9
— No tienes de otra que aceptar. Te vi intentarlo varias veces, y tu mismo sabes que no puedes —dijo Killua.
Gon miró a Kanzai y admiró su cabello completamente desordenado y lleno de tierra, opacando el color naranja con rayas negras de tigre, viéndose algo desteñido y más oscuro de lo normal, ni el brillo de la propia luna hace que este resalté un poco. Killua dijo que lo estaba viendo mientras intentaba salir de ahí, pero dijo que no sabía donde estaba.
"¿Acaso me mintió o...?"
La piel canela de Kanzai se volvió pálida en la palma de su mano por la fuerza que ejercía al apretar el puño. Sus dientes afilados parecían los de una piraña, dando algo de miedo cuando los apretaba. El recuerdo del momento en que le afilaron los dientes a la fuerza aun permanece latente en la mente de Gon.
No había opción, si no, no saldrían nunca.
— Desearía que se apurarán, no tengo toda la noche —dijo Killua, impaciente y palmeando el suelo con el pie.
— No lo entiendo... —musitó Kanzai.
— ¿Hm? —Se extrañó Killua.
— Ya dijiste que solo querías a Gon contigo, y por como eres ya debiste habértelo llevado y dejarme aquí...
Gon quedó tieso e incómodo por el comentario.
— Pues sí, podría... —confesó— Pero no soy tampoco un monstruo.
Kanzai confundido, al igual que Gon, no sabía que decir.
— Podría sacar a mi hembra fácilmente y dejarte ahí, pero tu eres importante para él.
Kanzai le miró por el rabillo del ojo, y Gon lo miró esperanzado, deseando que se calme y que acepte todo lo que esta pasando. Él tampoco quiere, pero... Todo estaba hecho. Solo queda aceptar su ayuda o perecer en ese hueco a merced de los monstruos. Si la suposición que tiene resulta ser cierta, odiaría a Killua por siempre, por no advertirles y dejarles ir apropósito. Pero aun así no puede rendirse. Murieron varios sí, pero aún quedan muchos a quienes proteger, después de todo así han vivido desde el día de su secuestró. Cada cierto tiempo había un muerto... Y seguían adelante, honrando la muerte de cada uno en sus memorias. No debían dejarse vencer. Todavía no... Por más que les doliera.
— Por más raro que me parezca —agregó entre dientes para sí mismo—. Pero bueno, si no quieres...
— ¡Esta bien! —gritó Kanzai—. Sácanos de aquí...
— ¿Cómo se dice? —bromeó Killua, sonriendo arrogante.
Kanzai soltó un pequeño bufido, pero en sus ojos naranjas se le veía rendido. Su cuerpo, antes grueso por el aire contenido, se desinfló, relajándose. A Gon también le iba a fastidiar lo que iba a decir, y más si es a Killua.
— Por favor... Sácanos de aquí —espetó como favor.
Gon vio a Killua y este también lo hizo, atento. No respondió y se alejó del borde del hueco hasta ya no ser visto.
— ¿¡Qué!? —gritó Kanzai, con sorpresa—. ¡Oye! ¿¡Adónde vas!? ¿¡No nos habrás engañado no, bastardo!?
— Tranquilo animal —dijo Killua regresando al borde del hueco, pero con una cuerda en la mano—. Solo vine por esto.
Killua lanzó una liana muy corta que ni siquiera podían alcanzar, estaban como a cinco metros.
— ¡Oye tonto, eso no llegará ni aunque lo desees! —escupió Kanzai, sarcásticamente.
— ¡Ja! ¿Lo crees? —respondió agraciado.
— Creo que es lógico.
Gon recordó a aquellas personitas reparando y haciendo crecer el árbol.
— Ehm Kanzai... —intentó hablar.
— Ah bueno, habrá que intentarlo —. Se hizo el curioso, mirándolos socarronamente—. Deseeoo que estás lianas crezcan.
Las palmas de las manos de Killua irradiaron una luz que envolvió la liana, haciendo que se alargue hasta la altura de su cabeza. Gon la sostuvo, pero esta siguió creciendo hasta que una buena cantidad de liana tocará el suelo, parecía un fideo.
Kanzai quedó sorprendido y Killua río un poco triunfante.
— ¿Quién dice que los sueños no se cumplen? —Se mofó. — Sujeten la liana y no se suelten.
Ambos sostuvieron con fuerza la liana y Killua la empezó a jalar con fuerza, pero no se veía que se cansará a pesar de estar subiendo a dos personas.
"¿Qué es él?, ¿Y cómo puede hacer todo esto?"
No pudo aguantar la curiosidad.
— Killua —llamó.
— ¿Sí?
— Hace un rato dijiste que no sabías donde estaba Kanzai, pero luego dices que lo estuviste viendo intentar salir, ¿Me mentiste? —preguntó con mirada interrogante.
— No —dijo seco—. Pude encontrarte por tu olor.
— ¿Mi olor?
— Tengo un olfato más experimentado que el de cualquier animal que puedas conocer. —alardeó.— Después de encontrarte a ti lo encontré a él.
— ¿¡Y por qué no dijiste nada!?
— Dos razones —. Dijo, deteniendo su labor y llevando la cuenta con los dedos—. Primera, no me preguntaste; y segundo, no pensaba ayudarte a buscarlo, hasta que me di cuenta de que era muy importante para ti como para meterte en un bosque así.
Eso lo impresionó un poco, "¿Lo hizo por mí?, pero... ¿Acaso no quería que me despidiera de todos?"
— Además... —prosiguió, continuando su labor de jalar la liana.— Tampoco estoy tan desesperado en tener una hembra como para protegerte todo el tiempo.
Gon quedó helado.
"¿Me iba a dejar morir en ese entonces...? Maldito. ¿Entonces si te pido que te mates, te matarás?"
— Desgraciado... —murmuró Kanzai.
Pensando, Gon logró llegar al borde del hueco, con el mentón rozando la tierra, encontrándose cara a cara con Killua.
— ¿Y bien? —preguntó Killua.
— ¿Y bien qué? —preguntó, intentando subir. Killua tomó su hombro, deteniéndolo —. ¿Eh?
— ¿No merezco un premio por ayudarlos a salir? —preguntó pícaro.
— Esto es el colmo... —musitó Kanzai.
Gon se sintió indignado. Odiaba a muerte este tipo de tratos. Ya pasado por ellos.
— ¿Después de que admites que me ibas a dejar morir, tu qué crees? —dijo serio.
Ambos se desafiaron con la mirada. Killua solo sonrío divertido, convencido.
— Había que intentarlo.
Killua les ayudó a salir y los guío de regreso. Ya estaba amaneciendo y los destellos del sol salían de a poco dejando un bello color amarillento en las nubes y en el bello cielo celeste.
Al regresar, fueron recibidos con abrazos y lágrimas de todos. Esa era la primera vez que Gon vio a Kanzai llorar, por más poco que haya sido. Él también se había quebrado, soltando llantos por puro desahogó. Colt también estaba, lo que le sorprendió, pensaba que el monstruo se lo había comido, pero resultó que él pudo escapar gracias a que Piyon lo tenía cargado. Ellos no llegaron a entrar a la cueva, por el impulso que causó la caída del monstruo al momento de devorar a algunos de ellos, ella fue impulsada en otra dirección hasta que chocó su cabeza con un árbol de los tantos que estaban alrededor de la cueva, desmayándola. Colt, por miedo, no la soltó y se quedó con ella. Ambos seguían vivos y le alivió saber esa noticia; sin embargo, no evitó pensar en los que murieron. La mayoría eran niños que tenían mucho por vivir, o al menos tenían más tiempo de vida que los demás. En ese momento deseó estar en el lugar de ellos.
— Sé que no es buen momento para que les hablé... —dijo Killua, y todos le prestaron atención.— Pero jamás podrán salir de este bosque... —sentenció.
Kanzai, molesto, le hizo frente a Killua.
— Explica todo de una buena vez. ¡Y quiero todo con detalle, no voy a esperar a que algo más ocurra para preguntarte! —ordenó molesto.
— Bueno, te lo diré todo con dos palabras.
Todos le prestaron atención. Gon deseaba preguntarle eso desde antes, pero tenía tantas dudas que tuvo que empezar por orden.
— Isla - maldita —dijo, enumerando con los dedos y diciéndolas como si fueran sílabas.
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