Solo aléjate (Parte II).

4.

Me hago aún lado y él entra paseando su mirada por toda mi sala.

Cierro la puerta, suspiro y me volteo decidida a acabar con todo esto.

—¿Que querías decirme?—pregunto sentándome en un sofá individual—siéntate allá—digo señalando el sofá individual frente a mi.

—Explicarme, quiero que entiendas—dice sobándose la nuca.

—Te escucho—me erguí y cruce mis piernas.

—Yo...era un idiota, siempre lo fui. Te quería solo para mi y por eso no desaprovechaba la oportunidad cuando te tenia cerca, cuando me di cuenta de tus sentimientos intente alejarme pero yo también sentía cosas por ti y que tu no pusieras resistencia cada que te besaba me dio pie para seguir y no medí las consecuencias—lo miré fijamente—cuando salieron a la luz esa carta y esos poemas de tu blog yo no supe que hacer y...

—Y secundaste las burlas—dije apretando mis dientes—fuiste tan egoísta que preferiste que se burlaran de mi a defenderme, a decir que el sentimiento era mutuo. Ademas de que nunca te atreviste a dar la cara, te la pasabas besándote con toda aquella que se te cruzara aun sabiendo que yo te vería y que me romperías el corazón pero claro, es que tu tenias la certeza de que siempre estaría ahí esperándote a pesar de todo—me levanté exaltada—y si, fue así durante un tiempo pero ya no—se acercó a mi—no, aléjate. No quiero que estés cerca de mi nunca más, solo aléjate.

—Fui y sigo siendo un estúpido egoísta—lo miro sonriendo.

—Ademas te casaste y todavía querías envolverme en tus mentiras, no tienes nada que explicarme Even, nada.—su mirada cambia, veo como un halo negro se instala en sus irises, como si algo malo lo hubiese tomado.

—Yo a ella no la amo, te amo a ti—le doy una bofetada.

—No vuelvas a decir eso, no cuando nunca lo has demostrado, no cuando me has hecho tanto daño—mi respiración esta ralentizada—Por tu culpa Romina me odia y no entiendo para que querías explicarme nada, ahí tienes a tu esposa a mi ya no me debes nada, así que lárgate de una vez y déjame tranquila—Me dirijo a la puerta para abrirla pero me detiene agarrando mi brazo con mucha fuerza.

—¿Es por él? ¿es por el idiota de Marco?—lo miro molesta—no creas que se me olvida esa vez que lo besaste el ultimo día de clases y como últimamente están tan unidos, como casi se besan hoy fuera de esa cafetería—lo ultimo lo dice en un susurro y lo miro horrorizada soltándome de su agarre.

—No metas a Marco en esto, primero yo besaba y beso a quien me de la gana, segundo Marco fue y es él único que siempre estuvo para mi y tercero ¿me estabas siguiendo? ¿acaso etas enfermo?—su furia aumento y me tomo con fuerza por los hombros y me pegó a la puerta.

—¡NO! tu no puedes besar a nadie que no sea yo, tu eres mía—gritó asustándome—te sigo desde aquel día que desapareciste de la universidad, te encontré y te prometí que te amaría siempre pero ya el pacto estaba hecho y tenia que casarme con Romina, así que te lo oculte lo más que pude hasta el día de la boda, yo te juro que planeaba huir contigo pero pudo más mi ambición y entonces te enteraste y huiste otra vez—lo escucho anonadada, comprender que su egoísmo es mucho más grande de lo que pensé hace que me duela la cabeza.

>>Hace dos meses logré encontrarte, te seguí siempre, desde que salias de aquí—agrego más fuerza a su agarre—como salias con Marco, como venia él—su mirar es sombrío, escalofriante—y como se quedaba a dormir, me mataba porque tu eres mía, solo mía—pasó su nariz por mi cabello y subió una de sus manos a mi cuello—no puedes estar con nadie que no sea yo—amenazó.

—Suéltame que me estas haciendo daño—susurré ya sin voz por la fuerza de su agarre, asustada por la locura que reflejan sus ojos—suéltame—lo empuje varias veces y pude alejarlo de mi.—¡Lárgate! ¡vete ya!—grité empujándolo.

—Esta bien, me voy—dijo abriendo la puerta—pero no te olvides que eres mía y que jamas estarás con nadie más.—me acerque y le cerré la puerta en la cara, poniéndole el seguro.

Pego mi espalda a la puerta y me dejo caer temblando, tengo que decirle a Marco pero no puedo dejar de llorar.

Esta enfermo, tan obsesionado que raya en la locura. Me causo tanto miedo, definitivamente ya no es el chico que yo conocía y si es que de verdad lo llegue a conocer.

Después de diez minutos me levanto, me acerco al sofá y agarro mi teléfono.

Marc: ¿Todo bien?

Yo: No, nada esta bien.

Marc: ¿Por qué?

Yo: Ven, por favor. Te necesito.

Marc: Voy saliendo.

Dejé el teléfono en la mesa del comedor y fui a la cocina a preparar café, necesito recargarme.

Es horrible esa  manera retorcida de ver las cosas, de actuar, de pensar y me duele, me duele saber que solo fui parte de su egoísmo, en donde me arrastro y destruyo.

Lagrimas caen de mis ojos, intento secar mis mejillas pero no paran de bajar, suelto un sollozo y cubro mi cara con mis manos, esto es tan confuso e irreal.

—Dios mio ¿que he hecho para merecer esto?—pregunto entre sollozos.

Escucho la puerta abrirse y me volteo hacia la cafetera que también esta sonando, limpio frenéticamente las lagrimas que siguen bajando por mis mejillas, respiro   profundo y me sirvo una taza de café.

—Li ¿donde estas?—grita Marc entrando a la cocina, se detiene en el marco de la puerta y me mira fijamente.

Yo me volteo otra vez y dejo la taza junto a la cafetera, apoyo mis manos en la encimera y mis hombros comienzan a sacudirse, escucho unos pasos aproximarse y luego unos brazos rodeándome, me volteo y paso mis brazos por su cuello aferrándome a él.

—Todo va a estar bien, yo estoy contigo y siempre lo estaré—asiento mientras me limpio la nariz—confía en mi cariño, todo estará bien.

Después de diez minutos me alejé de él, posando mi frente en la suya.

—Tenia mucho miedo, de verdad lo tenia—dije pasando mis manos por mi cara.

—¿Por...—cierra su boca y me doy cuenta de que su atención esta en mi cuello, intento alejarme de él pero lo evita—¿él te hizo eso? ¿te maltrató?—sus ojos se abren por la sorpresa y luego se aleja de mi molesto.

—Yo...

—Lo voy a matar, te lo juro que lo haré—lo veo alejarse y salgo corriendo detrás de él, lo alcanzo y lo tomo de la mano.

—No, por favor—susurro y él voltea—te quiero aquí conmigo, no en una cárcel por culpa de ese enfermo—le digo acercándome más a él.

—Tienes razón, no pensé—tomó mi cara en sus manos—lo siento Li—con sus pulgares acaricio mis mejillas.

—Esta bien—junte mi frente con la suya—tardé diez minutos en escribirte, no podía dejar de temblar—él rozó su nariz con la mía—quiso inventar excusas para todo lo que pasó, habló de ti y de aquel beso que te di y...—me quedo callada unos segundos.

—¿Y...?—suspiro tratando de buscar una mejor manera de decir esto.

—Siempre me ha vigilado, después que me fui de aquella universidad y después de lo de la boda, me apretó con mucha fuerza los hombros y...me agarro por el cuello cuando  menciono las veces que has estado aquí, las veces que te has quedado a dormir y lo de hoy en la mañana frente a la cafetería—lo miro esperando a que diga algo.

—Esta enfermo, obsesionado...—asiento—¿te dijo algo más?—lo miro no sabiendo que decir—Dime, por favor.

—Me dijo que soy de él y que no seré de nadie más—Susurro.

—Te amenazo...y todo este tiempo mientras me preguntaba donde vives y tu numero, todo era mentira—lo escucho atenta—todo era mentira.

—Claro, tiene sentido—concuerdo—solo quería hacerte creer que no sabia nada para no mostrar lo enfermo y obsesionado que esta—él asiente.

—Me da miedo que estés aquí sola ¿no quieres quedarte unos días en mi apartamento?—camino a la sala y me siento en el sofá grande.

—Si, seria lo mejor y me sentiría más segura—él se sienta a mi lado.

—Perfecto entonces—Sonríe y besa mi frente.

Encendimos el televisor y comenzamos a ver una película mientras él deja caricias en mi cabello.

Me quedo dormida en su hombro una hora después,mientras en mi mente solo se repite la amenaza de Even, tan fuerte y clara como si estuviera diciéndolo justo en ese preciso momento.

***


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