10
El negro era un color que me gustaba para un traje, aunque el azul era un tono que Kyungsoo decía también me quedaba bien. En ese momento al mirarme al espejo solo pude despreciar. Me faltaba ese pequeño y cursi ramillete de flores en la solapa. El traje debería combinar, o al menos la corbata, con el traje de Baekhyun.
Él no se casa hoy. Él no se casa hoy.
Me repetí eso muchas veces para yo mismo convencerme de que todavía me quedaba tiempo. Todavía podía rescatar a mi chico de otro matrimonio trágico.
—No dejaré que hagas algo tonto —murmuré sin querer.
Esperaba convencer a Baekhyun de detener ese disparate a tiempo. Los compromisos en nuestro medio seguían siendo tan serios como en la alta sociedad surcoreana y disolverlos de forma abrupta podría traer muchas consecuencias. Sin embargo, todavía podría hacer algún trato con Kim para que lo dejara ir. Incluso si lo necesitaba, los integraría a mi red de la farmacéutica tal y como querían.
—You sould go now —me dijo Lev, entrando en mi recámara con un cigarrillo en la mano—. The little devil is already in the hall. He looks gorgeous.
(Deberías irte ahora. El pequeño demonio está ya en el recibidor. Luce increíble)
—Kai'll arrive tomorrow.
(Kai llegará mañana)
—You said they wern't lovers.
(Dijiste que no eran novios)
—I care about Khyungsoo. So, Kai's not the man for him. There is no love between them.
(Me importa Kyungsoo. Kai no es el hombre para él. No existe amor entre ellos)
—But Kyungsoo-
—He's obsessed with the idea of Kai protecting him. He's an orphan, so he becomes attached to the person who can give him some attention and crumbs of affection.
(Él está obsesionado con la idea de que Kai lo proteja. Es un huérfano, así que se apega a la persona que pueda darle atención y migajas de cariño)
—Chanyeol, you know I'm not a good man.
(Chanyeol, sabes que no soy un buen hombre)
—No, but you're better than Kai. And I think you can save Kyungsoo from a nonsense relationship. Only if you will be responsible.
(No, pero eres mejor que Kai. Y creo que puedes salvar a Kyungsoo de una relación sin sentido. Solo si vas a ser responsable)
—I don't mean to hurt him.
(No pretend lastimarlo)
—No one pretends to hurt others, but it happens all too often.
(Nadie pretende lastimar a otros, pero eso pasa muy a menudo)
—Fine, I'll take care of him. I promise.
(Bien, cuidaré de él. Lo prometo)
Aunque odiaba meterme en los asuntos ajenos, yo mismo cometí un error cuando en el pasado les concerté una cita. No creí que todo eso se tornaría en algo tan turbulento, mas debí saberlo. Jongin aceptó ir por un favor hacia mí y cuando regresó, no pareció en absoluto entusiasmado como yo sabía que estuvo Kyungsoo.
El sexo y el amor son dos batallas diferentes que muy a menudo nosotros confundíamos. Y el corazón ilusionado de Kyungsoo lo llevó a ver mariposas donde no las había. Y creo que Jongin se aprovechó de eso para tener sexo seguro.
Ahora todo era un desastre.
Sentía que debía repararlo, no solo porque yo me involucré en su romance sin sabor, sino también porque Kyungsoo solo me tenía a mí. Era mi hermano pequeño, o algo así ya que fue mi abuelo quien lo recogió y le dio todo cuanto pudo.
—Meet me in the hotel in an hour.
(Encuéntrame en el hotel en una hora)
Encontré a Kyungsoo en el salón de la casa, vestido de rojizo brillante y una corbata negra. Era como una preciosa y exótica ave del paraíso. De reojo miré a Lev. Ese hombre necesitaba un paño para limpiarse la baba. Sus ojos no paraban de repasar la figura de mi hermano y hasta su rostro enrojecido por esa impropia inspección.
—Have fun, sweetie —se despidió Lev lanzándolo un guiño a Kyungsoo.
—Mataré a tu amigo un día de estos.
—Procura que no sea muy pronto, todavía lo necesito.
***
Había telas de colores blanco y rosa suave, con varios arreglos de flores blancas y hojas verdes en forma vertical, muy alargados en las esquinas y bordeando los ventanales del salón.
Los invitados eran de tan dudosa reputación que esa celebración era solo una fiesta de mafiosos antes que otra cosa. Los chinos estaban ahí e incluso los japoneses a quienes no les complació verme al entrar.
Había escuchado rumores de que los japoneses estarían intentando voltear a mis aliados también, todo para ganar la guerra. Los filipinos me debían demasiados favores, pero eso no me aseguraba que se quedaran de mi lado. Tampoco me fiaba de los chinos. Su líder era una mujer de temer que todo lo trataba como un negocio únicamente beneficioso para ella.
Los turcos eran un poco más confiables, por otro lado, igual que los franceses, aunque con ellos no tenía un gran trato que me respaldara. Al menos me quedaba mi familia rusa. El simple nombre de la Bratva era capaz de hacer retroceder hasta al hombre más valiente.
—Lo que estás haciendo es muy arriesgado —murmuró Kyungsoo contra mi oído—. ¿Qué pasa si Kim va a buscarlos? Podrías desatar otro enfrentamiento.
—A Kim no le importa Baekhyun, sino sus negocios. Esta fiesta es para forjar más alianzas y se quedará mientras le ofrezcan un buen trato. Eso es lo que tú harás.
—Creí que no querías hacer negocios con ellos. Los rusos ya te surten de-
—No quiero hacer negocios con ellos, pero es lo que le harás creer a Kim. Entretenlo el tiempo suficiente para que yo hable con él afuera en los jardines y no tendré que llevármelo.
—Eres tan turbio.
La música suave y melódica era algo que mi abuelo me enseñó a odiar. Él ponía ópera o los sonetos más aburridos en su despacho cuando me instruía de niño. Esas tonadas me ponían siempre a dormir, mejor que una canción de cuna.
Esa música fue in crescendo con el retumbar de un par de tambores que se detuvieron de pronto y todos llevaron sus ojos a Kim Taewoo que entraba con Baekhyun colgado del brazo.
Baekhyun lucía hermoso, como el sueño oscuro y perverso de cualquier hombre.
Su cabello negro tenía unas salvajes hondas brillantes como sus ojos, afilados y atrayentes. Su traje de color rose gold se entallaba a su magnífica figura. Yo solo me preguntaba qué llevaba debajo, si esa lencería que encontré en su casa o si habría sido más recatado. Y, como fuera, deseé que fueran mis manos las que rompieran ese traje para hallar el tesoro escondido.
—Les damos la bienvenida a esta velada que trae gran alegría a mi corazón —habló Kim con una amplia sonrisa en el rostro que era digna de un premio a la actuación—. Espero que la disfruten.
Asumí yo que harían ese anunció formalmente junto al brindis, en poco más de media hora. Así que yo tenía tiempo para hablar con Baekhyun y convencerlo de que hiciera algo más sensato. Pero no podía ser así de abrupto o llamaría la atención de todos.
Así que esperé con Kyungsoo y algunos socios, charlando de esos embarques de América que habían sido tomados por la guardia costera hace un par de semanas. Yo escuchaba a medias y mis ojos también se movían en la sala siguiendo a Baekhyun.
Entre copa y copa fui tomando calor. Ya sentía el cuerpo algo entumecido y el cerebro entorpecido.
Kim finalmente se acercó a nosotros y yo empujé a Kyungsoo para que empezara a entretenerlo. Yo me moví lejos entre los adornos hasta la puerta al balcón con gradas al patio. Ahí encontré a Baekhyun apoyado contra el barandal de piedra tallada, tenía una rosa en la mano.
—Tú deberías ser mi reina.
—Eso debiste pensarlo antes de hacerme tanto daño —respondió con calma, como si hubiera esperado mi presencia.
—Siempre pensé que cuando Seunghyun fuera a la cárcel, te tendría.
—No es cierto. Porque cuando Seunghyun murió, tú solo me abandonaste.
» ¿Sabes? Antes de que incendiaras mi casa, ya me había dado cuenta de que todo lo que hice para salvar tu vida, todo en lo que me involucré, fue en vano. Tú no cuidaste de mí porque yo no te interesaba. Solo me usaste y luego quisiste deshacerte de la persona que conocía tu nombre.
—Yo nunca envié esa carta y tampoco ordené que te asesinaran.
—Lo hiciste, mandaste a que otro lo hiciera. Es lo mismo, ¿no? —berreó cansado.
—Quisiera demostrarte que estás equivocado. No fui yo. Lo juro.
—No creo en los juramentos, Chanyeol. Me casé con un hombre que en el altar me juró amor, protección y lealtad. Él casi me mata. Y luego escuché de ti muchos otros juramentos muy similares. El resultado no fue diferente. Algo de los Park, supongo.
—No soy como mi hermano, pastelito.
—... No, pero yo sí. Ahora soy como Seunghyun —me confesó con un aire derrotado porque ese hecho no le enorgullecía—. Ustedes me llevaron a un punto sin retorno.
—Lo que hice fue cuidarte. Yo me fui porque quería que siguieras con tu vida lejos de mi mundo.
Él arrancó una de las flores que crecía contra el balcón. Una rosa roja, le quitó pétalos uno a uno en medio de ese asfixiante silencio, a pesar de la música y las voces dentro del salón.
—Me voy a casar. No voy a cambiar de opinión.
—¿Por qué no?
—Porque mi matrimonio no es una cuestión del corazón, sino un negocio —me reveló al fin—. Y no, no estoy pagando mi deuda con Taewoo de esta forma.
—Entonces, ¿de qué se trata?
—Yo tengo amigos y una excelente cabeza para los negocios, y él la mercancía.
—¿Y llevarlo al matrimonio no es demasiado? —casi le gruñí.
—De ti aprendí que puedo tomar riesgos.
—Pero es tu jodida felicidad. ¡El matrimonio no es un juego! —salté y tuve que recomponerme para no llamar la atención de los invitados a la fiesta—. Ya estuviste casado con un hombre que no te amó, ¿acaso quieres repetir esa historia?
—¿Y crees que sería diferente con otra persona? ¿Contigo?
—¡Sí! Porque sí te amo, ¡joder! Claro que te amo. Te he amado desde antes de que incluso yo lo supiera.
Mis palabras, y probablemente mi tono, lo sorprendieron. Tenía sus ojos sueltos y la boca suelta, dando cuerda en mis palabras. Pero no fue más que un segundo antes de que esa pose tan dura se apoderara nuevamente de él. Aunque me encantaban sus sonrisas y su voz dulce, esta faceta de él tan perversa me estaba enloqueciendo.
Lo adoraba, en todos los sentidos.
—Por favor, cree en mí ahora.
Baekhyun se tensó y sus bonitos ojos se movieron por todas partes, menos en mí. Me estaba evitando con mucho empeño y creo que era para no caer en mis palabras. Estaba tan determinado a sostener esa postura terca y ajena que temí no poder lograr mi cometido en absoluto.
—¿Qué debo hacer para que me creas?
—Es que, Chanyeol, no hay nada que puedas hacer para que yo olvide lo que pasó. Tengo grabada en la cabeza tu nota, tus palabras. Nunca volveré a creer en ti.
Mi cuerpo estalló en ansiedad. Veía ese camino por donde andaba Baekhyun desmoronándose frente a mí. Y me negaba a darme por vencido incluso si me caía al vacío. No quería perderlo, no quería.
Solo que no sabía qué más hacer. ¿Cómo le demostraba que no había hecho algo horrendo? ¿Cómo hacía que creyera en mi cariño por él?
Para eso necesitaba entender qué había ocurrido aquella noche.
—Ven conmigo —pedí extendiendo mi diestra, pero él me miró como si fuera todo una locura.
—Estás demente.
—Ven, porque de una forma u otra te llevaré lejos. Quiero hablar contigo y en este jodido lugar no puedo.
—No —masculló duramente.
—Entonces, lo siento, pastelito.
—¿Qué diablos?
Él dio un par de pasos hacia atrás cuando me vio sacarme la corbata, así yo conseguí acorralarlo contra el pilar de piedra cerca de la entrada al salón. Él puso sus manos al frente, pero eso no me detuvo. Soltó un jadeo cuando mi pecho se pegó al suyo.
—Si lo haces, juro que gritaré —me advirtió.
Casi me reí.
—Cariño, los amordazados no gritan.
Mis ojos se fijaron sobre esa boca temblorosa. Cuanto me moría por darle un beso. Incluso si ahí alguien podía vernos...
Y solo lo hice.
Devoré esa boca que un día fue mía. ¡Tan malditamente alucinante!
Baekhyun se quejó, pero estaba tan azorado que no hizo más. Dejó que me adueñara de sus labios un largo rato, hasta que yo mismo me obligué a separarme.
—Por favor, no grites ahora o tendré que besarte de nuevo.
En su asombro, yo aproveché para amordazarlo con mi corbata y cargarlo sobre mi hombro.
Secuestrar al novio de su fiesta de compromiso era otro crimen que añadir a mi largo historial.
Pero valdría la pena.
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