《Capítulo 10》
muerto.
Pero entonces Jimin movió la cabeza y dejó escapar un suave gemido de dolor.
Sacando el móvil, Yoongi marcó el número de Urgencias con manos temblorosas y pidió, casi a gritos, que enviaran una ambulancia lo antes posible.
Cuando colgó, la gente había empezado a arremolinarse cerca del coche, abriendo la puerta, preguntando si estaban bien...
-Yo estoy bien... es mi pareja el que está herido.
-Será mejor que no lo toque -le aconsejó alguien-. Espere a la ambulancia.
Yoongi miró por encima del hombro. El hombre que hablaba debía de tener unos sesenta años.
-Pero...
-Lo sé, amigo. Lo quiere. Pero ahora mismo no puede hacer nada por el.
Espere a la ambulancia.
Yoongi se dejó caer sobre el asiento, angustiado. No se había sentido más impotente en toda su vida.
«Dios mío, no lo dejes morir».
Siguió rezando hasta que llegó la ambulancia, intentando llegar a algún trato con Dios, prometiéndole de todo si dejaba que Jimin viviera...
Cuando el médico de la ambulancia dijo que no había peligro de parálisis, Yoongi tuvo que contenerse para no echarse a llorar. En lugar de hacerlo, intentó ayudar a los enfermeros para sacarlo del coche.
Pero abrir la puerta de Jimin era imposible, de modo que tuvieron que sacarlo por la del conductor. Yoongi tomó su bolso del suelo y entró en la ambulancia, nervioso.
Para entonces habían llegado las grúas y la policía, que tomaron declaración a los testigos, especialmente los conductores de los otros dos coches involucrados en el accidente. Una de las policías, una mujer alta llamada Moonbyul , le dijo a Yoongi que fuera con su esposo, que le tomarían declaración más tarde.
Cuando llegaron al hospital, Jimin fue llevado a Rayos X de inmediato. Yoongi se negó a que le hicieran un chequeo, insistiendo en que estaba bien...
No pensaba dejar que lo separasen de Jimin.
Pero el médico de Urgencias, el doctor Kim Taehyung, insistía en no dejarlo pasar. Lo llamarían cuando hubieran terminado de examinarlo, le dijo. Y le aconsejó que se calmara.
-¡Que me calme! -exclamó él, paseando por la sala de espera como un león enjaulado.
Pero entonces recordó sus promesas a Dios e hizo un esfuerzo por controlarse.
Después de tomar un café de máquina en la sala de espera, se dejó caer sobre una de las sillas de plástico, con la cara entre las manos.
La siguiente hora y media fue insoportable. Tres veces Yoongi se rindió a su impaciencia y salió para interrogar a la enfermera. Y cada vez, le repetían lo mismo: que debía calmarse y esperar hasta que lo llamaran.
Cuando por fin lo llamaron, estaba a punto de perder los nervios, convencido de que Dios no lo había escuchado y Jimin estaba peor de lo que pensaba.
Y la expresión seria del médico que salió a hablar con él sólo consiguió aumentar su preocupación.
-¿Qué es? -preguntó-. No se quedará paralizado, ¿verdad?
-No, no es eso. Su esposo ha recuperado la consciencia. Debe de haberse golpeado la cabeza durante el accidente... tiene un chichón en la sien izquierda, pero no es nada importante.
-Entonces, ¿cuál es el problema?
-El problema, señor Min, es que su esposo se puso histérico cuando le dije que iba a buscar a su marido. Dice que usted intentó matarlo con el coche...
-¿Qué? ¿Pero qué está diciendo?
-exclamó Yoongi-. ¿Por qué iba a decir algo así? Deje que hable con el...
-Lo siento, señor Min, pero hasta que no hable con la policía no puedo dejar que lo vea.
-¡Pero yo nunca le haría daño a mi pequeñito! -proclamó él, confuso y ofendido-. Jimin lo sabe. Mire, aquí pasa algo... quizá ese golpe en la cabeza le ha afectado
-Es muy convincente, señor Min. Sea cual sea la verdad, el cree que usted intentó matarlo. A el y a su hijo.
-¿Qué hijo? -preguntó Yoongi, confuso.
-Dice que está embarazado de unas semanas.
- Jimin no está embarazado.
-El dice que lo está.
-No, no, llevamos algún tiempo intentándolo, pero no lo hemos conseguido. No está embarazado... Hágale una prueba, compruébelo usted mismo.
El doctor Kim lo miró, muy serio, intentando decidir a quién creía de los dos y Yoongi supo que debía conservar la calma si quería convencerlo.
-Muy bien -dijo por fin-. Venga conmigo. Puede esperar en mi consultorio un momento.
-Bien.
Otra larga espera.
Otra prueba para su paciencia.
Otro fracaso por su parte.
Él no tenía paciencia.
Y tampoco tenía muchas otras virtudes.
Cuando intentó hacer un trato con Dios, Yoongi se dio cuenta de que había muchas áreas de su vida que podrían mejorar...
Muchas.
Para empezar, él no iba a la iglesia. No sabía para qué podía servir ir a misa todos los domingos. Pero sí había prometido ser mejor persona en general.
En particular, había prometido pasar más tiempo con su madre, ser más amable con los idiotas de sus hermanos y ayudar a los más necesitados.
Ya aportaba dinero a varias asociaciones benéficas, pero, si era sincero, eran donaciones modestas.
Al contrario de Jungkook, que se gastaba una enorme cantidad de dinero al año financiando campamentos para niños huérfanos o comprando ordenadores para los colegios de los suburbios.
La obsesión de Jungkook por el éxito nunca había sido egoísta, como la de Yoongi.
Al principio, quería ganar dinero para mantener a su madre y a su familia, pero al final quería el dinero para sí mismo. Mucho dinero.
Muy bien, era estupendo tener dinero. No podía negarlo. Pero se había dado cuenta de que el dinero no valía de nada cuando uno se enfrentaba con la posibilidad de perder lo único que tenía verdadero valor en su vida.
Jimin. Su amor.
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Todas ustedes mirandome con odio pq se creyeron que le estiré las patitas de bailarín al bebé mochi🤭
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