Mia

"Desde que tengo memoria, siempre había sido criada para ser una jovencita sumisa, pulcra y admirable; con todos os dones adecuados que todo hombre busca en una esposa perfecta, básicamente una fachada hermosa que siempre cuya única función es verse hermosa y callada "

No soy una princesa, soy una doncella huérfana que vive con su madrastra y sus dos hermanastras; casi había olvidado por completo mi nombre, pero todavia lo recuerdo, ese es Mia.

Todo en la casa estaba ajetreado, mis dos hermanastras se preparaban para el baile que había organizado el rey con tal de casar a su hijo con una doncella adecuada.

Claro que yo queria formar parte de aquello, pero mi madrastra me había prohibido terminantemente asistir a el, aún así debía ayudarlas a vestirse y a lucir perfectas para la noche de ensueño.

La noche pronto llego y una mágica luna llena se alzó majestuosa iluminando las calles, era la noche perfecta, pero ¿para que?.

Las tres se retiraron al baile luciendo elegantes vestidos de seda, adornados delicamente a mano y abultados a más no poder; gastaron todo el dinero que teníamos y si la noche no salía de acuerdo a sus planes, estariamos en la completa ruina.

A mí no me preocupaba eso, ni siquiera tuve la opción de elegir solo me impusieron a quedarme y esperar, pero no estaba ni remotamente preparada para lo que iba a pasar.

Salí al jardín a disfrutar de la magnifica luz de la luna, lucía tan radiante que en un momento como ese podrias pensar que todo era posible y así fue, una enorme piedra con forma de sombrero se estrello en medio del patio, fue tal mi susto que mis gritos casi destrozan mis propios tímpanos.

Una puerta se abrió, ¿de una roca?, comenzaba a pensar que aquello probablemente no era una simple roca. Un extraño ser de pequeña estatura salió de el y se aproximó a mí, el susto de inmediato me invadió, era un ser grisáceo con extremidades alargadas y grandes ojos negros y profundos.

— ¡Alejate de mí! — le grite mientras se acercaba y yo retrocedia sin perderlo de vista ni por un segundo hasta que al toparme con algun objeto caí de espaldas.

— No te haré daño — me informó una extraña voz que salia del desconocido ser — ven conmigo — me extendió su extraña mano huesuda provista de tres dedos.

Estaba atemorizada, pero tambien tenía mucha curiosidad, temblando tomé su mano y me ayudó a levantarme para conducirme al peculiar aparato que yo pensaba era una roca, hasta que subimos en el.

Era un salón con muchas luces y fotografias flotantes que se movían de un lado a otro.

— No tengas miedo — me calmó, viendo el desconcierto en mis ojos y comenzó a explicarme un poco de cada cosa que veía, luego pronunció — es hora de irnos — se sentó y me invito a sentarme, sin notarlo suavemente el objeto comenzó a elevarse y en un santiamén viajamos más rápido de lo que alguna vez ha viajado un humano.

— Ya llegamos — anunció él y se abrió la puerta — toma esto — me dio unas extrañas monedas y billetes.

— ¿Que hago ahora? — pregunté confundida.

— Quiero que conozcas el futuro — señaló la puerta.

¿Futuro?, no sabía lo que hallaría al cruzar la puerta, pero aún así lo hice y el mundo no se veía tan mal, el sol era cálido y había mucho pasto.

— Volveré por ti a media noche — indico el extraño ser desde el interior y luego la extraña roca se esfumó de nuevo hasta convertirse en una diminuta luz en el firmamento.

Camine durante un buen rato antes de encontrar personas, había mucha gente, parecía una plaza o algo así y tal fue mi sorpresa al ver que las mujeres vestían pantalón, cosa que solo era para hombres o faldas muy cortas que jamás había visto.

Sus rostros parecían alegres y no tenían que esconder sus risas por temor a ser juzgadas como locas o inapropiadas, incluso muchas corrían alrededor con singulares aparatos en los oídos.

No sabía que hacer o a donde ir, así que me acerque a un pequeño grupo de señoritas que estaban sentadas bajo un árbol en el pasto.

— ¿Hola? — sonreí amablemente mientras arreglaba mi vestido.

— ¿Si? — preguntó una de ellas.

— No tenemos monedas — contestó la otra al ver mi atuendo.

— No, yo... tengo muchas — saqué del vestido las monedas y se las mostré.

— ¿Quieres sentarte? — una proposición amable salió de la última jovencita.

Comenzaron a hacerme extrañas preguntas, las cuales contestaba con gusto y yo tambien se ñas hacía pero sus respuestas me dejaban completamente sorprendida.

Ellas trabajaban, no dependían de ningún hombre además vestían como querian hacerlo y lo más importante, se casaban por amor, no por la obligación de tener que hacerlo para no morir de hambre, era una utopía los que mis oídos escuchaban, ¿Cómo era eso posible?.

Naturalmente ellas no creyeron mi historia, no las culpo nadie podría creer que una roca voladora me trajo más de 400 años al futuro, más bien les pareció que yo era muy graciosa y ocurrente.

Luego me invitaron a pasear con ellas y a tomar un café, yo jamás lo había probado, su aroma era único y su sabor era prefecto, entre dulce y amargo en el punto exacto.

Demasiado rápido para mi gusto las campanadas tocaron a prisa las doce, aún me faltaba mucho por recorrer y mucho por conocer, ¿Cómo funcionaba aquel aparato que llamaban televisión?, ¿Que era una película?, ¿Cómo las luces que cubrian el lugar no tintineaban o se apagaban con la brisa del viento?. Tenía tantas cosas por descubrir pero el tiempo se acababa.

Regresé al mismo lugar donde recordaba había llegado a este utópico mundo y la nave ya estaba esperandome, apenas subi le pregunte al ser.

— Todo esto, ¿es real? — aún me costaba creer que lo fuera a lo que él simplemente asintió.

— Aún puedo llevarte al baile — señaló — pero debemos darnos prisa — agregó.

No sabía que hacer, mi mente estaba enredada, como podria regresar después de las maravillosas cosas que había visto y conocido.

— ¿Quieres quedarte? — lanzó una pregunta de golpe.

Esboce pequeña sonrisa, nada me esperaba al volver, seguramente nadie me extrañaría, todos los conceptos preconcebidos que habia creido toda mi vida, no tenían valor alguno en este lugar y solo asentí.

— Bien — dijo el y volteó para darme un sobre — esto te ayudará, si me necesitas vendré a verte — finalmente se despidió.

Baje de la nave y corrí de vuelta con aquellas chicas, estaba consciente que adaptarse no sería fácil, que tendria que esforzarme el doble por aprender y encajar, pero estaba dispuesta a intentar, quien sabe tal vez en el camino encontrara a alguien que me amara de verdad...

FIN

Posdata: Este es un retelling basado en el cuento clásico Cenicienta. Si llegaste hasta aquí, espero que te gustara y que puedas dejar un voto o un comentario si lo deseas, me ayudaría mucho.

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