21
Después de la charla se fueron a los sofás dispuestos a dormir. Gon se quedó con la duda de lo que pensaba Zushi, pero justo cuando iba a preguntarle él ya se había dormido al igual que todos. Fue el último despierto, y era por estar prendado en su imaginación. Él era el que le tenía que decir a Killua la decisión que habían tomado al final; en cambio, tenía que admitir que si quería que esa nueva "relación" funcionase debía decirle que tenía que tener paciencia con sus amigos, porque dudaba que la escena de hace rato, cuando casi asfixia a todos, se les vaya a pasar por alto a todos. No dejaba de releerse la única idea de su cabeza, haciendo que le sea aún más difícil soportar el estrés, pero la fe en él también persistía, después de todo Killua había demostrado querer arreglar las cosas al matar a ese monstruo, pero bueno, él pensó que eso sería muestra de disculpa, y no lo era. En ese momento ya había visto suficientes muertes por un día y, otra cosa importante que debía aprender, es que no podía resolverlo todo con violencia.
Pasó un tiempo en el que sus ojos no se podían pegar para conciliar un sueño y, rendido ante su propia impaciencia, decidió que no podría dormir si no hablaba con Killua primero. Entendió que sería mejor hablarlo de una vez, así nadie interrumpiría, aunque en el fondo sabía que lo estaba haciendo porque su espíritu inquieto no lo dejaría en paz. Se planteó primero como empezar a platicar con Killua y una línea de pensamiento cruzó por su cabeza. Kanzai había dicho algo antes que le había despertado el vivo sentido de la razón. Él tenía un punto válido y quería comprobar lo que diría Killua. Él le había explicado que podía salir de la Isla si ponía una condición. Según lo mencionado por su propia boca con eso sería suficiente, y podría ir con ellos, pero..., tal vez tenga un motivo, a Killua se le hubiera pasado por la cabeza esa idea también, o al menos eso suponía.
Decidido, con todas sus dudas planteadas y anotadas en su lista de curiosidades, cruzó el pasillo con las luces tintineantes a su paso. Ya se había acostumbrado al singular sistema de iluminación que Killua usaba para adornar su casa. Ver esas luces eran tan mágico a su punto de vista, tan bello que aún parece que estuviera soñando y que nada de lo que estaba ocurriendo fuera real, que no estaban en peligro dentro de una isla inusual y que no estaban encerrados ahí como si estuvieran en un tiroteo escolar o en cuarentena.
Llegó al final del camino y ahí vio a Killua, seguía despierto, pero estaba acostado poca abajo en la cama abrazando la almohada. Gon supuso que estaba pensando como él en el sofá, porque no lo notó cuando dio suaves golpes con los nudillos al borde de la entrada de su habitación, como si la piedra fuera la puerta de un cuarto.
— Killua —llamó para atraer su atención.
Él volteó su cabeza a verlo y Gon le sonrió.
— ¿Podemos hablar? —preguntó.
— Sí —dijo tranquilo, soltando la almohada y sentándose en la cama.
Gon se sentó a su lado.
— ¿Qué sucede? —preguntó viéndolo tranquilo.
— Vine a darte la respuesta de tu propuesta.
Killua trató de ocultar su miedo e intriga.
— Entiendo —murmuró casi entre dientes, como si se esperará el rechazo.
"¿En eso habrá estado pensando?", se preguntó.
— Y... ¿Cuál es?
— Dijeron que sí —Gon admiró el esplendor de su rostro impresionado—. Todos estamos de acuerdo, pero... —al darle prioridad al "pero" su expresión cambio. Inmediatamente lo supuso frunciendo el ceño con suavidad.
— Lo supuse, hay un pero... —dijo en un suspiro como si estuviera cansado—. ¿De qué se trata?
— No creo que te perdonen con tanta facilidad. Aceptan tu ayuda y todas tus condiciones, pero no creo que te perdonen tan fácil por lo que hiciste, hay unos que no confían en ti pesé a haber aceptado.
— Y no los culpo —respondió, posando su codo en la rodilla y su mejilla sobre su mano.
— Pero estás avanzando muy bien, este es el primer paso —trató de ser entusiasta.
— ¿Tú crees? Yo creo que todavía me ven como el monstruo que los condenó para siempre.
Por poco se le olvidaba lo que quería preguntarle, pero gracias a Killua lo pudo recordar. Tal vez tenía una explicación del por qué no pensó que quizás él podría vivir con ellos en un lugar que no sea la isla.
— Killua, quería preguntarte algo más —dijo algo inseguro, mirando sus manos entrelazadas con los pulgares moviéndose inquietos.
— ¿Hm? —lo miró de soslayo—. ¿Qué cosa?
— Verás... —empezó, chocando la punta de los índices para tener un pretexto y no mirarlo a los ojos—, un amigo mío tiene una duda.
— ¿El animal, verdad? —intuyó interrumpiéndolo.
— ¿Animal? —preguntó extrañado.
— El del cabello en punta con dientes afilado —contestó.
— ¿Kanzai?
— Sí, ese mismo.
— Él no es un animal —contrapuso serio.
— ¿Por qué lo defiendes tanto? —preguntó con mirada incrédula.
— Él me ha defendido desde siempre y no lo conoces bien. —Sin darse cuenta los recuerdos volvieron a abordar su mente, por más que trataba siempre volvían. Cambio de tema para evitar esos recuerdos. — Pero ese no es punto al que quiero llegar.
— Entonces habla, ¿Qué duda tonta tiene ahora ese tipo? —preguntó sin mirarlo.
— Pues... Él piensa que no es necesario que tengamos que quedarnos aquí para estar contigo, que podría ser lo mismo si estuvieras con nosotros, pero... No aquí —dijo, sin darse cuenta qué había repetido la palabra "aquí", como si en serio quisiera recalcarle a Killua lo que pensaba—. Y la verdad es que a mí también se me hace raro que no lo hayas pensado.
— No soy idiota, no tuve ni que pensar en eso.
— ¿Qué?
— ¿Crees que no lo hubiera hecho a pesar de tener la oportunidad? —le cuestionó con una mirada severa, como si ese tema le fastidiará.
No pudo evitar sentir un escalofrío en su espalda, encogiéndose de hombros. Esos ojos intimidaban cuando se les daba la gana.
— No, no quise decir eso.
— Si pudiera ya lo habría hecho —replicó directo y serio.
Sus ojos se veían apagados.
— Escucha con atención, puedo salir de esta isla cuando quiera, pero solo tengo como máximo doce horas de ida, si no cumplo ese requisito me desvaneceré en cenizas. —Sus ojos se dilataron con solo pensar en esa sentencia. Killua vio la reacción perpleja de Gon y apartó su mirada dejando que su cerquillo oculte sus ojos. No le había gustado mirar esa reacción en él cuando pactaron su primer trato—. Y eso no solo es conmigo, sino con cualquiera de mi raza. Por eso no puedo abandonar este lugar, y como vivo por muchos años sería como vivir una eterna soledad.
Se suponía que algo serio vendría, pero no se esperó eso. Sabía que Killua siempre recibirá un castigo si cometía una falta a una promesa de la Isla.
"¿Por qué razón tiene que cumplirlas? No tiene sentido, ¿Cómo es que una Isla puede dar castigos así o incluso provocar la muerte? Una Isla es solo tierra, algo inerte y sin sentimientos."
"Si no fuera por eso Killua sería libre, pero, ¿Cómo es que una Isla puede hacer algo así?"
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