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—¿Adivinación? —inquirió Gon, viendo como Kurapika servía agua en un pequeño cuenco de madera.

—Sí, así sabremos qué tipo de Nen son —respondió Kurapika—. Lo único que tienen que hacer es liberar aura  alrededor del cuenco. Cuando el agua reaccione, sabremos qué tipo de Nen son: intensificador, transmutador, emisor, materializador, manipulador, especialista. Solo pueden ser uno, y solo el agua nos lo dirá.

Gon, Piyon, Kanzai y Zushi miraron con intriga a Kurapika.

—Pero, aún no liberamos el Nen —comentó Piyon.

Kurapika no entendió su comentario hasta que vio el cuenco en su mano.

—Ah. Me estaba sirviendo agua —comentó Kurapika y dio un sorbo del cuenco. 

—Oh.

Kanzai lo miró incrédulo.

—Es obvio que no pueden liberar el nen aún —dijo Kurapika, luego de beber agua.

—¿Y cómo obtenemos el Nen? —inquirió Kanzai.

Killua, desde la entrada de la cueva, se quedó observando con preocupación para que nadie se acercara demasiado en pleno entrenamiento.

—Hay dos maneras, pero en lo personal recomiendo la segunda opción —explicó Kurapika, llamando la atención de los cuatro—. La primera opción es ir liberándolo con tiempo y entrenamiento, pero es la opción más lenta porque puede tardar mucho tiempo. Y un buen ejemplo es justamente Isaac Netero.

Gon se mostró más intrigado al oír nuevamente el nombre de Netero.

—No sé si es cierto, pero según la investigación que hay en el libro y la comparación que se hizo con unos datos que se tenían sobre los humanos con Nen en el pasado, Isaac Netero pudo haber tardado años en despertarlo. No sé sabe exactamente cuántos pudieron ser, pero, en base a pocas interacciones que se llegaron a obtener de soldados demonios que apenas pudieron sobrevivir a él, tuvo que haber pasado por situaciones complicadas y estresantes que lo llevaron a ese punto. Pero estiman que fue en mucho menos de cinco años.

Los cuatro discípulos quedaron con la boca abierta.

—¡Eso es demasiado! —opinó Zushi.

—Yo dije que el proceso iba a ser lento, no que iba a durar unos días —contraatacó Kurapika—. Además, puede que con ustedes pase diferente, porque no todos liberan el Nen de la misma manera y mucho menos en el mismo tiempo. Isaac Netero aprendió el Nen en base a unas circunstancias diferentes a las de ustedes. Por eso les dije que escogieran la segunda opción, que consta de despertar el Nen a la fuerza.

—¿Se puede hacer eso? —preguntó Gon.

—Sí, pero tiene un contra un poco fuerte. 

—¿Un poco fuerte? —preguntó Piyon, poniéndose un poco tensa—. ¿Eso qué quieres decir?

—Puede causar la muerte.

Kanzai, Zushi, Gon y Piyon se sorprendieron, y Killua, también se tenso de que tomarán esa opción, de la misma manera que Gerú y Cluck al oírlo.

—Si alguien con malas intenciones usa esa técnica en alguien que no ha entrenado lo suficiente, esa puede ser la consecuencia. Y creo que será un poco más arriesgado por el tipo de aura que mi naturaleza desprende —comentó, liberando un humo rojo y llameante alrededor de su mano.

Piyon y Zushi tragaron en seco.

—La verdad ya no confió tanto en ti como creía... —dijo Piyon.

—Sé que sonará arriesgado, pero mi intención no es matarlos. Solo soltaré unas vibraciones para abrir los poros de su cuerpo para que su Nen se libere. Después de eso solo tienen que concentrarse en controlar sus auras. Ese es el primer paso si quieren comenzar el entrenamiento.

—¿Y funcionará? —preguntó Gon.

—Según el libro, el poder del Nen no es tan diferente del nuestro, es una capacidad que pudo hacer frente a los demonios en base al poder de su energía vital. Los demonios desde sus inicios también fueron energías vitales, pero corrompidas. Y hay una gran diferencia en estar corrompido que actuar o hacer cosas aparte o fuera de la norma a pesar de estar corrompido. La única diferencia con los demonios del pasado es que ahora tenemos forma humana; además nuestros poderes siguen siendo diferentes porque no somos el experimento completo que ya les he comentado.

—Entiendo... —musitó Gon.

—¿Planean arriesgarse? —inquirió Kurapika, entregándole a Deyanira su cuenco a medio tomar.

Hubo un corto silencio tenso donde los rostros de Gon, Piyon y Zushi se mostraban pensativos.

—Morir o no morir, eh... —dijo Kanzai.

Todos lo miraron confundidos.

Kanzai tomó una gran bocanada de aire y suspiró lentamente,.

—Bien, voy yo primero.

—Kanzai... —musitó Gon, algo sorprendido y preocupado.

Piyon y Zushi se mostraron preocupados.

—¿Estás seguro? —preguntó Kurapika.

Kanzai miró los rostros preocupados de sus otros tres compañeros de entrenamiento para voltear a ver a Cluck y Gerú, quienes lo miraban preocupadas y nerviosas.

—No tenemos más que dos opciones, chicos —dijo Kanzai, mirando a los cinco mayores del grupo—. Hay que intentarlo.

Kanzai volteó a ver a Gon, y eso a Killua lo alarmó por dentro.

—¿No piensas lo mismo, Gon? —preguntó Kanzai.

Gon, con la sola idea de morir, sintió un leve escalofrío, pero no era tan estremecedor porque, a comparación de otras veces que a experimentado la muerte, está provocaba una vaga sensación de perdición. Tal vez por eso mismo Kanzai no tenía tanto miedo de intentarlo, después de todo, qué más podrían perder que sus esperanzas, las cuales ya habían creído dar por perdidas varias veces. Ya no les quedaba nada más que aferrarse a ellas hasta el final, incluso de formas retorcidas.

Kanzai, al no recibir respuestas, se resignó y se acercó a Kurapika.

—Si me llega a pasar algo no le echen la culpa a nadie. Ni a Killua ni al heredero, yo me estoy ofreciendo por voluntad propia —dijo, pero Gon, apenas notó los leves temblores del puño de Kanzai.

Gon, al ver eso, suspiró levemente, calmándose.

—No importa lo que pase, solo céntrense en salir de aquí —dijo y se detuvo delante de Kurapika.

—No lo harás solo —interrumpió Gon, llegando al lado de Kanzai.

Kanzai volteó y, al ver la sonrisa determinada de Gon, se confundió y extrañó un poco.

—Hay que intentarlo.

—Si los dos salimos heridos nos quedamos sin muchas opciones, ¿sabes? Voy a estar bien, en serio —respondió Kanzai.

—Tú no me has dejado solo, Kanzai. Solo te quiero devolver el favor —contestó Gon.

Kanzai quiso refutarle, pero al ver la mirada insistente de Gon, se relajó y prosiguió:

—Nunca me has dejado solo, Gon. Nadie de nosotros ha dejado solo a alguien —dijo con tranquilidad y le sonrió—. Gracias.

Gon le asintió, seguro.

<<Esto es un poco dramático para mi gusto...>>, pensó Kurapika, tranquilo. De reojo, miró a Deyanira y a luego a Killua y, al recordar un poco sobre ellos, decidió abstenerse de seguir opinando. <<Pero supongo que todos siempre tenemos un poco de dramatismo dentro...>>

—Entonces... —empezó a decir Kurapika, aumentando la intensidad del humo rojo sobre la palma de su mano—. ¿Están listos?

Los dos asintieron.

—Bien, dense la vuelta y muéstrenme sus espaldas —pidió Kurapika.

Kanzai y Gon le dieron la espalda a Kurapika y, gracias a que los dos se hacían compañía, el miedo disminuyó.

Killua, por dentro, sintió como su corazón latía acelerado. No quería ni ver lo que podría ocurrir, porque ni él tenía idea de cómo acabarían las cosas, y más al tener en cuenta el descomunal poder que podía tener un miembro de la familia de los clanes que gobernaban el fierno, pero sabía que tenía que ser fuerte ante lo que llegase a pasar, y que, si algo malo le pasaba a Gon, él seguiría para ayudar a los demás a salir de la Isla.

Piyon y Zushi miraron con preocupación a sus dos amigos.

—Gon... —empezó a decir Zushi, intentando acercarse a ellos.

—Zushi, no te acerques, si algo sale mal, ustedes dos deben tomar la otra opción —espetó Gon.

Cluck y Geru miraban expectantes y alarmadas, y más al ver cómo Kurapika extendía sus manos cerca de la espalda de Gon y Kanzai.

Gon y Kanzai, pese a estar algo tensos, sintieron como una especie de mano invisible los empujaba pese a que Kurapika no les había puesto ni una mano encima. Era una rara sensación que parecía implosionar contra sus cuerpos, como si tratará de destruir algo en ellos. Era una energía que compartía una escalofriante corriente por cada parte de su cuerpo. Y el impacto fue tan grande que, sin poder soportarlo, Gon y Kanzai gritaron por la sorpresa y el estremecimiento mientras Kurapika se concentraba en no excederse con su energía.

Pasaron unos segundos mientras el grito de los chicos alarmaba a los demás y se escuchaba por ciertos rincones de sus alrededores, y, en un instante, Kurapika abrió los ojos con algo de sorpresa al presentir algo diferente, al igual que Gon y Kanzai al sentir como un humo se abría paso entre los hoyos de su piel.

Kurapika dejó de liberar su energía y la esfumó en la punta de sus dedos para contemplar los resultados. Lo que vio, fue algo esplendoroso e impresionante, pues él nunca había visto el Nen como tal o sentido en algún momento de su vida. Era impresionante.

Kanzai y Gon abrieron los ojos con sorpresa al igual que Kurapika, pues habían despertado el Nen a la fuerza, saliendo ilesos de la situación.

—L-lo hicimos... —tartamudeó Gon, sorprendido, mirando sus manos, las cuales desprendía un humo blanco como si se tratará del vapor de una tetera.






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