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Desde el penthouse del edificio se veía claramente el incendio en mis bodegas de almacenamiento en el muelle. El fuego se había propagado con rapidez para haber sido iniciado hace solo hora y media. Había sido un ataque muy cuidadoso y planeado como represalias de los yakuzas. Y, aunque la alerta había sonado a tiempo, no pudimos hacer mucho. Utilizaron dos explosivos al mismo tiempo que destruyeron toda la carga.

La policía habría de llegar en otra hora más y los bomberos igual, pero hasta entonces habría que limpiar todo el desastre. Era lo único que podía hacer ahora.

—Mataron a los guardias y a los hombres que repartirían la mercancía —me informó Minjae, un muchacho al que habíamos salvado de una deuda en Jeju hace varios años—. Dejaron su nombre en las paredes.

ヤクザ. Yacuza.

Estaba en todas partes y si lo llegaba a ver la policía, entonces sería un gran problema incluso si las bodegas no estaban a mi nombre. Ellos eran especialistas en sumar dos más dos y que diera cien. A veces eso era parte de un fuerte instinto alucinógeno, pero siempre eran una molestia.

—¿Jongin se está encargando ya de eso?

—Sí, dejó esto para usted, Señor.

Me entregó una carpeta que yo había estado esperando por mucho tiempo. La información de Baekhyun estaba ahí y esperaba que sirviera para solventar mis dudas.

—Señor —llamó Minjae—, los muchachos se preguntaban qué acciones vamos a tomar con los yakuzas.

No quería esa guerra contra los japoneses. Era difícil lidiar con ellos en ese estado. Conseguirían más aliados de aquellos donde yo había rechazado y podrían voltear a aquellos con quienes ya tenía un pacto. La lealtad no era para siempre.

Sin embargo, no dar una respuesta a un ataque directo, daría la idea equivocada al resto de bandas en la ciudad. Algunas ratas pensarían que podían escalar sin consecuencias.

—El casino del sur, ¿sigue funcionando?

—Sí.

—Hazles una visita. Algo sencillo, pero que sea bueno. Y mi marca... quémala en el parqueadero trasero. Deja la advertencia de que, si esto continúa, acabarán todos muertos.

—Sí, Señor... Señor, ¿no deberíamos acabarlos ya? Nos arriesgamos a perder mucha mercancía y-

Sonreí y él se estremeció. Creo que no me había visto sonreír mucho y menos cuando habíamos sido atacados. Pero tenía otras cosas en la cabeza que desplazaban la molestia de mi cabeza.

—La mercancía se repone, Minjae, pero los aliados no. Aunque los seres humanos son reemplazables, las alianzas con ellos los vuelven importantes.

—Creí que la alianza con la yakuza había terminado.

—Para ellos, no para mí. Además, mi interés no es derrotarlos porque perdería un proveedor valioso y la forma de surtir en Japón. Quiero que esto acabe bien para los dos.

Él asintió con entusiasmo por no-sé-qué. Luego se marchó.

Dejé mi cigarrillo a un lado para tomar un sorbo de brandy. Estaba dispuesto a saber qué había ocurrido con Baekhyun durante el tiempo que había estado en Rusia. Incluso si Jongin había dicho que no había nada raro. Quería ver todos esos detalles por mí mismo.

Nació el 6 de mayo de 1996. Tiene...

Lo sabía. Baekhyun tenía veinte y siete años. Nació en Seúl en una familia modesta y le gustaba el arte tanto como las finanzas. Era muy bueno en ello, aunque no pudo terminar la universidad por falta de dinero.

Los postres con canela eran su debilidad, y sus flores preferidas eran las rosas rojas y las orquídeas blancas. Sé le hubiese gustado tener esas dos flores en un ramo de flores cuando se casó, pero Seunghyun quiso la temática tan minimalista que le dieron un pequeño ramo con helechos y un par de flores amarillas. Fue muy feo.

Recuerdo que me contó sobre su sueño más grande. Tener una amplia y linda casa de una planta —porque se negaba a limpiar tantas habitaciones e ir de arriba abajo todo el tiempo—, que tuviera un amplio jardín al frente, que él no cuidaría mucho porque podría matar hasta un cactus. Quería un esposo amoroso y ocurrente, y poder adoptar un par de niños.

Él quería tantas cosas que yo no podía ofrecerle.

Cuando me lo contó fue hace casi dos años, recién casado con Seunghyun. Me dijo sus aspiraciones más profundas, aquellas que yo sabía mi hermano nunca cumpliría. Y eso lo devastó al final de todo. Probablemente aquello destruyó sus ilusiones de un segundo matrimonio en dicha y felicidad, solo por eso se casaría con Kim Tae Woo, un hombre que desde lejos se notaba el parecido con mi hermano. ¿Por qué Baekhyun quería repetir una experiencia tan destructiva?

Solo porque Kim podía ayudarlo a salir de un agujero donde mi hermano y yo egoístamente lo metimos.

Me salté las primeras dos páginas porque ya sabía lo que decían de Baekhyun. No había un secreto que él me haya ocultado, porque confiaba en mí.

Al final de la tercera página, sin embargo, encontré datos más actualizados.

Se mudó del departamento que arrendaba a los dos meses y medio, luego de un incidente con las luces. Alquiló un piso al sur de la ciudad, por el barrio Ga-yong. Consiguió trabajo en el bar Black Night perteneciente a Kim Jungsu, primo de Kim Tae Woo.

Así que así fue como se conocieron, en un bar. Y no me pudo causar mayor pesar saber que muy pronto él encontró al hombre que me reemplazaría...

¡Y ni siquiera era un buen reemplazo!

Admitía que Baekhyun no sabía escoger a los hombres que dejaba entrar en su vida.

Tuvo una deuda por 23 millones de wones con un prestamista de Sammgu. El dinero lo usó para el divorcio y para el abogado en su caso. Otra parte la usó para reparar los daños del departamento arrendado antes de marcharse.

Prestamista: Oh So Jin.

La deuda fue pagada con un segundo préstamo ofrecido por Kim Tae Woo.

Así que además de su 'idílico amor' los unía una deuda monetaria. Seguramente por eso Baekhyun se involucró en los negocios de esa banda. Necesitaba pagar su deuda porque por mucho amor que hubiera —y yo lo dudaba—, Tae Woo no dejaría escapar ni un solo céntimo.

Me pregunto si hacer negocios conmigo lo hubiera liberado de ese yugo tan terrible. De ser así, quizás no tendría la necesidad de casarse con ese hombre tan despreciable. Yo incluso podría...

Compró un departamento en el Edificio Yang. B408.




***




El edificio era alto y bonito, con algunas terrazas en ciertos pisos que lo hacían más colorido y llamativo. Baekhyun vivía aquí y yo asumía, a cuentas rápidas, que no fue nada barato.

Subí en el ascensor hasta el piso cuatro y busqué la puerta 408.

Golpeé la madera con mis nudillos un par de veces, pero nadie me respondió. Era algo temprano, solo las ocho y media, y quizás él no estuviera ahí...

Volví a llamar a la puerta con mayor dureza. Llamando su nombre una y otra vez. No me rendiría hasta verlo.

—Baekhyun, soy Chanyeol. Por favor ábreme. ¡Baekhyun!

—¿Qué diablos-?

La voz de ese lindo chico a mis espaldas me volteó de un brinco. Baekhyun estaba a cuatro pasos de mí, con una bolsa negra y letras doradas garabateadas al frente. Savage.

¿Qué rayos era Savage? Desconocía la marca.

—Ey, respóndeme.

¿Me había preguntado algo?

Él pareció verdaderamente molesto por mi intrusión y poca atención a su persona.

—¿Qué haces aquí?

—¿De verdad? No hay nada- Olvídalo. Entra antes de que salgas mis vecinos por tu escándalo.

Digitó la clave. 592.

Por dentro era un lugar acogedor, pero las ventanas cortas no permitían la entrada de mucha luz y envolvía cada rincón entre sombras oscuras. Al encender las luces, una agradable sala en tonos café suave y tonos blancos apareció. La cocina estaba varios metros más allá, hacia la izquierda.

—Ahora, por favor, explícame qué haces en mi casa a estas horas. Porque además de ser impropio, lo considero terriblemente inconveniente —se apresuró a decir, dejando esa bolsa sospechosa sobre la mesa ratona. Se sentó en el sofá y me miró con fijeza. Yo lo imité.

Pero mis ojos estaban en esa bolsa negra cuyo contenido ya podía ver. Tela negra de encaje. Mi sangre comenzó a hervir.

—¿Esto es lo que te pondrás en tu noche de bodas?

Saqué la pieza de lencería del empaque. Delgada y minúscula. Y sí, joder que me lo imaginé en él, pero esa imagen debía ser mía, no de otro hombre.

—No, es para la fiesta de compromiso —respondió con una amplia sonrisa maliciosa en su precioso rostro.

¡Jodido descarado!

—¿No deberías esperar hasta el matrimonio?

—No soy un hombre puro, Chanyeol, y tampoco lo es mi prometido. De hecho, ninguno de los hombres que he conocido en mi vida lo eran. Me da igual.

Estiré el elástico de esas bragas con mis dedos. Era una tortura psicológica imaginármelo así en una cama que no era la mía.

Me había convertido en un hombre muy egoísta.

—Creo que este te quedará algo grande.

Porque, aunque Baekhyun tenía un cuerpo encantador, su cintura pequeña y culo mediano eran algo que no se verían tan bien en esa braga.

Nuevamente, esa sonrisa malcriada y con doble intención me causó un pálpito muy fuerte y muy abajo.

—Me queda perfecto. Mi prometido dice que tengo el culo grande.

Sí, quizás no me había fijado en eso, pero en ese momento mis ojos fueron hacia su cintura. Sus caderas estaban ligeramente más anchas y tenía los muslos más gruesos que aquella última vez que nos vimos. Probablemente tenía razón.

Lo odié.

Me tomé un momento para calmar ese calor abrasador que consumía mis entrañas. Conté varias veces hasta diez, hasta que su suma me dio cuarenta. Dejé la lencería en su lugar, por mucho que hubiese querido quemarla con un encendedor. Entonces pude hablar con más calma.

—Sé que tienes una deuda con Kim. ¿Es por eso que te casarás con él?

—¿Qué? Estás mal de la cabeza, Chanyeol —refunfuñó.

—Le debes 23 millones. Sé que es dinero lo debías antes a otro prestamista y que Kim te ayudó a pagarlo.

—¿Me estuviste investigando?

—Si todavía le debes ese dinero, yo lo pagaré por ti. Así no tendrás que casarte.

—¡Qué carajos! Chanyeol, deja de decir tonterías.

—No lo son —insistí—. Puedo pagar esa deuda.

Con rabia, Baekhyun enarcó la ceja derecha y frunció los labios. Eso no era bueno.

—¿Y qué pasará después? ¿Tendré que acostarme contigo para pagar la deuda? Creo que eso ya ocurrió en el pasado —musitó apretando la mandíbula—. Ya no soy un prostituto, Chanyeol. Lo lamento.

Me enfurruñé.

—Nunca lo has sido. No pretendo que me pagues, tampoco.

—¿No? —se burló—. ¿Entonces será una deuda eterna? No me interesa. Además, yo ya saldé esa deuda. Pagué cada won que me prestaron.

—¿Y cómo lo hiciste? —se me escapó.

—¿Cómo crees? De la misma forma que pagué mis deudas contigo —masculló y lo vi apretar sus puños sobre las rodillas—. Con lágrimas y sangre.

—... ¿Te hizo daño? Se atrevió a-

—No fuerces tus neuronas; te harás daño.

» No, no me ha herido. Pero trabajé muy duro para pagar esa deuda. Tuve que mezclarme en esos negocios turbios que mi ex esposo y tú me ocultaron. Tratar con los chinos es difícil y con los turcos fue un dolor de cabeza. Pero conseguí muy buenos tratos con ellos. Así que así lo hice. ¿Eso te deja en paz?

—Claro que no —mascullé con los dientes apretados—. No debiste pasar por eso.

Él apartó la mirada y se mordisqueó los labios.

—Pasé por eso y por mucho más gracias a ti —dijo sin mirarme—. ¿Por qué diablos estás investigándome?

—Quise saber qué había ocurrido contigo en este año.

—¿No lo sabías? —Soltó una fuerte carcajada—. Supongo que después de tu pequeño regalo no te interesó saber qué ocurrió conmigo. O quizás pensaste que había desaparecido.

—¿De qué hablas?

—¿Cómo puedes tener tan mala memoria? Oh, en realidad creo que no te importa lo que me ocurrió. No fue relevante, ¿cierto? Por eso lo olvidaste. Pero yo lo tengo aquí —gruñó y con su dedo índice punzó su cabeza—. Recuerdo todo lo que pasó ese día. Cuando mandaste a matarme.

Lo vi llorar ligero, derramando lágrimas que fueron mi segunda preocupación más grande. La primera fue saber de qué me estaba hablando.

¿Cómo que mandarlo a matar?

—Tal vez creíste que había muerto, y te debió sorprender verme vivo...

—Eso no- Escucha, yo no ordené que te-¿Cómo podría?

—Yo me dije lo mismo. Me pregunté cómo podrías hacer algo tan repugnante contra una persona que dio su vida para salvarte. ¡Casi morí por tu culpa en esa cárcel!

—Baekhyun, cariño, yo no-

—Cuando los vi llegar... Cuando llegué esa carta tuya disculpándote por hacerlo, yo todavía te amaba. E incluso viendo todo el fuego a mi alrededor creí que era alguien más. Destruiste lo mejor de mí. ¡Tú y tu puta familia me destruyeron!

» Solo fue una lección de amor y supervivencia, ¿cierto? Pues yo tomé todo lo que me ensañaron Seunghyun y tú para escapar. 

» Antes de que ese lugar terminara por estallar, había dejado de amarte.

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