27
Unos días después de que Machi llegará a la vida de todos llegó Leslie.
Leslie era una chica de una larga cabellera lacia y castaña, su tez era pálida y era muy delgada. Era muy linda y esa belleza resaltaría más si tan solo sus ojos verdes no estuvieran apagados. Desde que llegó ha estado llorando en brazos de Geru, desahogándose en llantos con los ojos apagados. Cuando alguien la observa siempre evita devolver la mirada, así era con todos. Solo se podía suponer que se sentía avergonzada de que la vean llorar y era porque mientras iban de camino al siguiente destino, todos pensaban que Shaty ya había apartado a Leslie para un hombre de 30.
Gon no ocultó su frustración con el simple hecho de pensar en aquella idea, porque sería como ponerse en el lugar de Leslie. Otra mente inocente corrompida por ese horrible mundo.
Debía admitir que ha cambiado un poco su forma de ser a cuando había estado allí por primera vez, pero no significaba que dejará de desagradarle.
Todos seguían en esa maldita jaula viajando y yo no podía dormir. No tenia ganas, y al observar a todos dentro pudo ver a Leslie también despierta y abrigada con las mantas que usaban para cubrirse cada vez que entraban a un pueblo.
— ¿No puedes dormir? —preguntó Gon desde una esquina de la jaula mientras ella estaba acostada de lado enfrente de él.
Ella lo miró y negó aferrando las manos en la manta junto al abrigo amarillo delgado con capucha que tenía puesto. El frío se hacía notar.
Gon le sonrío leve de lado.
— Ya somos dos. Casi siempre me pasa, sobre todo cuando estoy inquieto —le comentó—. ¿Y tú?
— Es que tengo miedo...
— Todos aquí lo tenemos. No trató de ser insensible, solo quisiera que compartieras tu miedo para que te sientas más tranquila. A veces es bueno desahogar los sentimientos que tiene uno para sentirse mejor después.
Ella solo apartó la mirada y contuvo unos sollozos.
— Quiero ver a mi mamá... —susurró con voz quebrada.
Leslie a simple vista se veía una chica con inseguridad. Eso se fue denotando con los días en los que se tardaron en llegar a la siguiente parada, que era una especie de paraje. Al parecer el que había apartado a Leslie era un hombre con mucho dinero, si no Shaty no estaría dispuesto a "cruzar todo el mundo". Probablemente el hombre era una figura pública y quería ser discreto al meterse en un territorio oscuro para saciar sus fantasías.
Siempre se desplazaban por casi los mismos lugares porque Shaty se contacta con los clientes de esa manera. Ha ido recopilando con el paso del tiempo un cierto número que le ha traído dinero a su bolsillo, y apenas se las apaña para todo ya que él es algo nuevo en este tipo de "Negocios", por lo que tenía entendido desde hace un tiempo.
— Saben, he pensado y... —dijo un niño mientras todos intentaban dormir en esa fea jaula en la que se apilaban como sacos de arroz.
— ¿Qué cosa? —preguntó Zushi.
— Sin nosotros Shaty no es nada, ¿Y sí nos aprovechamos de eso?
— Eres tonto si crees que puedes hacer eso. A él no le importaría matarte si lo desobedeces —respondió Kanzai.
— Pero... —trató de objetar el niño.
— Pero nada —alzó la voz para callarlo.
Lo bueno era que Shaty y sus hombres estaban dormidos cuando conversaban del tema. No era momento para meterse en problemas, y mucho menos para fanfarronear algo tan ridículo.
La noche seguía en pie y Leslie seguía despierta, al igual que Gon, pero no era él único. Zushi y Kanzai también lo estaban.
Lastimosamente, el tiempo no se puede detener. Llegaron a aquel paraje y se detuvieron en la entrada de una pequeña vivienda alejada del pueblo más cercano. Los hombres de Shaty sacaron a Leslie haciendo guardia de que ninguno más saliera de la jaula. Ellos no podían hacer nada. Solo les quedaba esperar a que saliera después del cometido.
Podía ver a Leslie temblar y con ganas llorar. Los vestidos o prendas provocativas que ese hombre conseguía no le daban buena espina. Ni siquiera vería con que ropa se presentaría. La iban a arreglar dentro de la vivienda.
— Señor, por favor. No quiero... —rogó Leslie, nerviosa.
— Ve rápido, niña —ordenó Shaty, sosteniéndole de la nuca y de la cara con fuerza—, o juró que te mataré. Eres solo un peón más en este grupo de mocosos y no me importaría perder otro. ¿Me escuchaste? —aclaró seriamente dándole un ligero jalón a uno de sus mechones de cabello.
Leslie ahogó una queja para no molestar a Shaty y asintió. Gon estaba seguro de que si lo hacía enojar se quebraría por miedo.
Vio como se dirigía a aquella vieja vivienda, amenazada con una pistola en la nuca. No habló mucho con ella, pero la impotencia de lo que ocasionaba la situación lo agobiaba. No le importaba lo demás ni lo que ocurría a su alrededor; sus uñas ligeramente largas enterrándose en la palma de sus manos eran testigos de ello, de la ira que desperdigaba Gon al ver el ciclo repetirse.
Miró a los demás, quienes permanecían callados y ninguno se miraba a la cara. Se veían molestos y disgustados. El sentimiento entre todos eran mutuo y eso no le gustaba, incluso Machi se escondía en el vientre de Gon para evitar pensar en lo que estaba pasando mientras abrazaba su cintura.
Al verla entrar en esa casa, muchos recuerdos le consumieron la cabeza. Las ganas de gritar en ese lugar al verla entrar a esa casa y al oír la puerta chirriar al ser cerrada lo torturó por unos segundos. Todo al mismo tiempo que veía como las lágrimas caían de los ojos de Leslie, y que dejó de ver cuando en su cabeza la puerta se cerró con un estruendo. Después reaccionó.
Pasaron unos minutos eternos en los que se quedaron mirando la puerta. Gon apretaba los dientes al sentirse un poco ansioso, su cuerpo temblaba de rabia.
Pareciera que pasaban horas cuando no han pasado ni siquiera media hora desde que entró cerrando la puerta.
La situación lo estaba torturando. Hubo un momento en el que no pudo aguantar más y de forma inconsciente se reincorporó, pero antes de hacerlo escuchó un grito que provenía de adentro de la vivienda.
— ¡¡NOO!! —escuchó el grito, saliendo de sus pensamientos. Era Leslie.
Pasaron unos segundos y, expectantes, vieron a Leslie salir descalza del lugar con un vestido floral desgarrado que dejaba sus piernas descubiertas. Sus ojos estaban inundados en lágrimas.
— ¡NO QUIERO! —gritó Leslie.
Ella salió corriendo, pensando que podría escapar luego de haber atacado al sujeto con una botella de licor de vidrio. La aterradora propuesta de comprarla la alarmó y solo aprovechó el descuido del tipo con el que estaba adentro.
Sin voltear huyó, siendo perseguida por unos hombres de Shaty.
— ¡Vayan por ella, rápido! —ordenó Shaty.
Al verla irse corriendo, Gon solo pensó algo que se repetía en su cabeza.
"Corre, corre y no te detengas."
Fue lo único en lo que pensaba, y sintió un gran aire de esperanza avivarle el corazón. Y no sabe si estaba alucinando o algo, pero pudo imaginarse a él en su lugar escapando.
En su ser la libertad lo colmó de atenciones, pero esas atenciones se vieron interrumpidas al escuchar salir al sujeto que había pagado para estar con Leslie.
— ¡Tontos!, ¡Que alguien la mate! —gritó el hombre y la piel de Gon se tornó pálida—. ¡Si se escapa se acaba tu maldito negocio y reputación!, ¡Mátala! —ordenó a gritos. Se le veía asustado, casi amenazando a Shaty.
— Oh no... —musitó Cluck.
— No... —dijo Gon para si mismo, y rápidamente zarandeo las barras de la jaula para salir. Un intento desesperado inútil.
— Gon, basta... —dijo Kanzai con voz sombría. Volteó a mirarlo y su frustración se dirigió a él por unos segundos, pero dejó de prestarle atención para ver a Leslie.
Podía ver entre las rejas a Leslie correr por la colina con dificultad por el césped y por lo inclinada de la estructura. Leslie estaba adelantada a los hombres de Shaty.
— ¡Mátala! —vociferó el hombre elegante a Shaty.
Shaty dejo ver su rostro fastidiado y tenso, pero a pesar de eso se soltó del sujeto y sacó su arma para luego apuntar a Leslie.
La tensión en los huesos de Gon se fortaleció para sacudir con más insistencia los barrotes.
"No, no..."
Tenía esperanzas de que fallará el tiro. Si cruzaba la colina a la que se estaba subiendo se salvaría. Tenía las esperanzas y rogaba con todas sus ganas apretando fuerte las barras sin pestañear. Sin embargo, todo fue tan rápido. Leslie no llegó ni a la punta de la colina y cayó al césped con su mano estirada rozando la cima. Estaba algo lejos, pero podía ver su cuerpo estando perfectamente recostado sobre el pasto. Los hombres de Shaty estaban sorprendidos por lo ocurrido.
Al ver tal escena Gon dejó caer sus piernas al suelo de la jaula, arrodillado, y no fue lo único que cayó al suelo, sus lágrimas le hicieron compañía. Unas lágrimas que eran de frustración.
Su vida valía más que una maldita reputación o un maldito negocio. Pero en ese mundo ese era el valor de su vida.
Shaty se sorprendió, él no disparo, y gruñó de disgusto. No tenía planeado disparar, quería esperar a que sus hombres la agarrarán y si no funcionaba la mataría con mucho rencor. Le costaba bastante reunir a los niños y cada cierto tiempo se le complicaba el asunto.
— Usted es demasiado lento, señor Shaty. Pero no se preocupe, mis hombres ya se encargaron —anunció el hombre.
— ¿Hombres? —preguntó Shaty confuso.
— Pues claro, no vendría aquí sin vigilancia.
Shaty miró a su alrededor y a la distancia, más allá del prado, había unos árboles donde apenas pudo divisar a unos hombres de traje negro preparados como si fueran a ir a una guerra teniendo francotiradores en la mano entre otro tipo de armas.
— Ya veo... —dijo Shaty, luego fulminó con la mirada a sus hombres, que se quedaban quietos alucinados—. ¡No sé queden ahí parados, zopencos!, ¡Desháganse del cuerpo ahora!
Los subordinados de Shaty acataron sus ordenes y se acercaron a Leslie para recoger su cuerpo.
— Lamento la molestia, Señor —se disculpó con remordimiento.
— No quiero disculpas, quiero mi dinero de vuelta —exigió el hombre—. Ha no ser que quiera que me cobre a la mala, Shaty —advirtió el hombre.
Gon y los demás se pusieron tensos al escuchar las amenazas del hombre, y más teniendo en cuenta de las otras armas que portaban sus defensores.
— No me gustaría recordar su incompetente trabajo. Si lo hace, lo tendré en consideración para un futuro acuerdo. Si es que de verdad se quiere dedicar a esto.
Shaty refunfuñó leve en un ligero suspiro.
— Muy bien, entremos a la vivienda. Le daré su dinero —dijo fastidiado, entrando al lugar.
— Así me gusta —soltó complacido con gestos triunfantes, siguiendo a Shaty—. Tiene agallas pesé a la edad —alagó y cerró la puerta detrás.
No hizo más que contemplar como levantaban el cadáver de Leslie para ir a ese bosque junto al parado. Iban a enterrarla ahí para deshacerse de ella. Gon se rindió y apoyó su frente entre los barrotes llorando frustración. La cabeza de Leslie goteaba sangre y aparto la mirada para esquivar futuras pesadillas. Fue como ver la representación de sus ilusiones pisoteadas. Se sentó abrazando sus piernas y ocultó su rostro en sus rodillas.
"No es justo..."
— Amano... — llamó Kanzai al niño que había hablado antes y que había contado su idea.
Amano estaba asustado y abrumado queriendo llorar al igual que los demás que buscaban consuelo en Geru y Cluck, Machi incluida al ver que Gon no podía consolarla en esos momentos.
— ¿Ah? —confuso le prestó atención a Kanzai cuando lo llamó.
— Está es la razón por la que tu idea de intentar manipular a Shaty es una tontería —replicó serio, señalando vagamente el cadáver—. En el mundo hay muchos niños, no somos especiales para él. Así que toma la muerte de Leslie como ejemplo y cuando se te ocurra una idea mejor para sobrevivir recién habla, ¿Quedó claro?
Escuchar eso hizo que a Gon le ardiera la sangre. Miró a Amano y este había asentido con un suspiro de derrota.
"¿Cómo se le ocurre decir eso como si nada?", se preguntó Gon.
Decir que estaba enojado era ser demasiado suave, pero no quería discutir, mucho menos ahora. Contuvo todos sus comentarios y se quedó callado. Nunca se había sentido de esa manera. Ya no siente solo miedo siente odio, un horrible odio.
Pasó un buen rato, y se fueron ni bien los hombres de Shaty regresaron. Al verlos volver aparto la mirada, algunos tenían un poco de la ropa manchada de sangre y tierra. Seguramente el entierro no fue para nada delicado.
Cuando el sol se empezaba a ocultar su viaje empezó al igual que el del hombre adinerado de hace rato. Se fueron por caminos separados y Gon no podía apartar la mirada del bosque que había en la pradera hasta que se perdió de su vista cuando ya se habían alejado lo suficiente.
Al cabo de un tiempo olvidó aquel suceso, no fue intencional, pero lo hizo, y los recuerdos volvieron a él cuando Kanzai volvió a utilizar a Leslie como un ejemplo para los nuevos de lo que no se debía hacer para sobrevivir, esos eran Shalnark y Shizuku.
Shalnark al principio no quiso contar nada, pero lo hizo un tiempo después. Shizuku fue la más inocente y contó que su mamá la vendió. Ella también había sido prostituta y, según ella, no era la primera vez que vendía a sus hijos después de tenerlos. Shizuku comentó que para ella era algo normal vender su cuerpo y que no sentía remordimiento por lo que hizo.
Su mente retorcida lo lleno de repulsión, esa mujer sin duda no tenía las neuronas bien organizadas.
Ese día se dio cuenta de que tenía que ser más listo que los vagos hombres de Shaty.
Comenzó a hacer ejercicio más seguido y a entrenarse solo por las noches en los establecimientos a los que acudían, y raras veces para dejar a Shaty sin muchas formas de amenazar empezó a robar y desarmaba algunas balas que compraba en secreto. Todo siendo minucioso, ya que los imbéciles guardaespaldas que tenían gastaban las balas en juegos estúpidos. Uno acabo muerto en un juego de ruleta con la pistola. Obviamente Shaty comenzó a sospechar y tuvo que parar por un tiempo. Él apenas podía sustentarse, sustentarlos a ellos y comprar las cosas que necesitaban ponerse para "gustarle a los clientes", y era más que obvio que no le alcanzaba para muchas balas.
Sin duda era un viejo que se quería lucrar del negocio que traía traficar con niños y prostituirlos, pero era un novato que aprendía con el tiempo.
De cierto modo es algo que agradece, porque si Shaty no estuviera empezando recién con este "negocio", no hubiera podido hacer nada.
Pero nada ha acabado aún. Le queda mucho por recorrer y esperar ese ansiado día de su libertad, y volverá a ver a su tía Mito. No importa cuanto tenga que esperar.
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