《Capítulo 13》

Yoongi apretó los puños. Si aquel bastardo no estuviera ya muerto, lo habría matado él mismo.

-Digamos que no puede llegar hasta ti.

-Usted no conoce a Kai. Es muy fuerte e inteligente. Si está en la calle, encontrará la forma de llegar hasta aquí.

-No está en la calle, Minnie-suspiró él, percatándose del gesto de sorpresa de Jimin al oír su nombre. Pero, ¿de qué otra forma podía llamarlo?-. Kai está muerto.

-Muerto -repitió el-. Muerto -gimió entonces, cubriéndose la cara con las manos.

-No merece tus lágrimas -dijo Yoongi, sorprendido de que pudiera llorar por aquel hombre.

-No estoy llorando por él -sollozó Jimin-. Lloro porque estoy a salvo. Y mi hijo también. Sabía cuando salté del coche que era un riesgo terrible... íbamos tan rápido. Kai dijo que iba a chocar contra una pared para matarnos a todos. No creía que el niño fuera suyo, pero lo es...

El corazón de Yoongi se encogió. Se había olvidado del niño.

¿Qué iba a hacer cuando supiera que su hijo había muerto? Porque debía de haber muerto. El Jimin con el que él se había casado no tenía hijos.

Y quizá por eso quería formar una familia. Quizá por eso estaba tan obsesionado.

El enigma que era el pequeño con quien se había casado empezaba a aclararse. Yoongi no lo sabía todo, pero las piezas empezaban a encajar.

-El médico dice que estoy bien -dijo el entonces-. Que sólo tengo un golpe en la cabeza. No puedo creer la suerte que he tenido... Pero, ¿por qué me mira así?

Yoongi no sabía qué decir. El médico había tenido razón, no debería haberle dicho nada.

Jimin lo miraba fijamente. Vio que miraba su ropa... en absoluto la ropa de un policía y luego su cara de nuevo.

-No es usted de la policía, ¿verdad?

-No -confesó él.

-¿Y quién es, entonces?

-Mi nombre es Min Yoongi.

-Min-repitió el-. Pero así es como me llamó la enfermera...

-Así es, señorito Min.

-Pero eso no puede ser. Yo estoy casada con Kim Jong-in, no Min.

-Eras el esposo de Kim, Jiminie, ya no.

-Yo... no lo entiendo.

-Tuviste un accidente esta mañana. Pero no el accidente que tú crees. No saltaste de un coche en esta ocasión. Otro coche nos golpeó...

-¿Nos golpeó? ¿A usted y a mí?

-Sí.

-Pero eso no puede ser. Yo nunca he estado en un coche con usted. Ni siquiera lo conozco.

Eso dolía.

-Sé que no me conoces... por el momento. Pero te acordarás de mí -dijo Yoongi, esperando de todo corazón que fuera verdad-. Estás sufriendo de amnesia. El golpe en la cabeza te ha hecho olvidar parte de tu vida.

el lo miró con los ojos muy abiertos.

-Sé que esto es una tremenda sorpresa para ti, Jimin. Y siento no haber encontrado una mejor forma de decírtelo. ¿Cuántos años crees que tienes?

-Veinticinco -contestó el-. ¿No es así?

-No, Jimin. Tienes treinta años. Y ya no eres el esposo de Kai. Tu primer marido murió en un accidente de tráfico hace años.

-¿Mi primer marido?

-Sí, volviste a casarte el año pasado. Ahora eres el esposo de Min Yoongi... mi esposo.

Jimin parpadeó y luego lo miró fijamente. No lo reconocía, estaba claro. Y parecía rechazar la idea de ser su esposo.

Yoongi había pasado malos momentos en su vida, pero aquél era el peor de todos.

¿Y si no lo recordaba nunca? ¿Y si nunca recuperaba la memoria? ¿Y si ya no estaba enamorado de él? ¿Y si quería el divorcio?

-No -dijo Jimin-. Si Kai está muerto... y supongo que debo creerle... entonces no habría vuelto a casarme. ¡Nunca!

La amarga seguridad que había en su tono le dijo que su matrimonio debía de haber sido un infierno.

-No me habría vuelto a casar... no podría -insistió el. Entonces se quedó pensativo un momento y levantó la cabeza, horrorizado-. ¡Mi hijo! ¿Qué ha sido de mi hijo?

Yoongi contuvo un gemido. No podía darle la noticia. Pero allí no había nadie más...

-No estoy seguro -contestó con sinceridad-. Tú nunca me hablaste de un hijo. Hasta que no veamos los informes médicos o recuperes la memoria, supongo que... debemos imaginar que perdiste el niño al saltar del coche.

- ¡Noooooo!

Su grito fue el grito de un animal herido y a Yoongi le rompió el corazón.

Habría querido tomarlo entre sus brazos, pero cuando intentó hacerlo el se apartó, colocándose en posición fetal y gimiendo «no, no» una y otra vez.

Jimin recuperó la conciencia poco a poco, parpadeando varias veces antes de abrir los ojos. No recordaba dónde estaba ni por qué estaba allí.

-Has tenido un accidente de coche y has perdido la memoria -se dijo a sí mismo cuando por fin recordó al tocarse la cabeza.

Tenía un chichón enorme, pero no le dolía demasiado.

-Kai está muerto -murmuró, atónito.

Pero también lo estaba su hijo. Su precioso hijo, al que tanto había deseado.

Todo eso ocurrió cinco años antes, le habían dicho, pero para el era como si hubiera ocurrido el día anterior. Sentía el mismo dolor, la misma angustia, y... en ese momento, por el rabillo del ojo, vio un par de jeans.

Cuando se percató de que el hombre estaba dormido en la silla, dejó escapar un suspiro de alivio.

Min Yoongi había dicho que se llamaba. Su marido. Su segundo marido.

Era imposible, pensó. No podía haber vuelto a casarse.

Pero no había ninguna razón para que aquel hombre le mintiera. Ninguna razón para que se hubiera quedado con el toda la noche.

Era increíblemente guapo, con las facciones de un modelo o una estrel de cine. Su pelo era rubio, un poco largo. Sus ojos eran rasgados, chiquitos y bonitos, lo recordaba de la noche anterior. Y tenía un cuerpo fabuloso. Lo que podía ver: hombros anchos, piernas largas, nada de grasa visible.

Era un hombre sexy, de facciones clásicas que podría gustarle a cualquier persona.

Pero no a el.

Después de lo que había pasado con Kai, Jimin sabía que no volvería a enamorarse. Ni a casarse de nuevo.

A menos que...

Su corazón se encogió. ¿Era ésa la repuesta al rompecabezas? ¿Se habría casado para tener otro hijo?

De nuevo, su reacción fue de rechazo. ¿Cómo se había arriesgado a poner su vida en manos de otro hombre? Era increíble. Si quería un hijo, podría haberlo tenido de otra forma. Por inseminación artificial, por ejemplo. O pidiéndole a un amigo que fuera donante de esperma...

Ese último pensamiento casi lo hizo reír. ¿Un amigo? el no tenía amigos.

Al menos, no los había tenido cinco años antes, cuando vivía con Kim Jong-in

Jimin frunció el ceño, intentando recordar...

Cinco años era mucho tiempo. ¿Quién sabía en qué clase de persona se había convertido en cinco años?

Intento imaginarse a sí mismo casado con el hombre que dormía en la silla. Pero aunque era un hombre muy atractivo, la idea de que se acostara con él le parecía imposible. Sin embargo, debía hacerlo, ya que era su esposo.

¿Disfrutaría con él?, empezó a preguntarse.

Se le encogió el estómago al pensarlo. Hubo un tiempo en el que disfrutaba del sexo. Pero Kai había puesto fin a eso.

¿Habría vuelto a encontrar placer en el cuerpo de un hombre?

¿Se habría casado por amor, quizá?

De nuevo, Jimin se negaba a admitir esa posibilidad.

Kai lo había ganado con amor, la clase de amor que el no sabía que un hombre podía ofrecer. Pero ese amor era un engaño y el había sido un tonto. Como un crío inexperto, se convenció de que sus atenciones y constantes regalos eran una muestra de cariño.

el no tenía experiencia con ese tipo de obsesiones, de modo que no había podido reconocer los síntomas. Pensó que esperar hasta la boda para acostarse con su prometido haría que su noche de boda fuera increíblemente romántica. No imaginó qué él se sentiría asqueado al comprobar que no era virgen... o que se sentiría amenazado al ver que el disfrutaba con el sexo.

Su matrimonio había empezado a ir mal mucho antes de que terminase la luna de miel. Pero para entonces, Jimin se sentía atrapado. Atrapado por su amor por él. Aunque ese amor, al final, se convirtió en pánico.

No, decidió amargamente. No se habría casado con aquel hombre por amor.

Entonces, ¿por qué se había convertido en el esposo de Min?

La respuesta era un completo misterio para el.

Cuando lo miraba, no recordaba nada en absoluto. Nada.

-Yoongi -murmuró, no para despertarlo sino para probar cómo sonaba su nombre.

Él se incorporó de un salto, abriendo los ojos.

- ¿Te encuentras bien? -preguntó, ansioso-. En fin, ya sé que es una pregunta tonta. No te encuentras bien... ¿cómo vas a encontrarte bien? Voy a buscar a la enfermera.

Yoongi se levantó, pero el lo detuvo.

-No, no llames a la enfermera. Aún no.

-¿Estás seguro?

-Sí -contestó Jimin, absolutamente seguro.

Pero el Jimin de veinticinco años no había estado seguro de nada. No tenía voluntad, estaba asustado, inseguro...

La decisión que había notado en su voz era la de un hombre de casi treinta años, un hombre al que el no podía recordar.

-¿Te acuerdas de algo? -preguntó el mayor.

-Desgraciadamente, no. Pero puedo sentir una diferencia en mí, no sé cómo explicarlo. Ahora me encuentro más calmado. Quiero decir... intuyo que ya no soy la criatura desesperada que se tiró de un coche hace cinco años.

-Me alegro -dijo Yoongi, apretando su mano-. Pero tengo que ir a buscar al médico. Quería verte en cuanto despertaras.

-¿Qué médico?

-El doctor Jung, el jefe de psiquiatría. Es un buen hombre. También han llamado a un neurólogo. Pero no llegará hasta la tarde, creo.

Jimin sacudió la cabeza.

-Un psiquiatra y un neurólogo. Debo de estar mal.

-Pues a mí me parece que estás muy bien -sonrió él-. Siempre me lo ha parecido.

Jimin parpadeó, sorprendido por el cumplido... y sorprendido también por la reacción que había provocado en el. Su mente no recordaba a Min Yoongi pero su cuerpo, aparentemente, sí.

Y eso lo hizo sentir un gran alivio. Eso significaba que aquel hombre le gustaba, al menos.

-Quiero preguntarte algo.

-Lo que sea.

-¿Te importa volver a sentarte, por favor? Parece que estás a punto de salir corriendo.

Cuando rió, Jimin abrió mucho los ojos. Porque conocía esa risa.

-Te has acordado de algo, ¿verdad? -preguntó él inmediatamente.

-Sí. No... no lo sé. Tu risa...

-Solías decir que te gustaba mi risa. Y mi sentido del humor.

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