diosa de los Quishenas; los hermanos Ditnov, de los dioses de los híbridos y las guerras, como una especie de Atenea en este mundo.

—¿Tendremos oportunidad de verlas? —la emoción sobresalta en mi pregunta, su asentimiento me levanta aún más los ánimos—. Genial, siempre quise presenciar algo así.

Continuamos con el baile, la obligo a dar una vuelta sobre sus pies ya que considero que he hecho demasiadas y ella ninguna. La falda de su vestido se alza un poco, pero se mueve al compás de nuestros pasos. Caminamos en círculos, con nuestros ojos enfocados en la otra, como si fuéramos las únicas presentes en el salón.

Sonrío una vez más, decido apartar mi vista para encontrarme con una escena que jamás creí ver. Más allá de ver a Paularah Kreshton junto a Laissa Arino, que no me sorprende en lo absoluto, soy testigo de como el emperador de Astenont se acerca a la Diosa Luna para invitarla a bailar.

A pesar de lo bizarro que resulta el momento, Kairashana termina por aceptar la propuesta. Dudo que vaya con alguna intención amorosa, ambos se detestan, son lo contrario al otro y existe un límite para esas relaciones dónde "los opuestos se atraen". Para que funcionen, debe existir al menos una característica en común.

—¿Es...? —murmuro al regresar mi atención a Luciale.

—Creo que lo hace porque sabe que no puede sacarme a bailar —susurra con una sonrisa divertida—. Dudo que quiera enfrentarse a la ira de una ninfa del sol.

—Si intenta sacarte a bailar, no me enojaría, acabaría con él —aseguro en un murmullo, ella sonríe y besa mis labios al tomar mi rostro por el mentón—. No soy celosa, pero tampoco me gusta que coqueteen con mi esposa.

—Lo sé, a mí tampoco me gusta —toma mi mano derecha y tira un poco de ella—. Vamos, en pocos minutos podremos ver las estrellas en el cielo. No quiero que te pierdas esta oportunidad.

...

La teletransportación puede mover nuestros cuerpos en un segundo, me hubiese encantado conocer este poder cuando era pequeña. Me habría salvado de tantas incomodidades y malas situaciones, muchas veces solo quise esfumarme en el aire a otro lugar.

Acompaño a Luciale hasta la barandilla y nos quedamos detenidas con las manos apoyadas en esta, la luz de la luna ilumina su rostro pálido. Amo contemplar de cerca el lunar con forma de corazón de su mejilla.

En cuestión de un efímero instante, un destello ilumina el cielo en su totalidad para dar paso a las estrellas que tintinean en la inmensa oscuridad de nubes azules y una luna llena. Sonrío emocionada al reconocer varias constelaciones como las de los signos del zodiaco, la osa mayor, Casiopea, entre otras. Algunas destellan más que otras, es magnífica la vista de este cielo nocturno estrellado, no sé cómo reaccionar ante la emoción que corre por mi cuerpo, ¿Qué debería hacer?

—Chrystel una vez me dijo que te apasionaba la astronomía, pensé que te gustaría presenciar esto —murmura con serenidad, sus dedos peinan mi cabello—. Este tipo de eventos ocurren cada 30 años. La última vez que sucedió fue en... la boda de mis padres.

Aparto la mirada del cielo para encontrarme con sus orbes grisáceas que no se han apartado del perfil de mi rostro. No sé muy bien qué responder, nunca se habían preocupado tanto por mí como para llevarme a algún lugar que yo quisiera ir. Tampoco nadie se detuvo a recordar algún detalle importante para mí.

—Sé que tenías planes de continuar tus estudios superiores en la Tierra —suspira profundo, con una sonrisa dulce—. No sé si aún pienses en ello, pero hay una Academia Nacional de Astronomía en Leerralde. Si te interesa, puedes inscribirte en las clases.

—¿Lo dices en serio? —pregunto por impulso, aunque luego me arrepiento.

—Claro, veo cuánto amas estos temas. Yo quiero que seas feliz, puedes proseguir con tus estudios superiores o solo dedicarte al imperio. Deseo que te sientas parte de Abdrion, porque eres parte fundamental de este imperio... y de mí —sus uñas acarician mis mejillas de manera lenta—. No digo esto para obligarte, puedes tomarte el tiempo que necesites para analizarlo...

—Sí. Sí, quiero estar en esa Academia —acepto su propuesta mientras asiento con la cabeza repetidas veces—. Gracias por proponerlo, Lu. En serio te lo agradezco.

Fundo nuestros labios en un beso corto, pero suave e intenso al mismo tiempo. Saboreo su labial de aroma de uva, ella se mueve sobre mi boca con esa experiencia que tanto adoro. Hundo mi lengua en su cavidad bucal para intentar ganar una guerra que está claro que perderé, pero siempre buscaré la manera de tratar de ganar.

—¿Y tú?¿Qué hubieses estudiado? —rompo el efecto del beso, mi pregunta la asombra un poco—. Bueno, ¿Tienes algún estudio superior?

—Quizás no lo creas, pero me he formado profesional y académicamente como abogada —revela, la perplejidad abraza mi rostro. Ella ríe un poco—. ¿Qué tan increíble suena? Una emperatriz necesita conocer las leyes de su imperio y los derechos de sus ciudadanos. Al menos eso pienso.

—Jamás imaginé que te gustaran esos temas —digo, sin asimilar mi sorpresa—. Yo te veía más como una investigadora o una historiadora.

Ríe de nuevo, no puede contener la risa que le provocan mis palabras. Creo que es porque nunca en su vida le habían dicho que le interesaba tanto la historia, cuando en realidad sus pasiones se hallan en el lado de los derechos y las leyes.

Sin pensarlo, detengo mis pensamientos en su risa, tan melódica, suave y delicada. Quisiera que su risa sea eterna, para así poder inmortalizarla en mis pensamientos y que la imagen de su sonrisa que enseña sus dientes sea el único pensamiento que ronde mi mente.

—¿Historia? Me encuentro demasiado lejos de ese campo. Prefiero patinar sobre hielo en mis tiempos libres —confiesa antes de besar mi frente—. Un día te dejaré verme. No me agrada que lo hagan, pero contigo haré una excepción.

—¿Por qué te gusto? —percibo su aliento mentolado chocar con mi nariz.

—Porque las obras de arte tienen derecho a conocer a sus pintores —habla suave y lento—. Y tú, mon étoile, eres mi artista, mi principio y mi final. Tú serás la musa de mis versos, pero yo seré la de tus pinturas, podrás ver el arte que has creado con tus sonrisas en poco tiempo, Tree.

Me pierdo en el gris que decora su mirada centelleante en esta noche que marcó un inicio y al mismo tiempo el desenlace de una historia que apenas comenzó. El destino sabrá si esto será un sempiterno o en algún momento nuestros caminos se separarán.

Sin notar en qué momento sucedió, me transporto a una realidad de algún recuerdo perdido. Dudo que sea de Luciale, he comprobado que sus recuerdos suelen tener una connotación un poco más sombría, no tan alegres como este.

—Se han unido en sagrado matrimonio bajo el juramento de las escrituras de la Diosa Skara. ¿Cuál es el motivo por el que quiere divorciarse de su esposa, Pefther Koulliov? —inquiere una especie de sacerdote, su túnica negra con el símbolo del estandarte de la familia Ditnov brilla en el centro de su torso—. Sabe muy bien que los divorcios se pueden realizar después de los diez años de casados y usted lleva ocho años con la señora Venni Lairovst.

Koulliov.

¿No se suponía que todos en esa familia desaparecieron sin dejar rastro?

—¿En qué momento las leyes cambiaron? Conozco mejor que nadie las leyes de este imperio, no intente engañarme —sisea un hombre de espaldas, su voz tiene un tono bastante grave y jovial, aunque en esos momentos se oye serio.

—Lo siento, señor Pefther. Los actuales emperadores han cambiado algunas leyes —el sacerdote hace una mueca de disgusto—. Su matrimonio con la señora Eirene Vertiev es ilegítimo hasta que su divorcio con Venni Lairovst se concrete. De todas formas, su unión matrimonial con Eirene puede ser un poco controversial, ¿No cree?

—¿Por qué?¿Por qué soy una bruja de sangre? —mi madre hace acto de presencia, el vestido rojo oscuro que lleva de hombros descubiertos le sienta fenomenal. Por fin comprendo que este recuerdo es suyo.

—Órdenes de los emperadores Ditnov, lo siento. Me reservo información otorgada por ellos. Si tienen alguna consulta, pueden ir a hablarle a ellos. Hasta luego, Duque Koulliov y señora Vertiev.

Repienso cada nombre brindado por el espíritu de mi madre, ¿Con qué fin enseñarme todo esto?¿Desea que busque al hombre que parece ser mi «padre»?

Venni Lairovst.

Es la tía de la actual emperatriz del pacifix imperi, ¿Por qué estuvo unida con mi padre y que significa su desaparición? No comprendo nada.

—Tree, ¿Te encuentras bien? —Luciale toma mis mejillas con delicadeza, la calidez de sus dedos me regresa a la realidad—. ¿Qué fue esta vez?

—Pefther se apellida Koulliov. Estuvo casado con Venni Lairovst —detallo, aún confundida—. Fue un recuerdo de mi madre. Creo que su espíritu quiere que investigue más sobre esto.

...

¡Buenas, buenasss!

Estamos en el especial por las 9K de lecturas. Espero que les haya gustado <3

Nos merecíamos ver a las emperatrices de Abdrion pasar un momento feliz después de tantos conflictos como la guerra que declaró Nymra.

¿Qué les pareció? Amé ese baile que tuvieron ellas. Fue tan mágico.

¿Se esperaban a Luciale abogada? JAJAJAJAJAJ yo sigo sin creerlo. Encima patinadora también.

Amé esa cita que tuvieron bajo el cielo estrellado, ¿No fue maravilloso? Luciale recordó que a Rowan le encanta la astronomía 😭

Ya saben, si no los llevan a hacer lo que más aman, ahí no es. Ahre

Gracias a todos los que votan, comentan y se quedan en esta historia. Les aseguro que no se van a decepcionar con lo que se viene <3

¿Se esperaban que Einar invite a bailar a Kairashana? 👁️ ¿Será que ahí apareció un shipp?

Rowan y Luciale no lo narraron, pero Kreim se acercó a Einer para hablar 👁️👁️
Ya veremos qué pasó ahí JAJAJAJAJA

¿Qué piensan del tal Pefther?¿Es el padre de Rowan o no?¿Y por qué Eirene le muestra esos recuerdos?¿Qué pasó realmente ahí?

Me encanta que las perspectivas de las cosas cambian con Luciale y Rowan. Luciale te describe todo de una manera re elegante y habla con un vocabulario como más formal, después aparece Rowan que te dice "el piso es blanco" "bizarro" y otras cosas JAJAJAJAJJAJAJAJ.

Ustedes no saben lo mucho que amo escribir esta historia. 🥹

Muchas dudas que pronto serán respondidas, nos vemos en la próxima actualización semanal.

Besos a todos. ¡Los amo! <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top