Volví al estudio con renovadas energías, no iba a rendirme tan fácilmente sin siquiera luchar. Lo comprendí poco después, en un mundo cargado de indiferencia una sonrisa suele causar más daño que unión.

Esperé a que llegara a su usual lugar de trabajo y me disculpé con mi jefe unos minutos, utilizando de escusa que debía hacer una llamada. Si sabían que mentía no pareció importarles y me sentí a gusto por ello.

Caminé hacia ella, con las manos escondidas en los bolsillos de mis vaqueros y el corazón latiendo desbocado en mi pecho. Y le hablé porque no rendirme fue algo maravilloso.

ꟷHola.

ꟷHola.

Me balanceé sobre mis pies, sin saber cómo continuar con esa conversación que estaba quemándome las neuronas de a poco.

Camila tenía ese efecto en mí: me quemaba, me consumía como el fuego que termina por matar a los leños pero a su vez me avivaba cual llama alimentada, me sentí vivo a su lado y creo que una parte de ella también vivió.

ꟷSoy Thiago.

ꟷLo recuerdo.

ꟷTe traje un chocolate.

Dos pozos de agua profunda, más azul que el mismo cielo nocturno, se posaron en mí y pude observar la primera chispa saltar.