Narra Rainer
Recibo una llamada que me despierta justo antes de que salga el sol. Al terminar de hablar con mi abogado, tomo mis cosas y huyo cual prostituta después de haber hecho su trabajo, de casa de Arnie. No sé en qué momento pero debí quedarme dormido ideando más estrategias.
El juicio es a las diez, hora en que pasaré por Olivia a su departamento. Sus nuevos guardaespaldas me indicaron que se quedó a dormir ahí, aunque lo supuse después de que lo dijera ayer en la pelea repentina y sin sentido que tuvimos antes de despedirnos y después de haber llegado a California.
Subo a mi auto y acomodo el retrovisor. Limpio mis ojos tras creer que es solo una ilusión y no hay un coche en la esquina, polarizado, por su puesto.
«Ten cuidado hijo, tenerme como aliado tiene consecuencias pero tenerme de enemigo es peor».
Llamo a mi agente de seguridad y le aviso como están las cosas antes de comenzar a conducir hacia el punto de reunión que nosotros acordamos, porque claro, me previne desde antes y tuvimos una par de reuniones en donde pactamos cuáles serían las señales para ir en mi búsqueda y la forma más rápida de que llegasen a mí si llego a tener un accidente.
Estoy esperando que los ingenieros terminen el prototipo del chip localizador que van a implantarme en alguna parte cutánea y una vez que lo tenga, no habrá poder humano que le de la oportunidad a Richard de sacarme del mapa.
Enciendo el motor.
Me he librado de peores.
Que comience el juego.
Doy la reversa en cuestión de segundos y acelero. Conduzco lo más rápido que las curvas me lo permiten, pues resulta ser cierta mi teoría, el coche viene tras de mí.
Maldigo vivir a las afueras, es un fraccionamiento con mucha tranquilidad pero no es tan transitado y por ello, seguro en estos casos.
Ya lo había pensado en los Hamptons, necesito una casa más grande ahora que comparto espacio con Olivia y puede que sea buen momento para comprar una recidencia en zona céntrica.
Doy la vuelta en una curva y me desvío por un sendero, sigo conduciendo hasta que llego al punto de reunión con Levi y los guardaespaldas, sé que el auto va a encontrarnos, sin embargo, no podrá hacer nada si estoy rodeado de mis hombres.
La sonrisa de Levi delata lo que va a decirme.
Maldito imbécil.
—Gracias por hacerme llevar el más rápido de mis autos. —Parlotea orgulloso.
—Sigue jugando a ser gracioso y te despido. —Ríe.
—Como si pudieras vivir sin mí.
Maldito imbécil, ¿quién cree que es? Nadie es indispensable, sólo yo lo soy.
—Cállate y llevame a casa. —Ordeno.
—Desde luego, mi señor. —Prosigue burlándose.
Estoy agradecido con Levi porque de cierta forma, por él he sobrevivido a tantas, es como la cabeza fría que me ayuda a pensar y que Arnie no puede ser, pero eso no borra el hecho de que es un igualado.
—Habla con los abogados, necesito una casa en Beverly Hill's, no escatimes en gastos y contrata toda la seguridad que te sea posible.— Cierro la puerta de la camioneta.
—¿Qué hay de la casa en la que vives? — Suspiro.
—¿Todo lo tengo que pensar yo? — Ruedo los ojos —Contrata a dos personas que cumplan con los requisitos y que sean físicamente parecidos a Olivia y a mí. Ellos vivirán en esa casa y fingiran ser nosotros.
—Vaya, ya has pensado en todo.
—Es obvio, soy Rainer GreenWood.
—¿Seguro que quieres vivir en la zona más ruidosa de Hollywood? — Suspiro.
Ya puedo imaginar: vecinos paseando sus mascotas, fans que visitan las casas de sus ídolos, ruido, polvo, caos.
No, en definitiva no quiero esa mierda.
—¿Tengo de otra?
—Calabazas, su hermana Rowan vive en ese condado. —Niego.
¿Es estúpido?
Sí, claro. También puedo ir a hacer una fiesta de té con ella y decirle que tengo a dos desconocidos gozando de mi hogar mientras que yo juego al hombre de familia americana famosa.
—Bel Air. —Digo apenas recuerdo dicho condado.
—El jefe de uno de mis colegas vende su propiedad.
Vaya, hasta que sale algo de provecho de su boca.
—Noventa Millones. Elipuerto, cinco habitaciones con baños completos, canchas de deporte, gimnasio; salones de fiestas, juegos, vinos, cine; tres despachos; dos cocinas y tres comedores; tres pisos con sus respectivas terrazas; jacuzzi y dos albercas, una olímpica y la otra es regular. — Espeta leyendo desde su móvil. — Podría seguir pero no quiero que mi garganta se canse.
—Comprala y manda a los decoradores, necesito que todo quede como a mi me gusta y que planten girasoles.
Corto la comunicación con Levi volteando la cara hacia la ventanilla.
Olivia es feliz con los girasoles, yo la vi hace dos días en ese prado y juraría que jamás la había visto reírse tanto como lo hizo ahí.
Hacerla feliz es lo menos que puedo hacer después de meterla en los problemas familiares entre mi padre y yo.
Enciendo mi móvil, la foto que le tomé aquel día aparece junto con la hora.
¿Por qué sí es tan fácil de amar, no puedo hacerlo?
Ella es lo que cualquier hombre necesita y puede buscar; Sin embargo, no puedo amarla, no, si sigo guardando secretos. Olivia merece estabilidad y yo soy lo contrario, soy tormento y desgracia.
Yo estoy destinado a vivir como el villano de una historia mal contada y no quiero que ella se hunda por uno de mis caprichos.
Ella no.
.....
Bajo a la sala para esperar a Olivia—que llegó por su cuenta— y me sorprendo, pues ya está lista y luciendo irreconocible.
¿Qué le hicieron a esta mujer?
Su cabello azabache tiene luces o mejor dicho, mechones rubios, también trae unos jeans y un corsé que le aumenta el volumen a sus pechos.
Esta linda, siempre lo está; no obstante, su cabello es perfecto a la normalidad y no es que no me guste, solo que, ella no es Liv.
—¿Necesito una explicación? — Avanzo a ella y beso sus labios.
—Todas las mujeres que van al club son rubias y me dieron la iniciación al enterarse que odio el tono claro. — Rueda los ojos. —Tengo cita mañana con el peluquero para que me cambie el tono, aunque me gusta como me veo y eso me asusta.
—Supongo que está bien. — Me encojo de hombros.
Olivia me observa expectante y yo, no comprendo que es lo que necesita, ¿tendré algo en el rostro? ¿Querrá decirme alguna mala noticia?
—¿Te gusta mi cabello?
¿Era eso?
Trato de disimular mi desagrado porque no, en definitiva no me gusta, pero, si algo he aprendido de Rina, es que jamás debo decir la verdad cuando se trata de cómo luce una mujer. Soy inteligente y el mundo me necesita vivo.
—Esta... ¿Perfecto? —Balbuceo. Sus cejas se hunden y suspira. —¡No! osea...está bien sigues viéndote guapa, pero no tenías que cambiar algo de ti para verte preciosa.
—Irónico, mi ex prometido rogaba porque me cambiara el tono.— Me levanto del sofá.
—No me compares con un imbécil. — Espeto completamente ofendido.
¿Qué se cree? Yo, ¿cómo ese imbécil? ¡Lo que me faltaba!
—Lo siento.
Rasco mi nuca, últimamente dejo que mis sentimientos me dominen a tal punto de cegarme, no es la primera vez y espero que sea la última.
—Vamos, todavía tenemos que pasar por la anciana lujuriosa. —Comento cambiando de tema.
Levi es el encargado de ir por la señora Myrthe, mientras que los guardaespaldas de Olivia nos llevan al juzgado. El delito que cometió Patrick no es tan grave pues no llegó a abusar de Olivia y eso le da una ligera ventaja en la Corte; Sin embargo, todo está arreglado a nuestro favor. Contraté a una mujer con la que el tuvo un amorío para que testifique que aquel hombre abusó de ella y si eso no es suficiente, aún quedan dos as bajo la manga, dos víctimas reales de ese hombre y mis tratos con el juez. Nadie se mete con Olivia y sale impune.
—Colocate las gafas y no hables, habrá prensa. — Le pido, ¿amablemente?
Al llegar, efectivamente hay prensa esperando a que bajemos, no sé quién dio aviso a las autoridades pero sí sé que cuando lo descubra, tendrá los malditos días contados.
—Ustedes protejanla a ella, yo sé cuidarme solo.
En lugar de estar aquí debería ir a festejar a la playa, solo venimos a perder el tiempo, mí valioso tiempo.
En resumidas cuentas, bajamos del auto, la prensa nos ataca, entramos a la Corte, comienza el juicio, Olivia testifica, Patrick lo hace, salen las supuestas víctimas, la mujer falsa, hay un tiempo libre, patrick vuelve a pedir la palabra, los abogados defienden, continúa otro tiempo, hablo con el juez, llego a un acuerdo con él, regresamos al juicio, se da la sentencia, se llevan a Patrick arrestado por cuarenta años sin derecho a fianza y con una orden de alejamiento, el juicio termina, Olivia sonríe, finjo que todo fue gracias a la justicia, salimos de ese asqueroso lugar y regresamos a casa.
Como dije, mañana aburrida.
Viva la justicia.
Viva yo que pagué para que ese imbécil no se acerque a mi novia.
—Y pensar que tenía miedo de denunciar y que esta vez no me creyeran. —Comenta Olivia a la vez en que se sienta en uno de los bancos que están por la barra.— Fue increíble, hasta quisiera estudiar leyes.
—Tal vez deberías. — Río.
—Iré a casa de Myrthe, tengo que recoger a June.
Ah sí, su perro rata.
—Puedes ir más tarde, quiero que vayamos a conocer mi nueva casa y también a que te regresen tu cabello.
—¿Compraste una nueva casa? — Asiento.
—Necesito más espacio ahora que tú estas aquí y tu perro rata también necesita un patio.
—¡June no es una rata!
—Espera a verlo, Myrthe lo rapó. — Ella chilla.
—Me pondré un vestido y estoy lista. —intento no sonreír, últimamente me es inevitable y lo odio, yo no soy un sol para intentar brillar.
Golpeo el glúteo de Olivia, ella se queja y me sentencia con una mirada, una que ignoro.
Paseo mi cuerpo por la cocina, tomo una manzana y la mordisqueo un poco, el apetito se me está abriendo.
No me gustaría dejar mi hogar, es mi espacio privado y la primer residencia que adquirí con mi propio dinero. Yo mismo trabaje de la mano con los diseñadores e hice que este lugar funcionara a mi antojo. Pero, quedarme aquí significa poner en riesgo a Olivia y ella no merece estar envuelta en los problemas que tengo con mi padre, por segunda vez lo repito, aquí la única víctima es Livia.
Yo siempre protegeré a mi familia por encima de mí, no me importa si salgo afectado.
Recibo un mensaje de Rowan, es un archivo con un documento que le pedí ayer cuando veníamos de vuelta a la ciudad.
«Gracias, Rowina” respondo su mensaje.
Abro el documento y lo primero que leo, es el desagradable título.
“Guía oficial para ser el novio perfecto”
Es un asqueroso título y lo peor es que esta bajo la editorial Greenwood.
Leo un poco, sin embargo, todo es irrelevante o son cosas sin sentido de las que ya tengo conocimiento. Es decir, nada nuevo.
Llego a un capítulo que me interesa.
“Un buen amante trata a su pareja con cariño y le concede un apodo que utiliza como su sello person...
—No sabía si caminariamos mucho, así que preferí unos tacones bajitos. —Comenta Olivia que viene bajando las escaleras.
De inmediato guardo mi móvil.
—No caminaremos mucho, iremos en helicoptero. —aviento el corazón de la mañana a la basura y rodeo la barra. —Me gusta tu vestido.
—Lo compré en los Hamptons. — Se da una mini vuelta. —No es la gran cosa.
Me molesta escuchar ese tipo de comentarios, Olivia no era así, ella siempre ha sido segura de sí misma.
—Vamos.
Subimos al mismo auto que utilizamos para ir al juicio, detrás de nosotros van sus guardaespaldas en otra camioneta y Levi.
Conduzco al helipuerto del condado, ahí es donde la mayoría de los magnates que reciden, guardan sus helicopteros y pequeñas avionetas, básicamente, medios de transporte pequeños.
Coloco mi mano en el muslo de Olivia y sonrío, ella cree que no me percato de su contracción y esta en todo lo opuesto.
¿Hace cuánto no tenemos sexo?
Mierda, ha pasado un largo tiempo.
Ni siquiera puedo recordar la última vez.
¡Perfecto! , ya sé que es lo que harémos más tarde.
Llegamos al Helipuerto y el encargado, ya tiene el helicoptero listo en la pista. Aquí es donde nos despedimos de Levi y los otros.
Algo que jamás pasará.
Le entrego unos audífonos distorsionadores de sonido a Olivia y yo me coloco los míos.
Como el helicoptero tiene capacidad para dos personas, los guardaespaldas irán coche.
—Iremos a Bel-Air.— Es inevitable reír, pues la emoción de Olivia es contagiosa. —Siempre he soñado en vivir ahí, creo que desde que salió un episodio en un programa de televisión infantil. Era una banda viviendo ahí.
Recuerdo haber escuchado de ello, Rowan solia ser fan de ese tipo de programas.
—Ya voy a despegar. —Aviso.
Tome un curso de aviación durante la adolescencia y estuve en un internado en donde habían clases de dicha área, así que aprendí a manejar desde un helicoptero hasta una avioneta pequeña, si es que me llegase a encontrar en una emergencia.
Al menos Richard algo bueno hizo por mí, podría llegar a pensar que crió al hombre con él que fantaseaba pelear.
—Manten la compostura, el viaje no es tardado pero quise que probaramos ese medio de transporte. — Le doy una ligera sonrisa.
—Entendido. — Expresa desbordante de emoción.
Piloteo el helicoptero tal y como se me enseñó, de vez en cuando despego la mirada del frente para así poder deleitarme con las reacciones de la mujer que se me ha obligado a amar. Ella pareciera que esta en un sueño, ríe, se emociona, suspira y da cientos de chillidos.
Dirijo el helicoptero hacia la izquierda.
—¡Rainer! — La veo, su cabello está por todo su rostro.
—Debiste atarlo, rubia. — Farfullo en un intento de hacerla molestar.
—¡Repites eso y te daré por donde más te duele! — me encojo de hombros.
—Mejor dame un beso y cállate.
Estamos a nada de llegar al destino, en la pantalla con el mapa me indica que solo hay que ir medio kilómetro al frente.
Siento los labios húmedos de Olivia en mi mejilla.
—No especificaste en donde. —Comenta tomándome por sorpresa.
—Olivia...— Susurro.
—Rainer...— Ladea su cabeza.
Me gustaría saber que es lo que piensa, me es difícil poder predecirla.
Por una extraña razón me molesta que me haya llamado por mi nombre, dice quererme y no me a designado un estúpido apodo como en el estúpido libro de Rowan.
¿Estará mintiendo?
Pienso en cómo debo nombrarla y no se me ocurre nada original que deje de ser ordinario.
“mi amor” es estúpido y básico.
“princesa” suena ridículo, si yo fuera mujer y me llamaran así, le pongo una orden de alejamiento.
“cielo” hasta pronunciarlo en mi mente me provoca náuseas.
“Cariño” mejor me rindo.
“As” me gusta, pero es poco original.
“Carites” suena como caries.
“Persefone” me gusta pero no es algo que gritaria.
Me rindo. Por ahora.
Aterrizo en el helipuerto de la casa, es más grande de lo que me imaginé, pues para su precio, lo estoy estafando.
—¿Vas a comprar esto? — Asiento.
Claro que la compraré, ya la amo y ni siquiera la he visto por dentro.
En la azotea nos espera un hombre que intuyo es el propietario o algún encargado.
Abre la puerta de Olivia.
Espero que abra la mía, mas no lo hace.
Pobre imbecil.
—Buenos días señor y señora Greenwood. —Saluda. El rostro de Olivia palidece.—Espero que hayan tenido un buen viaje, dejenme mostrarles el recinto.
—A eso se supone que venimos. — Respondo ácido.
Me cae mal, hay algo en él que no me convence.
—Mi nombre es Stefanno Palermo, agente de bienes raíces. —Extiende su mano.
La ignoro, pero Persefone no.
Tal vez si le queda ese apodo después de todo.
—Un gusto. —La fulmino.
Oh no Persefore, no frente a mí.
—Comienza ya, no tengo el tiempo suficiente para conocernos y tampoco quiero saber de ti, no eres de mi tipo.
—Por su puesto, siganme.
Tomo la mano de Olivia y sigo al dichoso agente, esta tan enano que parece una rata.
Rata.
Eso acaba de darme una gran idea...
.....
.
2/5
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