《Capítulo 1》

Los compases de la Marcha Nupcial señaló que el novio estaba listo, por fin.
Sólo llegaba quince minutos tarde, pensó Yoongi, mirando su Rolex de oro. Suficiente como para que Namjoon el novio, a su lado, empezara a ponerse algo nervioso.

- ¡Empieza el espectáculo! -exclamó, divertido, al ver que su amigo estaba pálido.

- ¿Tienes los anillos? -preguntó NamJoon.

Yoongi se dio un golpecito en el bolsillo de la chaqueta.

-Por supuesto. Tranquilo, Nam. Ya he hecho esto antes.

-Y él también -señaló JungKook.

Yoongi lo fulminó con la mirada.

JungKook era un buen tipo, pero su cinismo sobre el amor y el matrimonio podía ser exasperante.

Además, aquel día estaba fuera de lugar. Hasta un ciego vería que Nam y Jin estaban profundamente enamorados.
Aquella boda sería de verdad, no como su matrimonio con Jeong Yeon quien, además, no había sido precisamente Doña Perfecta.

Yoongi no olvidaría jamás la noche que intentó seducirlo; algo que nunca le contó a Nam, pero que le había molestado considerablemente.
Desde entonces, había evitado a Jeong.

Cuando murió en un accidente de tráfico dos años antes, sintió pena por Nam.

Pero Yoongi a veces se preguntaba si la vida, siendo cruel, le había hecho un favor.

En fin, el matrimonio de Nam y Jeong era cosa del pasado.

Aquel era un nuevo día y Yoongi por fin se sentía optimista por la segunda boda de su amigo.
A pesar de sus dudas iníciales, SeokJin era un chico de veintiocho años, demasiado ingenuo para un hombre de treinta y tres que era director de un banco mercantil, Yoongi se daba cuenta de que el era exactamente lo que NamJoon necesitaba después de Jeong.
Jinnie era un chico encantador, dulce y cariñoso. Y muy guapo, además de buen cocinero.

Yoongi miró hacia el fondo de la iglesia para comprobar qué llevaban las damas de honor, pero las puertas de la iglesia estaban abiertas y, recortadas a la luz de la tarde, sólo podía ver siluetas.

Por fin, la primera dama de honor apareció en el pasillo, con un vestido largo, rojo, y un ramo de rosas blancas. Era alta, con el pelo castaño, una figura bonita y un rostro atractivo.

No la conocía, pero sabía que era una florista amiga de Jin. Y estaba casada, le había dicho Jimin la noche anterior... Esperaba que felizmente casada, ya que estaría sentada al lado de Jungkook en el banquete.

Yoongi miró a Kookie, que iba muy arreglado, nada que ver con su apariencia habitual. Asombroso lo que un buen corte de pelo, un afeitado y un esmoquin podían hacer. En general, Jungkook parecía un personaje salido de un spaghetti-western. Y se portaba de la misma forma; era duro y agresivo.

Curiosamente, a muchas mujeres y otros hombres les gustaban los tipos así. A saber por qué. En su opinión, Jungkook estaba mucho mejor arreglado. Pero, claro, sobre gustos no había nada escrito, como solían decir.

A Jungkook le gustaba cualquier mujer u hombre que se lo pusiera fácil y estuviera de acuerdo con sus reglas... y sus reglas eran que salía con ellos por una sola razón: el sexo.

No habría ninguna relación.

Nada de romance.

La única promesa: no engañarlos con otra persona mientras durase la aventura.

Pero cuando la aventura terminaba, o sea, cuando se cansaba del asunto, no volvía a verle.

Jungkook era un genio de la informática con una increíble capacidad para aburrirse de la gente. Su última novia, una bailarina exótica, le había durado un mes.

Lo sorprendente era la cantidad de novias y novios que había tenido. Y, sobre todo, que muchos de ellos siguieran siendo amigos suyos después. Yoongi no lo entendía.

-Compórtate con esa chica. Está casada -le dijo al oído.

- ¿Casada? Pues eso no parece detenerlas -replicó Jungkook, burlón-. Pero no te preocupes. No me interesan las mujeres casadas. Sólo dan problemas.

-Parece que lo dices por experiencia- Susurró Min.

-Sólo tuve una, pero logré escapar por los pelos.

- ¿Quién era?

-Me parece que éste no es el mejor sitio para hablar del asunto.

Yoongi miró a Jungkook y éste señaló a Namjoon con la cabeza. Afortunadamente, Nam no estaba mirándolos.

- ¿Jeong? -preguntó Yoongi, incrédulo.

-Sí.

-También intentó seducirme a mí.

-Menuda zorra.

-Pero preciosa.

-Las que dan problemas son siempre las guapas -murmuró Jungkook.

Justo en ese momento, un padrino del otro novio empezó a caminar por el pasillo.
Y las hormonas de Yoongi se pusieron en alerta. Aquella sí era una criatura preciosa.
Pero, por supuesto, ya lo sabía. Llevaba unos cuántos meses casado con el.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top