22

"¿Cómo una Isla podría poner reglas...?"

Gon intentó plantearse ideas para dar con alguna respuesta. Sabía que el dueño de cierto lugar o tienda era el que imponía las reglas de un lugar para que este mantenga orden y que todo se quede como este mismo quería, pero que una Isla lo haga le parecía imposible, y muy irreal. No tenía sentido, y si fuera posible... ¿Cómo es que alguien pudo hacer algo como eso?

Condenar a alguien de esa manera para siempre... No era justo, y él sabía de eso perfectamente. Sin duda ese era uno de los mayores misterios que tenía en su cabeza desde que llegó a la Isla y del cual recién se había dado cuenta.

Ya ha desayunado pescado y agua. Si le preguntarán cuál ha sido una de sus mejores comidas de toda su vida, diría con total sinceridad que la de su tía Mito, pero si le preguntarán cuál ha sido su mejor comida desde que fue secuestrado, él respondería con toda naturalidad que fue un pescado y agua. Fue lo mejor que se había comido desde hace mucho, o al menos de forma consecutiva, pero de todos modos estaba conforme si su estómago no le volvía a quemar por dentro insistiéndole comida.

Todos seguían dormidos y, lastimosamente, una vez que Gon se despertaba no podía volver a dormir. Espero un poco con los ojos cerrados, forzándose a no divagar en nada que no fuera la oscuridad, lo cual fue difícil debido a que de vez en cuando recordaba una que otra cosa sobre sus encuentros sexuales con la gente que se topaba. Todo era involuntario y al instante lo quitaba de su cabeza para conciliar el sueño. 

Luego de un rato entendió que el sueño no llegaría, y se dispuso a continuar en tallar los nombres de todos en el árbol junto a la cueva, pero estaba confundido y molesto a la vez. Antes tenía nombres escritos, más de la mitad, y habían desaparecido. Tuvo que hacer todo desde el principio. Una vaga idea de que quizás Killua quería jugarle una broma cruzó por su cabeza. Ha sido un espectador al ver como hacía crecer esa liana para hacerlo subir de ese hoyo a él y a Kanzai, y cree con cierta firmeza que él es el único que puede hacer ese tipo de cosas, o al menos en esa zona, a no ser que lo haya hecho alguien más de su especie, la verdad no estaba seguro. Pero sea quien sea que haya sido, no era gracioso, era agotador. Sus manos se habían puesto rojas, remarcadas y con ampollas por el esfuerzo. En el fondo supo que no quería repetir todo el proceso y, aunque sabía que sería trabajo pesado, de todos modos quería seguir haciéndolo.

Killua no estaba. Había ido a hablarle a su cuarto cuando se levantó, queriendo averiguar más sobre la Isla, y esas ilusiones se desvanecieron al encontrar la cama vacía. 

Sí, pudo haberlo hecho ayer, pero al voltear para preguntarle tuvo la grata sorpresa de sentir como dio un ligero bote en la cama en el mismo sitio donde estaba sentado, todo para encontrarse con Killua tumbado en la cama. Se había quedado dormido. Verlo completamente agotado le hizo sopesar un poco. Tenía sentido que estuviera cansado. Él usa poder para ir y venir de la Isla para traerles comida y agua; Aparte, por más que cargar cosas que pesen una tonelada sea su fuerte, debía tener en cuenta el desgaste mental. Gon también se cansaba mucho al pensar demasiado, tanto que juraría que salía humo de sus orejas.

Por esa razón lo dejó descansar, pero ahora, cuando regresé, le preguntará.

Siguió tallando, inmerso en como se escribía cada nombre con la piedra marcando el tronco, hasta que escuchó una voz que lo sobresalto en su sitio e hizo que se quedará más tieso que una estatua. Con el cuerpo erizado analizó la reconocida voz que se escuchó a su espalda, relajándose al percatarse de quién era. Killua le dijo que no había monstruos por su zona y que estos no salían en la noche, pero aun así no podía evitar ponerse nervioso y tenso con tan solo pensar en que no tiene como defenderse de las criaturas, poniéndolo alerta a todo momento.

— Te quedo muy bien —alagó Kanzai cruzado de brazos—.  ¿Están todos ahí?

Gon dio media vuelta.

— Casi, solo están los que ya no están con nosotros. —Volvió a trabajar. 

— Entiendo...

Ninguno abrió la boca, lo único que se escuchaba era la fricción de la piedra contra la madera, pero Kanzai volvió a hablar.

— Gon. —Lo llamó y el mencionado volteó, atento a sus palabras—. Sé que estás confiando en... 

Gon lo miró con incredulidad. Paró de hablar en seco por todavía no ser capaz de mencionar a Killua por su nombre. 

— Killua —le finalizó. 

— Sí él, como sea —dijo ignorando lo dicho por Gon—. Sé que estás confiando en él, pero espero que aún te quede un poco de criterio propio sobre la situación.

— Kanzai, no quisiera hablar sobre esto ahora y empezar a discutir nuevamente. Ya le dije a Killua nuestra decisión —mencionó paciente.

— No lo entiendes, Gon —dijo tranquilo—. No quiero discutir sobre el tema. Solo quiero saber si todavía tienes en mente lo que provocó y todo lo que perdimos por su culpa.

No le dijo nada, solo le sostuvo la miraba. Ojo por Ojo. Su vista inquisitiva entrecerró los párpados para tratar de deducir lo que pensaba.

— No quiero ser negativo, pero ya hemos perdido a muchos, y no quiero perder a más, y nadie de aquí te quiere perder a ti. Eres el hermano mayor para los más pequeños y un gran hermano menor para los mayores. Además, quiero recordarte que ese tipo desde un principio nos dejo con vida porque te ofreciste. Te ofreciste tal como Shaty lo hacía con todos, ¡No eres un objeto! 

No hizo nada más que presionar los labios. Era verdad, lo sabía en el fondo desde el primer momento. Se había ofrecido como en una subasta. Pero Killua quería cambiar, o al menos quería que esa idea prevaleciera en su cabeza hasta las últimas.

— Pero... Killua ya dijo que quería ser mejor.

— Mira, yo de por sí hace tiempo que no confió en extraños. Y él ya ha demostrado ser el fuerte y el dominante. ¿Qué pasa si está planeando todo para ganarse tu confianza y deshacerse del resto haciéndolo parecer "Un accidente"? —resaltó las palabras finales con comillas a los lados de su cara.

— Él ya dijo que saldría perjudicado si nos hacía algo —protestó suave. 

— ¿Y si también mintió en eso? —interpuso—. Nadie de nosotros vio como se apareció esa marca, ¿Y si él se la hizo? No puedes afirmarlo si ni siquiera viste lo que paso. 

Gon solo suspiró. La verdad es que jamás se le paso por la cabeza todas esas cosas que pensaba Kanzai, y ni siquiera quería pensar lo peor de ningún momento.

"Ya no quiero pensar cosas horribles...", pensó rendido, deseando que sus intentos de leerle la mente tuvieran sus frutos.

— Puede que tengas razón Kanzai, y no te culpo que pienses así —trató de mantener la calma. Se estaba poniendo muy ansioso jugueteando con la piedra entre los dedos—. Pero sea o no sea cierto lo que dijo, no tengo nada más a lo que aspirar. Voy a hacer cambiar a Killua de un modo u otro, y no para que sea como quiero... Si no para que sea mejor de lo que él espera ser... Y si es posible... quizás convencerlo de que nos liberé.

"Lo dudo... No pienses en eso.", opinó una vocecita en su interior, porque por más que deseará eso, su cabeza le repetía que eso jamás pasaría.

— ¿Por qué te empeñarías en algo así?

— Porque a pesar de tus dudas siento que me esta diciendo la verdad. Lo notó. Además, no me planeó rendir tan fácil. Un día volveré a ver mi tía Mito, y no lo lograré si veo todo por perdido.

Kanzai solo se quedó callado, observándolo con detenimiento, perdido en sus pensamientos.

— Tú más que nada debes entenderme, también te alejaron de tu familia, ¿No tienes ganas de volver a verla? ¿No la tienes? —cuestionó con ojos tristes.

Kanzai pareció despertar con sus preguntas, frunciendo un poco el ceño.

— Ni lo menciones, Gon —respondió serio, advirtiéndole—.  Todos aquí quieren lo mismo, pero a veces hay que pensar en el presente para tener un futuro. Pensé que eras más maduro que esto, pero veo que aún tienes algo de debilidad.

Algo explotó dentro de él.

— No es debilidad, Kanzai —contrapuso severo y, con algo de remordimiento entre sus dientes, se acercó a él a paso fuerte—. Eso es ser humano. Por ejemplo: Geru dijo que esta bien llorar, que hace bien para desahogar el dolor. ¿Acaso por llorar me verás como una niña o como alguien débil?, ¡Dime! —gritó molesto, con sus rostros bastante cerca. Eran como dos animales tratando de marcar su territorio. 

Ambos se comían entre si con una mirada rabiosa. 

Y Kanzai se relajó al saber que no quería perder el control en una conversación que no iba por ese camino.

— No quiero que nos salgamos del tema, Gon. Eso que estas diciendo no tiene nada que ver. Solo creí que serías más consciente, pero estando con Shaty o no sigues actuando de la misma forma impulsiva que siempre. No has aprendido nada. No está mal mantener la guardia en algunas circunstancias siempre hemos hecho eso. Y no me hagas parecer el malo aquí, solo estoy tratando de ser realista y precavido —respondió manteniéndole la mirada, relajando los gestos faciales—. Simplemente ya no quiero perder a nadie, ni a ti, porque quieras o no, ustedes son lo único que me queda —finalizó, se giró sobre sus talones en un movimiento hábil y se fue.

Lo vio irse y, con el viento interviniendo en su rostro para apaciguar su enfado, deseó poder estar en otro mundo... donde pueda tener un descanso de todo por un tiempo y así volver a la realidad recargado con la energía suficiente para afrontarla como se debe. Y existía esa posibilidad, pero sería aceptar la derrota y la muerte, y después de la muerte, ya no había vuelta atrás.

Por eso todavía seguía esperanzado sin rendirse... Para así en el futuro alcanzar ese otro mundo a su manera... Para así quedarse ahí siempre... y así haber vencido a la muerte que lo acechaba en esa Isla... Y jamás iría allá hasta que sea la hora de que lo haga.

"¿Qué no he aprendido nada, Kanzai? Vete a la mierda. Ya he aprendido suficiente.", rechistó con fastidio.

La angustia lo estaba llevando al límite.

Volvió a su trabajo de tallador para distraerse, y se calmó.

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