Capítulo 5

R. G

El cabello rebota a mis costados, el sudor resbala por todo mi cuerpo, mi pecho se eleva con ímpetu y la respiración se me corta debido al cansancio. Duele, mi pelvis ya no puede levantarse más y es entonces que cedo, libero un gemido doloroso antes de bajar las barra de peso de mi pelvis hacia el suelo, lo que causa un estruendo contacto metal-concreto.

He terminado.            

Limpio toda mi transpiración con una toalla limpia, hago a un lado todo el equipo de fuerza y me levanto dirigiéndome a la ducha.

Dentro del cuarto, giro la perilla del agua tibia y entro después de desnudame. No demoro mucho enjuagando mi cuerpo, solo me deshago de la sudoración. Al finalizar mi ducha envuelvo mi pelvis en una toalla y me marcho a mi habitación, ahí busco ropa interior limpia y unos pants de algodón que después me coloco. Tampoco es como que quiera andar desnudo en mi casa con las personas del servicio rondando alrededor.

Bajo a la cocina por una taza de café, que ya se encuentra servida en la barra.

—Buen día, señor Greenwood. — Elevo mi mirada por encima de la humeante taza de café.

—Buen día, Gloria. — Sonríe y yo hago lo mismo, es gracioso observar como intenta no desviar la mirada a mi abdomen.

Tengo la ligera sospecha de que está atraída por mí en secreto y si no fuese porque podría ser mi madre, llegaría pensar darle una oportunidad. Es una mujer que en ocasiones me recuerda a Myrthe, tal vez por ello empaticé con ella y conectamos el pasar los primero días.

—¿Qué desea que le prepare de desayunar? — Recargo mi cuerpo en la barra colocando ambos brazos a los costados de mi bebida.—Bambola. —Escupo el café anteriormente ingerido.

Algún día le diré que soy poliglota y hablo Italiano a la perfección, de hecho estos cinco años los aproveché para aprender nuevos idiomas, incluyendo el Japonés, Indu, Ruso y medianamente el árabe. Me encanta aprender nuevas lenguas, es algo que mi abuelo y Richard me inculcaron desde pequeño.

—Prepara dos tostadas cubiertas de aguacate, dos huevos estrellados, una porción de fruta y jugo de naranja. — le sonrío.

—Enseguida, señor.

Tomo asiento en el banco y busco mi tableta para observar las noticias del día de hoy. Es mi rutina diaria, levantarme temprano al gimnasio, ducharme, beber café y leer algo en la tableta o en el Kindle. La vejez comienza a alcanzarme.

—Buen día por la mañana. — Se abre el ascensor y una figura femenina sale de él hacia la sala del penthouse.

—Se pide permiso para ingresar. — Me quejo con fingida molestia.

—Mal agradecido, gruñón y mal agradecido. — toma asiento en el sofá. Ella viste un vestido café junto a unas botas altas de charol del mismo color. Arrnie no es estúpido, por algo no puede dejar de perdonarle todas sus infidelidades.

—Rebecca... — Dejo el café y la tableta para centrarme en mi nueva visita.

—Vengo en son de paz. — hace el ademan de quitar resto de cutícula de sus chillan te uñas rojas.— ¡Gloria, prepara dos de lo que estás haciendo! — Grita. — ¡Hola, por cierto!

Gloria le lanza un beso al aire y le hace un corazón. La semana pasada, Becca se llevó de compras a la mujer, por eso es que tienen un buen vínculo y tanta confianza. De hecho, la novia de Arrnie, amenazó en llevársela para su casa.

Maldita traidora.

—Ya suéltalo. — Me acerco a ella y me siento en el sofá contiguo.

—¿No puedo venir a visitar a mi cuñado favorito? — Ruedo los ojos. — Ush, amargado.

—No seré tu cómplice en ninguna estupidez.

—No es ninguna estupidez. — se queja y resopla ofendida.

Ladeo la cabeza un poco, ella termina bufando y tirando su cuerpo hacia atrás.

—Hoy es domingo...

—Y mañana lunes. — La interrumpo, lo que me hace ganar un manotazo...— Grosera.

—Quiero que me acompañes a un evento por la noche. — levanto una ceja. — Es peligroso, si Arrnie se entera que voy ahí, va a matarme.

—No sé por qué no creo ni una sola palabra. —Me saca la lengua.

—Tú tuviste tu etapa sicario, así que le sabes a ese mundo... — Sonrío.

—Me retiré, soy un anciano.

—Anciano tienes el trasero, yo soy dos años mayor que tú. — golpea mi hombro y aunque lo hace con fuerza, no consigue causarme un daño.

Lo pienso. No es que me interese volver a ese tipo de lugares, todo lo contrario, estoy cansado de ese ambiente; sin embargo, no puedo dejarla sola y si Arrnie no lo sabe es por una buena razón. Mierda, ellos se cuentan absolutamente todo.

—Es de gala. — continúa con los detalles. — solo vamos a ganar una joya que le perteneció a mi abuela y regresamos. Te juro que llevaría a Arrnie pero es pésimo apostando y no intimida como lo haces tú, cosa que no entiendo. Eres como un Rottweiler, no, Olvídalo, eres un Pit Bull.

—Tú eres un Chihuahua. — me quejo. — Molesto, enano y chillón.

Vuelve a golpearme.

—¿Me acompañarás? — Hace un puchero muy gracioso, tanto que se me escapa un risita nasal.

— Iremos de entrada por salida y no ganaré otra cosa para ti. — Chilla y da pequeños y ligeros aplausos.

—Eres el mejor cuñado, ¿ya te lo había dicho? — Ruedo los ojos. — Ahora sí.— Se levanta. — ¡Gloria!

La gritona novia de mi mejor amigo se levanta emocionada y va a la barra a molestar a Gloria, yo me tomo mi tiempo, no sé en qué me metí solo por ser amable; no obstante, espero que no sea nada ilegal, pues hace tiempo decidí alejarme de ese ambiente tóxico. No es que me moleste ir a sitios de apuestas, después de todo, soy bueno y la suerte siempre está de mi lado, es simplemente el hecho de recordar los momentos en los que Richard me enseñó como jugar, o aquellos en los que maltraté al abuelo por querer alejarme de él vicio. Así que, si no fuese por el cariño que le guardo a Rebecca, no pensaría poner un pie ahí, no me siento cómodo.

Suspiro profundamente y niego, pues sin importar lo que desee, yo iré ahí, jamás podría dejarla sola, ni ella ni a nadie.





.....

Toco el claxon en espera de Rebecca. Son las siete de la tarde y ya vamos tarde si queremos llegar a tiempo a Brooklyn desde Manhattan. Aprovecho que el auto está detenido para acomodarme las mangas de la camisa, pues vaya que si he incrementado mi musculatura; mi ropa del año anterior me queda ajustada.

Mientras espero, hago un par de llamadas y envío un correo desde mi teléfono hacia Ruel, pues se supone que debía estar en la ciudad esta mañana y apenas he tenido noticias de él desde que su vuelo salió de Londres y Blake subió a sus redes sociales que se estaba despidiendo de mi hermano en el aeropuerto. Tal vez sería más fácil enviarle un texto, si no fuese porque todo el día está pendiente el correo esperando la confirmación del hospital en el que quiere continuar sus estudios.

Un par de golpes en la ventanilla del asiento del copiloto me confirman que Becca está lista.

Quito el seguro instantáneamente y ella ingresa.

Vaya que sabe lo que le va bien..

—Okey, comienza a conducir que tenemos un collar que ganar. — paso saliva y enciendo el auto.

Durante el camino, ella va repasando las reglas de los juegos y practicando en línea; no refuto absolutamente nada, aunque es una estupidez que compare las grandes ligas con un juego absurdo de spider.
Poco más tarde, llegamos al que creí sería, un lugar clandestino y que resultó todo el contrario.

Mierda, Becs, en qué nos metiste.

Solo lo pienso, no lo recito.

Desde afuera observo como la mayoría vienen acompañados de damas que jamás podrían ser sus parejas y un par de guardaespaldas. Es un patrón que se repite en cada uno de los presentes.

Mis guardaespaldas nos abren las puertas una vez que me he desecho de el seguro. Con la mirada, le señalo a ella que camine al frente al igual que yo lo hago. Una vez que nos encontramos ahí, rodeo su cintura y le susurro que se comporte si quiere que salgamos ilesos. Estamos en terreno peligroso, es uno de esos lugares a los que acostumbraba a ir en mi adolescencia en Mónaco, donde la mayoría son mafiosos o Elitistas que se molestan al perder un centavo en comparación a su fortuna.

—¿Apellido? — Pregunta el cadenero. Es un hombre de aproximadamente metro ochenta, por lo que aún con su altura y su porte intimidante, le saco una gran cantidad de centímetros.

—Creí que no era necesario dado el peso y la fama que traigo conmigo. — Tenso un poco la voz haciendo que siente más ronca y gruesa.

— Lo siento, no puedo reconocerlo — puedo palpar su nerviosismo....

Lo estoy consiguiendo.

Cariño, no seas rudo con el señor. — Por el rabillo del ojo repaso el rostro de Beca, la maldita se está burlando.

Es lo que me gano por ser buena persona.

—Tal vez reconozca el apellido de mi prometido. — Continúa burlándose tanto del hombre como de mí —Greenwood...

Las manos del sujeto comienzan a temblar una vez que parece reconocerme.

Bendita fama.

—Y-yo... — Levanto un dedo indicando que guarde silencio y con mi otra mano toco el gafete con su nombre.

— Ni una palabra de mi estadía, Barry... —su nombre lo suelto como si me estuviese burlando...

Dios, extrañaba tanto fingir ser un hijo de puta.

—C-cla-caro, señor Greenwood. — Doy un leve asentimiento.

El hombre se hace a un lado, por lo que gracias a eso, Becca y yo podemos ingresar. Ya adentro, la maldita se burla de mí.

—¿Qué fue eso, señor "soy un macho"? —Suelto su mano.

Qué la jodan.

—Busca el maldito collar y vámonos.

—Es la siguiente apuesta. — Señala a una esquina.

Efectivamente, ahí está el famoso collar.

Es una pieza digna de la familia de Rebecca, pues está hecho de pequeños diamantes y rubíes gigantescos que caen como gotas de agua hasta llegar a formar una V.

Tal vez pueda ofrecer un par de millones y ahorrarme toda esta mierda.

—Vamos, entraré en la jugada, así que te necesito sentada a mi lado sin irte. — Sentencio. — Moveré mis influencias para intentar comprar el collar sin jugar, no obstante, cabe la posibilidad que me nieguen mi propuesta.

—Ese collar le costó trecientos mil euros a mi familia — Le resto importancia.

Dejo a Becca al cuidado de los guardaespaldas, en una silla, mientras yo busco la sala importante, pues si algo aprendí, es que las personas de relevancia jamás estarán junto a los demás.

—¿Hermano? — Escucho que mencionan por detrás de mí.

Me giro un poco encontrando a la persona que me va a sacar de este asqueroso lugar.

Massimo. — Me acerco y estrecho su mano. — Tanto tiempo...

Sonríe. —Lo mismo digo, Greenwood.

Conocí a Massimo en uno de mis viajes de adolescencia en Italia. Él nos llevó a un sitio de carreras ilegales en donde pasamos una semana aprendiendo a conducir y a apostar de acuerdo a las características y los rendimientos de las últimas competencias. Massimo siempre nos hacia análisis y exámenes antes de irnos a las grandes ligas. Básicamente fue nuestro mentor, guía y guardaespaldas en Italia. He de decir que por él es que Arabella y yo, no estamos muertos.

—¿Qué te trae por este lugar? — Truena los dedos y rápidamente un mesero se acerca con una charola de tragos. — Es Gin.

Asiento y tomo el vaso.

Hay cosas que jamás cambiaran, siempre he dicho eso y es por ello que aun sin saborear el licor, sé que es el que solía servirnos después de una buena apuesta.

—¿Y bien..? — Tamborilea sus pesados dedos cubiertos de anillos, sobre el cristal del vaso.

—El collar le perteneció a mi familia. — Se lo señalo.

Tengo que ser cauteloso si quiero que todo salga a mi favor.

—¿Crees que puedas negociar para que pueda llevármelo sin jugar? — Sonríe y termina de un trago, el licor que aún le quedaba...

—Es una pieza exquisita. — Suspira. — La ganancia por el juego acumula cerca del millón de dólares...

Me rio.

¿Un millón ?

¿Largarme de aquí cuesta un millón?

Una semana de trabajo y el dinero vuelve a mí, de hecho ni siquiera es una semana, tal vez hasta en un par de días puedo recuperar la pérdida.

Busco entre la multitud a mi guardaespaldas y al dar con él, levanto mi ceja como una señal de que tiene que acercarse a mí.

—La chequera y la pluma. — Ordeno.

Coloco la cantidad en el papel, firmo y le entrego a Massimo el cheque.

—Espero que sea suficiente.

—No haz cambiado nada, Greenwood. — Massimo guarda el cheque dentro de una de las pequeñas bolsas de su saco. —Pediré que te entreguen el collar.

—Yo... —No termino mi oración pues Rebecca me interrumpe y si no fuese por el estado en que se encuentra, estaría reprendiéndola.

—Rain-ner...— Su labio tiembla. —Necesito volver a mi apartamento, yo... — Se queda en silencio.

Hundo mis cejas.

Rebecca está consternada. Su labio inferior tiembla, el color ha abandonado su rostro y balbucea cosas sin sentido. Podría llegar a creer que ingirió alguna droga en mi ausencia; sin embargo, descarto la opción debido al poco tiempo que la dejé sola sin el guardaespaldas.

—Necesita ir a mi apartamento, por favor. — Ya ha vuelto el sí, aunque ahora luce preocupada y nerviosa.

¿Tendrá algo que ver con Arrnie?

¿Ahora en qué lio se habrá metido ese imbécil?

Suspiro.

—Aslan, llama a Levi para que recoja el collar y lo lleve a casa de Rebecca. Mientras, Jake se irá con nosotros — acaricio el puente de mi nariz.

No es como esperaba que terminase la noche.

Me despido de Massimo prometiendo volver a reunirnos durante su estadía en América y dirijo a Rebecca al coche, pues en su estado, apenas si se mantiene cuerda.

En el camino devuelta a su departamento, ella va sumida en el teléfono haciendo llamadas y enviando mensajes; no es como si le pudiese prestar mucha atención estando detrás del volante; sin embargo, el ruido de las teclas de su móvil, delatan aquello que ella está realizando.

Tal vez es acerca del desfile de Olivia.

Es posible que ella haya olvidado algo de último minuto y se lo comisionó a Becca.

Estaciono el coche frente a su edificio y mientras espero a que ella se digne a agradecerme lo que acabo de hacer por un capricho suyo, abre la puerta y sale huyendo sin dar una mísera explicación.

Eso y más me merezco por hacer favores.

Esa maldita me utilizó y ni siquiera fue para agradecerme.

Ultima vez que hago una buena acción.

Aseguro las puertas de carro y después conduzco en dirección a mi penthouse. Por una extraña razón siento la necesidad de pasar al McDonald's por un combo de hamburguesas, así que tomo el camino largo.

Un par de gotas comienzan a caer por el parabrisas; no obstante, con forme avanzo, la lluvia va incrementando de manera en que apenas si es visible el camino, así que golpeo el claxon una vez que me detengo en una tienda comercial con la finalidad de esperar a que el agua amenore.

Wonder de Shawn Mendes se reproduce en el estéreo.

No maldigo, no me quejo, solo niego y acaricio el puente de mi nariz en búsqueda de un poco de fuerza o mas bien, paciencia.

¿Algo más podría empeorar el día?

Acomodo al asiento de forma en que pueda poner mi barbilla en el volante, es por ello que al estar en esa posición, distingo a lo lejos el cuerpo de un niño intentando no ser salpicado por los carros. Éste porta una pijama de cachorros y luce asustado, como si estuviese perdido.

Con el auto, me acerco hasta la esquina en la que el niño se encuentra, toco el claxon antes de salir y tensarme al reconocerlo. Mi corazón se acelera.

Ya nos conocemos y esta vez si está perdido.

Mi hipótesis es comprobada cuando el pequeño eleva la mirada que puedo notar que ha estado llorando. Mentiría si dijera que no me alegra que pareciera que me reconoce, pues tras mirarme unos segundos, se acerca a mí y se aferra a mis piernas.

El niño llora, así que me coloco en cuclillas para así quedar en su altura.

Hay algo en él que me atrapa, no sé, es inexplicable y estúpido.

El pequeño vuelve a abrazarme, por lo que mi corazón vuelve a acelerarse. Me tomo la libertad de levantarme y cargarlo desde mi altura; él, no se separa de mí e inclusive se aferra a mi cuello.

La lluvia vuelve a intensificarse.

Por más que me agrade el pequeño, tenemos que buscar a sus padres.

Intento separarlo de mí, mas él se aferra.

Hombrecito, tenemos que buscar a tus padres... — lo siento sorber su nariz.

Sus mejillas están sonrosadas.

Señor grandote... — Lloriquea.— Me perdí...

Un rayo cae cerca de donde nos encontramos.

Cierro los ojos.

Nunca vuelvo a decir que nada podría ir peor.







.....

Hellowww!!

¿Cómo se encuentran?

Hoy es 20 de diciembre, casi nada para terminar el año, así que cuéntenme ¿ya tienen sus outfits? Yo ya tengo mi pijama, lol.

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Están ansiosos por el salseo del próximo?

Solo quiero decir que muero de sueño, así que voy a dormir.

Ah, y también que ya salí de vacaciones y entro hasta febrero, así que espero de aquí a allá, poder terminar la historia o al menos encaminarme al final.

Por mi parte es todo.

Lxs amo.

Besos.

- su novia Thif y feliz navidad si no nos vemos pronto.

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