No es claro,
ni justo.
Es ambicioso,
presumido,
silencioso
y ruidoso a la vez.

Es pesadilla o sueño.
Es miedo o valentía.
Es un beso o un abrazo,
o una caricia.

Es respeto,
amistad,
traición,
desesperación.

Es tan suave como el pétalo de la flor que crece en tus raíces.
Es tan doloroso como la espina que te clava, sin matices.

Es una especie de deseo incontrolable,
una droga que alimenta al vagabundo de la noche,
un deseo del rico insuficiente.

Es levantarse en plena madrugada,
y tomarse un par de pastillas para el sueño.
O pesadilla.

Porque no es claro,
y se enredan tus pensamientos mientras el mundo da vueltas,
y lo enreda más.

Porque no es justo,
ni tan siquiera hay juicios que defiendan mi inocencia,
y lo culpen por aprovecharse de un vagabundo más.

Porque es ambicioso,
y quiere consumirte de un trago.
Porque es presumido,
Y quiere vestir de gala tus mejores ojeras,
y con un trofeo al lado.

Porque es silencioso,
como esa compañía que es la noche.
Y al mismo tiempo es tan ruidoso como el sonido del desgarro en tu piel.

Es la pesadilla que me atormenta,
y me mantiene en vela una vez más.
Es el sueño que a veces se presenta,
y me ilusiona,
y me hace volver a recordar.

Ese miedo de caerte cuando ni siquiera das el paso.
Esa valentía de tenerte y gritarlo,
y que se escuche en cada esquina del barrio.

Ese beso,
ese abrazo,
esa caricia que un día vino sin esperarlo
y que se fue;
como ese tren que pasa y esperas el siguiente turno,
y sin comprenderlo te dicen que se van de vacaciones.
Y no vuelve otra vez.