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Solté un enorme bostezo al terminar la clase de "historia de los clanes" y antes de salir del salón volteo a ver a Carlos el cual se encontraba hablando con sus amigos y riendo por alguno de sus chistes. Sonrío involuntariamente y pienso en cómo sería el estar juntos, pero caigo a la realidad al ver a Laura entrar para abrazarlo con mucho afecto.

Como no me queda nada más que hacer me levanto y me dirijo a la salida no sin antes ver a Carlos de nuevo por última vez en el día.

En el camino a casa me encontré con Xime recogiendo leña y supuse que era para el mismo propósito que el mío, trate de hacer la mejor sonrisa antes de hablarle.

–Hola loca– dije abrazándola, pero por accidente puse mucho peso y ambas caímos junto a la leña. Reímos fuertemente.

–Ten más cuidado la próxima vez– habló Xime mientras volvía a recoger la leña, asentí con una enorme sonrisa para yo hacer la misma acción. Cuando ambas ya no logramos tomar más leña entre nuestros brazos caminamos a nuestras casas vecinas en silencio, pero justo antes de llegar escuchamos la campanada que anunciaba la llegada de la guardia de campo, sin poder evitarlo tome a Xime del brazo para que ambas fuéramos a ver su llegada.

Al llegar lo único que escuché eran comentarios sobre lo inútil que era la guardia y lo nulo que era su progreso. Me enojo demasiado esos comentarios porque yo sabía que ellos hacían todo lo que podían para obtener información del clan llamado "Yanci" e incluso sacrificar su vida en el intento para el bien de nuestro pueblo.

Aunque ambos pueblos habían vivido en paz por más de 100 años nadie sabía si los "Yanci" habían enviado ya a espías (como nosotros) e incluso habían infiltrado a sus mejores soldados.

Ignorando los comentarios me subí a un escalón para ver mejor a la guardia la cual tenía una expresión sombría mientras caminaba. Borre mi sonrisa al ver su expresión y espere lo peor. Con la misma expresión de la guardia volví a tomar a Xime del brazo para salir del lugar, pero gracias a que vi el escudo con ambas palomas blancas descansando en el uniforme de uno de los soldados logre tomar el valor para irme y seguir el camino a casa.

–Déjame adivinar– comenzó a hablar Xime interrumpiendo mis pensamientos. –Quieras unirte a la guardia de campo– dijo sin más. ¡Ahhh! Como odiaba que me conociera tan bien.

Sin contestar su pregunta seguí caminando y por fin llegamos hasta nuestras casas. –¿Quieres venir a comer?– ofrecí y ella asintió, pero antes la acompañe a dejar la leña a su casa y al entrar a mi casa mi madre me esperaba con la comida ya en la mesa.

–Dejen la leña en su lugar... Oh, veo que invitaste a Xime, bienvenida querida– Ambas nos sentamos en la mesa y probamos esa deliciosa carne que papá había cazado hace unos días.

–¿Como les fue en la escuela?– preguntó mi madre con interés

–Bien... las clases fueron aburridas como siempre... ah y ya llegaron los de la guardia de campo, su expedición pareció no haber tenido mucho éxito– al mencionar aquel tema mamá borro su sonrisa y la cambio por una mueca.

No sabía él porque de esa mueca y trate de olvidarla el resto de la comida concentrándome en la historia de Xime de como es que casi la expulsan por una broma que le hizo a la profesora.

–¿Quieres entrar a la guardia de campo?– volvió a preguntar Xime cuando ambas nos encontrábamos solas en mi habitación. –Ahora quiero que me contestes con la verdad y no trates de evadir la pregunta.

–La verdad... me atrae la idea y quiero ser de ayuda a la humanidad...– Xime se quedó callada por unos minutos que se hicieron eternos en mi cabeza esperando su reacción.

–Bueno... quiero que sepas que te apoyaré en todo lo que decidas aunque no esté a favor, puede que mueras en el intento, pero si es lo que te hace feliz se que no habrá manera de que evite que entres por lo testaruda que eres...– no pude evitar abrazarla y en ese momento supe que nuestra amistad podía superar todos los obstáculos que se interponían.

El resto del día nos quedamos hablando entre bromas de diferentes temas e incluso logró sonrojarme al mencionar a Carlos y lo mucho que se me notaba que me gustaba.

Cuando Xime se fue a su casa escuche como papá y Karen habían por fin vuelto a casa. Baje las escaleras con paso acelerado y con una calidad sonrisa los recibí, ambos se veían cansados, pero felices de estar de vuelta en casa.

–¡Hermana!– Karen amplió su sonrisa al verme. –¿Como te fue enana?– me revolvió el pelo con ternura.

–¿Hiciste los deberes?– preguntó papá con superioridad. Asentí y él me miró en modo de aprobación. –Tu hermana y yo vamos a entrenar, ha echo un enorme progreso...– pausó para ver a mi hermana con enorme orgullo y como al parecer la conversación ya no tenía nada que ver conmigo subí las escaleras para encontrarme a mi mamá en su cama mirando al techo, decidí acostarme junto a ella en silencio.

–Andrea...– comenzó a hablar seriamente. –¿Por qué quieres unirte a la guardia de campo?– ¿Cómo rayos se había enterado? Cuando mire a mi madre con sorpresa por la pregunta ella me sonrió débilmente. –Escuche como Xime y tú hablaban del tema hace unas hora– contestó a mi pregunta y aunque al principio me sentí enojada, después de un rato me di cuenta que tarde o temprano mis padres se iban a enterar y era mejor que fuera temprano.

–Es... complicado– no se porque pero en ese momento no encontré las palabras correctas para explicárselo a mi madre.

–No lo permitiré– la determinación y seguridad con la que hablo mi madre me sorprendió bastante. Cerré los ojos con enojo y ahora ambas nos quedamos atrapadas en nuestros pensamientos.

Se que nadie entiende la razón, ni yo misma la entiendo, pero hay algo que me atrae y no puedo evitar pensar en la manera que ellos sacrifican sus vidas, mientras que la mayoría los odia y juzga.

Después de unos minutos mamá se quedó dormida, no pude evitar pensar en el duro trabajo que ha echo estos últimos días para darnos algo de comer. Me levante de la cama y con paso lento fui a mi habitación para intentar dormir, pero los gritos de mi padre hacía mi hermana en el entrenamiento no me dejaron dormir. Como odiaba que mi papá solo piense en mí hermana, quiere que ella entre en la guardia militar para que su vida mejore indudablemente mientras que yo me quede en la casa y no estorbe con sus planes.

Toda la noche me quedé despierta pensando en lo injusto que es nuestro pueblo, aunque también bello con todo y problemas.

Cuando el sol entró por mi ventana supe que era hora de ir a la escuela para pretender que todo estaba bien, me cambie rápidamente y baje a desayunar encontrándome con todos ya sentados.

–Voy a ir a la zona alta– papá nos dijo mientras le daba un beso a mamá, sonrió a mi hermana y me miró seriamente para salir de la casa rápidamente. Supuse que alguien de la zona alta había solicitado a mi padre para que lo ayudara con alguna... plaga.

–Ma, hoy no hay clases, se cancelaron, la verdad es que no se porque– Karen tenía demasiada suerte por estar en un nivel más alto de clases que yo, la verdad es que había días en los que se cancelaban las clases, pero nadie sabía la razón así que no se me hizo raro que hoy pasará esto.

Me despedí de mi hermana y salí de la casa aún enojada con mi madre.

En el camino me sentí súper cansada por la falta de sueño, deseé vivir en la zona alta para poder montar un carruaje y no tener que caminar a diario. Antes de llegar a la escuela, me encontré con unos soldados de la guardia de protección tomando mientras jugaba a las cartas, me molesto aún más que la gente critique a la guardia de campo, deberían de criticar a esta guardia que en vez de hacer su trabajo solo jugaban y hacían todo lo que querían solo por el simple echo de la "paz" que había durado todos estos años. Ni siquiera estaban preparados mentalmente para pelear. Aunque sabía que tenía que decirles algo, no tuve el valor suficiente para enfrentarlos, todo el camino me odie por ser tan cobarde.

Todos estaban hablando en el salón y Xime no había llegado por lo que me senté en mi lugar habitual, pero al ver a Carlos me llamó la atención que todos estaban en círculo escuchado lo que el tenía que decir, no pude evitar acercarme a la multitud de gente.

–Ya me decidí...– Carlos estaba con sus amigos y una espada al parecer auténtica, lo que me sorprendió era que la espada era de la guardia de campo. Había escuchado rumores de que su padre pertenecía a esa guardia, pero nunca pensé que eran ciertos. –...El año que viene voy a ser candidato para el entrenamiento de guardias, mi padre ya me aseguró un lugar– el ambiente se volvió pesado y todos guardaron silencio.

–¿cuál guardia eligieras?– escuché decir a alguien mientras que el rostro de Carlos se iluminó.

–...La guardia de campo– cuando el maestro entro al salón todos destruyeron el círculo que rodeaba a Carlos mientras susurraban comentarios de admiración o simplemente lo consideraban un completo loco.

La verdad es que era predecible que alguien como él quisiera entrar en esa guardia. Alguien que no le teme a dar su opinión, el gracioso de la clase,valiente, amante de la adrenalina y con familiares que entraron en alguna de las tres guardias era el tipo de persona más que prefería estar en la guardia de campo. En cambio, alguien callada, sería con los extraños, con pocas habilidades en los deportes y con familia proveniente de mercadería; no tenía la posibilidad siquiera de sobrevivir al entrenamiento, pero yo quería mostrar que era capaz de dar más a lo que aparento. Se que con duro entrenamiento podía conseguir mis metas.

La clase progreso normalmente, pero en la siguiente clase pasaba... algo, la maestra se veía nerviosa y afuera se escuchaba gente corriendo. Cuando me comencé a preocupar fue cuando una extraña alarma que jamás había escuchado comenzó a sonar. Toda la clase sé quedo quieta sin saber qué hacer, al voltear a ver a Xime logre ver su expresión de miedo. La maestra nos miró con miedo y nos ordenó que volviéramos a casa. Todos alarmados salimos del salón encontrándonos con una multitud de tanto padres como hijos tratando de salir al exterior. Después de varios empujones me encontré con Carlos, sorprendentemente se encontraba tranquilo. El me miró y juro que por unos segundos me sonrió, todo mi cuerpo se tensó e incluso el tiempo se paró, quería hablar con el, pero se había perdido entre la multitud.

Me sentí confundida, pero ahora no era tiempo de pensar en eso, tenía que saber qué rayos estaba pasando en estos momentos. Al salir me encontré con Xime, trate de sonreír para aparentar que todo estaba bien.

–¿Qué rayos está pasando aquí?– al no obtener respuesta instantánea supe que Xime ya se había enterado del porque de todo este escándalo.

–Los Yanci... rompieron el tratado de "Tentrem", ahora tiene soldados suyos en toda la ciudad– no podía creer lo que estaba escuchando, el tratado de "Tentren" era lo único que nos tenía vivos y aunque nunca había visto a los Yanci sabía que eran letales.

No quise seguir escuchando, a toda velocidad me fui a mi casa para comprobar que todos estuvieran bien. En el camino solo escuchaba gente gritando, casas en llamas y... gente agonizando en el suelo. Supuse que los Yanci ahora habían construido una nueva arma o incluso entrenado por todos estos años para esta ocasión. Mentalmente me repetía una y otra vez "todo va a estar bien", pero una parte de mi me decía lo contrario.

Cuando por fin llegue a mi casa me encontré a mi madre en el piso llorando, al acercarme su rostro estaba pálido y sus ojos rojos. –¿Dónde esta Karen?– pregunté esperando por lo peor.

–Ellos... la mataron mientras ella trataba de protegerme– habló mi madre entre lágrimas. No... no, no, no, no, no, ¡NO! Sentí como si todo se derrumbaba dentro de mi, permití que las lágrimas se apoderaran del momento. Grite imparablemente y golpeé al suelo hasta que mis puños sangraron , me sentía inútil por no estar para mí familia. Sentí una mano tocar mi hombro, al levantar la mirada me encontré con una Xime en el mismo estado que yo. Al lado de ella se encontraba su madre, supuse que su padre tuvo el mismo destino que Karen.

–Maura...– acababa de llegar un soldado de la guardia de protección, al parecer conocido de mi madre. –Esta empeorando– el soldado se acercó a mi madre y le tocó la frente para acto seguido cargarla entre sus brazos. No sabía de que estaba hablando, pero decidí que lo mejor era seguir al soldado.

Al llegar a un establecimiento completamente abierto logre ver cómo había múltiples personas en el suelo con una toalla en la frente. Colocaron a mi mamá en un espacio disponible y después de que varios doctores la examinarán le pusieron la misma toalla que todos portaban. Me acerqué lentamente, pero varios soldados me detuvieron.

–¿Que tienen?– los guardias me miraron con pena.

–Al parecer los Yanci... colocaron un virus desconocido en la comida de múltiples aldeanos.– por segunda vez en el día odie infinitamente a los Yanci y me prometí que acabaría con cada uno de ellos. Me habían quitado a mi hermana y probablemente arruinado la vida de mi madre. Desde lejos me despedí de mamá para después dirigirme a la casa con paso lento, para mi suerte me encontré con un Yanci. Eran enormes, median más de dos metros y aunque tenían aspecto humano sabía que nunca iban a tener piedad. Para mí ellos no eran humanos. Con las piernas temblorosas me dirigí a unos escombros de una casa, gracias a dios algo había sonado a lo lejos provocando la atención de el Yanci y mi huida asegurada.

–¿Puedo pasar la noche aquí?– fue lo primero que dije al llegar a la casa de Xime. Ella me sonrió y sin más me dejo pasar.

En la noche todos nos mantuvimos sin luz para que los Yanci pensaran que no había nadie en casa ya que según nos comentaron habían entrado a casa para secuestrar y matar a aldeanos sin piedad alguna. El padre de Xime y ella hablaron de diversos temas, aunque no hablaron de lo sucedido hace algunas horas sabía que los hija a perseguir por el resto de sus vidas.

–¿Que crees que pase mañana?– cuando Xime por fin hablo de algo relacionado con el tema me sentí aliviada.

–Supongo que ver cómo progresan las cosas...– trate de sonar calmada, pero sabía que mi tono fue más nervioso que incluso el de Xime. Ella guardo silencio y ambas nos quedamos recostadas en la cama con los ojos cerrados, sabía que ninguna durmió toda la noche ya que ambas estábamos metidas en nuestros pensamientos, en lo único que podía pensar era en que iba a matar a cada uno de los Yanci por el dolor que me causo a mi, mi amiga y mi familia. Juro que lo voy a cumplir.

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