Dicen que la valentía se tiene o no se tiene, que uno nace con ello o vive en la cobardía para siempre. Dicen que sólo se es fuerte cuando no se llora, cuando no se sufre por amor y se deja de lado la inocencia. Dicen que una persona madura es aquella que no pierde los papeles en un hospital o aquella que no le pega un puñetazo a la pared. Dicen que somos peones que no se salen nunca del tablero, que tenemos que ser blancos o negros, que tenemos que mover ficha cuando nuestro oponente termina de hacernos la jugada.Que somos marionetas que obedecen y que callan; que nuestro instinto de rebelión se fue con la evolución y que nuestros hijos pasarán a ser muñecos de cera en un museo, donde el público admira lo bien hechos que están, que poco se mueven y callan mucho más. Dicen que nuestro corazón dejará de pensar, y usaremos la cabeza sin más; no para razonar, sino para reaccionar involuntariamente ante las voces del poder.

El ser humano evolucionará aún más, y creceremos sin lengua y con los párpados cerrados; tan sólo los poderosos y sus descendientes mantendrán estos rasgos. La boca será su herramienta para ordenar, y los ojos para asegurar que la orden se cumple.

¿Quién quiere ser así?

Yo me imagino el futuro como algo cordial, si antes imagino el presente como una rebelión pacífica contra el mal. Si antes damos el paso hacia la línea roja que no debemos cruzar. Si valoramos antes la riqueza del conocimiento con la pobreza de la ignorancia. Si antes exigimos nuestro derecho de igualdad en un mundo imperfecto.