9
Mis ojos estaban fijos las titilantes luces de la ciudad, desde las farolas en las calles hasta aquellos focos en los más altos edificios de Seúl. Eran como un intricado camino brillante hacia la cima, hacia el cielo, pero mortal conforme más subías. Y las personas no ambicionaban nada más sino el éxito desmedido que los posicionaría en la cúspide de los rascacielos.
La ambición del hombre era una adicción con la que se nacía y se volvía más feroz cuanto más en la miseria se estaba. O es lo que mi viejo decía.
Tomé otro trago de ron, el décimo de la noche. No estaba tratando de embriagarme, pero necesitaba algo en lo que distraerme mientras mi cabeza no descansaba.
Recuerdo todo lo que pasó ese día. Cuando mandaste a matarme.
Me pregunté cómo podrías hacer algo tan repugnante contra una persona que dio su vida para salvarte. ¡Casi morí por tu culpa en esa cárcel!
Destruiste lo mejor de mí.
Había tenido un día sumamente revelador luego de la charla con Baekhyun quien había lanzado finalmente luces sobre ese oscuro y escabroso camino que yo pisaba.
Un incendio.
Un intento de asesinato.
Una posible venganza.
Sus palabras cobraron mucho menos sentido cuando las dijo porque yo me encontré desconcertado en su momento. Ser acusado abiertamente nunca me pareció tan aterrador. No. Desgarrador. Desgarrador es el adjetivo que busco. Fue desgarrador verlo tan dolido y enojado conmigo por algo que yo no había hecho.
Fue cuando me di cuenta de que no había podido cuidarlo de todo y menos de mí mismo. Que le había fallado.
Y a mí mismo. ¿Cómo dejé que eso le ocurriera?
Pero quizás no era la pregunta más importante, sino... ¿Cuándo había empezado a fallarle? O, ¿acaso nunca pude cuidarlo?
Tal vez no reparé en todo lo que hice mal con él y todo el daño colateral que tuvo que soportar. Fue demasiado para él, supongo.
Amarlo había sido mi capricho, uno que se deformó en un monstruo oscuro cuando creí que merecía algo de eso. Y no fui capaz de ensuciar a Baekhyun con la mierda con la que yo había nacido. Yo era un mafioso de nacimiento. Estaba acostumbrado a ver sangre y muerte como a respirar, y él no.
Tampoco lo protegí de todo en lo que yo mismo lo metí. Solo lo dejé. Y sí, de eso tenía la culpa eterna.
Y ahora lo sabía, sin embargo. Baekhyun tenía todo el derecho de estar enfadado y de querer matarme por lo que cree que le hice. Solo me restaba demostrarle que mi único interés siempre fue cuidarlo y amarlo, nunca dañarlo.
Pero alguien más sí lo hizo.
—¿Me llamaste?
Jongin entró en mi despacho dando duras zancadas. Me regresé a verlo, preguntándome cómo a él se le pudieron escapar esos detalles de la vida de Baekhyun. Me pregunté si era posible que alguien hubiera hace mucho tiempo manipulado el historial de Baekhyun para que yo nunca me enterara de lo ocurrido. Lo que no sería de extrañar y, con franqueza, resultaría en un excelente plan.
—Quiero saber porqué no me dijiste lo que le ocurrió a Baekhyun.
—¿Qué le ocurrió?
La tablet en mi escritorio la acerqué a él. La pantalla encendida mostraba una nota del periódico de Daesang de hace casi un año.
«Un incendio en departamento de Seúl casi arrasa con el edificio».
El titular quizás no decía gran cosa, pero fue lo suficiente como para que yo atara los cabos sueltos, si bien me quedaban otros flotando en el aire.
Luego de leer el titular, subió la mirada rayada en confusión solo para verme por unos breves segundos. Siguió leyendo lo que yo había memorizado ya.
«A las once de la noche del viernes 15 de octubre, un aparente corto circuito en uno de los departamentos en un edificio de la zona sur de Seúl inició el incendio. Las llamas consumieron el inmueble y se trasladaron incluso a los departamentos vecinos.
La persona que vivía ahí logró salir con vida usando las escaleras de emergencia antes de que el lugar estallara. Dicha explosión sería por un tanque de gas ubicado cerca de las ventanas».
Volvió a mirarme, esta vez con mayor fijeza.
—No lo sabía. De hecho, aquí no se menciona el nombre de Baekhyun —alegó con tono sereno un deje de preocupación—. Al menos salió ileso.
Ileso. ¿Realmente fue así? Porque Baekhyun tenía esquirlas de esa noche clavadas en el pecho. No había podido deshacerse de ellas por mucho que lo haya intentado. Si es que lo hizo. Y al final optó por sacar el veneno vengándose de mí.
El cofre con tierra negra y rosas quemadas eran de él. No tuvo que decírmelo, pero era obvio. Lo que me preocupaba era hasta dónde estaría él dispuesto a ir para vengarse de lo que no le hice.
Lo que dejé que le hiciera. Que, con franqueza, es lo mismo.
—Casi muere —gruñí poniéndome en pie—. ¿Y tienes alguna idea de quién lo hizo? Y.O.
Jongin me miró con cierta perplejidad que luego se disolvió en esas duras facciones.
—Pero le quieres.
—Es lo mismo que pensó Baekhyun.
» Alguien puso un detonador en su casa que estallaría cuando el fuego llegara hasta él. Empezó en su propia recámara y casi no pudo salir de ahí. ¿Y qué encontró en la puerta trabada? Mi signo y una carta clava con una daga.
No podía imaginar el terror que debió sentir y el dolor arrollador que bordeó su pecho al verse inmerso en ese fuego infernal, pensando que no lograría salir con vida. Creyendo que yo lo había hecho.
—¿Quién podría querer a Baekhyun fuera del camino? No estaba involucrado con la mafia.
—Creo que te pago para que lo averigües —farfullé, pero con otro trago de ron conseguí calmarme—. Maldición. Él estuvo casado con Seung. Eso fue suficiente como para que cualquiera en nuestro medio lo conociera.
» Pero yo me pregunto cómo pudo pasar eso sin que te enteraras. Incluso te pedí que investigaras lo que ocurrió con él el año pasado. ¿Cómo mierda fue que no lo supiste?
—Porque en ningún lado de esta noticia figura el nombre de Baekhyun. Probablemente ocurrió lo mismo con el resto de periódicos. Y no me la iba a pasar revisando cada incidente de Seúl solo para saber si era o no relacionado a Baekhyun.
—¿Y es que acaso tu solo buscas en los periódicos o qué? ¡Carajo! Baekhyun casi muere y jamás me enteré de eso.
» ¡Pudiste hablar con Taemin o Minho! Ellos seguramente estaban al tanto. O indagar con alguien del barrio. Cualquiera te hubiera dicho del incendio. ¡En qué mierda pensabas!
—En que no me uní a la mafia para cuidar de tus amantes. No soy la niñera de nadie —bramó.
Necesitaba contar largo y tendido para no matarlo.
Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco.
—Tal vez se metió con alguien más. Alguien igual de peligroso que nosotros. ¡Con lo bien que resultan sus elecciones en hombres!
Seis. Siete.
Siete.
El cañón de mi pistola se levantó contra él. Apreté el mango con fuerza porque realmente no quería matarlo, pero me estaba tentando. E incluso así, frente a la muerte, él no se inmutó. Solo apretó la mandíbula y me desafió. El muy bastardo.
Con pasos rápidos, Kyungsoo irrumpió en mi despacho, seguramente asustado por mis gritos.
—Ey, basta. Chanyeol. —llamó Kyungsoo con esa preocupación por Jongin desbordándose de sus ojos. Ojalá Jongin le profesara la misma devoción y cuidado—. Dejen de jugar como niños.
—Esto no es asunto tuyo, Kyungsoo —refunfuñé.
Él nos miró, de un lado a otro, sin saber si realmente podría disuadirme de matar a su amante. Quizás le haría un favor. Solo uno, pequeño.
—No vas a dispararle. Sabes que Jongin es muy importante para la organización y es el único, además de mí, que te tolera.
—Si nunca supe lo que ocurrió con Baekhyun es porque probablemente alguien ocultó toda la información. No aparece su nombre en ningún registro e incluso las personas cercanas a él no lo sabían. Alguien lo ayudó a ocultarse probablemente porque tenía miedo de que volvieras a atacarlo si sabías que estaba vivo.
—Quiero que encuentres a esa persona, entonces —demandé—. Quien quiera que comenzó el incendio y firmó con mi nombre, quiero que me lo traigas. Voy a darte tres días, Jongin o te juro que te volaré la cabeza.
Jongin hizo apenas un ademán con la cabeza antes de marcharse. Esa misma noche habría de salir para el sur del país para reforzar las alianzas que teníamos con los chinos y los tailandeses antes de que cualquier otro atentado falso los pusiera del otro lado del tablero. Había tenido suficiente con que los filipinos se unieran a ese bando.
—Chanyeol, toma un respiro. Casi haces algo estúpido.
—Le pago a Jongin para que siga mis órdenes y traiga resultados. Todo lo que hizo fue una mierda.
—¿De qué hablas?
—Alguien intentó asesinar a Baekhyun bajo mi nombre. Hace un año. Le enviaron una carta firmada por mí y quemaron su departamento. Pude haberlo perdido y nunca saberlo.
—Es por eso que esta molesto. Las cosas..., las flores y-
—Son de él. Quiere que page por lo que cree que hice. Pero necesito explicarle... Decirle que yo jamás lo dañaría.
—Chan, sabes que incluso si le cuentas tu versión de la historia él no te creerá. Baekhyun pasó por ese infierno. Su casa fue incendiada y tiene recuerdos de esa carta firmada por ti. ¿Cómo compites contra eso?
¿Cómo hacer que mis palabras borraran el daño causado por 'mis' acciones?
Esta vez en verdad podría perderlo. Y ni siquiera sabía qué decirle para convencerlo de mi inocencia.
¿Era inocente? Lo abandoné y dejé que lo hirieran.
Tal vez de lo único de lo que no era culpable, era de haber encendido el cerillo. Nada más.
—Además, no podrás hablar con él sino hasta la fiesta de compromiso. Ellos se fueron de Corea.
—¿Qué?
—Conozco a alguien del bar de Kim, un tipo tonto con el que intenté darle celos a Jongin y no funcionó. En fin, pregunté si podía hablar con Baekhyun sobre el código de vestimenta, pero me dijo que ellos habían salido hacia Beijing ayer por la noche. Volverán antes del compromiso.
—¿Querías saber el código de vestimenta?
—No, idiota, quería hablar con él sobre ti. A veces puedo ser muy convincente. Pensé que podría averiguar algo más sobre Kim y sobre su matrimonio, también. Algo de chismoseo junto a un par de pastelillos.
Apenas sonreí. Fue solo un segundo.
—Ibas a drogarlo con esos pastelillos de mora como lo hiciste conmigo para que te dijera si Jongin te había engañado o no.
—En efecto, y por mucho que no te gusten mis métodos, no puedes decir que no son efectivos.
No me atrevería porque aún tenía ese gusto de la mariguana con las moras. No es una mezcla realmente agradable una vez que te das cuenta de que serviste de chivo expiatorio en un amorío clandestino.
—Park, tvoy brat priyekhal! —un llamado profundo y marcado llegó hasta nosotros en el estudio, cerca de la entrada de mi departamento. Esa voz solo podía pertenecerle a una persona en todo el mundo. Lev—. Gde ty, ublyudok?
(¡Park, llegó tu hermano! / ¿Dónde estás, bastardo?)
—¿Quién diablos grita tanto?
Mi pequeño y enfurruñado amigo salió del estudio dando pisotones. Estaba listo para darle a Lev una dura reprimenda que quedara grabada en su cabeza por mucho tiempo. Yo quería ver eso para que al menos me alegrara el día.
En la entrada de la casa estaba mi amigo y el heredero de la Bratva, Lev Petrov. Tan algo como yo y con el cabello castaño oscuro, era un hombre bien parecido con un carácter muy peculiar.
—Ty ne prikhodish' ko mne domoy i ne nazyvayesh' menya ublyudkom, Lev.
(No llegas a mi casa y me llamas bastardo, Lev.)
Él sonrió, pero sus ojos fueron casi de inmediato a Kyungsoo quien lo miraba con los ojos ceñudos. Odiaba el ruido, creo.
—Who's this little kitty that looks like he wanna kill me?
(¿Quién es este gatito que parece que quiere matarme?)
—A man who in fact can kill you.
(Un hombre que de hecho puede matarte.)
Lev silbó y barrio con la mirada a Kyungsoo. Esa era una mala señal. Lev estaba poniendo sus ojos en algo muy complicado.
—Don't get your hopes up, Lev. He has a terribly possessive non-boyfriend.
(No te hagas ilusiones, Lev. Él tiene un no-novio que es terriblemente celoso.)
—Ugh. I would hate sharing this little piece of cake with anyone else.
(Odiaría compartir este pedacito de pastel con alguien más)
—I didn't ask you to come to flirt with my little brother. I need you to kidnap someone.
(No te pedí que vinieras para flirtear con mi hermano pequeño. Te necesito para secuestrar a alguien)
—Just if I can have him in return —pidió con esos ojos vivarachos que no dejaban el menudo cuerpo de Kyungsoo quien estaba muy avergonzado o a dos segundos de cometer asesinato.
(Solo si puedo tenerlo a él a cambio)
—I'm out of your league, asshole, so don't try.
(Estoy fuera de tu alcance, imbécil, así que no lo intentes)
—I like grumpy boys. They jump better in my lap.
(Me gustan los niños gruñones. Ellos saltan mejor en mi regazo)
Joder que iba a encerrarlos en una recámara esperando que así Lev pusiera su atención en mí y mi problema de secuestrar a Baekhyun una vez hubiese regresado de ese viaje a China.
Un sonido seco me hizo levantar la mirada hacia ellos. Kyungsoo le había golpeado con el puño cerrado en la nariz. Le había hecho sangrar. A un ruso. Al heredero de la Bratva. Demonios. Kyungsoo quería morir.
—What the-
—Park —me habló Lev con ese rasgado acento ruso. Tenía su mano sobre la nariz, apretando el tabique para evitar que la sangre saliera a millares—. Me gustar... tu hermanito pequeño.
Era el peor coreano que había escuchado en mi vida.
(Lev Petrov)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top