12: Memory
A pesar del conflicto entre Baekhyun y Seunghyun el día anterior, el plan de Taemin era el mismo. Así que ese día se vistió con un ajustado pantalón blanco, bragas delgadas color celeste, una camisa azul oscuro abierto y un collar redondo, zapatos deportivos. Llevó también un pequeño bolso con su medio para lograr el fin.
Baekhyun le dijo que Suenghyun sí iría a casa de sus padres, y que Minho se quedaría en la ciudad con el equipo que estaba buscándolo.
Llegó a la casa cerca de las tres de la tarde, acompañado por el delicioso sol ardiente del verano. Sonrió. La sirvienta lo dejó entrar y luego se esfumó. Taemin sabía que le informarían tanto a Seunghyun como a Minho que él había llegado a la casa, y querrían hablarle para saber el paradero de Baekhyun.
Puso su plan en marcha.
Fue a la piscina, frente a la alberca, y sin importarle ni un poco, empezó a desnudarse. Se quitó los zapatos y el pantalón, luego continuó con la camisa, justo cuando escuchó un par de pasos acercándose. Duros y pesados. Unas botas estilo militar.
"Siempre predecible", pensó el muchacho. "Un militar no debería serlo..., pero un imbécil como tú, sí".
Dejó caer la camisa, luciéndose tan sensual y atractivo. Su cabello castaño lacio se agitó.
No escuchó más pasos, pero sí una muy pesada respiración.
Sonriendo, caminó hacia el borde de la alberca y se zambulló.
Estando en el agua, ajustó sus bragas hacia arriba, de esa forma su culo al salir luciría más apetecible.
Nadó hasta el extremo contrario y al salir apoyó sus manos en el borde donde encontró ese par de botas militares. Alzó la mirada, a pesar del sol, y lo encontró.
No había cambiado nada.
Eso le dio una punzada de nostalgia. Se suponía que ellos cambiarían juntos, que envejecerían juntos en un hogar dulce y acogedor. Bueno, siempre fue el sueño de Taemin y muy tarde él se dio cuenta de que no era el de Minho.
Tomando aire y pasando el doloroso nudo en su garganta.
—¿Qué haces aquí, Lee Taemin?
—Nadar —respondió con simpleza.
—¿Cuándo Baekhyun no está aquí? No es un balneario, Taemin.
—No, me doy cuenta de eso; si lo fuera, aquí habría un apuesto salvavidas y solo estás tú, un tosco militar.
Minho gruñó y con las manos en los bolsillos de su pantalón negro, le ordenó que saliera del agua.
—No quiero.
—Sal ahora.
—Perdiste cualquier derecho a ordenarme hace muchos años, ¿se te olvida?
Seguramente no lo olvidaba. Los hombres nunca olvidaban algo semejante, aunque tendían a hacerse los tontos por mera conveniencia. O era un hábito arraigado desde jóvenes, o un instinto adicional.
—Tenemos que hablar sobre Baekhyun.
—No sé dónde está.
—Claro que lo sabes. Ahora sal.
Taemin refunfuñó, pero al final accedió. Le tendió la mano a Minho quien la tomó; el toque casi los mata ahí mismo a ambos. Ardiente y eléctrico, como el abrazo de un rayo que con el mínimo contacto les quemaba la piel.
El robusto guardaespaldas tiró de su ex amante hacia arriba para sacarlo de la piscina. Taemin se resbaló y Minho tuvo que tomarlo por la cintura para evitar que se cayera.
Tan cerca...
—Estás pasando tus límites, Minho —canturreó Taemin.
—¿Alguna vez los he tenido?
—Sí, yo mismo los establecí. No que te hayan importado mucho, en realidad.
—Dejemos de hablar del pasado.
"Porque nada del pasado te lastima..., no hay nada del pasado de lo que te arrepientas", pensó con hondo dolor, Taemin. "Yo sí me arrepiento de muchas cosas".
Y quizás tenía razón. El pasado no tenía sentido recordarlo, mucho menos traerlo al presente cuando estaba escrito sobre piedra. Inamovible.
—Dime dónde está Baekhyun.
—¿Crees que le diría dónde está Baekhyun a la persona que quiere matarlo? ¡Dios! No me sorprende que hayas salido del ejército con lo imbécil que eres.
Minho gruñó entornando la mirada y apretando a Taemin por la cintura. El muchacho se quejó e intencionalmente se apegó contra el pecho ajeno.
—Acabas con mi paciencia.
—Digo lo mismo.
El ex militar lo llevó hacia la sombra, a una tumbona donde lo sentó y tendió una toalla.
—Tápate —refunfuñó y apartó la mirada, enfurruñado.
Taemin se sintió un poco decepcionado y humillado. Tal vez realmente Minho ya no sentía nada por él, ni siquiera el mero deseo carnal. Él sabía que era atractivo y que tenía curvas apetecibles, pero no para Minho. Ya no.
"Claro que ya no deseas verme..., conseguiste a alguien más hermoso que calentara tu cama y yo me volví un muchacho ordinario ante tus ojos".
—No te diré nada —bramó Taemin, cubriéndose con la minúscula toalla. Por breves instantes pensó en rendirse y abandonar el plan, pero Baekhyun confiaba en él. Al menos uno de los dos merecía tener una buena historia de amor porque ya habían sufrido bastante.
—Con o sin tu ayuda lo encontraré.
—Pero demorarás más —se burló.
—Taemin —gruñó el robusto militar.
El jovencito tarareó mientras se secaba las piernas, repasándola con suavidad; de soslayo notó la mirada de Minho sobre su piel. Torció los ojos.
"Al final del día, eres solo un hombre", pensó, mas esa simple idea terminando siendo muy útil cuando intentaba engatusarlo el tiempo suficiente como para hurtar su celular, aquel que estaba en el bolsillo delantero del pantalón.
—Bien, no me hables de Baekhyun —resopló—. Dime, ¿qué haces aquí?
—Ya te lo dije, nadaba.
—Sinceridad —replicó, acuclillándose frente al muchachito.
—Venía en busca de algo que se le quedó a Baek.
Pero Minho no se creyó ni una sola palabra de esa tosca mentira. Aunque Taemin no lo mirara, él podía leer la mentira en esos orbes y en su rostro dulce.
Joder, Minho había deseado volver a ver a su ex prometido desde hace tanto. Lo extrañaba, admitía, pero sabía que haberlo perdido no era más que su culpa.
—Otra vez, sinceridad.
—Bien —refunfuñó soltando la toalla en el piso—. Sabía que estarías aquí, así que vine a nadar con mi culo al aire porque te extrañaba.
Minho lo miró serio, con un rictus bien marcado en los labios y una llama viva en esos ojos aceituna.
—¿Y qué ganarías, supuestamente, con eso?
—Minho, no seas idiota. No he venido por eso —replicó cuando se sintió plenamente avergonzado por esa mirada que lo atrapó en un descuido—. Encontrarnos ha sido una coincidencia.
—Entonces, ¿siempre nadas casi desnudo en una casa que no es tuya?
—Te sorprendería los hábitos que he adquirido este último tiempo —murmuró con cierto tono cantarín y ácido, acusatorio.
—Lamentablemente, mentir no ha sido nunca una habilidad tuya. Lo puedo leer en tu rostro.
—Oh, bueno..., en eso somos diferentes. Tú sí que sabes mentir. Lo hiciste por un tiempo, ¿no?
Minho tensó el rostro y tuvo el leve impulso de apartar la mirada. A Taemin le hubiese gustado pensar que era por vergüenza, pero luego ese pensamiento le causó risa. ¡Choi Minho no sentía vergüenza por nada! No tuvo vergüenza cuando fue descubierto en su crimen y no la iba a tener ahora.
—Debes irte —suspiró, rendido.
Taemin había sido un chico muy dócil hace tanto y muy accesible. Con fastidio él reconoció que el cambio en su ex prometido era por sus actos, aquellos que deformaron a una tierna criatura que lo adoraba.
El joven no supo cómo redireccionar la conversación o si quiera qué hacer en ese momento para obtener el celular. Bueno, en un inicio su plan de ir e interceptar al militar fue muy bueno; sin embargo, es obvio que no lo pensó mucho entonces.
¿Qué podía hacer?
Era obvio que verlo casi desnudo no lo había afectado, tanto, y necesitaba algo más.
Entonces se le ocurrió quitarse algo más.
—De acuerdo, me marcharé, pero necesito la computadora de Baekhyun, la necesita para el trabajo —fingió por última vez y al terminar de hablar se empujó hacia atrás en la tumbona y recogió sus piernas húmedas, así retiró su braga. Mantuvo la mirada baja, cubierta por sus pestañas espesas, pero así apenas consiguió verlo anonadado antes sus acciones. Esos ojos negros no se apartaron del camino de las bragas por sus piernas. Sonrió. Teniendo las bragas fuera, se las aventó a la cara—. Adiós, Choi.
Se puso en pie y caminó hasta donde dejó su ropa.
—¿Qué demonios? —masculló quitando la tela empapada de su rostro, la apretó en su mano y luego se puso en pie contra Taemin. Lo vio empezar a calzarse el pantalón con dificultad—. ¿Piensas salir así?
—Estoy vistiéndome —señaló.
—Sin ropa interior —musitó con los dientes apretados.
—No puedo usarla, está mojada. Además, si voy así..., podría conseguir que alguien me folle de camino a casa.
Esas simples palabras dichas con burla hicieron saltar en Minho la vena de la envidia y de la rabia. En dos grandes zancadas alcanzó a Taemin y lo apretó por el brazo.
—Repítelo.
—¿Qué?
—Que lo repitas.
Taemin se relamió los labios. Era momento de una pequeña venganza personal.
—Dije que dejaré que alguien me folle —gesticuló simple y claro, saboreando el placer que la expresión enfurruñada de Minho le generaba—. Aunque..., tal vez podría llamar algún interesado y-
—Ni se te ocurra. No termines esa frase.
—¿Por qué no?
—Porque todavía eres mío y no dejaré que ningún idiota te toque.
Su boca tocó la de Taemin en un beso hambriento y rudo. Su lengua inmediatamente entró a tocar ese lugar que había extrañado.
El joven intentó alejarlo, golpeó el pecho ajeno y hasta lo arañó sobre la camisa, pero eso solo pareció encenderlo más.
Taemin se sintió desesperado porque esos besos habían sido siempre su debilidad y condena. Al final no pudo hacer nada y se dejó llevar. Enredó sus brazos en el cuello ajeno y de un salto estuvo enrollado alrededor de la cintura del militar.
Su pantalón a medio cerrar reveló su polla que empezaba a endurecerse.
—Voy a dejarte claro, Lee Taemin, que eres y siempre serás mío.
—Eso no, eso no es-
—Y por cada vez que lo niegues —replicó, le dio un beso suave en los labios de Taemin, y continuó—: voy a comerte la boca.
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