Capítulo 29 | Mónaco Parte 2
El gran día ha llegado, por fin es la dichosa gala de beneficencia que en realidad es una cortina de humo para presumir sus lujos, estatus, poder y hacer contactos.
Desde temprano un grupo de mujeres invadió la habitación de Rainer para llevarme a la de Rowan que es donde nos van a preparar, por el contrario, el equipo de Rainer se instaló en su habitación y hasta donde escuché, no nos veremos hasta las seis que sea la hora de salir.
—El desayuno, señoritas. —Se anuncia un par de mucamas que desliza un carrito lleno de alimentos.
Rowan levanta las rodajas de pepino que le colocaron en los ojos.
—¡Gracias! — Chilla.
Ambas nos levantamos por un poco de comida, yo tomo una botella de agua y en mi plato sirvo un poco de fruta, huevo e ibéricos asados.
La faja que me colocaron no me deja tomar asiento a gusto, así que me recuesto. Más tarde vendrán a darnos un par de masajes en el abdomen para amoldar nuestra cintura, por lo mientras usamos fajas entalladas que no nos permitirán infamarnos.
—Los analgésicos hacen milagros. — Suspira pesadamente. — Debimos parar en la segunda ronda. — Río, yo quise hacerlo, ellos me lo negaron.
—¿Cuánto tiempo te quedarás en Mónaco? — Trago un trozo de ibérico.
—Dos días más. Programamos el avión para el lunes por la mañana hacia Noruega pues tenemos que arreglar asuntos antes de partir a las Maldivas. — Sonrío.
Sí tan solo supiera que la gala es solo una excusa para que no se entere de su propuesta de matrimonio.
Va a explotar.
—¿No crees que es raro que hagan una gala en las Maldivas? Prácticamente es una isla. — se encoge de hombros.
—Me gusta la locación, que más da si nadie asiste porque es en medio de la nada. — Ella recuerda las rodajas de pepino y las coloca nuevamente en sus párpados.
—Yo estaré ahí. — Aseguro.
—¿Ustedes hacia dónde se dirigen?
—Seguiremos en Francia un par de días, hasta que viajemos a las Maldivas, posteriormente supongo que aterrizaremos en Inglaterra o Austria, no lo tengo claro. — Asiente a pesar de que no puede verme.
—Tienes que hacerme una lista de pueblos y ciudades para cuando sea mi luna de Miel con Beckham. — me tenso. — Sé que falta mucho para eso, sin embargo, en algún momento lo pedirá.
¿No lo sabe?
Respiro un poco, es mejor cambiar de tema antes de que se me salga el gran secreto de Beck.
—Platícame un poco sobre la gala. — Sus labios se curvan en dirección hacia arriba.
—Llevo más de quince años asistiendo y cada uno de ellos es mejor que el anterior, hay muchos bocadillos extravagantes, deliciosos y gourmet, también la decoración es más producida año con año y las normas de invitación se vuelven más estrictas. Estoy segura que es la última a la que asisto, este año la invitación tardó un poco en llegar. — Asiento sin importar que no pueda verme. — Es como la Met Gala de los magnates y empresarios.
—No he estado en una Met Gala.— Ella bufa.
—Lo olvidé. — Pasa un trozo de panqueque. — A lo que me refiero es que es el evento más importante del año y se televisa la alfombra roja, ahí te harán un par de preguntas sobre tu atuendo aunque en tu caso, solo tienes que sonreír y asentir a todo lo que mi hermano responda, él ya es un as para mandar a la mierda a los reporteros.
Lo imagino, muy pocas veces invaden su espacio personal.
—Adentro es una dinámica diferente, te colocarán en una mesa con personas de tu mismo estatus social, para ello se hace una investigación con un aproximado neto de tu valor bancario.
Es como en el instituto, los chicos ricos en su círculo, mientras que los becados a las esquinas y sin ser parte de las decisiones importantes.
Dios me ampare esta noche.
—Sin embargo, no te preocupes. — Espeta despreocupada. — Mi hermano ha asistido a esa gala desde que tiene memoria y ya tiene cierto poder ahí, mi abuelo lo dejó bastante acomodado en la élite europea.
—¿Por qué entonces no decidió quedarse a vivir aquí? — Pregunto un tanto confundida.
—Se mudó a América cuando papá le prometió la empresa familiar, hasta cierto punto, la mayor figura de inspiración de Rainer fue Richard. —bebo un poco de agua.
—Tal vez quiera volver en un futuro.
— Lo hará, éste sería el lugar al que Rainer acudiría en caso de querer escapar del mundo. — Tomo nota mental.
¿Cómo sería hacer una vida en Mónaco y con Rainer?
Me imagino yendo a centros comerciales todos los días y caminando como las mujeres que llevan miles de bolsas con ropas de diseñador, o yendo a fiestas de élite como en las series televisivas.
No es lo que había planeado para mi futuro; sin embargo, no me disgusta.
—Bien. — Aplaude y se quita las rodajas de pepino. — Ya deben haber preparado las camas de masaje. Vamos.
Termino de comer la fruta y me levanto.
Nos harán una sesión de depilación láser, masaje, mascarillas y electro masaje.
¡Adoro ser una Greenwood!
......
—¿A dónde vamos? — Le pregunto a Rainer.
—Espera un poco. — Suspiro.
Antes de terminar el masaje facial, Rainer interrumpió la ala y me obligó a seguirlo a quien sabe donde, ¿el problema? Estoy desnuda de no ser por una tanga de papel y una bata de baño.
—Me dieron un descanso de cinco minutos en lo que llega la comida y me escapé. — Sonríe. —¡Llegamos!
Él coloca una llave en la cerradura y abre.
—Estamos en la bóveda del castillo. — Abro los ojos. — Venimos a que elijas tus joyas de esta noche.
Lo supuse en el momento que dijo que estábamos en la bóveda.
Lo sigo hasta adentro y quedo meramente maravillada.
¡Santa reina de las joyas!
—Mi abuelo le regalaba tiaras, brazaletes y gargantillas para recordarle y decirle que la amaba. — por sus ojos pasa un ligero destello. — Así que junto con las joyas de mis ancestros, mi abuelo decidió mandar a habitar ese lugar para que mi abuela tuviera su ala especial.
—Mierda. — es lo único que logra salir de mi boca.
—Elige lo que quieras usar, Rowan me comentó que tu traje es morado así que aparté una tiara y un par de juegos con zafiros violetas.
Camino detrás de él, aunque no me siento del todo cómoda pues estoy segura que la mínima joya debe valer más de lo que yo podría ganar al año.
Observo la tiara junto con dos gargantillas, una de perlas y otra de diamantes con oro blanco.
—No puedo usarlo. — Replico apenada. — Rainer, es demasiado. —rueda los ojos.
—Las joyas me pertenecen por el simple hecho de que soy el heredero universal de mi abuelo, así que si yo quiero las puede usar hasta Odette. — Toma la gargantilla de diamantes.— Además, de volverás todo una vez que el evento de fin.
—Aún no entiendo cómo tus tíos dejan que tu administres la herencia. — vocifero tratando de cambiar de tema.
—Lo hacen porque hay una carta donde mi abuelo especifica que no se puede cambiar su testamento y que yo tengo que enviarles una mensualidad, de lo contrario ya habrían impugnado. — Toma mi mano y coloca un conjunto de anillos.
—Tampoco los visitas o te visitan.
—Gracias a Dios. —Se burla. —No me llevo con ellos, tal vez recuerdes lo que pasó la última vez que asistí a una reunión familia.
Entre Cierro los ojos.
No me gusta viajar a ese mal momento.
—Vamos, elige tus joyas que tengo un obsequio para ti. — Levanto una ceja.
Al final, me decido por la gargantilla de diamantes, un par de aretes aparentemente sencillos y tres brazaletes de oro y diamante que van juntos.
—Le pediré a Fred que venga por lo que elegiste, él y odette son los únicos que pueden tener acceso a este lugar. — Asiento.
—¿podemos irnos? — Él sonríe.
—No evitarás que te de tu obsequio. —bufo.
Lo intenté.
Rainer descubre una caja que estaba debajo de una tela ocre, hace que me acerque y sea yo la que descubra lo que hay. Al levantar la tapa, llevo una mano a mi boca.
—Ni de broma. — Respondo una vez que reacciono. — Estás mal si crees que yo voy a aceptar eso.
—Lo compré para ti y no nadie más que pueda usarlo que no seas tú. — Intenta no sonreír.
—Estás dándome demasiado, haz pagado nuestro viaje y te haz hecho cargo de todos los gastos, también pagaste por ropa para mí cuando no debías hacerlo. — Me hago hacia atrás. — No voy a aceptarlo, simplemente no puedo.
—Una vez te dije que todo lo mío iba a ser tuyo si aceptabas el trato que te propuse, estoy cumpliendo mi palabra; te estoy dando más de lo que un día soñaste. — Me observa con su sumo cuidado y seriedad.
—Ahora es diferente. — me excuso.
—¿Qué ha cambiado? Sigues estando a mi cargo.
Mi cerebro cae en cuenta.
No ha pasado el tiempo que acordamos para que se rompa nuestro trato.
—Por favor, acéptalo.
—Cuando acepté el trato, no te quería, eras solo una forma para llegar a lujos que jamás iba a poder tener. — Él traga.— Ahora estoy contigo porque te quiero, no por tu dinero.
—Tómalo y prometo que será la última. — ladea su cabeza levemente. —Anda.
Rainer me roba un rápido y casi imperceptible beso.
Bufo.
—Vale, será el último. — Sonríe.
Mientras observo el reloj y el juego de gargantillas, le llega una llamada a Rainer.
Tiene que volver para que terminen de prepararlo.
—Nos vemos a las seis. — Se despide antes de besarme.
—A las seis en punto. — Respondo una vez que nos separamos.
Cierro la caja donde están las joyas que él me obsequio, posteriormente lo alcanzo en la salida.
Escucho un pequeño susurro poco audible, lo único que logro entender es:
"no" y la palabra "cuenta".
No toco el tema, me dispongo a caminar silencio y tomada de su mano.
Al volver al segundo piso que es dónde nos están preparando, ni siquiera logramos despedirnos pues una chica lo jala con rapidez hacia adentro de su habitación.
Río.
Será más tarde.
Regreso a la habitación de Rowan, adentro ya todo es un caos, hay zapatos regados, vestidos sobre el pequeño recibidor y cientos de productos de Maquillaje.
—¡Mierda te estaba esperando para comer! — Espeta, lo cual logra que me asuste. — Lamento eso, sin embargo, vamos, es hora de comer pues nos quedan aproximadamente cuatro horas.
—¿Aún falta mucho? — Asiente.
—Masajes abdominales, maquillaje, peinado y Vestirnos. — Hago una mueca.
¡Mierda!
¿Es que puede ser más complicado todo ésto?
Creí que los millonarios sólo se aplicaban maquillaje, se peinaban y daban fin con su look, no me imaginé que hacían miles de cosas para verse espectaculares.
—A comer. — Toma mi mano y me jala.
No sé cómo podré soportar cuatro horas más.
Paciencia.
Necesito paciencia.
......
Me observo sobre el espejo, pues por fin terminaron con mi look final.
El vestido si antes era una obra maestra, ahora es una obra de arte a la cual me es difícil describir.
—¡Dios! ¡Liv, luces como una maldita diosa! — Me anima Rowan apareciendo por detrás.
Los masajes sirvieron de mucho, ya que mi cintura luce más estilizada y pequeña, que es casi la mejor parte del vestido. En la parte de la blusa, lleva una abertura que comienza desde el hombro hasta la mitad de abdomen, lo que deja que mis senos se observen, sería una inseguridad si las Stylist no hubiesen colocado cintas y parches para que nada se saliera de su lugar.
Con respecto a la falda, esta se une con la parte superior justo un dedo por encima de la altura de mi ombligo, posteriormente, conforme avanza la tela el diseño de los brillos morados van cambiando hasta que en un punto el estampado ya no son líneas, sino que semejan una galaxia.
La parte que creo que más me gustó, fue en definitiva la abertura de la falda al nivel de mi pierna izquierda.
Rowan acertó en cada uno de los cambios que le dio al vestido, puesto a que sin ellos, sería un simple traje.
Siguiendo la descripción de cómo luzco, la gargantilla de la abuela de Rainer realza mi cuello y las pulseras fueron un acierto gratificante.
Para el peinado, optaron por ser frescos, pues únicamente estilizaron mi cabello con ondas particulares de los salones de belleza, en donde solo se curva la parte final del cabello, todo esto con motivo de que la tiara reluciera.
Tal vez hubiera sido mejor elegir un tono azul, ya que mis ojos no contrastan con lo demás.
Para el maquillaje permití que colocarán varios productos, entre ellos un par de contornos, sombras, iluminadores, correctores, base, labial y que finalizaran con rizar mis pestañas y perfilar mi cejas.
Perfume, desodorante, crema y brillo corporal dieron fin y crearon mi atuendo final.
Quién diría que la chica de orfanato iba a terminar de esta forma.
Sí hace años alguien me lo hubiera dicho, en definitiva creería que o es una broma o me casé con el tipo anciano que a los diez años me quería comprar.
Estoy lista para salir.
Huyo de la habitación con dirección a la sala inferior, Rainer me envió un texto diciendo que nos veríamos justo en ese lugar.
Es increíble lo mucho que ansío que me vea como una de las chicas con las que antes salía.
Mientras espero, una mujer toma asiento a mi lado.
—¿Olivia? —confundida, Asiento. — ¡Dios, eres real!
¿Soy real?
No entiendo.
—Un gusto, Soy Odette Dubois. — Me extiende su mano.— Y según escuché, tú eres la novia de nener.
—¿Nener? — Ella abre los ojos.
— No le digas a Rainer que te dije su apodo. — Suelto una carcajada.
¿Nener?
Así que detrás de la fachada fuerte que Rainer se ha creado, hay un chico que dejaba que su ¿nana? Lo llamara "nener".
Hasta cierto punto es gracioso.
—Un gusto, Odette. Soy Olivia Blanchart. — Me presento.
—Cuando Fred me dijo que mi niño venía con novia me imaginé una de las chicas a las que acostumbrada a traer; sin embargo, es una grata sorpresa que por fin haya asentado cabeza con una mujer tan hermosa.
¿Debería sentirme halagada?
—¿Son las joyas de la Duquesa? — Asiento. — Vaya que está enamorado, nadie externo a la familia ha llevado al menos un anillo de las colecciones.
—No está enamorado, sólo que no quiere pasar vergüenza con mis joyas de plata. — Ella ríe.
—No hay más ciego que el que no quiere ver. — Niega divertida.
—¿Sabías qué el señor Leopold le compraba esas joyas a la señora Mary para decirle lo mucho que la amaba?
—Sí, Rainer me lo comentó.
—Ahí tienes la respuesta, Lili. — Me guiña un ojo.
Vale, sigo sin comprender.
—No hace falta un anillo de compromiso para comprometerse con una persona, ni tampoco hace falta para estar enamorado. —Sonríe. — Las respuestas siempre están en las pequeñas acciones.
Debo ser una completa estúpida si no comprendo a que se refiere.
—Solo quería conocerte, nos vemos más tarde. — Se acerca a depositar un beso en mi mejilla para después marcharse.
—¿Rati?
Mi corazón da un vuelco.
¡Terminó!
¡Está aquí!
Antes de girarme le pido que cierre los ojos, trato de confiar en él, así que cuando creo que ha pasado un poco de tiempo, me levanto y me acerco a él.
Huele extremadamente maravilloso.
Observo su traje, como de costumbre viste todo de negro; no obstante, hay un color que reluce en la servilleta de su bolsillo.
El morado.
Su cabello está un poco recortado de los lados, lo cual hace que su mandíbula se note un poco más pronunciada.
En conclusión, Rainer se ve mejor que nunca.
—¿puedo abrir los ojos? — Sonrío.
Es hora de que me vea.
Nunca me ha importado la validación masculina, sin embargo, en este momento siento que necesito su aprobación para sentirme mejor.
¿Y si no le gusto?
¿Y si no es el resultado que él espera?
Son muchas las preguntas que atormentan mi mente en cuestión de segundos.
Al final, sigo mi destino, pues de una forma u otra él va a verme.
Así que, lo hago.
—Abre los ojos. — Pido con un atisbo de inseguridad en mis palabras.
La primera reacción de él es fruncir el ceño, para después cambiar su rostro por uno más relajado.
—¡Mierda!. — Lo escucho pronunciar.
Es esa mirada, la mirada de la noche anterior.
—Olivia... ¡Dios...!
......
Ejele, aquí la parte 1 de la gala.
Prepárense porque la parte 2 va narrada por Rainer, junto con la reacción del look de Olivia.
Se lo merecen por esperar tantas semanas en las que desaparecí.
Sin más que decir, nos vemos tal vez hasta el próximo domingo.
Siganme en instagram como @thifany.books. Trató de ser activa.
Besos
Abrazos.
-Thifany.
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