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Los vidrios y el bullicio, los gritos y la sangre.

Estaba acostumbrado a ese ambiente. Crecí en un mundo que se nutría de la maldad y sobrevivía por la sangre de otros. Si lo decía así, no éramos mejores que una sanguijuela.

Y con la costumbre latiendo por mis venas no debería haberme afectado. Pero lo hizo. Lo hizo porque Baekhyun estaba herido frente a mis ojos. Él yacía tendido en el piso, junto a la mesa, con fragmentos de cristal que lo amenazaban. Tenía uno incrustado en su muslo y la sangre se deslizaba como una serpiente por su pierna.

Él estaba asustado y dolorido.

Ver su vulnerabilidad me causó un terrible escozor en el pecho. Era preocupación.

Quien disparó lo hizo en contra mía porque la bala había dado en su objetivo. Mi hombro ardía y se desangraba por la bala arraigada en mi carne. Claro que dolía, pero mi cerebro no era capaz de concentrarse en ello cuando tenía a Baekhyun herido.

Me tiré al piso antes de que otra bala me golpeara y esta vez acertara a mi cabeza. Me escabullí contra la pared lateral y llevé a Baekhyun a mi regazo. Aún en ese estado, no quiso que lo tocara. Era como un gato huraño cuyas garras se incrustarían en mi piel si insistía. De todas formas, yo lo recosté sobre mis piernas para evaluar su herida. El vidrio no parecía haber penetrado profundo, pero eso no podía determinarlo yo. Incluso así podía llegar a afectarlo gravemente.

—No sabes cuánto te detesto en este momento —gruñó él, pasando sus manos sobre su pierna. Temblaba por el dolor o el miedo. Quería ejercer presión para detener el sangrado, mas no tenía la fuerza suficiente y de su boca saltaban gemidos y chillidos—. Eres un peligro para mí.

—Lo lamento —susurré.

Tomé mi arma y la dejé contra Baekhyun, advirtiéndole que debía disparar si veía a alguien potencialmente peligroso. Los mafiosos tendíamos a disparar primero y averiguar después y era definitivamente el resultado de un delirio de persecución del cual yo también sufría.

—Haye que detener la hemorragia.

—No tengo cinturón —gimoteó.

Vi en sus ojos la sombra del llanto. Él estaba esforzándose por no ser débil ante mis ojos, pero le costaba. Yo quise decirle que estaba bien, que llorara y gritara si así le pedía su lastimado cuerpo.

Sobre su bonito rostro encontré pequeñas cortadas, finas líneas rojas provocadas por los vidrios que saltaron.

—Puedes sacar el mío —ofrecí y no pretendí ser descarado, pero él me miró con expresión ceñuda.

—Tu tonta cabeza solo piensa en-

—Fue la tuya, no la mía.

¡Cómo si no me hubiera bajado los pantalones él mismo en el pasado!

Bien, las circunstancias eran diferentes, pero no esperaba que en medio de una crisis saltara su vena de decencia y pudor.

El bullicio seguía latiendo contra mis oídos, pero afuera la situación había cambiado. Escuché el escape de una moto retumbando y desapareciendo en la distancia. Los sicarios se habían ido, supuse. Aunque ello no me dio ninguna seguridad.

Con el cinturón en sus manos, Baekhyun intentó hacer un torniquete, pero temblaba demasiado. Moví mi cuerpo lo mejor que pude y con el cinturón alrededor de su muslo, unos cuantos centímetros más arriba de la herida, apreté para detener la hemorragia. Él se quejó y mordió sus labios para evitar gritar.

—Te desangras —suspiró.

Sí, mi brazo izquierdo era un ducto por el cual resbalaba la sangre desde la herida hasta mis dedos. Algunas gotas estaban ya formando un charco en el piso de madera. El dolor y las punzadas aumentaron lo que conllevó a que se me entumeciera el brazo por completo.

¡Joder! Eso estaba siendo realmente fastidioso.

—Necesito mi celular —dije e intenté con la zurda buscar el aparato escondido en el bolsillo de mi pantalón. No estaba siendo una tarea fácil con Baekhyun contra mi cuerpo, pero no iba a apartarlo.

Refunfuñé y me quejé cuando la mano se entorpeció tanto que no conseguí tomar el celular.

—Maldita sea —escupí—. Necesito que lo saques de mi pantalón.

—Qué galante, Park.

—Mas tarde puedo ser un caballero decente, pero ahora solo hazlo.

A regañadientes, Baekhyun se enderezó y llevó su mano, su pequeña mano, al bolsillo izquierdo de mi pantalón. Su toque dentro del bolsillo me llevó a un frenesí. Sentí mi sangre hervir como en un caldero y mis músculos tensarse. Ese era el tipo de reacciones que él siempre había causado en mí y de las que quise desprenderme al irme a Rusia. ¿Cómo era posible que después de un año sin verlo y huyendo de su recuerdo todavía me afectara de ese modo? ¿Qué me había hecho Baekhyun?

—Deja de entusiasmarte —siseó con enojo, pero sus mejillas enrojecidas y sus orbes avellana avergonzados me dijeron lo contrario.

Tomé el teléfono con mi diestra que finalmente había dejado de apretar la pierna de Baekhyun y llamé inmediatamente a Jongin.

—Rastréame. Hubo un ataque.

—¿Estás bien?

—Necesito que vengas ahora. Baekhyun tiene que ir al hospital.

Luego solo colgué y esperaba que llegara lo más rápido que el bugatti le permitiera.

En el restaurante las personas empezaron a cuchichear en medio del llanto provocado por el miedo. Si bien el ataque había cesado, nadie se arriesgaba a salir de debajo de las mesas y de detrás de los pilares.

En ese lugar me pondrían en la lista negra por ser un elemento potencialmente peligroso para la sociedad.

—Tú también debes ir al hospital —dijo, atrayendo mi atención hacia él.

Me di cuenta, por la forma en la que evitaba mi rostro, que no quería mostrarse interesado en mi estado. Eso fue gratificante. Yo seguía importándole.

«No todo está perdido», fue lo que pensé.

Pero, ¿perdido para qué? ¿Había algo realmente por hacer?

Seguía siendo el mismo hombre de hace un año: peligroso y egoísta; el mismo que abandonó a Baekhyun una vez salimos de la cárcel. Ese año no me había cambiado, aunque sí lo hizo con él.

¿Qué esperaba? No podía tenerlo de vuelta porque no era lo correcto.

... ¿Y desde cuándo me importaba hacer lo correcto?

—Me preocupa más tu pierna.

No quería ver a Baekhyun apoyándose en un bastón de por vida, eso le quitaría apenas su atractivo, pero me haría sentir terriblemente culpable.

Un rugido retumbó fuera del restaurante lo cual crispó los nervios de los comensales que pensaban que otros matones entrarían. Bueno, sí eran unos matones, pero no harían daño.

Jongin entró seguido de dos de mis hombres, con la mirada me ubicó y corrió.

Algunas personas en el restaurante llamaron al 119 y otros a una ambulancia. ¡Un sepulturero llegaría más rápido que los paramédicos! Los odiaba, francamente.

—Llévalo al auto. Necesita que le suturen la herida urgente —demande.

—Tu brazo...

—Joder, Jongin, haz lo que te digo —gruñí—. ¡Mi brazo seguirá pegado a mi cuerpo! que es más de lo que podré decir de la pierna de Baekhyun si tú no lo llevas al auto.

Hyunwoo y Minjun tomaron a Baekhyun y lo sacaron, con cuidado de no forzar más su pierna o mover el cinturón. Jongin me ayudó a pararme.

—Averigua quién hizo esto. Fueron dos sicarios los que atacaron. Y cuando los tengas, envíales un regalo.

—¿No vas a interrogarlos?

Sonreí.

—Sí, pero me gusta jugar con mi comida antes de despedazarla.

***

La enfermera me limpió la herida luego de que la bala fue retirada por el médico de emergencias, un tipo agradable con aspecto de roedor.

—Necesita reposo y no debe hacer esfuerzo con ese brazo. Si los puntos se abren, será más lenta la recuperación.

—Déje... Déjeme p-o-ponerle el cabestrillo.

De todas las enfermeras del mundo, ¿por qué me tocó la tímida que se asusta de ver a un hombre con el torso desnudo y herido?

No solo era tartamuda, sino sufría de Parkinson prematuro pues en lo que llevaban atendiéndome había dejado caer tres veces las pinzas y dos veces la bandeja. Si yo quería matarla por su torpeza, el médico seguramente me ayudaría a esconder el cuerpo.

¡Habían empezado a echar mano de los inservibles!

Cuando por fin me vi libre de las garras de esa enfermera, el médico me advirtió de que debía dar parte a la policía del incidente. Pareció haberlos invocado pues luego de unos minutos aparecieron dos oficiales para tomar mi declaración.

—Dos sujetos en una moto. No vi sus rostros.

—¿Tal vez tiene algún asunto pendiente con una persona que quisiera hacerle daño?

Demasiados asuntos pendientes. Las pequeñas pandillas en Corea no eran las más inteligentes y tendían a actuar impulsivamente en su afán por crecer. Y haber destruido a algunas de ellas no me alzaba como un amigo de esos bandoleros. Además, luego de un año en el extranjero, por mucho que intenté poner las cosas en orden en mi país, seguía habiendo lacras enemigas que eran incluso aliadas de otras mafias.

Sí, tenía asuntos pendientes con muchas personas, todas con una sed de venganza que me ponía en el punto de mira.

—No realmente. Acabo de regresar de Rusia. He estado fuera del país por un año.

—En caso de que tenga algún sospechoso, sería bueno que lo dijera —insistió la mujer con el entrecejo fruncido, mirándome a los ojos con fijeza para no decaer a mi torso.

Kim TaeWoo. El pensamiento saltó a mí por mera maldad, queriendo verlo en la cárcel y tan lejos de Baekhyun como la corrupta justicia me permitiera. Pero Baekhyun entonces me mataría.

—No se me ocurre nadie.

—Entonces eso sería todo. Le informaremos de cualquier avance.

Cuando se fueron, conseguí calzarme mi saco sobre los hombros, ya que iba a ser inútil intentarlo con la camisa que estaba hecha jirones luego de que el médico se entusiasmara con la tijera.

—El hombre que vino conmigo, ¿dónde se encuentra?

—En la habitación de alado —mencionó la enfermera, recuperando la compostura al verme más cubierto—. ¿Es pariente suyo?

Sonreí ampliamente. Baekhyun me mataría lo supiera, pero...

—Mi prometido. Bueno, en realidad iba a proponérselo durante el postre.

Pero no llegamos ni a probar la entrada.

Como si el conocimiento de que era un hombre tomado fuera un mágico despertar, la enfermera se enderezó y adoptó una postura más sobria. Luego de entregarme la receta con antibióticos y analgésicos, y una dura advertencia del médico, fui llevado hasta donde Baekhyun descansaba.

La camilla pequeña donde estaba tenía una sábana blanca con un par de manchas de sangre. Su pantalón estaba cortado a lo largo, hasta el muslo para acceder a la herida que ahora lucía enrojecida y con dos X negras.

—Ha llegado su prometido.

Baekhyun me fulminó con la mirada.

—Le agradecería que me dejara a solas con mi prometido —le pedí a la enfermera antes de echarla a prisas.

—No soy nada tuyo, Park —refunfuñó y suspiró—. No puedo creer que después de tanto tiempo siga pasándome esto.

—¿Acaso has tenido más prometidos durante este año?

Él chasqueó la lengua, poco complacido por mi sentido del humor. Me acerqué y tomé asiento en el banquillo de junto.

—Lamento que salieras herido.

—... No debería estar cerca de ti —se lamentó—. Siempre termino lastimado.

Con pesar, me di cuenta de que no hablaba solo de esa cortada o de cualquier otro daño físico del pasado que por mi culpa recibió. Saber que lo había lastimado hasta el límite de su debilidad me provocó el mayor azote de culpa.

Creo que nunca fui consiente de lo mucho que él sufrió por culpa mía cuando decidí abandonarlo, aunque a mí tampoco me era indiferente. Olvidarme de él fue imposible y durante meses buscaba su figura entre las ajetreadas calles de Moscú, como si fuera a emerger por arte de magia.

—¿Quieres que llame a Kim?

—¡Por favor no! No quiero tratar con él ahora mismo. Y tú también deberías irte.

—Podrías necesitarme.

—... Ya no te necesito —rugió y sus ojos se empañaron—. Cuando estuve solo y te necesité, tú te marchaste... Me dejaste solo a enfrentarme a algo que yo no conocía... Y luego solo lo destruiste todo.

Sus manos limpiaron con furia las lágrimas de sus mejillas, odiando su propia debilidad y el dolor que dejaba salir.

—Así que lárgate.

—Baek, yo no-

—Yo conozco la verdad, así que no intentes descaradamente de mentirme. ¡Márchate!

—Sabes que todo lo que hice fue para cuidarte.

—Yo no sé eso. Lo que sé es que todo el daño que hiciste nunca se me olvidará ni lo podrás reparar. Sé que te odio por muchas razones y que no volveré a permitir que me lastimes. La próxima vez que lo intentes, te la regresaré.


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