El sobre
El medallón naranja, tan implorante de ser observado por los hombres, se estaba cayendo a picada. Jeremías acababa de salir del trabajo. Con un aire de infinito desgano caminaba rumbo a su casa. Ese día todo había salido mal. Al comenzar el día, no sonó el despertador, o no lo escuchó. Llegó tarde al trabajo. El gerente le llamó la atención. Las cuentas no le salían como debía, un cliente se desmayó en su caja. En fin, tuvo un día pésimo.
« Al fin voy a llegar a casa, y a prepararme un rico mate » se dijo caminando en la penumbra de la calle solitaria. Los enormes edificios ocultaban por completo los últimos rayos de sol, y los faroles comenzaban a iluminar la peatonal.
Cuando llegó a su casa, dejó la maleta en la mesa del comedor. Desabrochó la pulcra camisa blanca, y se fijó en la heladera algo para comer. En eso sonó el teléfono.
-Hola, ¿con quién hablo?
-¡Jeremías! -respondió una voz arenosa-. Olvidaste tú chaleco en la oficina.
-Emm -contestó y atisbó por reflejo el perchero. No estaba el chaleco en el lugar. Dio un remilgo y tratando se serenarse continuó-. Mañana lo voy a buscar ¿lo podés guardar en el armario?
El día no podía ser peor. Sólo faltaba que regrese su ex para tener el cartón lleno. Antes de ir a leer un libro, y despejar su mente, se fijó el buzón de correo. Cinco sobres blancos esperaban ser abiertos. Caminó hasta la mesa del comedor, y dispuso a abrirlos. Los dedos le temblaban, el nerviosismo recorría su espina dorsal. Esperaba ansioso hace mucho tiempo la respuesta, y presentía que era el sobre tan esperado, ese que le iba a dar una bocanada de alivio al tormento en que se encontraba desde varios meses atrás.
Respiró profundo y colocó las cartas de manera arbitraria sobre la mesa de caoba. La primera carta era de su amigo de la infancia. Las dos siguientes eran cuentas a pagar en el banco. « Y todavía no cobré un peso...» pensó mientras dejaba esas cartas en el otro extremo de la mesa, lejos de su momento de "gloria". La penúltima era una carta de su madre, que vivía en los interiores de Bonpland. Tan sólo quedaba un sobre ser abierto. « Tiene que ser este » suspiró con el sobre en sus manos. Cerró los ojos, intentando atraer buenas vibras « ¡Mejor lo hago luego de ducharme! ». Dejando el sobre nuevamente en su lugar. Ser ganador del concurso literario más importante del país era un anhelo que llevaba desde hace años, y más aun cuando el premio era una elevada cantidad de dinero, que le ayudaría a saldar las cuantiosas deudas que tenía.
La ducha tibia lo reconfortó del cansancio laboral. Relajado, y un poco adormilado después de la ardua jornada, se fue en busca del sobre. Cuando lo tuvo entre sus manos temblorosas, sonó el timbre de la casa. Se levantó y fue a atender.
-¡Hola, Romina! -exclamó dando un par de besos en las mejillas de su hermana mayor.
-Tengo que venir a visitarte, ya que vos nunca vas para el pueblo ya-Le recriminó su hermana mayor-. Además no vine sola -guiñó un ojo-. Estoy acompañada.
-¿Quién? -pronunció elevando la comisuras de los labios a la vez que arrugaba su pequeña nariz. Jeremías buscó a primera vista al acompañante. Sin éxito.
-¡Hola, tío! -Unas risitas acompañaron el saludo. Él salió de la casa, y vio a sus sobrinos, que estaban ocultándose detrás del arbusto.
-¡Qué bueno que vinieron! Mis sobrinos queridos -dijo mientras alzaba al más pequeño entre sus brazos-. ¡Qué grande que están! pasen.
-¿Por qué mejor no nos vamos a la plaza? Los niños quieren correr, y gastar sus energías -acotó su hermana. Continuando con su moción-. Y casi nunca vienen a la ciudad...
El más pequeño se llamaba Pedro, de cinco años. Tenía grandes ojos marrones, y una sonrisa encantadora. Eso sí, sus dientes ya comenzaban a sufrir las consecuencias de comer tantos dulces.
Abril, era la hermana mayor, por tres años de diferencia. Era de piel canela. Sus rosadas mejillas, siempre estaban llenas de sol y dulzor. Llevaba dos largas trenzas en sus cabellos castaños. En sus ojos negros se podían observar la esencia de la inocencia de un ángel.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
-Tío ¿me puedes empujar? -pidió la pequeña desde la hamaca. Cuando Jeremías le dio un poco de impulso, ella dijo: -A Pedro también.
-Sí, a mi también -gritó eufórico Pedro desde el asiento de su hamaca.
Los chicos jugaban contentos en la plaza. Luego de las hamacas se dirigieron al tobogán, y al carrusel. Mientras tanto Romina le contaba todo lo que sucedía en el pueblo natal. Manteniéndole al tanto de los últimos acontecimientos. Y confesándole la triste noticia que comenzaba a ser un calvario para su madre, le habían diagnosticado cáncer.
-¿Cómo? ¿hace cuánto? -buscaba una explicación-. ¿por qué nunca me contó cuando llamaba?
-Tal vez no quiso preocuparte -elevando una ceja y con tono de reproche-. Y vos tampoco vas por allá de seguido.
-Sabés que se me complica -Se excusó-. El trabajo me ma...
-¡Mamá! -Se escuchó que exclamaron a la distancia. Romina inmediatamente miró al lugar y vio a Pedro tirado en el suelo, y Abril a su lado, casi de hinojos, limpiándole la rodilla.
-¡¿Qué pasó Pedrito?! -gritó la madre mientras acudía en ayuda. Abril no se despegó en ningún momento de su hermano.
-Se cayó del tobogán -emitió la pequeña a su madre. Con la voz llorosa a sabiendas de una reprimenda. Jeremías, que ya estaba en el lugar. Tomó a su sobrina de la mano y le dijo:
- Decime, de donde se... -y la voz de Romina cortó la frase:
-Voy al baño del autoservicio -Cogiendo al pequeño de la mano-. A ver si le puedo curar la herida que se hizo -mostrándole la enorme raspadura que se hizo el pequeño en la tapa de su rodilla -.¿podes quedarte un ratito con Abril?
-Si, andá tranquila -Le contestó Jeremías-. De paso aprovecho para estar más tiempo con Abril -Al decir esto le ofreció una sonrisa a su sobrina. Fue una sonrisa opaca, que intentaba ocultar el torbellino que desencadenaba en su mente.
Cuando ellos se fueron, la pequeña se sentó en el banco de madera, junto a su tío. Su ser destellaba una luz incomprensible. Su grácil rostro se comparaba con el de un ángel. Miraron las estrellas, en absoluto silencio. La niña cortó el silencio con una delicadeza de adulto:
-¿qué te sucede tío? Te veo triste
-Nada, no es nada -respondió por inercia mientras cavilaba un viaje al interior de la provincia lo antes posible.
Una estrella fugaz se mostró ante ellos. Jeremías exclamó:
-Vamos abril, pide un deseo -apresurándose continuó-. pero solo piénsalo. No lo digas en voz alta, porque no se te cumple.
La pequeña cerró los ojos con fuerzas, intentando ocultar su deseo del pensamiento de los demás. Atesorando ese momento. Esbozó una sonrisa y dijo:
-Ya está.
-¿Pediste un juguete? -inquirió Jeremías, calculando con el poco dinero que tenia en su bolsillo, para ver que podía regalarle.
-No, no fue eso -ofreciéndole una inocente sonrisa-. Pedí por mamá, papá, por Pedro, la abuela y vos, para que estén bien.
-¿Y qué hay de vos? -respondió desconcertado ante el deseo.
-¿Yo?
-Sí, vos Abril -Le miró a sus grandes ojos- Eres muy buena con los que te rodean, te portas bien, tienes buenas calificaciones ¿No te parece qué mereces un regalo?
-Bueno, sí -abanicó sus piernas al aire, ya que sus pequeños pies no tocaban el suelo desde el banco-. Hay algo que me gustaría.
-¡Decime! Tal vez se te cumpla tu deseo.
-No lo puedo decir
-Quedará como un secreto entre nosotros ¿qué te parece?
- No lo creo... no creo y no quiero que se cumpla.
-¿Por qué no? -quedó anonadado al oír aquello.
-Yo estoy muy bien -Hizo un mohín-. Sólo que hay veces que los extraño mucho, pero algún día nos volveremos a encontrar -Lo abrazó fuerte, estrechándose sobre su pecho-. Me tengo que ir, solo te puedo visitar cuando me buscas en tú interior.
-¿Qué? ¿Por qué decis eso?-mientras iba diciendo esto su figura se difumaba, el eco de su voz se propagaba por su interior.
El sonido del timbre lo despertó. Por sus mejillas rodaban pesadas lágrimas saladas. Abrió sus ojos y lo primero que vio fue aquel sobre sin abrir. Ya no le importó saber el resultado. Con un sentimiento oprimido en el pecho musitó « Gracias por visitarme en mis sueños ».
Para ti...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top