No.

Hoy te recuerdo, cómo no.
Hoy llegan las palabras a mi boca, se deslizan por mi lengua y saborean el amargo puñal que me clavaste.
No tienes ningún poder sobre mí, nada te da derecho a meterte en mi cabeza. Déjame, sólo quiero que te vayas y no vuelvas a condenar el aire que respiro; no lo conviertas en humo de delirio.
No conviertas mi mirada en ti, hay un Universo que descifrar sin tus respuestas. No conviertas el perfume de la gente en el tuyo, no quiero ninguna escena en la calle que represente lo que fuimos.
No quiero ver los siete botones de tu camisa verde. No quiero ver las rosas de tu camiseta oscura e inerte.

No vuelvas. No quiero verte.

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