Capítulo 25. "¿Asesinos en el poder?"
TW: Violencia explícita, maltrato, mención a trastornos mentales.
Luciale.
Sostenía la mano de Herafel mientras caminaba rápido, casi corría, en medio de uno de los tantos páramos que conformaban la frontera entre Khiat y Abdrion. Mis pies fueron lastimados por varias ramas secas, astillas, piedras y demás objetos que pudieran estar en el suelo, pues ese día yo llevaba unos tacones con abertura en la zona de los dedos.
—Herafel, ¿Qué mierda pasa? —le exigí, comenzaba a molestarme de sobremanera su silencio. No había emitido palabra desde que agarró mi mano y me llevó a rastras tras de él—. ¡No vayas tan rápido, maldita sea! Uso tacones y el suelo no es de lo más liso.
Su risa fue la única respuesta que obtuve. Esa carcajada que para cualquiera podría parecer coqueta y gentil, pero que no era más que un gesto sarcástico, que denotaba su irritación y su cansancio.
—Necesito tu ayuda —se detuvo de forma repentina y yo debí mantener el equilibrio para no caer de cara a la tierra—. Es importante.
—¿Qué es tan importante como para traerme corriendo? —siseé, cruzada de brazos—. Herafel.
Él chasqueó sus dedos y al cabo de un par de segundos, un cuerpo inerte apareció frente a nosotros, recostado con las manos sobre su pecho. Demoré unos minutos en reconocer las facciones suaves y delicadas de Cyra Belttigeh, la última hija del matrimonio de esa familia, el hada del agua más reconocida en todo Abdrion. No había persona que no supiera de su existencia o no reconociera su rostro en una multitud.
Su tez, en esos instantes, estaba pálida por la pérdida de sangre púrpura oscura. Un charco de ella la rodeaba desde el torso hasta la cabeza. Sus ojos celeste claro se hallaban abiertos de par en par, reflejaban el miedo en su máxima expresión, el temor por no poder defenderse en este momento. Aparté la mirada en cuánto examiné su aspecto, su cabello blanco y negro manchado de sangre, su pecho sin movimiento.
Una especie de estaca la atravesaba en la zona del pecho, quizá en dónde habitaba su corazón o el comienzo de sus pulmones, esa parte de su cuerpo se hallaba con parte de su interior expuesto, pues el objeto había roto la piel y perforado algún hueso. Los hilos púrpuras continuaban con su baile por los costados del torso de la adolescente sin vida. La conmoción cruzó mi cuerpo como una ráfaga de viento.
Tenía catorce años. Era una niña que no había cometido ningún crimen, con tantos sueños en su cabeza como estudiar Bellas Artes en una de las Escuelas de Khiat o convertirse en veterinaria para salvar las vidas de animales, de seres que no tienen la capacidad de comunicar sus sentires.
Cyra Belttigeh fue una víctima más de un tema que no le incumbía, de una culpa que no le correspondía. El único «mal» que había hecho fue ser pareja de Nymra Polvest, la emperatriz de Khiat que en ese momento contaba con regentes al no ser mayor de edad.
—Tienes que ayudarme a ocultar esto, por favor... —intentó convencerme de encubrir el asesinato de Cyra.
—¿Tú la asesinaste? —el horror se presentó en mi expresión facial, él negó de forma rápida—. ¿Entonces quién? Yo no puedo ayudarte con esto, Herafel. ¡Era una persona y murió en circunstancias extrañas! Mejor dicho, alguien le arrebató la vida al ensartarle esa especie de estaca. Era ciudadana de mi imperio y la futura emperatriz consorte de Khiat, es un delito esto y yo no pienso encubrirlo. No puedo mover hilos de la política ni limpiar el cadáver. No me pidas algo así.
Al dar media vuelta, Herafel tomó mi antebrazo y me acercó a él para que nos viéramos cara a cara. Soltó un suspiro profundo, exasperado, antes de agarrar mi mentón con una fuerza que podría haber fracturado mi mandíbula. El escozor y dolor recorrieron esa zona, las lágrimas se acumularon en mis ojos grisáceos mientras mi respiración se ralentizaba para ayudar a relajar mis músculos, para distraer a mi cerebro de la situación.
—Escúchame bien, Luli —siseó en mi rostro, su voz severa se oyó tan intimidante, el nerviosismo recorrió mi ser por más que me esforcé en disimularlo. Una de mis manos quiso apartar la suya de mi mentón, pero él se encargó de presionar mis dedos para que los apartara. Casi los quebró en un segundo—. Me ayudarás en esto, fue un accidente y la persona que se vería culpable de esto es alguien muy importante para mí. No puedo permitir que su reputación se vea afectada por un crimen que no cometió intencionalmente, no quiero que su nombre sea manchado por mentiras o rumores.
—No voy a ayudarte —me negué, quise zafarme de su agarre, pero él sostuvo mi cintura para que no lograra apartarme.
—Me ayudarás. De lo contrario, sabes que podría suceder.
Sirvo otra copa de vino al mismo tiempo que intento relajar mis músculos tensos. Van tres copas en veinte minutos, pero el estrés acabaría conmigo si no me controlo con algo. En estos instantes, mi cabeza está apagada, mis pensamientos se encuentran desordenados, como las hojas rojizas que caen de los árboles en el otoño.
Bebo un sorbo del líquido de la copa en mi mano izquierda, saboreo el líquido con cierta amargura. La acción de respirar se torna difícil en estas situaciones, siempre he tenido el control de todo, planes extra por si no funciona lo que he puesto en marcha. ¿Y ahora qué?
Nymra ha declarado la Guerra contra Astenont y desde el momento en que firmé que Abdrion fuera parte de la coalición, nos condené. Desatamos un caos a nivel mundial, nuestros Ejércitos están más preparados que el de Khiat; sin embargo, la emperatriz de la destrucción es parte de la especie que podría destruirnos a todos con un simple pensamiento. Igual que Rowan.
La única diferencia tan marcada entre ellas dos es que mi esposa jamás amenazaría con las vidas de almas inocentes y mantiene muy claros sus ideales de paz, igualdad, empatía. Es consciente de que no deben pagar aquellos que no están involucrados en determinado conflicto o delito, sólo quienes lo llevaron a cabo.
Polvest, en cambio, desconoce la existencia de las palabras «límites» o «escrúpulos». Toda muerte es una pérdida necesaria y aceptable para ella, lo único que le interesa es cumplir con su objetivo. Sin importar el precio que éste implique.
Ha explicitado en el pasado que si ella debe crear destrucción e imponer miedo, no dudaría en ello. Tampoco si se trata de tomar una vida que no le pertenece para atemorizar a otros, pues según su filosofía, todas las almas reencarnan sin excepción y «nada se perdería, sólo una vida desahuciada».
Esas fueron unas de las últimas palabras de su padre, Nathior Polvest, en medio de un discurso público tras iniciada la Guerra de Arino. Sus soldados se encargaron de asesinar a una buena cantidad de ciudadanos aridienses, víctimas civiles que no venían al caso y que no interferían en la guerra. ¿Qué ganaba con un acto así?¿Infundir miedo y pánico en nuestra población?
No cabe duda que Nymra es digna hija de Nathior, sus ideales no difieren mucho entre sí, sus acciones dejan mucho que desear y las terribles decisiones que toman sin pensar en las consecuencias, habla tanto de su egoísmo.
Nunca debemos decidir y comunicar al resto, si bien ella solo siguió las normas para conflictos bélicos que la Diosa Skara expresó en su tiempo, solo la colocó en una posición de desventaja y de egoísmo ante las vidas de los khiatianos. Cualquiera creería que le importa en lo más mínimo el bienestar de sus civiles.
Sé que su reciente alianza con Herafel ha quebrado algo en su interior, él tiene ese poder con quién sea. Una vez que logra reconocer tus puntos débiles, los usará en tu contra hasta que te doblegues a sus ideas.
Existe una alta probabilidad de que él haya mencionado a Cyra Belttigeh y su muerte trágica para manipular en cierta medida a Nymra. Ella a día de hoy recuerda su muerte, cinco años han transcurrido desde aquel día, jamás lo olvidaría. Yo tampoco lo haría si estuviera en su lugar.
Las palabras que la emperatriz de la destrucción expresó en su discurso me golpean de forma repentina: «Khiat no descansará hasta encontrar a los culpables de su muerte, quienes se esconden detrás de posiciones de poder de la corona roja y sus cómplices, que ostentan pertenecer a la corona de oro de manera legítima»
Me asombra que sea un detalle en el que mi esposa no haya reparado. Mencionó a la corona de oro, corresponde al nombre que mantiene mi familia entre los demás imperios como gobernadores de Abdrion. A su vez, también señaló mi supuesta ilegitimidad como heredera al trono de este imperio, puesto que después de todo, soy hija de un «usurpador» y la legítima heredera por decreto de los antiguos emperadores, Meral y Polo.
Desde mi nacimiento y proclama como Señorita de este imperio, he recibido cierto rechazo de sectores sociales como la élite de los Quishenas. Consideran que los verdaderos miembros de la familia imperial son aquellos que portan el apellido Arino y los Meire sólo significamos la usurpación de un gobierno, la traición al imperio y el comienzo de una Guerra que acabó con todo lo conocido hasta el momento. Al parecer, se les ha olvidado que mi madre es una Arino, la heredera de sus padres, a pesar de ser la hija menor entre tantos príncipes y princesas.
También se les ha olvidado que quien comenzó esa maldita guerra fue Mon Arino, en reclamo de un trono y una corona que jamás le pertenecieron. Mis abuelos no pensaron siquiera en nombrarla primera en la línea de sucesión, para ellos era una persona déspota, egoísta, que jamás podría gobernar sin caer en los hilos de la corrupción. Esa mujer, madre de Shinkira y Vinavina, jamás sintió empatía por alguien más que no sea ella misma; sus hijas eran oportunidades perfectas para continuar su linaje, no personas separadas en alma y mente de ella.
En cierto punto, agradezco la ayuda de Meriliah y Martev, los difuntos emperadores de Astenont. Ayudaron a mis padres con un pequeño detalle —tan insignificante para cualquiera, pero para ellos no—, a eliminar el último cabo suelto de la guerra que fue olvidada por todo el pueblo aridiense. El único problema ahora mismo es que ese efecto se rompió, los Quishenas sí la recuerdan y homenajean a los caídos, como si su querida Mon Arino no hubiese sido la culpable de la masacre de niños y jóvenes durante el conflicto bélico.
Recuerdo la opinión expresada por Rowan hacia Nymra. La emperatriz de mi vida solo ve una mujer herida en Polvest, una persona que ha perdido a su familia y a su pareja de alma, alguien que fue corrompida por el odio y la ira, pero que aún guarda buenas intenciones. Ve luz en las apagadas iris avellanas de esa joven de dieciocho años que se ha convertido en la gobernante más joven en toda la historia de Lilium. Comprende la lógica que mantienen sus acciones, pues ella juzga toda la historia de Nymra Polvest y no solo una parte.
Tiene mucha razón en un aspecto, no es una adolescente inestable como pudimos creer en algún momento, solo es una persona que quiere recuperar lo que le perteneció tiempo atrás y traer consigo la paz que le fue arrebatada de su vida.
Supongo que deberé ser más objetiva con mis opiniones y perspectiva de todo lo que concierne a la emperatriz de Khiat. No puedo ni debo dejarme llevar por el presente, pues si la juzgaré, su pasado también es importante.
—¿En qué piensas tanto? —su tonada suave a mi lado me reconforta, pero al mismo tiempo me sobresalta un poco. Divagué tanto en mis pensamientos.
Más de la cuenta. Mi mente no halla descanso entre tanto caos, con la próxima guerra que se avecina y Herafel apareciendo por aquí, no encontrará paz en un buen tiempo.
Sólo podré estar serena cuando tenga la certeza que esa escoria no volverá a desear interferir en mi vida. Me encargaré yo misma junto con los Arino que traje de regreso, que sus últimos días de vida resulten miserables, que suplique piedad y que su condena tortuosa sea eterna.
Decidió desatar la ira de una de las diosas más poderosas de este mundo, quiso arrebatarle su oportunidad de vivir de manera normal y estuvo a punto de lograrlo. Sin embargo, ya no podrá cumplir sus objetivos, porque a partir de hoy, lucharé por tener el control de mi alma, que desde un principio debió pertenecerme solo a mí.
—En el discurso de Nymra y la situación de Astenont que nos afecta a todos en general —me sincero con ella, no podría mentirle. Incluso si lo intento, descubriría mis mentiras por medio de sus poderes y detesta tanto las falacias como yo—. Siento demasiada presión sobre mis hombros, creo que comienzo a perder el control de mi pueblo y es como una pérdida para mí. Fui educada para ser emperatriz, no debo ser rechazada por los ciudadanos.
Sus labios amarronados de curvan en una sonrisa dulce, gentil, como el aura la rodea. La energía que desprende es tan cálida, tan pacífica, calma mi corazón atormentado, renueva mis estructuras y me lleva hasta lugares desconocidos. Lugares que jamás podría haber imaginado.
La mente es dueña de nuestra racionalidad y de lo que nos rodea, pero el corazón es dueño de esas ansias de perseguir esas aventuras que en algún momento se asemejaron al concepto de imposibilidad. Nos lleva a los escondites más recónditos del universo, esas zonas que no creíamos que existían.
—Estás tomando las mejores decisiones con las herramientas que tienes. Ninguna persona nace con los conocimientos sobre cómo gobernar un imperio, cómo saber cuándo una propuesta política es factible o no —sus manos pequeñas toman mi rostro, me sostiene para que la vea a los ojos. Esos orbes cafés que tanto adoro admirar, que me recuerdan lo valiente y fuerte que Rowan puede llegar a ser, la nobleza que aún conserva en su ser a pesar de todo lo que ha vivido—. Deja de ser tan dura contigo misma, Lu. Gobiernas lo mejor que puedes, que un sector de la población no logré verlo, no significa que seas mala en lo que haces. ¿De acuerdo?
Asiento en silencio, me quedé sin habla. No comprendo cómo logra apagar mis autoexigencias, tranquilizar mis pensamientos caóticos y encontrar la manera más asertiva para reafirmarme que no soy una «mala emperatriz». Cada una de sus opiniones o comentarios son un mimo para mi alma adolorida, ella tiene ese efecto en mí. Serena mis desastres, le devuelve la paz a mi vida.
—Tal vez te preguntes porque no te he dicho nada sobre lo que mencionó Nymra en referencia a los asesinos de Cyra —su mirada se mantiene en mí, sus ojos han adquirido esa tonalidad dorada con las pupilas alargadas. Comenzó a utilizar sus poderes para avanzar en mi espacio mental, no temo que lo haga. Tiene mi total confianza, le entregué el poder de destruirme aquella vez que canalizó mi energía y no lo hizo. Me ayudó con mi dolor—. No quisiste encubrir la muerte de Cyra, fuiste obligada a hacerlo por Herafel. Eso no te convierte en una mala persona. Así como tampoco saber quién fue la verdadera asesina de esa adolescente.
Su confesión me desconcierta, frunzo las cejas al comprender lo que ha dicho. Si bien nunca tuve la certeza absoluta de quién fue la responsable de la muerte de quién iba a ser emperatriz consorte de Khiat, llegué a la conclusión de que fue una de las mujeres de la familia Ditnov. La insistencia de Herafel con el tema, me llevó a pensar en Hilayn, su hermana adoptiva y la persona que más amaba entre sus familiares.
No fue ella. ¿Entonces quién?
—Einer Ditnova —señala sin perder su serenidad—. Nymra lo sabe, por ello les declaró la guerra. Sin embargo, no tiene idea que su Vieya, su actual consejero, fue quién quiso encubrir a la asesina de su pareja.
Mis labios se entreabren por la sorpresa que me traen sus dichos, es complejo disimular mi estado de asombro. Pensé durante tantos años que la corona roja sería incapaz de desatar un conflicto futuro, pero veo que me equivoqué. Esto me lleva a confirmar, de nuevo, que la cara que enseñan los mellizos Ditnova al público no es para nada algo semejante a la verdad. Si Einer fue capaz de asesinar a una adolescente como Cyra Belttigeh, alguien que, de hecho, juró sentir cariño como amiga. ¿Entonces de qué no sería capaz?
—Esto debe quedar entre nosotras, Tree —susurro un tanto seria, tomo sus manos de manera delicada para entrelazar nuestros dedos—. Nadie debe tener idea de que tú tienes acceso a esa información. Si en algún instante llegamos a cruzar palabras con los emperadores Ditnov, debes fingir que no lo sabes. Actúa normal, como has hecho en la reunión. Por favor, no quiero que te suceda nada.
—Yo no diré nada, es algo que te mete en el medio y ahora mismo necesito sacarte de esta situación —susurra, llevo mi dedo pulgar a su mejilla derecha para acariciarla—. No digas que no debo protegerte, porque como pareja, amiga y esposa es un acto que hago desde el amor. Te amo, Lu. Muchas veces intentas ser fuerte, invencible e inmortal, pero es momento de que dejes salir tu lado vulnerable y aceptar que alguien debe salvarte por al menos una vez en tu vida. Conmigo no tienes que ser la Luciale de hierro, solo ser Lu, ser tú misma.
Su voz suena tan honesta al pronunciar aquello tan semejante a una extraña declaración de amor, pero una promesa de protección y lealtad hacia mí. Aprecio cada detalle de su rostro a pocos centímetros, el día de hoy ha decidido maquillarse un poco, pues observo un delineado suave en la línea del agua de sus ojos y unos brillos dorados en los párpados; sin duda, le otorga un aspecto mágico, ella está rodeada de un misticismo inexplicable. Desde el primer día en que la conocí, supe que no era una persona normal y no me equivoqué.
En ella coexisten los dos extremos de esta vida: el bien y el mal. Es el equilibrio perfecto para una utopía que se quiere alcanzar y la destrucción que amenaza al mundo. Nunca se podría llegar a consolidar ninguno de esos extremos, pues debe vivir la vida con la muerte, la maldad con la bondad, la luz con la oscuridad. Ambos extremos en igual proporción, ambos presentes en el universo.
A todos los ciudadanos religiosos de Lilium se nos ha hablado de la profecía de Skara, una profecía que ella mencionó a sus amigos y familiares antes de partir al lado espiritual que había creado para las almas que abandonan la vida terrenal. La profecía, escrita en uno de los idiomas de la Tierra, expresaba: «cuando la sociedad esté quebrada en pedazos, llegará una mujer que traerá la armonía y explicará el significado de vivir. Esa mujer pertenece a mi círculo cercano y se la podrá reconocer por las especies que corren en sus venas, ambas son descendientes directas mías».
Por fin comprendí el significado y el valor de esos dichos antiguos, porque cuando mis orbes grisáceas se cruzan con las doradas de Tree, confirmo que ella es la reencarnación de esa mujer que traería armonía al mundo y explicaría el significado de vivir. Conmigo lo ha hecho, sus ideales desean cambiar las estructuras que han perdurado durante siglos.
En sus venas se encuentra la sangre de los brujos de sangre, aquellos a los que Skara bendijo con magia pura, aquellos que se convirtieron en descendientes directos de ella. Reconocen a los brujos de sangre como una amenaza hacia la población por el fallo que hubo con una persona de esa especie, esos son los rumores que han corrido durante años.
Pero no es solo esa especie, Rowan también lleva consigo la sangre de las ninfas del sol o legendarios. Unos pocos de ellos son espíritus guardianes del poder oculto de Skara, del fuego de la creación de Lilium, el cuál vendría a ser como el "núcleo" de este planeta. Los legendarios controlan el bien y el mal, los cinco elementos, pero se destacan por dominar el elemento de la luz, por tener esa gran posibilidad de manipular el tiempo, la realidad, las imágenes que uno es capaz de ver, son ese tipo de personas sanadoras que con su aura o frases te renuevan el alma; entrar y salir de recuerdos de los demás es su habilidad más famosa, en ocasiones algunos logran obtener visiones del futuro.
La leyenda de los ojos del sol menciona algunas características de ellos. No obstante, hay una leyenda aridiense que ha quedado en el olvido al considerarse más una fantasía que una realidad.
"Los guardianes del fuego de la creación fueron creados tras las amenazas del Rey Infernal para destruir Lilium.
La Diosa Skara, decidida a proteger su pueblo y sus amigos, cerró las puertas del portal a este universo. Quiénes tendrían el poder de abrir o cerrar las mismas serían estos guardianes, que a su vez tendrían acceso al fuego creador, al núcleo dónde crece la energía que mantiene vivo al planeta, el lugar donde la magia flota en el ambiente y solo conoce la tranquilidad.
Quien comenzó este linaje de guardianes fue la hija mayor de la Diosa Skara, Elyssandre, cuando su madre le confió este poder por si sucedía algo.
Se cree que cada vez que uno tiene la capacidad de alterar los portales de Lilium y otras dimensiones, es por el hecho de que hay un guardián del fuego de la creación que vive sin que sepan de su existencia. "
Todos hemos creído durante años que esa leyenda era una farsa, pues el linaje de la semidiosa Elyssandre ha fallecido en el año 101. De todas formas, las generaciones actuales nunca han podido comprobar que ese linaje acabó, y las pasadas han tergiversado o mentido sobre la historia antigua.
Hay una gran probabilidad de que Rowan Becker, emperatriz consorte de Abdrion y mi esposa, sea miembro de la Corte de los guardianes del fuego de la creación de Lilium. El dilema es, ¿Cómo comprobarlo? Nunca existieron registros de que alguno de ellos haya sido avistado en algún imperio.
—¿Qué pasa?¿Por qué te quedaste callada? —la pregunta de mi esposa me saca de mi ensimismamiento, percibo la preocupación en su manera de articular las interrogantes—. Si dije algo que te ofendió, discúlpame, yo... En serio quiero protegerte.
—Nada de eso, Tree, solo pensaba en lo bella persona que eres y el gran corazón que conservas —sonrío gentil, puesto que después de todo, no es una mentira completa—. Y también pensaba en las especies a las que perteneces.
—No me digas que consideras que es una mala señal que sea una bruja de sangre —murmura con cierto miedo, pero niego con la cabeza—. ¿No?¿Y por qué todos se empeñan en creer que sí?
—Porque hay muchos rumores que desconoces sobre este mundo, pero yo no considero que sea una «mala señal». Una especie no define la personalidad de alguien o sus valores y principios —aseguro para tranquilizarla, beso su frente con suavidad—. Serás una bruja de sangre, pero para mí eres la persona más noble y preciosa que he conocido. No hay nada que me haga sentir más feliz que verte sonreír o verte vivir en paz, para mí eres mi prioridad en esta vida. Te has convertido en el ser más importante en mis ojos, y si bien no eres una diosa, en mi mente lo eres. Una divinidad a la qué todos deberían admirar por su fortaleza, valentía, nobleza y honestidad.
Su sonrisa de felicidad provoca un vuelco en mi corazón, late a mil por minuto, al mismo tiempo que reconozco esa sensación de hormigueo en el cuerpo y de disfrutar el momento en su totalidad. Los hoyuelos que se forman a los lados de sus comisuras me impulsan a contagiarme de ese gesto y sonreír yo también.
Beso sus labios con cuidado, intensidad y amor. Ella corresponde a mi acción, se aferra a mi cuello, el tacto de sus dedos fríos arde en mi piel. Sé que desconoce los efectos de los poderes del sol en alguien de una especie oscura como la mía, pero en este momento no podría importarme menos.
Cualquier momento compartido con Tree, cualquier caricia, abrazo o beso entre ambas, me lleva a otro nivel. Es como si viajara hasta el cielo, hasta el mismísimo paraíso, para luego ser consciente de lo idílica que es en su totalidad, y de la paz inmensa que genera en mi interior. Admirarla a cada segundo es una de mis actividades preferidas, juraría que podría reconocer su cabello al tacto, o los lunares que hay en su piel. Incluso a nivel álmico podría reconocerla, no vive otra alma igual a la suya, con esa perfección tan imperfecta al mismo tiempo; con esas ansias de vivir que la caracterizan y todas las experiencias que ha atravesado, con su mismo sentir o sus mismos recuerdos.
Es única, irrepetible, no quisiera estar con alguien más que no sea Rowan Becker.
...
Rowan.
Chrystel y Kraya se encargaron de acompañarme a visitar un dúo de diseñadores de alta costura para que tome mis medidas y así comenzar a confeccionar el vestido de mi boda.
He intentado distraer mis pensamientos con la ceremonia que organizamos para el gran día, nunca creí que me casaría con alguien o que desearía vivir y compartir el resto de mi vida con otra persona. Desde lo que ocurrió con Katie Müller y las sesiones de terapia que tomé, me negué a la idea del amor. Había empezado a forjar ese pensamiento de que el amor no existía, o al menos no para mí.
Cierro mis ojos por un par de segundos, los recuerdos de aquella noche en la que casi perdí la vida por culpa de ella, se apoderan de mi visión sin que yo lo pueda controlar. Son los llamados pensamientos intrusivos que definió mi psicóloga y terapeuta en su momento, en ocasiones la extraño, era una mujer seria, pero tan empática y amable conmigo. No fue la primera profesional a la qué asistí, pero sí con la que me sentí más cómoda y confiada.
Me senté en la bañera, el agua golpeó mis recientes heridas con rudeza, pero impedí dar un respingo por el contacto tan repentino. La gelidez del líquido transparente congelaba cada extremidad de mi cuerpo desnudo, herido, lleno de cicatrices que tardarían tanto en irse.
Coloqué shampoo en la palma de mi mano y comencé a masajear mi cuero cabelludo, mi cabeza, los movimientos circulares relajaban la tensión que todavía vivía en mí. Katie estaba de viaje, volvería al día siguiente, me había ofrecido quedarme en su casa y acepté. Cualquier lugar era más pacífico que la mía, mi progenitora no me dejaría respirar en paz ni un segundo y su pareja me causaba escalofríos. No podía dirigirle la mirada por el temor que sentía a que quisiera actuar en contra de mi voluntad, a que quisiera forzarme a acciones que no yo deseaba.
Comencé a tallar una esponja enjabonada en mi cuerpo, en algún punto, perdí la noción del tiempo y la fuerza que ejercía con ese objeto. Mi piel había comenzado a enrojecerse, a irritarse, e incluso a dolerme. Solté la esponja cuando los dedos de mis manos dolieron al flexionarlos.
El vacío me inundó como nunca antes lo había logrado. Mis pensamientos se habían transformado en un caos donde mi cabeza solo me dirigía a una única salida, a un lugar del que yo me había esforzado tanto por salir, a esas ideas que lo único que anhelaban era arrastrarme hasta el fondo del abismo, sin respiración y en medio de la oscuridad. Las lágrimas se acumularon en mis ojos, no fui capaz de identificar cuando decidieron caer por mis mejillas y formar ríos hasta llegar a mi mentón.
Ese día significó un quiebre en mi persona, me rompí en mil pedazos que nunca tuve la oportunidad de reconstruir. La culpa embargó mi cuerpo, yo misma me había saboteado, yo misma era la culpable de todas las desgracias en mi vida, yo me había arrastrado hasta esa posición. Eso creí cuando dimensioné la cantidad y gravedad de mis heridas, las quemaduras de cigarrillos que ardían en mí y eran producto de discusiones con Katie, los golpes mentales que me ocasionaba a mí misma cada vez que me equivocaba en alguna situación, los moretones violetas que decoraban la piel de mis rodillas, antebrazos y torso.
Estaba destruida, en cuerpo, alma y mente. Estaba rota.
Me aferré a los costados de la bañera blanca para ponerme de pie y salir de allí, sin enjuagar mi cabello o extremidades. Necesitaba paz, necesitaba respirar, la sensación de asfixia y opresión en el pecho quemaban en mi interior; ya no tenía idea de quién era yo, la percepción de mi cuerpo estaba difusa, mi campo de visión había adquirido una tonalidad negra en la periferia y solo era capaz de observar desde el centro de mis ojos, pero aún así todo era tan borroso. La imagen se desenfocaba cada vez más.
Fue entonces que sentí una presión en mi cabello, una mano me había hundido en la bañera con fuerza. Mis pies resbalaron y el impacto de mi débil cuerpo contra el mármol fue duro, mil pinchazos se registraron en toda mi extensión, el dolor era agudo, insoportable, incesante. Luché por respirar, pero solo ingería e inhalaba agua que llegaba hasta mis pulmones, quemaba todo a su paso.
Mis manos se aferraron a quien quería ahogarme y acabar conmigo, era ella. Era Katie Müller, la chica que afirmaba amarme y en esos instantes estaba acabando conmigo. Un manotazo mío logró desestabilizarla y aproveché el momento para levantarme como pude.
Corrí lejos del baño, envuelta en una toalla morada, recuerdo que llevaba una extraña figura de una estrella de cuatro puntas en la que no reparé en ese instante. Mi cuerpo tiritaba por el frío que corría en el ambiente, por las corrientes de aire provocadas debido a las ventanas abiertas, por las bajas temperaturas que se vivían en el invierno. Quizá hacían unos cinco grados bajo cero o mucho más, no lo sé, sólo sé que mis brazos, pies y piernas se adormecían, ardían al igual que los recientes moretones que adornaban mi espalda.
Al bajar las escaleras, Katie tiró de mí y yo perdí el equilibrio. Caí sobre los últimos escalones, mi mano evitó que mi cabeza chocara contra el filo del escalón de mármol. Sin embargo, mi abdomen sufrió un destino diferente, pues el impacto de él contra el filo del escalón fue lamentable. La presión, combinada con la frialdad del material, rompió parte de mi piel y una fina línea de sangre manchó la toalla que me cubría.
—¡Suéltame! —le grité, intenté patearla, pero fallé en el intento—. ¡Katie!
Parecía no escucharme, agarró mi tobillo y me llevó escaleras arriba, me arrastró todo el trayecto. Tuve que tener mucho cuidado para no golpear mi cabeza contra los escalones.
—Rowan —Chrystel irrumpió mis pensamientos con su llamado suave—. Ya llegamos.
Asentí sin responder nada a cambio, bajé del carruaje junto a ella y Kraya. Mi mirada examinó mi alrededor en busca de alguna señal de peligro, pero solo hallé construcciones de estilo victoriano que rodeaban una mansión de ladrillos blancos.
En el centro de la calle, si es que se le puede denominar de esa manera, se impone una fuente de cristal con la forma de un lirio de la Tierra. El sonido del agua relaja la tensión acumulada en mis músculos.
—Daytara y Seiron son hermanos —me explica Chrystel mientras comenzamos a caminar—. Sus diseños son artísticos, tal vez algo extravagantes y alejados de lo normal. Son los diseñadores personales de Luciale, así que ya te imaginarás sus modos de trabajo y los modelos que te puedan enseñar. No te preocupes si no es tu estilo, ellos logran crear maravillas con el de cada persona.
—Me intriga conocerlos, Kraya me ha mencionado que son bastante reconocidos en Abdrion —opino para calmar mis nervios, concentrarme en un tema me ayudará a estar serena—. ¿Es cierto que vistieron a los abuelos de Luciale?
—Así es. Aparentan tener treinta años, pero en realidad existen hace ciento cincuenta años —sonríe antes de tocar el timbre de la mansión—. Te agradarán, son personas amables y demasiado sociales. Además, eres la emperatriz consorte, le guardan un gran aprecio a Luciale.
Fuerzo una sonrisa para no apagar su emoción sobre estos asuntos. Si soy honesta, no estoy de ánimos para hablar con alguien, pero no puedo ser grosera con Chrystel. Es una muchacha tan agradable, comprensiva, gentileza tiñe sus rasgos al momento de dirigirse a otros y desde el primer momento conectamos de una manera tan única.
Creo que puedo considerarla como una amiga.
—¿A qué linduras tenemos aquí? —una voz femenina nos recibe. Es aguda, pero demasiado melosa—. ¡Seiron!¡Ya llegó la emperatriz! Discúlpenos, majestad, hemos tenido un inconveniente en nuestro salón de diseños.
Sonrío en comprensión.
—No pasa nada, Daytara. Comprendo estos casos —mantengo mi tonada respetuosa por ser una desconocida y una persona importante en la sociedad aridiense.
Ella nos invita a pasar, señala con su brazo izquierdo el interior de su hogar. Evalúo su aspecto físico mientras entro a la propiedad, su cabello corto hasta el mentón es de una tonalidad azabache, uno de sus ojos es blanco en su totalidad y el otro es negro.
Distingo su especie, es una bruja negra. No obstante, hace tiempo que no utiliza sus poderes, se ha dedicado desde hace más de setenta años a la costura, a la confección de ropa en general y a organizar pasarelas de moda en el imperio.
—Sigan mis pasos, las guiaré hasta el salón de diseños —comienza su andar y nosotras le seguimos, contonea sus caderas de manera notable al caminar—. ¿Cuál es su estatura, majestad?
—Un metro sesenta y ocho —respondo un poco más aliviada por la paz en el ambiente.
—Perfecto —abre un gran par de puertas de madera blanca, dentro de la inmensa habitación es posible apreciar un maniquí con un vestido largo en tono azul cobalto, armarios grises, diversidad de telas y otros instrumentos para confeccionar una prenda—. Siéntense, señoras. Majestad, sígame.
Continúo detrás de ella, me dirige hacia una tarima donde debo subirme. A un costado, Seiron se encuentra buscando cintas métricas y demás para tomar mis medidas. No hace falta que le vea el rostro para saber que es él.
—¿Tiene alguna idea en particular, majestad? —acomoda los pliegues de mi ropa para que no interfieran en la medición—. Puede sugerir telas si así lo desea.
—Pensaba en un vestido de escote en v de mangas cortas, que encima llevase otra pieza de una tela transparente tipo tul. Todo el vestido estaría cubierto con estrellas, soles y lunas, que las mangas sean abultonadas y la falda larga hasta el suelo, suelta y con cola —detallo y suspiro—. De color negro.
—Un diseño excepcional, sin duda —opina Seiron al oírnos, se acerca a nosotras con una cinta métrica en tono blanco—. Si me permite, majestad.
Asiento y levanto mis brazos para que él pueda medir el contorno de mi busto. Oigo que le susurra algo a su hermana, a lo que ella le responde que sí. Desconozco que dicen.
—¿Tiene en mente una imagen del vestido?
—Claro —afirmo, la cinta se posa de hombro a hombro para medir su ancho.
—Entonces haremos realidad su imagen mental —asegura Daytara con una sonrisa emocionada—. Mándele nuestros saludos a la emperatriz Luciale.
...
Un evento tan importante como el que organizamos debería generarme ansiedad y, sin embargo, me encuentro más serena que de costumbre. La paz que me invade es incomparable a cualquiera que haya podido sentir en mi vida.
Voy a casarme con la persona que amo, le diré que sí a unir nuestras almas en una sola, la liberaré de su maldición con el tiempo y podremos disfrutar de la eternidad juntas. O quizá ella, yo no tengo claro si moriré o seré inmortal al enlazarme a su espíritu.
Es un futuro que jamás hubiera pensado o dibujado en mi mente. Si me preguntaban hace cuatro años que esperaba, diría que morir y descansar en paz o sumergirme en una soledad que me carcoma por dentro. Nunca hubiese imaginado una salida a lo que yo sentía.
El pronóstico tampoco era alentador. Ansiedad, depresión y trastorno de estrés-postraumático.
Me recuesto mejor en la cama y giro mi cabeza para encontrarme con el rostro dormido de Luciale. Sus pestañas rubias son tan largas, delicadas, elegantes; sus cejas se mantienen en una posición que refleja serenidad y sus labios, presionados suavemente, en una línea semirrecta, porque en el fondo es una sonrisa leve.
Acomodo un mechón de su cabello sedoso que cubre su frente, la placidez en su expresión facial me otorga una paz enorme. Adoro verla en este estado donde respira sin forzarse a ser fuerte o intimidante, solo es ella misma, ella en su máximo esplendor, sin máscaras, sin actuaciones.
Haría lo que fuera para admirarla más seguido en este estado. Ella lo es todo para mí.
Tras unos minutos, me percato de unos ligeros sollozos provenientes de la mujer a mi lado. Abro mis párpados para encontrarme con la imagen de Luciale con el ceño fruncido, lágrimas que se deslizan por sus mejillas y la frente arrugada. Sus brazos se mueven como si quisiera apartarse de alguien o algo, sus piernas permanecen inmóviles, al parecer paralizadas.
—Lu —susurro, acerco mis dedos a su rostro para acariciar sus mejillas—. Lu, tranquila, es una pesadilla.
Me obsequia un manotazo que detengo antes de que llegue a golpearme, inmovilizo sus brazos al sostener sus muñecas para que no intente hacer nada más. No ofrece resistencia, pero le cuesta salir de ese estado de ensoñación.
—Lu, despierta —susurro de nuevo, doy toquecitos en su mejilla derecha para que reaccione—. Lu, por favor. Me estás preocupando.
Tras un par de minutos, despierta de su pesadilla. Sus orbes grisáceas me contemplan con notable confusión, puedo comprender la interrogante en esas iris "¿Qué pasó y por qué estás encima de mí?". Me aparto un poco, mis comisuras se elevan en una sonrisa aliviada antes de abrazarla contra mí. Apego mi cabeza a mi hombro en señal de protección.
—Llorabas dormida, quisiste golpearme y me preocupé. No sé qué sucedió mientras descansabas, pero eso no ocurría en la realidad, ¿Si? —murmuro en su oído antes de depositar un beso en su frente.
—Yo... ¿Lloré mientras dormía? —carraspea para aclarar su garganta, su voz rasposa y quebrada me angustia—. ¿Por qué no te fuiste, Tree?
—¿Eh?
—¿Por qué no te fuiste? —repite antes de alejarse un poco de mí, pero continúa con una distancia corta de mi cuerpo.
—Porque estaba preocupada y quería ayudarte, ¿Por qué me iría? Estabas en un mal momento, no puedo dejarte si no estás bien. ¿En qué clase de persona me convertiría? En una cobarde que huye de los problemas de su pareja, en vez de ofrecerle su apoyo por el momento vulnerable —aseguro, sonrío de manera amplia. Sus pupilas se dilatan un poco al mantener el contacto visual, un brillo llamativo inunda sus iris—. No iba a abandonarte, Lu. Nunca te abandonaría y menos en un momento así.
—Gracias... por estar —murmura, un leve rubor cubre su rostro antes de depositar un casto beso en mis labios—. Es una visión lo que vi. Me aterra en cierta medida.
—¿Por qué?¿Qué viste? —inquiero extrañada.
—A ti, cubierta de sangre. Y a mí, luchando por mi vida.
...
¡Buenassss!
¿Cómo se encuentran? Espero que bien, y si no es así, que su ánimo haya mejorado tras leer el capítulo.
Sé que puede ser un capítulo fuerte para algunas personas. Lamento si llegó a afectarles por las escenas descritas.
¿Qué opinan de la visión de Luciale?
¿Einer realmente asesinó a Cyra?
¿Qué sucedería?
Se nos viene la bodaaaa. Y el vestido de Rowan es divino, encontré una foto que es tal cual me lo imagino. Lo verán en el cap de la boda ;)
En próximos capítulos descubriremos más sobre el pasado de Rowan y demás. A su padre todavía no lo conocemos, pero pronto sí.
También veremos shipps que tendrán sus libros propios 👁️
Sin más que decir, espero que les haya interesado aprender sobre la historia de Abdrion, Lilium y Khiat. Todavía nos queda mucho por conocer <3
¡Nos vemos en una semana!
Los amo <333
Bienvenidos a los nuevos y a los que ya están desde el comienzo, muchas gracias por seguir con la lectura. Les agradezco tanto por comentar y votar, son un mimo al alma.
♥️
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