Cap. 5 "¿Amor?"
Tanto el alemán como el mexicano callaron... ¿Habían oído bien? Ese sin duda era un acento italiano.
Se miraron, México hizo una señal de silencio y Alemania lo miro curioso, sintió como el menor tomaba su mano.
Pensaban pasar desapercibidos, para ir al cuarto de arriba y cambiarse y no dar explicaciones del porque llegaban empapados. Y lo hubieran logrado, pero cuando el moreno tenia un pie en el primer escalón.
—Mexiko! Bruder! —Exclamo Prusia sonriente, pero al verlos mejor. Se le fue la sonrisa y llego la confusión. —¿Por qué están empapados? ¿Por qué venían a escondidas? ¿Y por qué vienen tomados de la mano?
Ambos se pusieron nerviosos, México bajo del escalo y se puso frente al prusiano.
—Pues... Es que se nos hizo tarde... Y la lluvia nos agarro y... —México no sabia que decir... Aunque, ¿por qué lo ocultaba? No habían hecho nada malo.
—Estabos en Alexanderplatz, paseando un rato y la lluvia nos a tomado por sorpresa. —Intervino el alemán. —No queríamos causar problemas y por eso entramos sin hacer ruido.
—Ah... Bueno, eso explica varias cosas... ¿Pero por qué están tomados de las manos? —Volvio a preguntar el albino. Mostrando una sonrisa traviesa.
Cuando Alemania iba a contestar, la puerta de la sala se abrió nuevamente. Dejando ver al italiano... "¡Alemamia! Ve~" Exclamo el castaño corriendo a abrazar al fornido hombre, el cual soltó la mano del mexicano para corresponder al abrazo del país mediterráneo.
—I-Italia... —Menciono Ludwing, al sentir el delgado cuerpo del italiano. —¿Qué haces aquí?
Preguntó, Prusia después de ver tan conmovedor encuentro. Fijo aun vista al muchacho de origen mexicano que estaba detrás de ellos.
México, tenia la mirada desviada a las escaleras, como si no quisiera ver lo que pasaba frente a él.
—Vine a ver como te encontrabas... Después de que.. —El alemán comprendió rapido y sonrio un poco.
—Esta bien, no te preocupes Feliciano. ¿Quieres hablar? Vamos a la sala. —Sugirió, como sino recordara que estaba empapado aun.
Italia asintió y fueron a la sala, dejando a Prusia y a México solos. Juan dejo salir un pesado suspiro y se dispuso a subir las escaleras, para tomar un baño y no resfriarse.
—¿No te molesta que tú primo no te haya saludado? —Pregunto Gilbert, al ver que el italiano no se había percado de la presencia del latino. Ya que el robusto cuerpo del alemán, había cubierto su delgado ser.
—No, no me molesta. Él y el señor Alemania tienen que hablar. —Explico con el mismo tono de voz que siempre ocupaba. —Yo ya tendré tiempo de hablar con mi primo Feliciano.
—¿Te gusta, verdad? —Pregunto el de ojos rojos, muy seguro de lo que había dicho. El moreno volteo con un sonrojo en sus mejillas. "—¿De quien hablas?" le preguntó, a lo que Gilbert menciono. —De Lud, ¿de quien mas voy hablar?
—Claro que no, él y yo. Solo somos amigos. —Se "defendió" el moreno.
—Aja, claro y por eso. Cuando llegue en la mañana y entre al cuarto de mi hermano para avisarle que ya había llegado. Ustedes dos estaban compartiendo la cama.
—Lo estas malinterpretando Gilbert. —Su voz sonaba entre molesta y nerviosa. —Dormimos juntos, porque... Porque...
—Ya, Admite lo Juan, te gusta mi hermano. Por eso no dijiste nada. Cuando Italia lo abrazo. —La voz burlona del albino, lo ponía mas nervioso de lo que ya estaba.
—¡Que no! —Exclamo y salio corriendo escaleras arriba.
Prusia río un poco, las acciones del mexicano se le hacían infantilmente graciosas.
[...]
—¡Messico! —Exclamo el italiano al ver a su primo. —Perdon sino te salude antes. Es que no te había visto ve~
Su voz sonaba triste, pero el mexicano sonrio y le dijo un sincero: "—No te preocupes Feli. A mi también me alegra verte."
Un abrazo envolvió a los dos parientes, mientras los hermanos Beilschmidt estaban por su lado.
Este ves, Gilbert era el que hacia la cena y Ludwing tomaba un baño. Después de hablar con el mediterráneo.
—¿Desde cuando estas en casa de Alemania? Ve~ —Pregunto el castaño, mientras se separaba de su primo y se sentaba a su lado.
—Como hace cuatro dias. —Contesto, mientras se rascaba la nuca.
Empezaron a hablar de temas varios, mientras la cena estaba lista. Para después poner la mesa y cenar con los germanos.
La cena fue agradable, todos hablaban y reían.
Después de decidir, que México e Italia dormirían juntos, por que era la única habitación disponible.
Italia se fue a bañar, el mexicano alistaba la cama. Cuando tocaron la puerta. El moreno volteo y vio al fornido hombre.
—Señor Alemania... ¿En que puedo ayudarlo? —Pregunto, el alemán pidió pasar, a lo cual le dieron el permiso y con un poco de paso apresurado. Tomo al mexicano por los hombros.
—Italia esta aquí... ¡¿Que se supone que debo hacer?! —Pregunto nervioso, el moreno lo miro mejor y vio los ojos azules del germano.
—Tranquilo señor Alemania. —Menciono y sentó al alemán en la cama. —Para empezar, debe despertarlo como yo lo desperté hace dos días, ¿lo recuerda?
_Si, pero... Yo no se cantar, no tengo una voz tan hermosa como la tuya Juan. —El mexicano solo sonrió. Mientras un color rosa aparecía en sus mejillas.
—No se preocupe señor Alemania yo...
—¿Cuando le vas a dar una clase de besos a Lud? —Pregunto burlón Prusia desde la puerta, haciendo besos en el aire. México le saco la lengua y luego le lanzo una almohada. A lo que el prusiano se retiro riendo.
El moreno suspiro, vio al alemán el cual simplemente lo miraba.
Sino fuera por Prusia, Juan no estaría "incomodo" por así decirlo de algún modo con el alemán.
—¿Besos? —Pregunto extrañado el rubio.
—Esos son aparte. —Menciono, el fornido hombre lo miro. Y México empezó a reír. —¿Como cree señor Alemania? Solo lo decía....
Las palabras del país latino fueron interrumpidos por el alemán, que había sellado sus labios con los del moreno.
El cual no sabia como actuar, ante tan repentina acción.
El beso, fue simple y no duró mucho.
Cuando el alemán se separo, vio las rojas mejillas del mexicano.
—Yo... Yo lo siento. —Se disculpo el de ojos azules mirando al de pelo oscuro. —No se porque hice eso. Emmm... L-lo mejor sera que me valla.
El mexicano solo asintió y cuando vio que el aleman se iba, no lo detuvo. Al saber que estaba solo y que la puerta estaba cerrada.
Tomo la almohada y comenzó a gritar mientras giraba en la cama.
Rodó un buen rayo, hasta que callo del otro lado.
—Putas... —Se quejo, pues el golpe había sido fuerte. Oyó la puerta abrirse.
—¿Messico? ¿Qué haces en el piso? Ve~ —Pregunto Italia, mientras entraba en la Habitación.
—Nada, es que quería alcanzar algo y me cai. —Explico el moreno. "—¿Seguro? Tu cara esta muy roja." Comento el italiano, mientras se sentaba en la cama. —Si, es que el golpe fue muy fuerte.
Río nervioso y se sentó en la cama mientras dejaba la almohada en su lugar. Italia creyó en las palabras de su primo menor.
—Oye Italia, ¿Puedo preguntarte algo?
—¿Qué sucede Messico? —Le pregunto calmado y con una pequeña sonrisa.
—¿No quisieras salir con Alemania en una cita?
Y todo el cuarto quedo en silencio.
—Ohayo y México
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top