↠Capítulo 12. "Más cerca que nunca"
Luciale.
Tras la reunión inesperada con Einer Ditnova, acabé agotada y a punto de entrar en un colapso. Últimamente mi sistema está fallando y no reconoce la magia que tomo de las flores para alimentarme, pero sé que es un proceso normal. Me han hablado de esto durante toda mi vida, no hay de qué preocuparse.
Saboreo el líquido oscuro de la copa en mis manos y siento su recorrido por mi garganta. Fresco, ácido, pero con leve dulzor. El vino es otra de mis adicciones que intento ocultar ante el mundo.
Mis labios son tintados por una efímera sonrisa apenas perceptible. Por fin he podido comprobar que la mitad de mis gobernadores son traidores a la corona, algo que no me desconcierta en lo absoluto.
Siempre he sido consciente de que muchos de los miembros de la política son leales a mi madre, pero no a mi padre. A él lo consideran un usurpador del trono, un emperador ilegítimo y alguien con poder nulo si se lo compara con Dríhseida I. El emperador que nunca debió ser y que le ha "quitado" derechos a la legítima heredera.
Aún existen personas cuyos ideales se alinean con los de los supuestos verdaderos herederos al trono. El secreto que este imperio y los Meire llevamos escondiendo por años. Borramos cualquier rastro de ellos, no pertenecen a Abdrion y nunca tendrán un lugar en él.
Al menos no dentro de la familia real y la línea de sucesión al trono.
Me importa muy poco lo que ellos piensen o deseen, es lo mejor para este imperio y priorizo la seguridad de mi pueblo. Si nuestra gente necesita protección, jamás podrán protegerlos como nosotros.
Una vez asuma el trono, los gobernadores cambiarán. Muchos serán removidos de sus puestos y me deleitaré cuando los vea caer, luchar contra sus propios demonios o entregarme su suspiro de vida como última esperanza para que sus almas no sean condenadas. Es obvio que no me importa en lo absoluto lo que esos bastardos se esfuercen en hacer para salvar sus almas.
No cambiaré de opinión al respecto.
Por el momento, las únicas personas con cierta cercanía hacia mí son los Liweul, la marquesa Liels, Chrystel Dreim y ahora Rowan.
Nunca antes una persona me había provocado dudas sobre mis acciones. Durante años decidí sobre la vida de los demás, sobre los humanos, pero con Rowan fue diferente. Desde el minuto cero me ha hecho dudar.
Todo de ella es tan nuevo para mí. Se plantó en mi imperio, sin conocer nada, solo para provocarme mil interrogantes en la cabeza y al mismo tiempo una sensación que añoraba sentir.
Se siente como si ella hubiese irrumpido en la tempestad que rodea mi alma, en el mar furioso que creció durante años en mi interior. La dulzura de su voz cambió y reinventó mis esquemas, el dolor de sus orbes café oscuro me trajo de regreso, me trajo otra vez al mundo. Por primera vez en años, percibí la vida recorriendo mis venas.
Pude haberla ejecutado como a la mayoría de los humanos que se infiltraron en este mundo, pero no pude. En mi corazón no vivió nunca esa posibilidad, jamás pensé en esa opción a pesar de que fingí que sí.
Siempre tuve presente que ella podría significar una amenaza para mi imperio por la especie a la que ella representaba y poco después resultó ser una farsa. El lugar de sus expresivos ojos marrón oscuro y sonrisa adorable fue desde siempre este mundo. Este es su hogar.
Yo no voy a negárselo.
No puedo apartarla de un mundo del que siempre ha sido dueña y se le fue ocultado desde su nacimiento.
Ella merece vivir como alguien de su especie, como lo que es: una ninfa del sol.
—¿Cuándo pensabas confirmarme que los Drekster regresaron? —inquiero severa al oír un aleteo familiar. No lo observo, si quiere mi completa atención debe ganársela.
—Cuando fuese el tiempo correcto para todo —replica un tanto intranquilo. Percibo el roce de su ropa al acomodarse su saco negro y su corbata azul.
—Ahora es el tiempo indicado —siseo, colocándome de pie. Mi acción no lo intimida, doy un último sorbo a mi copa sin mirarlo—. Me rindes cuentas a mí, querido anarquista Liweul. No te olvides de ello.
—Puedo controlar esto, no es nada grave. He enviado un escuadrón de soldados de la Guardia Real para que las busquen —me informa, serio y enfocado en el tema, sin ansiar alguna muestra de afecto de mi parte o que yo reforme mi tono al hablarle—. Sé que los Drekster fueron exiliados y...
—Es justamente por ello que debías avisarme cuánto antes y no hacer de cuenta que nada pasa en Mellster —espeto ácida, como una orden—. La familia Dreskter fue exiliada de Abdrion, ¿Por qué sus últimas descendientes están de nuevo en mi imperio? Si lo analizamos, esto se torna peor: están cerca de Leerralde. Los antiguos emperadores les perdonaron la vida, pero yo no hago ese tipo de favores a las almas miserables. Ya deberías saberlo.
—Dudo que Kairashana Lairovst las haya enviado con alguna misión en particular, más bien pareciera ser que hay personas que las dejaron entrar... —opina antes de suspirar—. Sabes a qué me refiero, majestad.
—Si hablaron con ellos significa que tenemos más traidores de los que creíamos —señalo con la rabia saboreando mi lengua y las ansias de consumir el alma de alguien en mi garganta. Trago saliva, enderezo más que nunca mi postura y mi rostro es cubierto por una extrema gelidez—. Ellos están aislados de todos. La única que puede contactarlos cuando desee soy yo. Deberé remover a los soldados encargados de custodiarlos.
—Me parece lo más acertado en estos momentos: sospechar de los guardias pero no de los gobernadores. Así quien sea el que no valora su vida, actuará sin ser tan disimulado —comenta y sin la necesidad de observarlo, sé que me ha regalado una sonrisa satisfecha.
Nos conocemos hace años, él sabe que soy bastante astuta cuando lo deseo y que no doy un paso en falso. Planifico todo antes de atacar, tengo planes ocultos bajo mi manga.
—Debo admitir que eres bastante estratega cuando quieres —hablo impasible—. Como sea, hay otros asuntos que debemos atender.
—Luciale —me llama para que yo voltee a verlo y deje de ignorar sus ojos naranjas.
Son pocas las personas que gozan del derecho de sostenerme la mirada y admirar mis iris grisáceas. Tengo entendido que él todavía no se ganó ese derecho.
Lo perdió hace años.
—¿Cuál es el verdadero motivo por el que Einer Ditnova vino a hablarte? —formula lejos de reflejar simple curiosidad, más bien lo aprecio preocupado.
Su interrogante tensa mis músculos y me obligo a disimular mi incomodidad ante ello. Creí que no tomaría el coraje suficiente como para cuestionar sobre la visita de la emperatriz de la corona roja.
No fui lo suficiente clara la última vez cuando especifiqué que no quería que trajeran temas del pasado a mi presente.
—Asuntos personales, Kreim —me limito a responder a la vez que le dedico una mirada que dice mucho más que mi tono evasivo y cortante. Asiente sin opinar ni comentar nada al respecto, decisión que agradezco—. En cuanto a Rowan, aún investigo sobre su especie. Pronto te daré novedades.
Mentirle no me resulta nada complejo. Sé que Kreim me es leal a mí y también lo es con mi familia, pero prefiero no otorgar mucha información privada. No me concierne a mí anunciar a qué especie pertenece Rowan, así como tampoco tengo su permiso para hablar sobre ello.
Los únicos que están al tanto de la situación son mis padres. Tal vez Chrystel, no tengo idea si ya ha hablado con la muchacha de ojos oscuros y expresivos.
—¿Sabes? De cierta manera me alegro que ella viniera a este imperio —habla el castaño frente a mí, su tonada por un instante se asemejó a una burla, pero por lo visto no lo es.
No hallo rastros de hostilidad en su actitud de este instante. Hemos pasado años entre ataques mutuos, lealtad hacia el otro, críticas, pero ahora, nos encontramos muy alejados de ello.
—No comprendo a qué te refieres —respondo desconcertada.
—Esa chica logró lo que nadie pudo en años —señala con una leve sonrisa emocionada—. Te preocupaste genuinamente por una persona y sonreíste sin mentiras de por medio.
Mi mandíbula se relaja ante la mención de ese tema, percibo como mi rostro se tranquiliza siendo eso perceptible por él y me obliga a regresar a estar alerta.
—¿A qué quieres llegar con esto, Kreim? —inquiero seria.
—Rowan Becker es más que tu protegida o una amiga para ti. Es la prueba de que no estás muerta por dentro, Luciale —explica su teoría, ya más sereno. No lo encuentro angustiado como cuando preguntó la razón por la que Einer Ditnova me visitó.
Por mucho que ansíe evitar la sonrisa en mis labios, ésta se adueña de ellos y procede a pintarlos de una tonalidad dulce, reconfortante. Ya no hay máscaras que cubran mi rostro, la falsedad o gelidez no hallan lugar en el; solo existe hogar para la paz.
La paz que recuperé después de cinco tortuosos años.
La paz que jamás pensé localizar de nuevo, pero ahora ubico a la portadora de esa sensación. Tiene nombre y apellido.
Rowan Becker. La joven de sonrisa tierna.
Una de las últimas ninfas del sol.
...
Aliso la falda de mi vestido de forma suave, procedo a acomodar la gabardina negra que desciende desde mis hombros hasta mis pies. Mantengo la frente en alto, la mirada segura e imponente, una postura recta y seria; no debo permitir que los ciudadanos me vean como una gobernadora débil o a quien se le puede pisotear fácilmente.
Lo que cometieron las Dreskter fue una falta de respeto hacia la corona, hacia la familia real de este imperio y deberían atenerse de las consecuencias de sus actos. No se debería tomar a la ligera evitar la figura de un emperador y hablar con desterrados.
Las puertas se abren, oigo unos cuántos pares de pasos que se dirigen al lugar en el que me encuentro parada. Reconozco las botas de las personas que forman parte de la Guardia Real de los Meire y también unos pares de zapatos, unos de tacón y otros de piso.
—Majestad, ellas son las ciudadanas de las que ha solicitado su presencia —informa Paularah Kreshton, la Ashatare del imperio. La líder de la Guardia Real de los Meire.
Nunca he entablado una relación cercana con ella, pero por lo que he podido avistar, es una de las personas leales a mi imperio y a mi familia. Cuando sea emperatriz de forma permanente, me encargaré de que ella mantenga su puesto a no ser que sea ascendida o removida.
Los ojos negros de la mujer frente a mí se clavan en mi rostro antes de inclinar su cabeza en señal de reverencia. Su cabello azul se desliza hasta llegar a sus hombros, apenas los roza. La tez pálida que la recubre en estos momentos, es reemplazada por una tonalidad oscura, lo que me indica que ha dejado de exponerse al sol.
Es una híbrida entre un Draskhara y una ser de la oscuridad.
Una de las formas más extrañas en las que pueden manifestarse dos especies juntas.
—Puedes retirarte —es la única oración que obtendrá de mí. Sueno severa y cortante.
Paularah asiente antes de retirarse junto a los tres soldados que la acompañaron. Sus botas resuenan en la lejanía hasta que me percato que se ha alejado lo suficiente como para no oír nada a través de mis sentidos agudizados.
Las jóvenes Dreskter mantienen su silencio sepulcral sin dirigirme la mirada, inclinadas en una larga y tortuosa reverencia que no pienso otorgarles el permiso para que terminen. Esto es lo de menos cuando se incumplen las leyes de mi imperio.
—¿Quién de ustedes habló con ellos? —intercalo mi vista entre las dos para analizar sus conductas, expresiones y lenguaje corporal frente a mí.
Ambas son dueñas de unos profundos ojos lila oscuro, cabello azabache ondulado, y una tez morena. No obstante, la mayor, Jeannara, lleva el cabello por el mentón y un lunar debajo de su ojo izquierdo.
—Yo —masculla Jeannara tras un par de minutos de hincarle la mirada penetrante que todos conocen y temen.
Es posible que mis iris hayan adquirido un color violeta producto de utilizar mi magia para manipular el control mental de las personas y doblegarlas a mi antojo. En el mundo de los humanos lo llaman hipnosis, yo prefiero hablar de kiné que en Lilium significa «Control de la mente de las personas».
Es lo mismo, imagino.
—¿Quién de todos te ha hablado? —expreso impasible, mi respiración serena la atemoriza. Una diferencia que tiene con su hermana, Damra.
En todo este tiempo, Damra sostuvo un semblante estoico, inexpresivo diría yo. En efecto, estudiaba para pertenecer a la Guardia Real y hubiese sido una buena soldado allí.
Todo el potencial para defender a la familia real y ha optado por destruirlo en cuestión de un segundo. Las decisiones influyen en el curso de nuestro futuro.
—La Jovencita Shinkira Arino —confiesa en voz baja, casi susurrante. No se atreve a observarme, un gesto que por un efímero momento me genera confianza en ella, pero eso no logra apaciguar mis poderes que vuelven a encenderse una vez captan que ella miente.
Mis labios se presionan con ligera fuerza, una de las venas de mi cuello late y la siento sobresaltarse por la molestia. Si Jeannara Dreskter valora su vida, será consciente de que es preferible que hable con lujo de detalles.
—¿Quién más, Jeannara? —exijo imperturbable a la vez que coloco mi mano derecha sobre su hombro y presiono de forma ligera. Palpo como se tensa ante mi toque, pero mantiene su postura sumisa ante mí—. No me estás diciendo todo, Dreskter.
La piel descubierta de sus brazos gana un color más pálido conforme mantengo mi mano en su hombro. Damra la examina en silencio, de manera disimulada, como si no supiera que yo poseo ojos para ver todo y que es uno de mis sentidos más agudizados.
—Majestad... —habla con dificultad, inhala y exhala con rapidez. La desesperación invade su sistema, el oxígeno tarda en llegar hasta sus pulmones, la sensación de asfixia se presenta tan rápido como su piel se vuelve todavía más pálida.
Debajo de sus expresivas orbes lilas comienzan a crearse un par de ojeras violáceas. Aparenta no haber descansado como es debido en días.
Leve humo violeta oscuro se forma alrededor de las puntas de mis dedos, con el paso del tiempo se vuelve cada vez más visible para las personas que me acompañan en esta habitación.
—La Jovencita Vinavina Arino también habló conmigo —admite finalmente, pero no aparto mis dedos de ella. Una estela de humo morado oscuro brillante rodea mi brazo derecho, siento como robo parte de su alma—. Y... Y... El Joven Normelt Arino.
Mis labios tintados de un bordó oscuro esbozan una sonrisa de lado, mezclando lo cruel y la satisfacción de que por fin he encontrado un motivo para entablar una conversación con aquellos que creí olvidados para mi vida cotidiana, pero que al parecer vuelven a considerarse amenazas para mí.
—Gracias, Jeannara —sonrío una última vez antes de soltarla con delicadeza. Acomodo unos mechones de su cabello oscuro.
La muchacha tiembla, puede que sienta que hace frío en la habitación o que está enferma. Son algunos de los efectos que conlleva el uso de uno de mis poderes en las demás personas.
No morirá. Bastarán un par de días para que se recupere, pero esto es para que le quede claro a la gente que llevarse por delante a la familia Meire implica consecuencias.
—¡Guardias! Llévense a las jóvenes Drekster de aquí.
...
Rowan.
Su rostro aparece frente a mí luego de cuatro años. En algún momento pensé que no volvería a verla, que nuestros caminos se habían separado de una vez por todas y ya nada nos unía.
Ese lazo inquebrantable que nos mantenía unidas se había roto. Yo lo rompí. Yo huí cuando tuve oportunidad.
Pero ahora está de regreso. Incluso cuando sé que es un sueño.
Sigue estando ahí.
Atormentándome.
Abriendo de nuevo las heridas que ella misma creó y que al mismo tiempo curó.
Sus ojos azules no se despegan de mí, una sonrisa cargada de falso cariño surca por sus labios rojos. Se acerca hasta cortar toda distancia entre nosotras, besa la cima de mi cabeza en un intento de gesto amoroso, pero no lo es. Soy consciente de que no.
—Ro —susurra, su voz melosa intenta engañarme—. ¿Por qué tienes que arruinarlo?¿Qué acaso no ves todo lo que hago por ti? Eres tan egoísta, solo piensas en ti misma y nadie más. ¿Qué hay de nosotros, la gente que te queremos y cuidamos?
—Katie, siempre pienso en ti... —murmuro, mi tonada temblorosa provoca que ella arquee una ceja, expectante a mi respuesta—. No entiendo a qué vienes a reclamarme, cada decisión que tomo, la medito antes de hacerla. Siempre es pensando si a ti te afectará de forma buena o mala. Yo...
—No lo entiendes, cariño —sus manos que acunaban mis mejillas, eligen descender hasta el comienzo de mi cuello—. Y no me amas como dices, de ser así, intentarías hacer lo que te pido.
—Dejé mucho de mi vida por ti, me alejé de mis amistades, dejé de utilizar cosas que me gustaban y... —siento una presión en mi cuello y jadeo por la presión. Percibo la determinación en sus iris azuladas, ella quiere asfixiarme. Y lo está intentando—. Katie, suéltame. Por favor.
—¿Piensas apartarte de la única persona que te ama? Nadie tiene un amor más real que el mío —aligera la presión de mi cuello e inhalo repetidas veces para calmarme—. Pero si quieres alejarte, está bien, cariño. Yo solo intento cuidarte porque te amo, tú eres la que me hace ser así. No deberías enojarme y solo obedecer si te pido algo, ¿Sí?¿Estamos de acuerdo?
—Sí —susurro en condescendencia.
Fragmenté una parte de mi alma por amarla e intentar comprenderla. Quebré mi corazón en pedazos para que ella pudiera considerarme digna de amarla, pero a fin de cuentas supe que el amor no era eso.
Katie jamás sintió amor por mí. El amor no hiere.
Yo simplemente luché contra sus demonios. Y ella me obligó a hacerlo cuando yo no quise.
Pero no quiso luchar contra los míos. Nunca.
Solo los alimentó hasta que crecieron más de lo que cabe en mi mente moribunda, en mi rota alma errante. Los alimentó hasta el punto en que ya no pude con ellos.
Entonces, mi mente volvió a querer huir lejos de mi cuerpo. Una guerra constante conmigo misma de la cual solo yo podía ponerle un punto final, a no ser que alguien me arrastrara a fuerzas.
—Te amo, Rowan Becker —sonríe por última vez antes de besarme, asegurándose de que yo no quiera alejarla de mí.
Los recuerdos suelen atormentar mi mente en mis días más tranquilos. A veces dormir se vuelve una tortura, no logro descansar por motivos como ese.
Mi psicóloga y terapeuta había comentado que era normal por estar en el proceso de sanación, dónde yo me alejaba de un vínculo tan traumático como mi relación con Katie Müller —un "amor" que casi me mata— y la convivencia con mi madre, Marisa Vertiev.
Es común que las víctimas de violencia, relaciones abusivas, traumas sexuales, entre otros, tengan recaídas cada cierto tiempo. La sanación no es lineal, siempre lo remarcaba para que yo lo recordara.
Sin embargo, detesto no poder tener una relación sana conmigo misma ahora. Me odio por permitir tanto, por permitir que alguien como Katie me hiriera, pero era la única forma de "cariño" que yo conocía desde mi infancia. ¿Qué más iba a esperar?
Mi cuerpo todavía reacciona como si mi entorno fuera hostil, no puedo sentir el contacto físico sin querer apartarme y salir corriendo lejos de esa persona. Todo lo interpreto como que en cualquier momento desearán engañarme, tal cual hicieron en algún momento las dos personas que consideré más importantes en mis diecinueve años de vida.
Tantos años deseando sanar, olvidar todo lo ocurrido y vivido, pero la sensación de vacío crece en mi interior. Con ello, mi ansiedad incrementa y mi diagnosticada depresión también.
Hay un fallo en mi sistema, ¿Verdad?
—Rowan —susurra una tonada femenina que reconozco al instante. Es imponente como ninguna otra, melódica, tan armoniosa que es la serenidad que ansiaba para recordar que no estoy a merced de mis demonios de nuevo.
—¿Qué haces aquí? —inquiero extrañada y me siento sobre la cama, Perséfone se sube a mis pies.
Tengo dos pares de ojos observándome. ¿Debería sentirme intimidada?
—Quise darte una sorpresa —explica nerviosa, apenas es perceptible para alguien. Sin duda es experta en ocultar sus emociones y expresiones—, pero después te vi removerte demasiado. Supongo que tuviste una pesadilla, ¿Todo bien?
—Sí —afirmo sin comprender de dónde saqué la seguridad para decirlo—. Por lo menos sé que fue solo una pesadilla.
Los labios violetas de Luciale se curvan hacia arriba en una sonrisa más tranquila, más aliviada, más amorosa. Nuestras miradas se sostienen por varios segundos, sé que ella debe ver mucho a través de la mía y yo no hallo nada en sus iris grisáceas. Nada que pueda reconocer.
Sin duda, ella es un completo misterio.
—¿Y bien?¿Qué sorpresa me trajiste? —rompo el silencio, con cierta intriga.
—Acércate —pide suave, sin ser tan severa como en otras ocasiones.
Acorto la distancia entre nosotras y sigo el curso de su mirada sin replicar nada. Sus ojos recaen en dos gatos que hallo familiares y que pensé no volver a ver.
Klay se acicala su rostro con confianza, su pelaje blanco es impoluto y sus ojos heterocromáticos me generan una sonrisa emocionada. A su lado, Kelly se mantiene en posición de alerta, desconfiada por el ambiente nuevo en el que se encuentra, pero al divisarme a lo lejos, sus ojos amarillos se achinan y corre hacia mí.
—Chrystel me dijo que los extrañabas y estabas preocupada por ellos —menciona la mujer a mi lado, parece sorprendida y aliviada por mi reacción.
—¿Ella te lo dijo? —pregunto desconcertada. En tanto tiempo, solo Jenna prestaba atención a la mínima palabra que decía—. Como sea. Gracias, Luciale.
Sus dientes se muestran por medio de su sonrisa más amplia que las anteriores que le he podido apreciar. Su expresión seria e intimidante cae ante ese gesto que se extendió por su rostro.
La admiro en silencio. Durante la mayor parte del día, ella es su majestad Luciale, portando una cara indiferente, inexpresiva, imponente; mas en estos momentos toda esa imagen que rezuma realeza, autoridad y poca empatía por alguien, fue reemplazada para que solo aparente ser Luciale Meire.
Una chica que no refleja a la muerte o la maldad en sus orbes grisáceas.
Una joven mujer con una belleza fuera de este mundo, que ama los vestidos, el maquillaje extravagante y verse bien.
Simplemente ella.
—Yo... —murmura, pero la interrumpo sin darle derecho a réplica.
Mis labios se presionan sobre los suyos, el asombro es visible en su semblante. Mis manos viajan hasta su cuello para atraerla más a mí, percibo como ella sigue el beso, sus labios capturan los míos sin darme la oportunidad de alejarme. Sabe a cerezas, con un aliento fresco, para nada extraño en ella.
Se mueve con elegancia y delicadeza, empuja con cuidado para profundizar este momento, percibo su brazo izquierdo rodear mi cintura y no puedo evitar sonreír a través del beso, que ahora se ha vuelto más profundo.
El tacto de ella, a pesar de ser gélido, no me incomoda. Permito que continúe el beso hasta formar una guerra de lenguas que termina ganando. Sus labios suaves se sienten como estar en casa.
¿Es posible que una persona sea tu hogar?
Creo que por fin descubro que no es este mundo el que me hace sentir como en un hogar, sino que es ella. Ella es la causante de esta sensación reconfortante en mis adentros.
Rompemos el beso después de unos segundos, mi respiración agitada choca contra su boca entreabierta. Se ve tan divina, tan alejada de cualquier mortal, no puedo apartar mi campo de visión de sus ojos grises que brillan de forma inusual y sus cejas que se han relajado luego de este instante.
Su mano derecha llega hasta mi mejilla y la acaricia con cuidado, es una señal protectora, suave, delicada, tal vez amorosa. No tengo idea de cómo describir lo que siento, solo espero que no termine pronto.
Que no termine nunca.
La conozco desde hace pocos días, pero al mismo tiempo es como si la conociera de toda la vida. Ella no es una desconocida para mi mente.
¿Es así cómo se siente conocer a tu alma gemela? Todos mencionan eso.
—No voy a permitir que te hagan daño —asegura, sus uñas se pasean por mi mejilla. La caricia me transmite paz, tanta que puedo permitirme cerrar mis ojos un segundo.
—¿Sí? —respondo con una sonrisa dulce.
—No es una simple afirmación, es una promesa, mev nairat dit selsh —susurra en mi oído antes de besar mi mejilla de forma delicada.
...
¡Buenas, buenas!
No ha pasado una semana, pero como logré terminar el capítulo, se los traigo hoy <3.
¿Qué me cuentan?¿Todo bien?
¿Tenemos fandom? 👁️
He visto que bastante gente se ha unido a esta travesía donde conoceremos a Luciale Meire y sus secretos, así como también a Rowan Becker y sus demonios.
Simplemente les quiero agradecer por tanto. Los amo <3.
Nos vemos la próxima semana. Pueden dejarme sus opiniones del capítulo aquí. 🖤
PD: Trataré de responder sus comentarios en estos días. Me gusta interactuar con ustedes (aunque tal vez no lo crean JAJAJAJAJAJA)
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