9

Estaba algo angustiado. En las noticias hablaron sobre un motín en la cárcel donde estaba Chanyeol. Algunos muertos, varios heridos, pero lo más destacable era la cantidad de armas y droga que hallaron dentro. Me aterró la idea de que su nombre formara parte de las terribles líneas de fallecidos.

Tuve que esperar varios días hasta poder ir porque no contestó mis llamadas. La marea se calmó luego del segundo día, cuando los familiares de los muertos y heridos dejaron de agolparse en la entrada exigiendo respuestas.

Seunghyun no pareció afectado y casi esperó recibir una llamada de la policía, una que le dijera que su hermano había muerto.

Pasé con los nervios de punta esos días y casi no pude probar bocado. Sentía que mis entrañas se revolvían.

—No entiendo el porqué de tu preocupación, Baekhyun. Chanyeol es un bastardo.

No lo había sido conmigo. De hecho, mi propio esposo se había comportado conmigo como un bastardo, muy ajeno a lo que había sido su hermano.

Park Chanyeol se había comportado más como mi esposo que el propio Seunghyun.

—Deberías estar preocupado. Él es tu hermano.

—Es un delincuente. No está en la cárcel por haber vendido marihuana en una fiesta, sino por estafa y-

—¿Y cómo estás tú tan seguro que fue él y-?

—¿Y tú por qué estás tan seguro de que no lo fue? Dime, Baekhyun, ¿cómo logró mi hermano convencerte?

Su pregunta, suspicaz y cautelosa, me dejó helado. Sentí el escozor de su pregunta rodearme y aruñar mi piel hasta que los escalofríos fueron todo sobre ella. Estaba en el ojo del huracán, uno cuya perspicacia lo volvía todo un juego de ajedrez. Moverse en línea recta, hacia el cuadrado negro, había dejado de ser una opción porque si hacía eso, ese rey perverso me tumbaría. Pero, si por el contrario me movía al costado, evitaría por un tiempo sus intrigas. Al menos el suficiente como para pensar en un mejor plan. Después de todo, todavía necesitaba de Seunghyun para liberar a Chanyeol. Luego, derrocar al rey se volvería antes que una competencia, un deporte.

—No recuerdo que se llevaran tan bien.

¿Cómo podría haberlo notado? Él no estaba nunca en casa, y si lo estaba, no me prestaba la suficiente atención.

—Siempre fue agradable conmigo.

—¿Agradable? —se carcajeó—. Chanyeol no es agradable con nadie por la bondad de su corazón sino porque quiere algo a cambio. La pregunta es, ¿qué quería de ti como para haber sido agradable?

Y yo quise saber si en verdad era así; si acaso Chanyeol tenía intenciones ocultas: si... todo era falso.

Una idea cruzó mi mente.

No me era desconocido el aparente deseo que despertaba en él (y viceversa), y de sus pretensiones conmigo. Me lo había dejado claro muchas veces y quizás sí, ser agradable conmigo era una estrategia para acostarse conmigo.

—¿O fue que le diste tu favor y por eso es agradable? —increpó usando un tono de voz oscuro y pesado.

—No digas tonterías. Tu hermano solo intentó hacerme sentir parte de tu familia, algo que ni tú ni tus padres nunca hicieron —mascullé, aunque luego me arrepentí al verlo apretando los dientes y las manos.

—Me imagino cómo —bramó—. Pero, vuelvo y te repito, mantente alejado de Chanyeol a menos que desees verme enfadado. No tientes a tu suerte.

—... ¿Acaso no sientes pena por él? Chanyeol no cometió ningún crimen y-

—¿Entonces fui yo, yo lo hice? —preguntó toscamente, ampliando la mirada como un demonio al acecho. Y quise responderle que sí, que él había inculpado a su propio hermano y todo por rabia y celos, por venganza y negocios ilícitos—. No te atrevas a pensarlo.

Me mordí la lengua y asentí sumisamente, porque a veces bailar con el enemigo te ayudaba a apuñalarlo certeramente.

Y finalmente había podido entrar a la cárcel para ver a Chanyeol. Esta vez, a diferencia de las anteriores, no nos permitieron reunirnos en aquella habitación privada, sino en una sala de interrogación con una pared de vidrio por donde estábamos a la vista.

Yo lo esperé por varios minutos, muerto de ansiedad por saber su estado, aunque aún no se me pasaba ese mal sabor de boca que me dejó el miedo de creerlo muerto. Lo vi entrar con esas toscas esposas rodeando sus muñecas, pero no fueron lo que más me molestó, sino su rostro magullado. Tenía la ceja partida, el pómulo derecho amoratado y sus manos vendadas.

No lo pensé dos veces y corrí hasta él. Fui imprudente.

—Dios —jadeé apenas—, ¿qué te ocurrió?

—Estoy bien, Baekhyun, solo estuve en una pelea.

—¿Y tú eras la pera de boxeo?

Chanyeol torció el gesto en una sonrisa arrogante.

—Yo estoy realmente bien, aunque no puedo decir lo mismo de ellos.

—... Creí que-

—Pero estoy bien —me cortó él y se lo agradecí porque no podía decir en voz alta aquellas tormentosas palabras que cruzaron mi mente durante días—. Sí, hubo un motín, y sí, muchos murieron.

—¿Un motín?

—Un miembro de la blanca quiso escapar —suspiró—. Fue algo estúpido. Creo que llevaba mucho tiempo aquí y se enloqueció. Intentó matar a dos guardias.

—¿Él solo?

—No, querido, con algunos cómplices. Creo que temía de alguien aquí adentro y..., bueno, intentó salir antes de que lo asesinaran.

—¡Dios! Son unos salvajes.

Chanyeol se sentó dando una profunda respiración, tomó mi mano y con sus dedos callosos acarició mis nudillos. Áspero. Me causó un estremecimiento tremendo, pero no me aparté porque esa sensación me gustó.

—¿Qué tienes para mí, pastelito?

—Lo siento —murmuré y me sentí completamente inútil—. Ha sido-

—Shh, yo sé. Mi hermano es un hábil mentiroso y es mejor ocultando sus secretos. No te tortures.

Dejó un beso sobre el dorso de mi mano, suave y encantador. Me maravilló lo dulce que él podía ser conmigo. Y nuevamente me asaltó la pregunta que me hizo Seunghyun hace días: ¿qué razón tenía Chanyeol para su amabilidad?

Quizás lo que quería era que lo sacara de la cárcel, pero si se trataba únicamente de eso, ¿por qué en el pasado su comportamiento denotó una calidez hacia él?

Y como si lo hubiera invocado, la puerta de esa habitación se abrió y por ella entró Seunghyun junto a un oficial de policía. Me aparté de Chanyeol dando un salto y contuve el aliento por varios segundos.

La mirada de mi esposo se centró en mí, frío y amenazante, pero su rostro lucía serenos y con una atenuada sonrisa en los labios.

—Tienes otra visita —masculló el oficial de mala gana.

—Vaya, así que tú eres Baekhyun, el esposo de mi hermano. Casi no me lo creo cuando este oficial me dijo que tenías visita conyugal —musitó y forzosamente soltó una carcajada—. Me lastima que no me hayas dicho de tu matrimonio, Chanyeol.

—Fue algo..., sorpresivo —musitó Chanyeol, pero Seunghyun mantuvo sus ojos en mí, como si estuviera esperando una respuesta que yo no le daría, principalmente porque mi lengua estaba muerta.

—Me lo imagino —canturreó de forma siniestra mientras veía al oficial irse y cerrar la puerta—. Así que..., Baekhyun, ¿te gustan los hombres Park?

—Seung-

—Vaya perra resultaste.

—No lo-

—No abras esa boca para defenderlo —bramó Seung—. Aunque ya veo cuál era tu interés, Baekhyun, con el tema de mi hermano.

—Yo solo-

—Solo querías que mi hermano te follara, de eso no tengo duda. ¡Y qué mejor forma de conseguirlo sino ayudándolo a escapar de la cárcel!

—Yo no quería que él-

—Ambos lo querían —replicó—. Mírate, Baekhyun, fingiendo ser el esposo de tu cuñado y dejándolo tocarte. Eres una zorra.

—Seunghyun es suficiente —rugió Chanyeol.

—Cierra la boca, Chanyeol. Ambos me han traicionado, y he de advertirte, Baekhyun, que yo cobro esas afrentas.

—No toques a Baekhyun. Esto es entre tú y yo.

—Él se metió solo. Yo no lo empujé. Pero tal vez tú sí. Dime, ¿cómo convenciste a mi esposo de que eras inocente?

—Porque lo soy —dijo, duro y claro, pero con una seriedad mortal que me caló los huesos, incluso pareció afectar a Seunghyun.

La mirada de Chanyeol era oscura y penetrarte, muy lejos de aquella que a mí me brindaba. Como ver a dos personas diferentes.

—Fuiste tú.

—Pruébalo —amenazó—, mientras puedas porque..., haré que te envíen a una cárcel de máxima seguridad.

—Tú me traicionaste, Seunghyun.

—... ¿Cuánto más le mentirás a Baekhyun? Él sigue creyendo que eres una mansa paloma porque no le has dicho de tus tratos sucios.

Aunque yo sabía que la vida de Chanyeol no era legal en muchos aspectos y que, por sus propias palabras, estaba involucrado en negocios turbios, Seunghyun lo dijo con un tono peculiar, algo que me hizo dudar.

Obviamente todos teníamos nuestros secretos, pero algunos eran peores que otros.

—Ven conmigo, Baekhyun —pidió, pero su tono no dio lugar a una respuesta. Me tomó del brazo duramente y me tironeó hasta él.

—Estás advertido, Seung. Lastima a Baekhyun y lo pagarás caro.

—No me digas cómo he de aleccionar a mi esposo. Encárgate de tus asuntos.

—Tú eres mi asunto, hermano.

—No, ya no. Así que deja que me lleve a Baekhyun en paz, porque será la última vez que lo verás.

—Si lo tocas, te buscaré y te mataré, así me lleve toda la vida.

Seunghyun sonrió.

—Bueno, no será muy larga.

****

El silencio en el auto fue incómodo y mortal, pero más lo era la actitud de Seung. Durante el trayecto a nuestra casa estuvo en el teléfono, atendiendo llamadas animadamente y conversando con el chofer. Creí, vagamente, que todo estaría bien, que el enojo que mi marido sentía no trascendería.

Me equivoqué.

Fue apenas entrar en el salón cuando sentí mi cabeza golpear la pared. Me dejó aturdido y dolorido. Sentí mi piel arder y calentarse por las pequeñas gotas de sangre resbalar.

—Así que jugando a la *Mata Hari, ¿Baekhyun? —preguntó suavemente, pero con un tinte siniestro que me hizo temblar desde el piso—. ¿Quieres terminar igual que ella, muerto?

—S-seung-

—Cierra la maldita boca, Baekhyun —escupió—. Acabas de colmar mi paciencia. La única razón por la que seguía casado contigo es porque de vez en cuando eras placentero, pero lo que no puedo ni voy a perdonarte es haberme traicionado.

—... Él es inocente —murmuré, y luego me arrepentí.

Seunghyun me tomó del pelo con rudeza y acuclillado frente a mí me habló muy cerca. Sus dedos se clavaron en mi nuca y punzaron con la misma fuerza que aquellas agujas que me atravesaban la cabeza producto del golpe anterior.

—Vas a aprender que todos en este puto mundo son monstruos. No conoces a Chanyeol, y definitivamente no me conoces a mí.

—Déjame ir.

—Lo haré, lo prometo, una vez me haya vengado de tus tontos juegos. Haré que pagues por cada mentira que me dijiste y, especialmente, por haberte puesto de lado de Chanyeol.

—No..., aléjate.

Él soltó una risa mordaz.

—Golpearte es lo de menos, Baekhyun, te lo juro. Correrás con la misma suerte que Chanyeol. 

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