78
Sin rechistar más, todos fueron al área de juegos como Killua había pedido. Killua los dejó esperando con unas mantas grandes y dos barriles circulares de piedra grandes y se fue. Todos se quedaron intrigados porque no entendían para qué Killua necesitaría todo eso.
—Me siento entumecido... —comentó Kanzai, incómodo rendido en el suelo—. Ojalá Killua regrese pronto, si ese tónico que dijo es tan efectivo como dice no me vendría mal en estos momentos...
—¿Te duele incluso cuando hablas? —preguntó Shalnark, sentado a su lado.
—A medias...
—Entonces cállate —dijo Shizuku, con una cara inexpresiva.
—¿Eso no sonó muy brusco? —preguntó Machi, mirando incrédula a la susodicha.
—No.
Mientras los mayores estaban ahí, sentados esperando, los demás niños se encontraban jugando en los juegos animados. Sobre todo Alluka y Colt, quienes jugaban bajo la vigilancia de Geru.
—¿Y tú estás bien, Zushi? —preguntó Shizuku, viendo al mencionado, igual de rendido en el suelo.
—Maso menos.
—Igual yo —comentó Piyon.
Gon, al verlos tan socavados, se preocupó. El entrenamiento estaba siendo más duro de lo que creían, y no sabían cuánto tomaría aquello. Hasta entonces, estaban estancados otra vez y era algo desalentador, más sabiendo que el Evraroko estaba cerca, y que parte de sus vidas estaban ahora en manos de Kurapika y de su familia.
—Si vamos a estar así todos los días, no sé si pueda soportarlo... —dijo Piyon con algo de dificultad.
—No se desanimen, chicos. Apenas estamos empezando —les recordó Gon, por más cansado que también se sentía—. Esto solo es un bache más que saltar —trató de alentar.
—Y pensar que los humanos en el pasado tenían que entrenar más duro... —comentó Zushi.
—Pero a pesar de eso la gente en el mundo humano no parece conocer el Nen, o al menos nunca he oído de gente que usa Nen. Es como si la conquista de los demonios nunca hubiera ocurrido.
—Bueno... Eso según Killua ocurrió hace miles de años. Lo único que se me ocurre es que la historia se habrá perdido con el tiempo —dijo Gon.
—No se me hace tan creíble —se atrevió a diferir Piyon—. ¿Por qué las personas dejarían de usar un poder tan poderoso cuando eso les puede beneficiar?
—Bueno, eso es un buen punto.
—Quien sabe, tal vez lo de Gon puede ser válido —dijo de pronto Kanzai.
—¿Tienes algo para confirmarlo? —preguntó Piyon, girando la cabeza para verlo.
—No tengo el recuerdo con tanta exactitud, pero una vez me pareció leer un periódico que Ishigami estaba leyendo: hablaba del descubrimiento de una especie de cráneo extraño con cuernos en un área de excavación enterrado muy profundamente, que parecía humano pero a la vez no.
—¿Cómo un dinosaurio? —preguntó Alluka, luego de oírlos mientras se acercaba.
—Sí, algo así.
—Increíble... —dijo Gon, verdaderamente impresionado.
—No aseguro si era un demonio mitad humano como lo es la especie de Killua, después de todo el cráneo estaba algo quebradizo y frágil según las fotos, pero todo apunta a que sí —prosiguió Kanzai—. Ja... Si antes me hubieran dicho que los demonios y los poderes espirituales existían habría mandado a esa persona al manicomio, pero con todo lo que hemos vivido creo que soy yo el que necesita uno —sonrió levemente de lado.
Cluck sonrió levemente de lado con perspicacia.
—Si esa es tu forma de animarnos, me tomaré a mal que me digas loca —dijo Cluck.
Kanzai ahogó una queja, Piyon a modo de reclamó dejó caer con tirantez y sin cuidado su brazo sobre su abdomen.
—Igual yo —concordó Piyon.
—Sea como sea, esos asuntos no son de nuestro interés de todos modos —aclaró Cluck, bajando un poco la mirada pensativa—. Pensar en esto no nos da y no nos quita. De cualquier forma, al igual que existen debates sobre la existencia de la humanidad, tal vez esta sea una de las dudas que nos llevemos a la tumba cuando recuperemos nuestras vidas.
—Quizás... —dijo Zushi, algo solemne.
El silencio reinó por un momento, pero entonces Zushi habló por pura curiosidad.
—¿Y... chicos, ustedes qué planean hacer? —preguntó Zushi.
—Explícate —pidió Piyon.
—Hablo de cuando salgamos de esta Isla —explicó Zushi—. ¿Alguno tiene una idea de lo que hará después?
Varios se quedaron pensativos.
—Es decir..., ¿Quieren tomar sus propios caminos después? —inquirió pensativo Zushi.
La gran mayoría se quedó en silencio.
—Yo no lo sé —dijo de pronto Kanzai—. Pero cualquier cosa estará bien para mí. Toda opción es mejor que ser explotado en un burdel. Cualquier cosa está bien si estoy con ustedes.
La gran mayoría sonrió ante el comentario.
—Pero entenderé si la mayoría desea irse por su cuenta para empezar de cero —añadió Kanzai.
—Yo... tengo planeado volver con mi tía —dijo Gon, captando la atención de la mayoría—. Tal vez aun me tome tiempo, pero deseo volver a mi hogar.
—Gon —le habló Machi.
—¿Sí?
—¿Yo puedo irme contigo? —preguntó, mirándolo fijamente.
Gon se sorprendió levemente, pero sonrió. Alzó la mirada y vio incluso que los demás habían dejado de jugar para estar reunidos con ellos. Él le extendió los brazos y Machi sonrió, lanzándose a los brazos de Gon.
—Claro que sí, Machi.
Gon no quería admitirlo desde el principio, pero sabía que un día ese momento llegaría. Había pospuesto varios pensamientos e ideas desde que pensaba en que todos, un día, serían libres de Ishigami, porque temía ser tan débil como para alejarse de sus auténticos amigos, cuando estaba seguro de que ellos también tendrían caminos propios que seguir.
—¿Entonces... de verdad te irás después, Gon? —preguntó Shalnark, notándose algo triste.
Gon miró a todos los más pequeños y notó sus expresiones tristes. El corazón se le achicó y se sintió repentinamente triste.
—Yo...
—Gon tiene deseos de ver a su familia —intervino Kanzai—. Nosotros no se lo podemos impedir.
—Yo... para ser honesto no sé que hacer después —confesó Zushi.
—Yo siempre traté de evitar el tema.
—La mayoría somos niños, tampoco tenemos nada que hacer después —agregó Shalnark.
—No tenemos que separarnos todos, mucho menos ustedes que son pequeños —dijo Cluck, viendo a los menores.
—Eso es cierto. Kanzai solo habla para los que deseen hacerlo —dijo Geru.
—Sí, eso mejor pensémoslo después. Aun no dejamos la Isla, así que mejor piensen en el ahora —fijo Cluck.
La gran mayoría pareció estar de acuerdo, pero la tensión era palpable en el aire y era algo innegable. Por más que aquella conversación le haya parecido algo deprimente a la mayoría, no debían ponerse emocionales todavía.
Al cabo de un rato, las luces del pasillo se encendieron y todos se alarmaron un poco hasta que vieron a Killua entrar a la sala de juegos. Sus pasos ni siquiera se hicieron escuchar, pero las luces de afuera fueron suficiente para alertarlos.
—Ya volví —dijo Killua—. ¿Todo bien?, ¿Nadie llegó?
—No, todo en orden —dijo Gon.
Gon entonces notó dos pequeños arbolitos arrancados de raíz entre los dedos de Killua, mientras cargaba dos barriles en cada brazo como si fueran sacos con hojas y con su aura oscura en forma de mano cargando como cuatro barriles más.
—¿Eso es el tónico? —preguntó Piyon incrédula, señalando los árboles.
—Oh no, no lo es. Usaré estos árboles para crear cortinas. Todos lo miraron extrañados. Killua solo sonrió.
—Solo observen, les interesará —dijo Killua, adentrándose a la sala.
Y eso hicieron. Killua bajó todos los barriles al suelo con cuidado. Por la forma en la que resonaron contra el suelo todos se percataron de lo pesados que eran. Pero lo que más llamó la atención fue ver unas masetas grandes de piedra que se encontraban en medio de los barriles en la mano hecha de oscuridad, sirviendo como una base para la montaña de barriles.
Killua removió algunos juegos a un lado que estaban en la parte final de la habitación para dejar un gran espacio libre y colocó esas masetas de piedra como si señalara los puntos cardinales en la habitación. Killua se acercó a cada maseta, que ya tenía tierra adentro y plantó los árboles- Todos miraban con confusión a Killua aun., hasta que fueron espectadores de un hermoso espectáculo; con Killua liberando una especie de energía transparente de la punta de sus dedos para acariciar el tronco de uno de los árboles. A los segundos, con Killua delineando el áspero tronco, creció el árbol a casi dos metros de altura. Pero Killua, al verse interesado en una rama que se veía bastante firme, trazó su dedo por la extensión de la misma, haciéndola crecer bajo su tacto. Acto seguido, hizo lo mismo con los otros tres árboles, y ni bien Killua tomó las sábanas y las colgaba en cada rama larga de los árboles, para luego dejar los dos grandes barriles detrás de cada cortina, entendieron qué era lo que quería hacer Killua: baños privados, uno para los hombres y otro para las mujeres. Instantáneamente, las sonrisas florecieron en la mayoría de los rostros de los presentes.
—Bien, ya casi está, ahora solo falta poner las aguas en cada tina y podrán empezar —empezó a decir Killua.
Dos manos oscuras brotaron de la espalda de Killua y con ayuda de ambas abrió los barriles y vertió el contenido dentro de cada tina. El agua se veía tan clara y transparente que reflejaba el techo y un poco de las cortinas.
—Listo —dijo Killua, sonriendo, y antes de que pudiera decir algo más, todos los niños salieron corriendo, agradeciendo sin coordinación y de forma desafinada mientras se metían detrás de las cortinas.
—¡Oigan, niños, esperen! —llamó Cluck.
Killua solo rio leve para ocultar un poco su mareo. Los gritos estridentes en conjunto de los niños le habían hecho estremecerse por lo delicados que eran.
—No, está bien. Para eso traje el agua —repuso Killua, hurgándose el meñique en uno de sus oídos.
—Muchas gracias, Killua —dijo Geru.
—Sí, gracias —concordó Gon, sonriéndole amablemente.
Killua, al cruzar su mirada con la de Gon la apartó rápidamente por la pena.
—De nada...
—No sabía que podías hacer eso —dijo Kanzai, intentando levantarse poco a poco del suelo.
—Puedo, pero no es porque tenga el poder para hacer crecer árboles como otras especies que habitan aquí. Pude hacerlo porque le entregue algo de mi energía para crecer, fue como una estimulación —explicó Killua.
—Oye, ¿De verdad te importa poco estar apostando tu energía como si fuera un juego, no es así? —preguntó Piyon, tratando de levantarse al igual que Kanzai y Zushi.
—No, no es igual a hacer tratos con la Isla —corrigió Killua—. La Isla directamente te priva de tus poderes y te los anula. Sin embargo, en este caso, si mi poder fuera una planta a la que le quitan una hoja, está volverá a crecer con el tiempo.
—Creo que entiendo —dijo Zushi, recibiendo ayuda de Geru para levantarse—. Entonces esa energía que le compartiste al árbol volverá a regenerarse, ¿verdad?
—Exactamente —asintió Killua—. Pero ya no pierdan más el tiempo, sobre todo ustedes cuatro —señaló Killua y sacó de su bolsillo un frasco de base redonda con un líquido celeste luminoso—. Si no, no podrán recuperarse. Y para su suerte me quedaba un poco.
—¿Ese es el tónico? —preguntó Kanzai.
—Sí.
Killua, sin perder el tiempo, se metió detrás de la cortina de los hombres y hecho unas cuántas gotas del tónico. Al repetir eso en la que sería la bañera de los niñas, se cubrió los ojos. El agua de ambos barriles brilló un poco y comenzó a cambiar de color a un celeste vivo, emitiendo de paso un dulce aroma irreconocible para sus narices, pero lo que más les importó era que cada respiración que tomaban era un deleite. A los segundos, aparte del olor, el agua empezó a emitir un vapor acogedor.
—¡Es como un sauna! —dijo Shizuku, impresionada.
—Y el agua está muy tibia —añadió Machi, embelesada por la sensación.
—¡Es verdad, y se siente delicioso! —dijo Shalnark y se sumergió por completo bajo la tina.
Killua sonrió al oír eso.
—Al cabo de unos minutos el tónico empezará a hacer efecto en cualquier tipo de dolor. Así que, adelante —incentivó Killua.
Y sin perder tiempo, Gon, Kanzai, Geru, Cluck, Zushi y Piyon se metieron a sus respectivas tinas, las cuales al ser algo grandes, fueron suficientes para que mínimo, cada uno se sentara con la espalda apoyada al borde del barril. Los minutos pasaron y, en poco tiempo, los cuatro elegidos sintieron como sus músculos se renovaban ante la calidez y el dulzor del agua.
—¡Oigan! —dijo Piyon, se le escuchaba feliz—. Creo que ya puedo sentir mejor mis brazos.
—¿De verdad? —preguntó Geru.
—¡Sí!
—Creo que lo mismo puedo decir de mi espalda —dijo Zushi.
—Igual yo —dijo Gon.
—¿Y tú Kanzai? —preguntó Cluck desde el otro lado.
Los chicos fueron los únicos que vieron como Kanzai respondió con un leve ronquido que surgió de entre sus dientes al tener la boca semi abierta. Para despertarlo Shalnark le salpicó agua en la cara, creando una marea con el brazo. El agua le salpicó en los ojos y en el interior de la nariz a Kanzai, despertándolo de golpe por el susto.
—¡OIGAN!, ¿Qué demonios les pasa? —preguntó Kanzai aturdido, secándose la cara con las manos.
Los demás comenzaron a reír, y Killua, quien escuchaba todo por detrás de la cortina trató de contener las risas tanto como pudo. Entonces, Gon, en un pequeño espacio entre las mantas, logró ver a Killua de espaldas, como si los estuviera protegiendo y ejerciendo el puesto de guardia. Entendía el por qué, pero en el fondo a Gon se le hizo algo triste ver a Killua apartado.
—Oye, Killua —llamó Gon y él volteó para remover la cortina y asomarse.
—¿Sí?
—¿No quieres unirte? —preguntó Gon, sonriéndole levemente.
Killua se descolocó por unos segundos.
—Aun queda espacio —agregó para alentarlo.
Los cabellos rebeldes y mojados de Gon caídos y sus ojos ámbar reflejando la luz que se asoma por la cortina, junto con la suavemente atezada piel de sus brazos apoyados en el borde del barril, relucientes por el agua, hizo que Killua se sonrojará de oreja a oreja y se pusiera automáticamente nervioso.
—Eh n-no, está bien. No quiero molestarlos —dijo Killua, apartando la mirada.
—No es molestia —insistió Gon.
—Sí, únete —fomentó Zushi—. Tú hiciste este baño, no es justo que no lo disfrutes. Únete.
Killua se volvió a Kanzai, como si le pidiera permiso. Kanzai lo notó, pero él se mostró despreocupado.
—Si quieres únete —dijo Kanzai, como si se tratará de liberar de la decisión.
Las chicas se quedaron en silencio para oír lo que ocurriría con curiosidad y Killua dudó, pero al ver que nadie del lado de los chicos lo miraba con hastió, sino con intriga por una respuesta positiva, suspiró rendido.
—Gracias —dijo Killua, y se empezó a desvestir.
La mayoría por respeto apartó la mirada al techo al notar que Killua, por todos los medios, intentaba cubrirse no solo sus partes privadas, sino que también las grandes marcas de arañazos que tenía grabadas en su piel. Gon las recordaba perfectamente, con la diferencia de que ahora estaban más que cicatrizadas. Con esa actitud, a Kanzai le pareció algo hilarante que aquel ser sobre natural aterrador del principio sea el mismo que el que tenían adelante en ese momento. Killua logró meterse sin estorbarle a nadie, pero trató por todos los medios no mirar a Gon por la vergüenza.
—¿Ves? —dijo Zushi—. No fue tan malo.
Killua los miró y al cruzarse con la mirada de Gon se encogió un poco de hombros y bajó la mirada al agua.
—Supongo que sí —aceptó Killua al final.
Tantos los presentes en el lado de los hombres como en el lado de las chicas sonrieron. Shalnark le volvió a salpicar a Kanzai al verlo en un estado letárgico y eso pareció colmar su paciencia, porque empezó a perseguirlo por los alrededores del barril, salpicando mucha agua y derramando un poco por los bordes al suelo. De pronto, todo se volvió divertido y el momento del baño ahora parecía un encuentro en una piscina para ambos lados.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Killua se divirtió tanto y que no dejaba de sonreír. Su sonrisa contagió a Gon y siguieron jugando.
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