13. "¿Corazon roto? Corazon dudoso".
El alemán caminaba rumbo al restaurante, el día se veía nublado pero tranquilo. A cada paso que daba, se sentía mas nervioso. Al llegar a la entrada, el recepcionista le pidió su nombre, cuando lo dio lo llevaron a la mesa. Italia aun no llegaba, se acomodo mejor y decidió ordenar cuando llegara el italiano.
Veneciano llego corriendo al lugar, se le había hecho algo tarde. Lo bueno es que solo tenia 5 minutos de retraso, esperaba que e alemán no le fuera a reñir por ello. Al entrar, suspiro al no ver al germano con un ramo de flores y esperaba que no trajera un anillo consigo.
Y es que, aquella ves lo había puesto bastante nervioso. Y bueno, la actitud del alemán no había sido la mejor, pues en ese entonces aun le causan miedo aquel fornido hombre. A pesar de ello, sabia a que venia, antes de entrar reviso la hora. Al ingresar en el establecimiento, logró divisar al rubio.
—¡Ludwig! —Lo llamo, lo hubiera llamado por su nombre de país. Pero había demasiados humanos y, estos no debían saber de su existencia... Con excepciones claro esta.
—Feliciano. —Le contesto con su nombre regalándole una cálida sonrisa al italiano, mientras se levantaba de su lugar.
Después de aquel cálido saludo, los dos se sentaron, el alemán estaba por ir directo al grano pues la intriga lo estaba poniendo bastante nervioso. Pero el italiano comento que deberían empezar, que aun no se lo podía decir.
Y así lo hicieron, empezaron pidiendo algo. Al llegar la entrada, degustaron los alimentos con tranquilidad. Pero al llegar el plato fuerte, Italia dejo los los cubiertos, limpio sus labios con la servilleta y comenzó.
—Lud... Se que te e tenido con la duda desde ayer... Pero —Raco su mejilla. —Pero no sabía como decirte esto...
El alemán lo miro intrigado, notaba el nerviosismo del italiano. Y pregunto a que se refería con aquellas palabras, el castaño trago en seco, para decir lo siguiente.
—Se que te has esforzado mucho, se que... Que has hecho todo para ganar mi corazón, mi amor y aun así... —Bajo la mirada con una sonrisa triste. —No soy capaz de corresponderte...
El alemán que comía un poco de lo que habían pedido, pero ahora sentía que comía algo duro e incomible. Solo miro al italiano, soñó quería una explicación por sus palabras.
—Mira Lud... No puedo hacerlo, porque me recuerdas a alguien muy preciado para mi, alguien que se fue, prometiendo volver pero nunca lo cumplió. —Abrió un poco sus ojos mostrando sus ojos color avellana, estaban cristalizados. —Se que tú no eres él, pero... No podría estar contigo, porque... Porque lo único que veo a verte es a él... Además...
Su voz trato de sonar un poco mas alegre aunque tenia ganas de llorar. El alemán lo miro, con el corazón nuevamente dolido, no dijo nada, esperaría a que Italia del norte terminara de hablar.
—Además... En el corazón de Alemania ya hay alguien... Y ese no soy yo. —El rubio fruncio ligeramente el ceño. ¿Qué ya había alguien más en su corazón? Italia lo miro. —¿No te has dado cuenta verdad? Alemania es algo despistado...
Italia bajo la mirada, sabia que Alemania no se daría cuenta fácilmente de sus propios sentimientos. Esperaba que el germano dijera algo, si es que lo hacia.
—¿A que... Te refieres? Yo solo te quie... —El italiano le interrumpió, las palabras dulces del rubio solo podrían ponerlo mas nervioso.
—Alemania no se da cuenta de que siente algo por México, ¿Verdad? —Alemania no dijo nada, el nombrar del muchacho solo lo puso nervioso, dudoso nuevamente. —Me e dado cuenta, que te has vuelto mas cercano a él. Eso me alegra, porque se que así, Alemania tendrá más amigos y no saldrá lastimado por lo que yo le diga...
Se refería al tercer rechazo que le estaba dando el mediterráneo a fornido hombre. El cual ya no sabia que sentir, claro que le dolía el rechazo del castaño.
Se había esforzado tanto, había hecho cosas que nunca pensó hacer.
Claro todas esas cosas lo hizo con México, un país al que conocía poco pero que aun así, se habían vuelto tan cercanos. Tan cercanos, que le causaba celos verlo de forma cariñosa con alguien más... ¿Qué hizo el latino con él?
—Alemania debe hablarlo con México. —Sugirió el italiano levantándose de la mesa. El alemán estaba por hacer lo mismo, pero el castaño lo detuvo. —Lamento haberte citado para oír un rechazo... No se me ocurrió una mejor forma de decírtelo... Lo mejor que puedo hacer ahora es retirarme. Nos vemos Alemania.
Se despidió Veneciano, para sacar su cartera, pagando la cuenta. Le sonrió como siempre lo hacia, de forma amistosa. Se inclinó y beso su mejilla para después decirle con amabilidad.
—Alemania es el único que aun no se da cuenta de los sentimientos que tiene a mi primo. Porque México ya los tiene mas que claro desde hace mucho tiempo.
Dicho esto, el italiano se retiro del restaurante. Dejando al alemán hecho un mar de emociones. Que no sabia como sentirse, que no sabia si llorar por el rechazo o ir corriendo a los brazos de México.
Al salir Italia llamo por teléfono, camino y doblo la calle con una pequeña sonrisa.
[...]
“—¿Podrias venir? Alemania te necesita y yo, tengo que tomar el avión a Venecia. —La voz de Italia del norte se escuchaba por la bocina”.
Después de escuchar el mensaje del italiano y la dirección del restaurante, el mexicano suspiro. ¿Que habrá pasado?
Se levanto del sofá, tomo las llaves que Prusia le había dejado, ya que este se había ido a quien sabe donde con Austria.
—Espero que el señor Alemania este bien... —Comento en un susurro, mientras salia y tomaba el primer taxi vacío que pasaba por ahí.
[...]
El taxi le dejo en un parque, ya que la calle del restaurante no se podía estacionar por tanta circulación.
Bajo de ahí, siguiendo las instrucciones del taxista (que entendió solo a señas porque no entendía el alemán).
Camino a paso veloz, al cruzar por una fuente. Alguien estaba sentado, sostenía su cabeza con las manos mientras murmuraba varias cosas en voz baja.
El mexicano se detuvo, para ver mejor a esta persona.
Era el alemán, que después de un rato, prefirió salir del restaurante pues se sentía sofocado. Había oído unos pasos correr, pero no le presto importancia.
Como tenia la mirada gacha, menos se dio cuenta que el mexicano era el que pasaba. Levanto la mirada, al ver a alguien de rodillas frente a su persona.
Cuando miro al rostro de la persona, sus ojos claros chocaron con el oscuro del latino.
—Señor Alemania, ¿se encuentra bien? —La calidez de su voz, la amabilidad de su pregunta, su presencia gentil.
El alemán, solo se abalanzó a abrazar al menor. Mientras este, correspondía, suponiendo lo que se temía. Solo un abrazo, solo uno.
Después del abrazo, el alemán le contó el tercer rechazo que le había dado el italiano. El menor lo oyó atento, al finalizar el alemán, ambos se miraron.
—Lamento el rechazo señor Alemania. —Menciono bajo el mexicano.
—También me dijo algo mas... —Desvío un poco su mirada. El joven pregunto de que se trataba. El fornido hombre suspiro. — Que yo gustaba de ti...
Las mejillas del americano se pusieron algo rojas. El alemán solo esperaba, que esta noche no fuera rechazado por cuarta ves.
—Ohayo y Doitsu!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top