Capítulo XX
Katriel Orlov
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Hoy es tres de agosto. El país no resistirá más a menos que las cosas cambien.
Que alguien las haga cambiar.
Hace tiempo que venimos girando y cayendo en esta espiral que solo lleva a la destrucción y la muerte. Al principio, unos años atrás, no parecía grave. El precio del cartón de leche subió unos centavos y costaba un poco más irse de vacaciones. Sin embargo, los días representaron los bucles hacia el abismo y las decisiones del gobierno nuestra caída.
La inflación llegó.
«Despedido» fue una palabra con la que todos se vieron familiarizados mientras debíamos hacer una cola de seis cuadras para comprar medio kilo de pan.
Dejamos de importar al exterior. El mundo entero nos dio la espalda en cuanto nuestra gobernante no se apegó a los acuerdos internacionales y comenzó a pelearse con los demás países, y tomaron medidas cuando esta quiso adueñarse del yacimiento petrolífero más grande de África a la fuerza.
En el conato de evitar una guerra nos condenaron a vivir y morir solos en esta tierra, todo gracias a un gobierno y equipo ruin, codicioso y controlador. No podemos culpar de todo a los que están fuera de nuestra área limítrofe. Al fin y al cabo ellos solo salvaron a la mayoría de la humanidad de padecer un deja vù de la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Pero nosotros, los del Globo, somos la minoría.
El resto del mundo acordó que nadie podía entrar o salir del país. Terminamos por nuestra cuenta, y ese fue el comienzo de los años del óbito.
El gobierno siguió al mando, tomando medidas extremas para subsistir. La esclavitud volvió, la burguesía también.
Pero no más. Basta de aparentar que no estamos ardiendo en el infiero, basta de decir que el control puede mantener al margen las llamas.
Prefiero arder hasta las cenizas libre y rápidamente que arder en esas llamas por lo que resta de mi vida solo para hacer felices a quienes menos lo merecen, a los responsables.
Por eso he iniciado esto.
Al principio no pretendía ser líder de movimiento de tal magnitud, pero pasó. Ahora me siento obligado a luchar no solo por mi familia, sino por los que están entre nosotros y los que nos apoyan pero tienen miedo de no terminar vivos al final de la pelea.
El plan está en marcha. Estamos reclutando a las últimas personas y armamento.
La revolución llegará en diciembre al Globo. Solo debemos fortalecernos, estar juntos.
Henning dice que lo lograremos, y le creo. Él es mi copiloto después de todo, mi mejor, fiel y más noble aliado y amigo.
Solo resta esperar para ser libres.
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