—¿Qué te parece si vamos al centro comercial? —pregunto.
—No lo sé, no tengo ánimos.
—¡Vamos!, Así podrás cambiar de aires. —dijo, sacudiendo el brazo de Scott.
Hace poco más de una semana que habían pasado los sucesos en la playa, hace poco más de una semana que Scott y Jared no tenían contacto alguno.
Después de que el dúo llegará a la ciudad, cada uno fue por un camino diferente, Scott creía que después de un día de estar separados, Jared volvería, pero no fue así, después de dos días sin contacto, Scott decidió ir a buscarlo a su casa, pero no tuvo suerte, ya que la madre del pelirrojo le comento que este se estaba quedando por unos días en la casa de un compañero de trabajo. Aun así el moreno no se rindió, intento llamarlo a su teléfono pero el chico jamás respondió la llamada, y después de eso tampoco la devolvió, haciendo que Scott llegará a la conclusión de que no quería hablar con él.
Había pasado un día desde que el primo de Scott llegó de visita, el menor le había comentado la situación que tenía con el contrario y su primo había estado apoyándolo en todo este momento de tristeza.
—Tienes razón, vamos.
Agustín era el nombre del primo menor de Scott. Un moreno, alto, de hombros anchos y ojos café claros, cualquiera se enamoraría de el con solo verlo.
Cuando llegaron al centro comercial Scott trato de relajarse y disfrutar de la tarde con su primo.
Recorrieron varias tiendas de ropa, probándose diferentes atuendos.
Pasaban más de una hora en cada tienda, se cambiaron tantas veces que perdieron la cuenta y para que mentir molestaron a varias dependientas
En la última tienda incluso realizaron una pasarela, haciendo reír a un par de chicas que estaban junto a ellos en los probadores.
Salieron de las tiendas con las manos vacías, pero con el estómago doliendo de tantas risas compartidas.
Para ese momento el moreno ya se sentía mucho más animado.
—Pero te juro que si yo no hubiera estado ahí para verlo tampoco lo creería. —continuo con su plática Agustín, mientras soltaba risas, la anécdota de la vez que su primo se encontró con un Ñandú en medio de la carretera era demasiado graciosa,
—Yo siento que es algo...
Scott no termino la frase y se quedó pegado a su sitio, mientras su primo seguía caminando. Cuando Agustín se dio cuenta volvió sobre sus pasos hacia donde se encontraba su primo que estaba con la mirada fija en un par de chicos sentados al otro lado del centro comercial, los reconoció rápidamente, uno de ellos era el rubio del bar, con el que Jared se había estado besando, ahí se encontraban los dos comiendo un helado y platicando muy animadamente.
Sin poder evitarlo, los ojos de Scott se llenaron de lágrimas al ver aquella imagen, ahora entendía por qué el pelirrojo no quería verlo.
Solo para lastimarse un poco más, marco el número de su amigo y vio cómo el contrario tomo el teléfono para ver quién era y lo coloco nuevamente sobre la mesa sin cortar la llamada, como si no tuviera importancia
Ver eso le partió el corazón, nunca se imaginó que una acción tan simple como esa le podría doler tanto.
Aun así no se movió de su lugar, era como si sus pies se hubieran quedado pegados al suelo.
—Vamos, no te quedes ahí. —dijo Agustín, tomándolo del brazo y comenzando a jalar de él.
Después de eso, todo se volvió confuso. No supo cómo salieron del centro comercial, ni mucho menos cuando habían llegado a casa.
Pero ahí estaba él, acostado en su cama con la mirada perdida y el corazón adolorido.
Era cerca de la media noche cuando junto el valor suficiente para escribirle un mensaje a Jared
"Es importante, debemos hablar"
Como sospechaba el pelirrojo no le contesto. Paso horas dando vueltas en la cama hasta que por fin logró dormir, y todo para que en sus sueños apareciera el contrario que lo estaba volviendo loco, junto al rubio del bar.
Por otro lado estaba el pelirrojo indeciso, Jared leyó una y otra vez el mensaje que le había llegado.
"Es importante, debemos hablar"
Quería escribirle, no eso no, quería ir hasta su habitación para poder verlo y hablar con él. Estaba tan confundido que no sabía qué hacer.
Frustrado arrojó el teléfono a la cama y se dispuso a dormir, ya que al día siguiente tenía que levantarse muy temprano para asistir a una reunión de trabajo.
Apenas estaba saliendo el solo cuando Jared escucho como alguien golpeaba la puerta de su casa hasta el punto que podía tirarla.
Quería seguir durmiendo ya que aún quedaban horas para el trabajo, fingir que no estaba en casa, pero era imposible por su auto estaba estacionado en la acera.
Con pesar se sentó en la cama, refregó sus ojos con los puños y giro el cuerpo saliendo de ella en su totalidad. Toma las pantuflas que se encontraban al lado de esta y se las calzo para luego comenzar a caminar en dirección hacia dónde provenía el sonido.
Jared abrió la puerta y se sorprendió al ver a Scott de pie en la entrada.
Se veía horrible, el cabello desarreglado, la camisa la tenía desabotonada y ni hablar del pantalón que llevaba puesto, la prenda tenía una gran mancha que adornada una de sus piernas, tal vez de cerveza, vino o algo parecido. Unas terribles ojeras yacían debajo de sus ojos y hacían que su rostro perdiera el brilló.
—Tenemos que hablar —pronuncio Scott entre cortado, sentía como comenzaba a formarse un nudo en su garganta.
—Sí, pero este no es el momento son...—miro la hora en el reloj que se encontraba en su muñeca. —, apenas las 6 de la mañana.
—¿Acaso tienes al rubio en te habitación? —cuestionó, estirando el cuello para ver sobre la cabeza del más alto.
—¿Pero de que estás hablando? ¿Cuál rubio? —pregunto, frunciendo el ceño.
—Ayer los vi, muy alegres y juntos platicando. —Jared, no entendía a qué venía todo esto, pero el hecho de ver así de destrozado al moreno le partía el corazón, aún que no podía ceder.
—El no está aquí, solo salimos a comer.
—¿Qué somos Jared? —Scott tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Sabes no es el momento, tengo que irme. —trato de cerrar la puerta pero el menor puso su pie impidiendo el acto.
—Dije que, ¿qué somos?, O que se supone que está pasando. Pensé que tú y yo, ya sabes, yo pensé que me querías. —dijo arrastrando las palabras.
Sabía que lo que diría a continuación le dolería a Scott, pero a él le dolería mucho más. Era algo que en ese momento necesitaba dejar claro, tenía que cortar de raíz, esa relación inexistente.
—Scott yo de verdad lo siento, pero creo que es mejor que solo seamos amigos —su voz estuvo a punto de cortarse, pero tenía que ser fuerte, no podía lastimar a Scott, tenía que ser fuerte por él. —, tu solo estas confundido y tal vez sea mi culpa pero los dos...
Scott no podía seguir escuchando eso, simplemente se dio la vuelta y dejó al pelirrojo hablando solo. Una vez que llego a su habitación rompió en llanto.
Que estúpido es el amor, pero más estúpido fue él, por enamorase de su mejor amigo.
—Ya pasaron 2 días, levántate.
El moreno se encontraba debajo de las sábanas de su cama, no tenía ganas ni de sacar un dedo fuera de ellas. Agustín tiro de las mismas haciendo que la luz golpeara de llenó en su rostro.
—Déjame solo. —contesto molesto, mientras tapaba su cabeza con una almohada
—No, eso sí que no. Arriba, date un buen baño, porque apestas y arréglate, vamos a salir. —Agus se tapó la nariz e hizo cara de desagrado.
—Debes estar bromeando, no quiero salir.
—No es pregunta, estoy preocupado por ti, no es bueno que sigas de esta manera. —dijo, cruzando los brazos. —Te conseguiré a alguien, te acuestas con él y te olvidas de ese tonto.
—No quiero un revolcón, quiero seguir durmiendo.
En el interior de su mente soltaba muchísimos insultos dirigidos hacia el molesto de su primo.
—Bueno, entonces vamos a un bar y nos tomamos todo el licor de la barra. —propuso la mejor idea de que se le había ocurrido
—Eso suena mucho mejor. —saco la almohada que lo seguía tapando y camino en dirección al baño. Agustín tenía razón, el olor a muerte lo perseguía.
1 hora después, los dos entraron a un bar, que estaba prácticamente vacío porque aún era temprano, se sentaron en una mesa apartada y comenzaron a beber.
Conforme pasaba la noche Scott se iba relajando más, incluso se había parado a bailar con un par de chicas y chicos, pero cuando estos intentaron besarlo, simplemente los dejo ahí solos y bailaba con otra persona.
A mitad de la noche los primos ya estaban totalmente ebrios. Scott tomo su teléfono y comenzó a marcar el número que se sabía de memoria desde hace años.
Uno, dos, tres timbres. Estaba a punto de colgar cuando escucho la voz de Jared al otro lado.
—¿Qué carajos Scott? Son más de las 3 de la mañana. —dijo, con la voz adormilada.
—Dime, ¿Que tiene ese rubio que no tenga yo? —Scott arrastraba las palabras, así que casi no se le entendía al hablar.
—¿Estas ebrio? ¿Dónde estás?
—No importa, dime, necesito saberlo. —una pequeña sonrisa se instaló en su cara, no era de felicidad más bien una sonrisa de tristeza, seguramente se arrepentiría de haberlo llamado, al día siguiente.
—Dime dónde estás, pasare por ti. —Jared se levantó de la cama y comenzó a vestirse con lo primero que encontró.
—No quiero, estoy con Agustín. —menciono mirando a la pista de baile, dónde se encontraba el otro moreno.
Jared escucho como a lo lejos a través de la música se escuchaba la mención del bar, lo conocía y sabía que no estaba a más de 20 minutos de su casa.
—Quédate ahí, voy por ti.
Scott quiso decirle que no era necesario, pero el bello pelirrojo ya había colgado y se disponía a agarrar las llaves del auto para ir por él.
¿Estaba molesto? Claro que sí. Pero se sentía más curioso y preocupado, pensaba que podría pasarle cualquier cosa en el estado que estaba y él no podía permitirlo, en el momento que decidió rechazar a Scott para no lastimarlo, también tomo la decisión de protegerlo cueste lo que cueste.
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Instagram: daynizleguizamon
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