25
Comenzó a despertar, primero con pereza, hasta que se orientó bien y abrió los ojos por cuenta propia. Se levantó y vio que todos seguían durmiendo.
Seguía algo cansado, y entonces recordó lo acontecido la anoche anterior con Killua. Rápidamente, casi brincando del sofá, teniendo cuidado con su andar para no despertar a los demás, salió de la cueva.
No había nadie afuera.
"¿Dónde está, Killua?"
Fue corriendo a su cuarto, y cuando llegó con él lo encontró dormido y acurrucado dentro de las sábanas, como si fuera una oruga con la cabeza expuesta sobre la almohada.
— Está dormido... —musitó para él mismo.
"¿Dónde está toda la madera?"
Prefirió preguntarle después, quién sabe hasta que hora se quedó despierto trabajando. Se retiró despacio para dejarlo dormir y al regresar se encontró con Zushi levantado.
— Buenos días, Zushi —saludó con una sonrisa mientras se acercaba—. ¿Qué tal dormiste?
— Bien... —dijo aún atolondrado sobando sus ojos—. Aún estoy medio dormido, pero se me pasará.
— De acuerdo, ¿Te parece si cocinó los pescados? —dijo mientras se acercaba a uno de los barriles donde empezaron a almacenar los pescados.
El barril se convirtió en su almacén de pescado improvisado con bolsas de hielo. Según Geru, Killua trajo las bolsas la segunda vez que regresó con los pescados. Si supieran que se las robó a un hombre que vendía pescado y mariscos...
Ver los pescados le hicieron recordar a su hogar. Su amada Isla Ballena. La familia Freecss para mantenerse, aparte de tener una tienda de licores, vendía pescado, entre otros productos que provenían de las aguas que rodeaban las costas.
Anhelaba volver a olisquear el intenso olor a sal en su ropa y cuerpo luego de pescar con su tía, que más parecía su mamá. Era todo lo que le quedaba junto a su abuelita Abe, después de todo nunca conoció a sus padres, más que por fotos. Solo sabe que tuvieron un accidente en su viaje en barco para ir a otro lugar del que ya ni recuerda. ¿Era York Shin, no?, quién sabe. La verdad le daba igual.
— ¿Eh?, se acabaron ayer, Gon —avisó al ver que me acercaba al barril.
— No, si hay —le informó tomando un pescado de la cola— Mira.
— Oh, de seguro Killua trajo más. Ayer nos comimos los últimos.
Y sí, si trajo más ayer. Después de su conversación con él decidió tomar agua antes de volver a dormir; el barril de pescados estaba lleno al llegar al barril de agua.
— Sí, empezaré a cocinar. —anunció tomando unos pescados.
— Está bien. Ahora voy.
Tardó un poco más en cocinar, no solo por estar cocinando algo para él y Zushi, sino que se adelantó en cocinar otros para los demás; pronto se levantarían con hambre. Era consciente de que tenía que estar vigilando los pescados, pero vio a Zushi tan callado y pensativo que se preocupó un poco. Antes cuando lo saludó al levantarse no le miró ni siquiera cuando le estaba hablando, tenía una cara de desazón que no podía entender.
Zushi es uno de sus mejores amigos... y recayó en cuenta de que no le tomó mucha consideración desde que llegaron a la Isla...
"¡Soy un tonto!"
— Bien, creo que ya están listos —dijo tomando un palo de uno de los pescados ya cocinados—. Buen provecho Zushi.
Tenía que encontrar una forma de empezar el tema de conversación.
"Tengo que disculparme... Me preguntó..., ¿Cómo se habrá sentido al respecto con todo esto?"
— Gon... —llamó Zushi y él le hizo caso.
Zushi no le regresaba la mirada todavía, y temió lo peor al creer que podría estar molesto en secreto con él por aceptar el trato de Killua, después de todo, eso era algo que solo Zushi haría, preocuparse y anteponer los deseos de los demás antes de pensar en lo que quería. La tensión en sus huesos empeoró en la posibilidad. Con todo lo acontecido se podía esperar cualquier cosa.
— Eh, ¿Sí?, ¿Qué pasa, Zushi? —intentó sonreír un poco, pero eso no cambiaría nada. No lograba actuar como si nada hubiera pasado.
Sus ojos apuntaban al suelo.
"¿No querrá mirarme por qué estará molesto conmigo?"
— Yo... quiero disculparme contigo.
"¿Eh?, ¿Disculparte conmigo? Zushi, se supone que es al revés. Yo soy el que debería disculparse. No hemos tenido tiempo de hablar, y todo por tener en la cabeza solo a Killua."
¡Todo era Killua!, ¡Killua esto!, ¡Killua lo otro!, parecía que no tenía nada más en la cabeza que a Killua. Se sentía un mal amigo, creyendo que Zushi se estaría culpando por no hablarle en el momento en que más necesitaba de su apoyo.
— ¿Disculparte por qué? —preguntó confundido.
— Por no haberte apoyado en esa noche —dijo un poco bajo, sin mirarlo aún.
— ¿Te refieres a cuando estábamos viendo sí confiar o no en Killua?
— Sí, debí confiar en ti, y en un momento tan serio no te apoyé. De verdad lo siento...
Se veía arrepentido.
"¿Por eso no me mira a la cara?"
— Oye no, Zushi. No te lo tomes tan apecho. No tienes de qué disculparte, es normal que tengas dudas, todos tenemos unas. —decía intentando calmarlo.
— Es que... no lo entiendes.
— ¿Eh?, ¿Qué quieres decir?
— Lo único que me quedaba por hacer bien era apoyarte...
— ¿Por qué lo dices?
Él se quedó callado un rato y la inquietud le apretujo el corazón, ansioso por saber lo que le pasaba a su amigo.
— Porque fui un inútil...
Se indignó con su comentario, y bajó su vista a sus manos hechas puños al detectar que estaban temblando. Verlo temblar de ese modo le dio intriga.
"Ahora que recuerdo... cuando hablamos todos juntos... él iba a decir algo antes, pero se interrumpió solo."
— Antes creía que sí podíamos ser libres... —empezó con la voz quebrada y de golpe se detuvo al ver que estaba al borde del llanto—. Y aún lo creo, pero... no puedo evitar recordar esa noche cuando... todos fueron asesinados... y no puedo evitar pensar que yo terminaré igual... —Alzó la vista y se sorprendió al ver lágrimas goteando de su cara—. Siento que fui un inútil... y que no soy lo suficientemente fuerte. —Dejó caer su rostro entre sus brazos posados en sus rodillas para desahogarse mejor. — Ni siquiera tuve el valor de hablar cuando nos pusimos a discutir sobre la propuesta de Killua... ni siquiera quería decir nada. No tenía nada de valor para decir, porque no sabía que hacer... Y porque no entiendo como es que no pueden inmutarse y yo no puedo por más que quiera... siento que no aportó nada a nada... no fui ni capaz de apoyarte...
— Zushi..., ¿Por cuánto tiempo llevas reprimiendo esto? —preguntó suave para intentar tranquilizarlo.
— Eso no importa... —respondió negando con un ligero movimiento de cabeza.
— No digas que no has hecho nada.
— Es la verdad. Tú y los demás hacen todo —contradijo encarándolo.
— No lo es.
— ¿Cómo puedes contradecirme lo que es cierto? —inquirió confundido, intentando secarse las lágrimas.
— ¿Tú le enseñaste a Machi y a los demás ese juego de tumbar la montaña de piedras, no? —preguntó para confirmar.
— ¿Qué tiene que ver que lo haya hecho?
— Lo importante es que lo hiciste.
— Sí, pero eso no tiene nada que ver con el asunto.
— ¡Sí tiene que ver! —alzó un poco la voz, encarándolo sin ser brusco.
Zushi se espantó un poco y al notarlo relajó su ceño fruncido. Se calmó y guardó distancia hasta estar bien sentado. El silencio penetró un momento el ambiente serio, y lo usó para relajarse.
— Dime, ¿Has visto a los niños llorar desde que les hiciste jugar ese juego?
— ¿Qué?
— Desde un inicio todos estábamos asustados y nos sentíamos mal por todo. Y sigue siendo así. No somos tan valientes como parece. Yo no lo soy y no me he recuperado tan fácil de la perdida de los demás... es una de las razones por las que no duermo del todo bien —dijo, ocultando su rostro en sus rodillas y brazos, mirando la fogata con detenimiento. — Los recuerdos me persiguen para serte honesto...
Zushi no dijo nada y continuó escuchándolo.
— Kanzai..., Geru..., Cluck..., Piyon... tampoco son valientes. Solo tratan de adaptarse a los hechos... y no significa que estén olvidando todo como si nada. La única razón por la que siguen de pie es por los demás... Somos una familia. Así nos vemos todos. Nosotros somos los mayores y debemos estar presentes para nuestros hermanitos menores —le sonrío dulce—. Y con eso no habló solo de defenderlos de un monstruo o a vigilarlos para que no les pase nada, sino a estar siempre al lado de ellos y darles tu afecto, hacerlos felices hasta que ellos tengan la forma de defenderse, siempre dejándoles en claro que nunca los dejaremos solos, que siempre estaremos ahí cuando nos necesiten.
El cuerpo de Zushi paró de tiritar y suspiró para tomarse un respiro.
— Puede que no te hayas dado cuenta, pero con solo haberles enseñado a jugar ese juego ya los estás protegiendo.
— ¿Cómo así?
— Ellos están igual de inseguros que nosotros dos... que todos. Kanzai incluido —Kanzai e inseguridad al parecer no iban en la misma oración, según la cara de sorpresa de Zushi—. Pero siguen adelante porque saben que estamos para ellos, para apoyarlos, y estás protegiendo su felicidad, y les estás mostrando que aún pueden ser felices, porque son niños y no deberían estar pasando por esto. Funcionó conmigo en los momentos que me sentía mal cuando aún estábamos con el rabo verde de Shaty. Siempre jugábamos a escondidas, hasta que comenzaste a inventar otros juegos para divertirnos todos juntos.
— Sí... —murmuró con una pequeña sonrisa, encogiéndose de hombros.
— ¿Lo ves? Puede que solo me hayas hecho jugar un juego, pero hiciste mucho por mí, y me hiciste sentir mejor cuando más lo necesitaba. Por eso no quiero que digas que no ayudaste en nada, a veces hacer poco es hacer mucho, y por eso te lo agradezco bastante.
Zushi solo sonrió leve, supuso que se sentía mejor.
— Lo entiendo, pero, ¿Quién nos hace sentir mejor a nosotros los mayores?
— Todos —respondí Gon.
— ¿Ah?
— No solo porque seas el mayor eres más importante que el menor. Somos familia, y todos nos ayudamos entre todos, y todos somos importantes para todos —le intentó hacer entender su punto de vista, que aprendió cuando entendió que no quería perder a nadie más... Ya había perdido bastante. Todos eran muy importantes para él en su corazón, formaron parte de su vida y estuvieron a su lado cuando más los necesitó—. El punto al que quiero llegar es que no debemos preocupar a nadie, porque dependiendo del ánimo que transmita uno a otro este se mantendrá y se transmitirá a los demás.
— ¿Todos somos uno?, ¿Eso quieres decir?
— Sí, eso quiero decir.
— Oh, ya entiendo. Dios... me siento un poco tonto al llorar por cuestiones propias —dijo limpiándose la cara con su antebrazo—. Pero, la verdad es que me ayudó a sentirme mejor de alguna manera.
Gon sonrío.
— La próxima que me sienta inseguro te lo diré.
— Yo haré lo mismo.
Sobre todo por la culpa por no haberle prestado atención a él también. Fue egoísta al solo pensar en sus cosas. A penas ha podido jugar con Machi. Solo jugó con Machi ayer en la noche porque se lo prometió. Tal vez debía tomarse un pequeño descansó de todo aunque sea un poco.
— Bueno, desayunemos.
— Sí —dijo Zushi tomando un pescado y apagando el juego con un poco de agua.
Verlo comer le abrió el apetito y salió a ver el árbol con los nombres tallados mientras comía solo por querer sentir satisfacción personal. Lastimosamente para su sorpresa y mi mala suerte, casi se atoró con el pescado al ver que el árbol estaba completamente intacto sin ningún nombre tallado en el mismo.
— ¡Maldita sea! —gritó fastidiado, frustrado. Su corazón lo estaba sofocando por no creer que todo su progreso haya desaparecido— ¡¡No otra vez!! —y, agotado por la frustración y por las marcas en sus manos, dejó escurrir las piernas al suelo sobre el pasto—. Me demoré mucho tallando todo eso... —dijo derrengado—. Mis manos no van a soportar más...
Tumbó el resto de su cuerpo al pasto excepto el antebrazo derecho de la mano que sostenía el pescado. Al pensar en todo lo que le costó haber tallado cada nombre muchas veces en ese árbol, se le hizo tediosa la idea de iniciar desde el principio otra vez, a tal punto de que se sentía atrapado en un déjà vu.
— ¿Por qué me pasa todo a mí? ¡No es justo! —clamó con vehemencia.
Zushi rio un poco mientras comía.
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