~♪Capítulo Único: Sinfonía♪~
Su sedoso cabello (c/c) se balanceaba humildemente con la sinfonía serena del viento. Los rayos del sol se asomaban amablemente, iluminando el cielo antiguamente oscuro. Los pájaros comenzaron a cantar sus canciones ante el nuevo día. El aire puro comenzó a llenar alegremente sus pulmones. Contemplar un nuevo amanecer, era pacífico.
Aún recordaba... Como conoció a ese español.
Su amigo Edd fue muy amable al invitarla a Londres(fue un viajo un poco largo, ya que ella venía de latinoamérica) para pasar Navidad y quedarse para avanzar en tu trabajo. Hasta que sus vecinos dieron aparición un día y lo nota: Eduardo. Seamos honestos, él llegaba a ser cruel o no sabía contener su ira. Pero a pesar de todo, _____ vio a un perdido. Es decir, ¿él tenía una razón de ser así, verdad?. Simplemente, hay que darle oportunidad y demostrará lo grandioso que puede ser. Aunque suene cliché es la pura verdad que siempre subsistirá. Con el pasar del tiempo, se relacionaron, es cierto que llegaba a ser alguien muy frustrado, apático, indiferente e irascible. Con la paciencia fue suficiente como para ablandarlo. Poco a poco, comenzó a mostrar indicios de consideración, pequeñas muestras de afecto y luego, dejando su orgullo de lado, fue apasionante a solas. Obviamente, primero se estableció una relación amistosa donde gobernaba el esfuerzo mutuo(a regañadientes por él). Después surgió una relación de pareja. Como toda relación, había conflictos pero rápidamente se arreglaba con un 'Perdona me' y varias muestras de afecto.
Aunque Edd, Matt, Tom y hasta Tord estaban preocupados por esto conociendo a su vecino egocéntrico, aceptaron a fin de cuentas ya que respetaban a su amiga y por lo tanto, no tenían chance para discutir con ella.
La forma en que su robusta mano ligeramente morena agarraba con gentileza y sobre todo protección a su pequeña mano, era suficiente para saber cuanto la quería, es como si tuviera miedo de romper un material frágil pero fuerte en varios aspectos.
O... La forma en que sus ojos cafés miraban con una falsa frialdad cuando en realidad eran amorosos. Admirando cada parte que componía a su pareja.
O... La forma en que seriamente y pero tímidamente en realidad, le pedía que posara para que pueda pintarla honestamente en un retrato. Haciendo movimientos sutiles con su pincel, dirigía incesantes miradas de admiración silenciosas hacia ella.
O... La forma en que cada vez que quería bailar con ella en secreto, se aseguraba que sus pasos flamantes fueran cuidadosos para no quemarla. No quería lastimarla.
O... La forma en que abrazaba su joven cuerpo, notando la gran diferencia de tamaño, ambos eran como dos rompecabezas que encajaban a la perfección. La calidez de ambos hacía que sus corazones latan en una sinfonía perfecta y pulcra.
O... También la forma en que le susurraba en español con ese acento que enamoraba y con cariño las miles cosas que amaba de ella, cada partícula y cada átomo. Su personalidad, sus ojos, sus labios, sus manos, su voz, su risa, su perseverancia, su forma de ver el mundo, su protección, lo fría o cálida que llegaba a ser, entre otras cosas. Inclusive, sus defectos.
Había muchas más cosas destacables que de sólo oírlas tendrías esperanza en él. Aveces aparentaba indiferencia, pero Eduardo era un fuego que necesita de un carbón que lo encienda. De lo contrario, no puede sobrevivir.
Hoy día, pasaron alrededor de 5 años juntos. Dos años de amistad y tres de relación. Suficiente tiempo para conocerse debidamente y establecer una relación apasionante y particular.
Ella no pudo evitar sonreír ante el pensamiento. Quién diría que despertarse temprano y sentarse en las gradas para observar el amanecer traerían grandes recuerdos felices.
El viento siguió soplando y acariciando su suave piel, había perdido la cuenta de cuantos minutos yacía ahí, pensando y disfrutando. A pesar de que buenos pensamientos se presentaban, en el fondo de su mente, recordó su figura. Sabía que aquel español la amaba pero cada vez que ella veía a las demás mujeres, no podía evitar sentirse un tanto incómoda. Su estilo y el de las demás mujeres era diferente, ella no utilizaba maquillaje, tacones o se esforzaba por su apariencia. Simplemente, lo fresco y cómodo la abrazaba.
Se quedaría hipnotizada de no ser por una gutural risa que oyó a sus espaldas, tan potentes que la hizo estremecerse por lo repentino.
"Al despertarme no te encuentro en nuestro dormitorio y resulta que estabas aquí afuera." Su voz ligeramente gruesa y profunda hizo eco en su cabeza. Sorprendentemente, estaba tranquilo. Él no era considerado como alguien mañanero. Aunque estaba ligeramente somnoliento y su voz estaba más grave debido a su prematuro levantamiento, una sonrisa colgaba de esos ásperos labios. Sin dar tiempo de reaccionar, tomó asiento a su lado en las gradas.
El pacífico ambiente era tan calmado que podías oír los latidos de su corazón. El europeo exhaló el fresco aire, acto seguido, serprenteó su mano hacia el hombro de su pareja para traerla más cerca. Provocando que ella suelte una pequeña risa.
"¿Sabes?, cuando miró el amanecer me recuerdo aquella vez en nuestra cuarta cita cuando te llevé al Parque de atracciones, nos subimos en la ruleta y prácticamente, nos quedamos viendo en lo alto como el sol se ponía." Sus cansados ojos brillaron ante el nostálgico recuerdo, pues aquel día fue donde había expresado su atracción y amor hacia ella. Mark y Jon estaban escépticos de que alguien como la de cabello (c/c) fuera recíproca con los sentimientos.
Los ojos de la mujer se dirigieron hacia el castaño oscuro, quien al instante correspondió. "¡Ja!, hasta recuerdo que cuando me invitas te en tu casa esa tarde, la cara de Mark y Jon fue hilarante." Ella exclamó. La firme burla provocó que el moreno suelte un chasqueo de lengua.
"Joder. Es una pena que no haya capturado el momento." Rió como todo un bufón, en su tono se presentaba rastros de maldad. Mas su pareja estaba acostumbrada a los pícaros y fieros comentarios.
"Joder. Si tan solo hubiera capturado el momento donde gritas te en la montaña rusa." _____ picó su ego, a lo cual, él dejó de reír, brusco en su paro.
No tardó en fulminar la con su feroz mirada, digna de depredador.
"¡Oye!, quedamos en que no hablaríamos de eso de nuevo." La vergüenza rápidamente inundó su cuerpo y también la sangre llegó a sus mejillas. Procuró parecer enojado con su característico ceño que fácilmente hundía a las personas, mas fracasó ante la chica (t/nacionalidad).
"No todas las promesas se cumplen." Aquella respuesta pícara hizo que el contrario se cruzara de brazos, formando frustración en sus ojos.
Unos pequeños segundos de silencio surgió, como si ningún pecado se subiera en sus espaldas. Como si fuera un flechazo, el español recordó que debía de hacer algo. Y esta era una buena oportunidad.
"Ostia, ahora recuerdo... _____, ¿podrías ir al parque en nuestro lugar favorito?, específicamente a las 8:00 p.m., con tu mejor vestido." Inesperadamente, la seriedad se presentó. Causando curiosidad en la joven, ¿qué estará planeando?. ¿Tal vez sea alguna cita?. En parte era sorprendente que no sea ubicado en un restaurante de alto lujo y costoso.
Ella asintió, con la confusión escrita.
Eduardo sonrió de lado, extrañamente confiado. "Te veo más tarde." Dijo por último y alegre, dando un beso en la mejilla de su pareja antes de irse adentro de la casa.
¿Y ahora, qué hará?.
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"Arg, son como niños..."
"¡Ayuda, alguien!."
"¡VEN AQUÍ, JON!."
El estoico Mark ante todo el alboroto no podía seguir con su libro, el simple hecho de que Jon se equivoque en lo más insignificante, según Eduardo, el antedicho literalmente intentaba agarrarlo para brindarle un golpe por su error. Mientras que el castaño claro, presa del pánico, comenzaba a gritar el nombre de su amiga(haciendo que Mark frunza el ceño, al parecer, Jon recurría cada vez que podía a su salvadora). Alertando así a la latinoamericana, que de un golpe abre la puerta principal. El rubio no pudo evitar soltar un suspiro, estos dos si que eran insoportables y lo peor de todo, _____ habrá escuchado el grito de ayuda desde la casa de Edd y vino lo rápido posible.
Al notar que la muy dichosa vino, inesperadamente para ella, el de camisa azul corrió detrás de ella. Sabiendo para su alivio, que Eduardo no podrá pasar ante la tenaz mujer.
"¡¿Qué rayos?!, ¡¿es que no se pueden comportar bien en dos míseras horas?!." Su regaño paralizó brutalmente al español que tarde se dio cuenta de la presencia de su novia. Los ojos negros carbón de Jon se asomaron para observar al moreno bufar.
"¿No deberías estar alistando te?, dentro de una hora tienes que estar en donde te cité." Con un tono juzgan te y sobre todo enojado con aquel ceño arrugado caracterizan te, se cruzó de brazos y levantó una ceja a su pareja. No estaba frustrado con ella, solamente, estaba a punto de darle a Jon una paliza y ya se ha abstenido lo suficiente por un tiempo insoportable para el nombrado.
Ella con una expresión ilegible puso los ojos en blanco. "¿No deberías estar preparándote?. Ya sabes, Jon quiere vivir una vida pacífica, concede eso."
Él no dijo nada más, solo la siguió fulminándola. Así como ella a él. Finalmente, luego de un pequeño silencio. Eduardo se rindió en un suspiro derrotado. Y con una mirada de disculpa seria, se calmó.
"Bien, simplemente me iré a preparar ya. Nos vemos luego." Sin más añadidura, se dispuso a ir a su habitación, seguido con tres pares de mirada. Su obediencia y su secreta ansiedad provocaron lo sumiso en él.
El estoico rubio suspiró pesadamente, sus hombros se sentían más livianos ya. "Gracias, _____. Te debo una." Finalmente, podrá leer en silencio.
"No hay de qué, Mark." Dijo apacible, acto seguido se volteó hacia su amigo que empezaba a calmarse. "¿Estás bien, Jon?." Preguntó preocupada.
Ante su gesto de preocupación, Jon sintió cómo su corazón se estremecía con cariño y calidez. Se sentía bien tener una amiga tan atenta.
"¡E-Estoy bien, gracias por venir a ayudarme!."
"¡De nada!, ya sabes, nunca me cansaré de ayudarte." Y ahí apareció su sonrisa casual, sus ojos (c/o) que irradiaban calma provocó que Jon asienta con entusiasmo ante la afirmación.
Un resoplido atípico resonó, el intelectual Mark bajó su libro, con su ceño ligeramente amargo. "¿Cómo es que logras tolerar a Eduardo cuando esta de malas?, es decir, joder. Te obedece incluso." Gotas de veneno salpicaron encima de la verdad absoluta. Aveces, el rubio quería saber el secreto que _____ tenía para aliviar a ese español implacable. Algo que hasta hoy día, sigue escéptico de la victoria que abunda últimamente.
Ella simplemente se encogió de hombros, sonriendo. "Si quieres a alguien, entonces lo aceptas tal como es. No es ningún secreto aquello."
Así de simple. Es la verdad.
Los minutos pasaron tan rápido sin que se dieran cuenta, _____ y Eduardo para ese entonces ya estaban listos para comenzar con lo acordado. La noche joven así como el fresco virgen eran aspectos que te seducían a salir ante la atípica y bella escena. Ellos no eran los únicos, en las calles juntos los faroles brillantes acompañados de las estrellas que salpicaban el cielo, las parejas, amigos y solteros salían para su diversión y otros proyectos deseables. No iban a desperdiciar esta grandiosa oportunidad. Mas para esta pareja iba a ser lo mejor. Finalmente la mujer llegó a la ubicación destinada, venía con un vestido (c/f), el cual le llegaba a la rodilla justamente y el color en sí del vestido hacía resaltar su suave piel (c/p) que brillaba bajo la luna acompañado de unos zapatos cómodos(elección libre). Incluso cuando no era una fanática de vestidos, sabía ubicarse y respetar si se le pedía. Apenas llegó y lo primero que encontró fue una mesa con un mantel, un centro de mesa, dos platos cubiertos y con dos sillas cómodas. Ella sin esperar mucho tomó asiento, tenía curiosidad del por qué los platos estaban cubiertos, pero lo averiguará más tarde. Su concentración plácida fue interrumpida al notar como su pareja apareció finalmente. No era de esperarse que iba a venir más atractivo de lo que ya era. Él portaba un pulcro traje negro, camisa blanca, corbata verde oscuro y unos zapatos oscuros.
Se veía serio, pero sus ojos adquirieron un brillo fugaz al verla. "Te ves hermosa hoy." Dijo suavemente, a pesar de su profunda voz, aquella particularidad le agregaba un toque especial. Después de mirarla completamente tomó asiento con un movimiento asertivo y seductor.
"¿En serio?, digo, tienes suerte de que vine con vestido. No siempre cumplo con la elegancia." Exclamó burlona, cruzando sus brazos bajo su pecho. Dando lugar a una gran verdad.
Eduardo rió entre dientes, ella era una especialista en esquivar sus palabras o ligues con amor. Vaya tenacidad. "¿Te encanta arruinar los momentos, verdad, cariño?." Muy pronto, su sonrisa se volvió pícara. Sin miedo a pasar su fuerte y morena mano a la suave mano de su pareja. Era sorprendente lo áspera que era este a comparación de la piel de _____.
Debido al atrevimiento y el cambio de aires de tranquilo a seductor, _____ se acercó más, apoyando sus codos a la mesa y observó profundamente aquellos ojos cafés feroces. "Si es contigo siempre~." Exclamó bajando el volumen de su voz, mientras la burla seguía asechando.
Su mirada se ablandó gentilmente, inesperadamente y en un pequeño acto de amor, acarició su mano. "¿Te he dicho cuanto te amo?." Aquel acento férreo español resonó en el cuerpo de ella, fácilmente, lograba hacerla estremecerse. Este español ni siquiera se esforzaba para hacerla sentir diferente. Sólo bastaba pequeños actos y su mirada para saber lo verdadero de todo.
Él hacía todo lo posible para que se sienta amada y segura a su lado, inclusive si las personalidades eran chocantes u opuestas, no era rival suficiente para impedir que florezca el amor. Nunca prestó atención a otra mujer en el sentido amoroso, simplemente, era _____. Y aunque la misma se sienta imperfecta, era perfecta en sus ojos. No importa cuantas veces ella lo regañaba, era paranoica o era frustrante, sabía de sobra que su pareja se preocupaba mucho por él. Tanto en su salid física como psicológica. Ni más ni menos.
El resto de su transcurso cenaron, bromearon, rieron, contaron anécdotas o cortejaban. Nada podía romper la atmósfera de amor que ascendía hasta el cielo. Estaban tan concentrados el uno para el otro, que los sonidos que se oían de la calle eran ignorados tranquilamente. No tardó mucho en ser las diez de la noche. Momento ideal para lo planeado. Eduardo cortó la conversación tomándola de la mano y levantándola, trayendo sorpresa y confusión de parte de _____.
"Seguro te preguntarás... Qué está sucediendo ahora. Y la verdad es, _____, que tengo que hacerte una confesión." Su seriedad tenaz fue suficiente para llamar completamente la atención de la antedicha. Si decía que no estaba nerviosa mentiría, desconcertada, le dijo que prosiguiera. "Los últimos años de mi vida que pasé contigo fueron las mejores, ¿y sabes?, nunca me sentí tan vivo, cada vez que despertaba tenía la ansiedad de hablar contigo. Y cuando menos nos dábamos cuenta, la hora pasaba tan rápido." Rió entre dientes por su comentario, el corazón de ella comenzó a latir más fuerte por sus palabras. "Con el pasar del tiempo y cuando me dijiste que querías estar conmigo, me sentí... Muy feliz. Y el sólo hecho de imaginarme una vida junto contigo, me hace soñar cuantas posibilidades tendremos. Es por eso, _____ _____(t/apellido)..." Lentamente, se arrodilló con su rodilla izquierda, sin soltar su mano. La de cabellos (c/c) sintió como su corazón quería explotar de tantos bombeos. Los ojos de Eduardo brillaron aún más y su acento español se reveló ansioso. Ella no imaginó que este momento llegaría. "¿Te gustaría casarte conmigo?."
Su boca se abrió, maravillada, las emociones que brillaban en sus ojos eran intensas. Su rubor creció en sus mejillas. Ella se aseguró de que este no era un sueño, y para su suerte, era totalmente real como él. Lágrimas de felicidad cayeron de sus ojos, rápidamente sonrió feliz.
"¡¡Sí, acepto!!. ¡Sí, sí, sí!. ¡Quiero casarme contigo!." Exclamó en un alto nivel de alegría, sin apartar su vista de su ahora prometido.
Eduardo apenas oyó su respuesta y con todo su corazón bombeando felizmente a toda velocidad, la alzó en sus brazos. Para acto seguido besar el rostro de su futura esposa, con amor, mientras ambos comenzaban a reír entusiasmados. Las palabras de '¡Te amo!' no dudaron en aparecer entre los dos.
Ya nada separará sus pasiones, muy pronto, serán solo uno.
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