《Capítulo 5》

-Entonces, te habló de Jisoo.

-Me lo contó todo sobre ella -contestó Jimin.

O casi todo. Le había contado que era guapísima, que quería ser actriz y que faltaban tres semanas para la boda cuando lo dejó por un productor de cine.

-Lo dudo -replicó Jungkook-. Ningún hombre le cuenta todo a su pareja, especialmente algo que tenga que ver con una relación anterior. Las personas así tenemos nuestro orgullo.

«Las personas como yo también», pensó Jimin.

- ¿Vas a contármelo tú?

-No, tendrás que preguntarle a tu marido. Yo ya he dicho más de lo que debería.

-Pero no puedo preguntarle a Yoongi. Tienes que contármelo tú...

- ¿Contarte qué?

El pelirubio se volvió al oír la voz de su marido.

-Tu pequeño esposo quiere que le explique cómo funciona mi nuevo programa -contestó Jungkook-. Pero a el se le da mucho mejor enseñar a bailar que a mí enseñar informática.

-Ya lo he visto.

- ¿Quieres bailar con el? Veo por tu expresión que sí. Bueno, chicos, hora de irme. Voy a despedirme de los novios. Gracias por la clase de baile, Jiminnie. Puede que algún día me venga bien.

Jimin decidió confrontar el asunto de los celos sin esperar más. Y en cuanto a su curiosidad sobre Jisoo... eso tendría que esperar. No podía hablar de ese tema con Yoongi. Se enfadaría si supiera que había hablado del asunto con Jungkook .

- ¿Por qué me mirabas de esa forma? -Preguntó Jimin.

- ¿Cómo te miraba?

-Como si estuvieras enfadado. Kookie dice que estabas celoso.

Yoongi apretó los labios. Miraba a Jimin con frialdad... con una expresión que no había visto antes.

Pero entonces se echó a reír y el Yoongi que Jimin conocía apareció de nuevo.

- ¿No se puede ser posesivo con un niño tan guapo?

-Ser posesivo es muy parecido a ser celoso -contestó él -. No me gustan los celos, Yoongi.

- ¿No? Lo siento. Creo que la culpa la tiene ese traje

- ¿Este traje? Pero si es el más pudoroso...

-Es el color, me excita. Desde que te vi en la iglesia estoy pensando cosas perversas -dijo él en voz baja.

Yoongi hablaba mucho en la cama, lo llamaba «bebé» mientras lo acariciaba, mientras lo excitaba...

La respiración de Jimin se aceleró al pensar en eso. Y Yoongi también estaba pensando lo mismo, lo veía en sus ojos.

-Te deseo, bebé -murmuró con voz ronca-. Y no puedo esperar hasta que lleguemos a casa.

Que lo llamase «bebé » lo excitó de inmediato, como si hubiera pulsado un interruptor. Jimin abrió la boca y volvió a cerrarla al ver el brillo de sus ojos.

Yoongi lo había mirado con deseo muchas veces, pero aquella noche su mirada era diferente. Más oscura. Más excitante.

De repente, todo desapareció. No veía más que los ojos rasgados y gatunos de su marido. Se le quedó la boca seca, se le puso la piel de gallina...

Entonces se percató de que la música que estaban tocando era una pieza muy lenta.

Sin decir una palabra, Yoongi lo tomó entre sus brazos, mirándolo a los ojos como si quisiera buscar allí una respuesta. Cuando lo apretó descaradamente contra su erección, Jimin sintió un escalofrió. Sus pezones se endurecieron y sintió un cosquilleo en su vientre.

-Tengo que besarte.

-No puedes... aquí no.

- ¿Dónde entonces?

Sabía lo que le estaba pidiendo. No era sólo un beso y la idea de que lo llevara a un sitio privado lo excitaba.

Había varios lavabos, un par de ellos lejos de la sala del banquete, en el primer piso. Jimin había estado arriba con Jin unos días antes, así que conocía bien la casa.

La tentación de subir con Yoongi era enorme. Deseaba hacerlo...

Cuando se casó el año anterior, había jurado contener su naturaleza sexual. Sabía por experiencia que ciertos comportamientos podían hacer que un hombre lo viera como un fulano.

Por el momento, estaba contento con su vida sexual. Y feliz en su matrimonio. Yoongi lo apreciaba y lo respetaba.

Pero, ¿seguiría respetándolo si le decía que sí, si sucumbía a todos sus deseos?

Lo preocupaba dónde lo llevaría esa rendición.

Quería ser su hombre y el padre de sus hijos, no su amante, no una niñato que le diera todos los caprichos sexuales, estuvieran donde estuvieran.

No. Tenía que resistir la tentación

-No puedo, Yoonnie. Tengo que ayudar a Jin a cambiarse.

-Ahora mismo está bailando tranquilamente -replicó él-. Venga, vamos.

- ¿Dónde?

-Tú sabes dónde. Lo he visto en tus ojos.

Jimin dio un paso atrás, con el corazón acelerado. ¿Tan fácil era leer en sus ojos?

-No puedo.

-Estamos casados, Minnie-dijo él bruscamente-. Hagamos lo que hagamos, es perfectamente aceptable.

-Que estemos casados no hace que todo sea aceptable -replicó el-. Lo siento, tendrás que esperar hasta que lleguemos a casa.

El rostro de Yoongi se oscureció.

-Esto es ridículo. Tú quieres hacerlo, sé que quieres.

Cuando apretó su brazo, Jimin se apartó de un tirón.

-No vuelvas a hacer eso. He dicho que no y es que no. No sé qué te pasa esta noche, pero sea lo que sea no me gusta.

- Park Jimin...

-Mira, me voy con Jin arriba para ayudarlo a vestirse. Y espero que cuando lleguemos a casa se te hayan pasado esos impulsos cavernícolas y vuelvas a ser el hombre sofisticado con el que me casé.

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