《Capítulo 18》

Yoongi llevaba un rato observando a Jimin jugar con su plato de comida tailandesa y decidió que no podían seguir así.

Cuando llegó a casa, el parecía
contento y le agradeció el ramo de flores, el vino y la comida, pero ahora parecía
distraído, inapetente.

-¿Ocurre algo? -preguntó.

Estaban sentados en la cocina porque ella se había negado a cenar en el
comedor.

-No, no. La comida está riquísima, es que... no tengo mucha hambre.

-Pero si es tu plato favorito.

-¿Ah, sí?

Yoongi no sabía qué hacer. Podía entenderlo perfectamente, claro. Debía de ser terrible perder la memoria, no saber quién eres, quién es la persona que está a tu lado.
Especialmente, si lo único que recordaba era una parte terrible de su vida.

Al final, decidió no presionarlo.

-¿Más vino? -preguntó, llenando su copa-. También es tu favorito. Adoras los vinos blancos de Nueva Zelanda.

Jimin tomó un sorbito, pensativo.

-¿Bebo mucho?

-Te gusta tomar vino en la cena -contestó él-. Pero nunca te he visto
borracho. No, lo retiro, una noche te agarraste una tremenda.

-¿En serio? ¿Cuándo?

-En nuestra noche de bodas.

-Ah -murmuró Jimin, sorprendido.

-No nos acostamos juntos antes de casarnos -explicó Yoongi-. Tú no querías hacerlo. Sabiendo lo que sé ahora, imagino que estarías nervioso.

HyeJin, su madre, le había dicho la noche anterior que no había vuelto a salir con
ningún hombre después de Kai.

-¿Y cómo fue... nuestra primera noche?

-Estuvo bien.

Su respuesta pareció turbarlo. Pero no tenía sentido darle explicaciones cuando
el no recordaba nada.
En realidad, Yoongi había tenido que esforzarse esa noche para que Jimin se
relajase. Había tardado una hora en conseguir que tuviera un orgasmo. Y luego el entomces pelirosa quedó dormido.

-Eso no suena muy bien.

-Pero luego nos ha ido mejor.

-¿Mucho mejor?

-Mucho mejor. Mira, Jimin, vamos a hablar de otra cosa -dijo Yoongi
entonces, intentando controlar la respuesta de su cuerpo.

-Perdona.

-No, no... no quería contestarte así. Es que... maldita sea, lo siento.

-¿Por qué? ¿He dicho algo que te haya molestado?

-¿Tú? Tú no has dicho nada, soy yo.

-¿Por qué?
-Déjalo, Jimin.

-¿Por qué? Eres tan amable conmigo. Estás pendiente de mí, me has traído
flores, has traído la cena... nunca había conocido a un hombre como tú. No, eso no es verdad del todo. En realidad, te pareces un poco a un hombre que conocí hace mucho tiempo.

-No será Kai, ¿verdad?

-No, por Dios.

-¿Quién entonces?

Jimin sonrió.
-Era mi tutor en la universidad.

-¿Y?

-Fue mi primer amante. Yo tenía diecinueve años y él cuarenta.

-Ah, un hombre experimentado.

-Sí, mucho -contestó el.

Yoongi entendió entonces dónde había aprendido las cosas que le había hecho el
sábado por la noche.

Maldición.

De nuevo estaba pensando en el sexo.
No iba a poder pegar ojo esa
noche.
Lo mejor sería cambiar de tema.

-Por cierto, he llamado a Irene, la propietaria de Se buscan parejas.
Pasará por aquí mañana a las diez. Le he explicado la situación, así que tú no tendrás que hacerlo. Y mañana también vendrá Jess, la chica de la limpieza.

-No me importa que venga esa mujer, Irene, pero... ¿tiene que venir la chica
de la limpieza? Preferiría encargarme yo de la casa hasta que recupere la memoria.
No quiero tener que darle explicaciones a nadie.

-Pero Jimin...

-Por favor, llámala y dile que no venga.

Yoongi dejó escapar un suspiro.
-Muy bien. La llamaré... pero sólo hasta que recuperes la memoria.

-Gracias. No me gusta tener que hablar con gente que me resulta
completamente extraña. Hoy ha llamado una mujer por teléfono...

-¿Quién?

-No lo sé. Alguien con quien voy al gimnasio, por lo visto. Tenía un tono
muy... afectado.

-Ah, debe de ser Seulgi. Tienes un grupo de amigas con las que vas al gimnasio.
Y salen juntos con otros muchachos los miércoles por la noche. Debería habértelo dicho, perdona.
Supongo que te llamaría por eso.

-Sí, eso creo.

-¿Y qué le has dicho?

-Nada. Conseguí hacerle creer que no me pasaba nada diciendo que me dolía
la cabeza -intentó sonreír Jimin-. Lo curioso es que ella dijo que solía pasarme a menudo.

-Yo no diría que a menudo, pero sí, a veces te duele la cabeza.

-Ya veo... Entonces, ¿Seulgi es mi mejor amiga?

-No, en realidad no tienes una «mejor amiga» o mejor amigo.
Aunque en las últimas semanas, Jin y tú eran inseparables.

- Jin -repitió el-. ¿Quién es?

Yoongi le explicó quién era Jin, la boda del sábado y que Namjon y el estarían de luna de miel durante casi un mes.

-Y debo decir que estabas demasiado bonito con ese traje rojo.

-Ah, sí, lo he visto en el vestidor. Por eso era tan diferente de los otros... Era
un traje de padrino, claro.

-No es muy de tu gusto, pero te quedaba muy bien.

-Sí, ya he notado... cuál es mi gusto últimamente. Más bien provocativo, ¿no?

-A mí me gusta muchísimo.

-Kai me lo habría quitado de un zarpazo.

-Pero yo no soy Kai -contestó Yoongi.

-No, desde luego que no.

Yoongi apretó el tenedor como si fuera un hombre a punto de ahogarse
agarrándose a un salvavidas. Jimin lo miraba... no con amor ni con deseo, sino con gratitud, con afecto.

Nunca había deseado besarlo como en aquel momento. Sólo besarlo, abrazarlo.
Consolarlo, decirle que todo iba a salir bien.
Su amor por el parecía salir de su corazón como una ola y extenderse por todos los poros de su cuerpo.

-Yo nunca te haría daño, Jimin -dijo, con ternura-. Nunca.

De repente, los ojos del pequeño se llenaron de lágrimas.

-Ojalá pudiera acordarme de ti.

-Lo harás. Con el tiempo.

-¿Cómo puedes estar seguro? Puede que no recupere nunca la memoria. Los médicos no lo saben todo... podrían equivocarse -sollozó Jimin.

Yoongi podía entender su miedo. Sería fácil rendirse al pánico. Pero no podían rendirse los dos. El necesitaba que fuera fuerte.

-Ya veremos lo que pasa. Mientras tanto, no tienes miedo de mí, ¿verdad?

-No...
No sonaba muy seguro.

Y él había hecho todo lo posible para que se sintiera cómodo, tranquilo.

-Entonces, todo va a salir bien. Confía en mí.

-Confiar en un hombre no me resulta fácil, Yoongi.

-Me lo imagino. Pero has aprendido a confiar otra vez, Jimin. De no ser así,
no te habrías casado conmigo.

-Sí, supongo que tienes razón.

-Habla con Irene mañana. Ella te dirá qué clase de hombre eras cuando fuiste a su agencia buscando un marido.

-Eso es lo que me preocupa.

-¿Qué quieres decir?

-No estoy seguro de si me gusta este nuevo Jimin.

-No veo por qué no.

-Porque no se parece nada a mí.

-¿En qué sentido? Ponme un ejemplo.

-La ropa que llevo, para empezar. Hay un traje... es de satén color
champán. ¡Es indecente!

-Ah, sí, ya sé cual dices. Se te marcan los muslos admirablemente.

-¡Pero si me pongo eso no podría respirar! No me imagino a mí mismo comprando esos trajes.

-No lo compraste tú, lo compré yo.

Jimin lo miró, sorprendido.
-¿Tú?

-Admito que es un poco escandaloso, pero tú tienes un cuerpo fabuloso. Te
sienta de maravilla.

-Pero no podría llevar ropa interior con ese pantalón-protestó el, horrorizado.

-Cierto.
No era algo que quisiera recordar. Lo había excitado en la fiesta y lo excitaba en
aquel momento sólo de pensarlo.

-¿Y me lo puse de todas formas? ¿No me molesta ir sin ropa interior?

-Quizá un poco. Me dijiste esa noche que no volverías a ponértelo.

-No me extraña. Es un traje... de taxiboy.

Yoongi estuvo a punto de tirar el tenedor. De modo que eso era lo que lo molestaba. Para el, la ropa sexy era algo inmoral.

No era así como pensaba su Jimin. El creía que cualquiera podía ponerse lo
que le pareciera bien, sin consultar con nadie.

Al otro Jimin, sin embargo, debían haberle lavado el cerebro hasta
convertirlo en un puritano, en un hombre que tenía miedo del sexo a pesar de ser homosexual.

Ese maldito Kai tenía mucho por lo que responder. Aunque ya nunca podría
hacerlo.

Sin embargo, Yoongi empezó a sentirse culpable por haber elegido ese traje para su esposo...

Pero ése no era el asunto, lo importante era tranquilizarlo.

-Jimin, no digas eso. En los últimos cinco años, la moda ha cambiado mucho.
Los mejores diseñadores hacen atuendos descarados y llenos de glamour. No eres la única persona que se viste así. Es aceptable vestirse provocativamente para una fiesta, especialmente cuando se tiene un cuerpo como el tuyo.

El se puso colorado.
-Kai decía que estaba muy gordo.

El muy bastardo. Yoongi apretó los dientes.
-Eres perfecto en todos los sentidos -dijo, apasionadamente.

Pero decidió que lo mejor sería cambiar de tema. No quería hablar del cuerpo de Jimin.

-Si no vas a comer más, ¿por qué no hago un café?

-Lo haré yo. Tú llevas todo el día trabajando.

-¿Sabes dónde está todo?

-Sé dónde está el café -sonrió Jimin-.
Es lo primero que busqué.

Yoongi sonrió.
-Es verdad, lo primero que haces por las mañanas es tomar un café. Si no lo
haces, no hay quien te dirija la palabra.

-Eso también es raro. Antes no tomaba café y ahora me gusta mucho.

-Nuestros gustos cambian con la edad -dijo Yoongi.

-Sí, supongo que sí. Pero sigue pareciéndome increíble lo que he cambiado en estos cinco años. No me reconozco a mí mismo.

-Intenta no pensar demasiado -le aconsejó él-. Intenta relajarte.

-¡Relajarme! ¿Cómo voy a relajarme? -exclamó Jimin, frustrado-. No dejo
de darle vueltas a la cabeza... ¡no sé quién soy!

-Eres Park Jimin o mejor dicho Min Jimin-contestó Yoongi-. Mi esposo.

Su esposo.

Jimin tuvo que apartar la mirada. Porque, de nuevo, aquellos sentimientos
extraños lo invadían. Aquellos sentimientos que le provocaban escalofríos.
En cuanto había entrado en casa con aquel ramo de flores se había sentido
diferente. Se había sentido casi como... su pareja.

Cuando miraba su boca pensaba en que lo besara. Cuando miraba sus manos pensaba en que lo tocase... y cuando no lo miraba, como en aquel momento, en su
mente aparecían imágenes más explícitas, imágenes que lo dejaban con el corazón
acelerado.
Imágenes que esperaba fueran recuerdos y no ilusiones suyas.
La cabeza le daba vueltas con la intensidad del deseo que sentía por él.

«Intenta relajarte», le había dicho.

Sería imposible relajarse en su presencia. Tenía que encontrar alguna excusa
para salir de la cocina. Para estar solo.

-La verdad es que ha empezado a dolerme la cabeza de verdad -dijo,
levantando la mirada.

-Espero que no sea una de tus jaquecas.

-Eso espero yo también. ¿Suelo tomar algo?

-Sí, espera, ahora te lo doy -suspiró Yoongi, abriendo un armarito que había
encima de la nevera.

Cuando levantó el brazo para tomar el frasco sus anchos hombros casi
amenazaron con hacer estallar la camisa y Jimin se preguntó si sería tan atractivo
desnudo como vestido.

-Sueles tomar una de estas pastillas. Luego te acuestas un rato, a oscuras, e
intentas dormir. A veces tomas una píldora para dormir. Están en el cuarto de baño.

-Sí, las he visto esta mañana. ¿Te importaría si voy a acostarme un rato?

-No, claro que no. Siento mucho que te duela la cabeza -suspiró Yoongi-. No,
deja eso, lo haré yo -dijo entonces, cuando el iba a recoger los platos-. Ve a descansar un rato.

-Muy bien.

-También podrías darte un baño caliente. A lo mejor te duele la cabeza por la
tensión.

-Muy bien, gracias. Gracias por todo, Yoongi. De verdad.

-De nada -dijo él.
Y luego hizo lo peor que podía hacer: sonreír con esa sonrisa peculiar, mostrando sus bonitas encías y entrecerrando sus bonitos ojos.

Y allí estaban otra vez. Esos sentimientos. Y esas imágenes.

Intentando sonreír, Jimin tomó el frasco de pastillas y salió de la cocina, sin
respirar hasta que estuvo sola en el vestíbulo.

Cuando llegó al dormitorio, la mentira estaba convirtiéndose en realidad y le
dolía muchísimo la cabeza.
Un castigo, por mentir.

Media hora después, salía del jacuzzi todo perfumado, pero con una terrible jaqueca.

Desesperado, tomó dos pastillas para dormir y salió del baño para buscar
algo que ponerse.

Pero aquellos camisones medio transparentes le resultaban horribles, de modo que sacó un pijama de dos piezas de seda rosa. Era menos escandaloso, aunque el roce de la tela era muy sensual.

El dolor de cabeza se había intensificado cuando por fin se metió en la cama, pero empezaba a tener sueño. Las píldoras para dormir estaban haciendo efecto, afortunadamente.

Necesitaba dormir, necesitaba dejar de pensar, de darle vueltas y vueltas a la cabeza. Necesitaba estar en paz, no sentir nada.

Quince minutos después, el deseo de Jimin se hizo realidad.
Pero no había forma de escapar de su tormento emocional, ni siquiera en
sueños. Oscuros sueños lo esperaban en la noche, sueños del pánico que le producía Kai, de dolor y de miedo, de amor traicionado y confianza destruida.

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Como siempre digo: Avisenme si ven algún error y YOONMIN NOBIOS.

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