14

Killua ha estado muy callado desde que regresó. Ayudó a ahumar y cocinar los pescados que trajo, pero aún lo desencajado  la razón de por qué trajo los peces si dijo que no les afectaría comer cosas de esta Isla. Sonaba muy superficial siquiera pensar el motivo; no le tenía mucha fe.

El silencio se plantó en el ambiente para quedarse, si se le daba merecida atención al sitio se podría escuchar hablar hasta al viento. Lo único que interrumpía al silencio era el sonido del fuego quemando la madera. Los dos estaban cocinando dentro de la cueva enfrente de la entrada de la casa de Killua.

Gon se empezaba a llenar después de haber comido dos pescados enteros, al igual que el albino sentando delante de él, con la fogata dividiéndolos. Killua se mantenía callado, pero pensativo y tranquilo. De vez en cuando alzaba la vista para verlo. Después de haber sido espectador de todo lo que era capaz de hacer le pareció raro verlo tan pacífico, pero no se quejaba en nada. Las cosas eran mejor así; podía estar tranquilo.

— ¿Estás satisfecho? —preguntó Killua.

Gon asintió, tranquilo.

— Sí, gracias. 

En su cabeza no tuvo la intensión de justificar lo que hizo cuando se enojó, al fin y al cabo estuvo por matar a sus amigos y por él murieron algunos, pero no pudo evitar pensar que quizás tenía un lado suave. Conoció el verdadero cariño gracias a su tía; y la tiranía en su estado más puro con Shaty. Eso fácilmente lo podía comprender.

Las llamas de la hoguera se reflejaban en sus ojos de zafiros. Trataba de analizar su mirada con solo verlo directamente, y fue muy enredoso adivinar por la carencia de expresiones faciales. No hubo ni un movimiento de cejas, labios o nariz. Pasaron unos segundos. Él miraba a una esquina y expuso un pequeño hoyuelo al sonreír de ladeo, que más que mostrarse laxo delataba su incomodidad.

— Que gusto —habló bajo. 

Killua se levantó del tronco para ver si su camiseta se había secado. Un intento de escape; estaba bastante inquieto. Su camiseta estaba reposando sobre una piedra; se secó, y todavía tenía sangre. No había que hablar de sus pantalones; seguían mojados y manchados de sangre, pero no tenía pensado estar desnudo frente a Gon, mucho menos en ese momento, que a su perspectiva era tenso. Se negaba a hablar con él, y mientras le daba la espalda, fingía que revisaba su camiseta. 

Por tener tantas cosas en la cabeza se olvidó de lo demás. Gon no le quitó la mirada de encima, y al ver como se acercó a su ropa notó su espalda, quedando sin aliento. Su espalda estaba igual de remarcada que su cuerpo, pero eso era totalmente ignorado. Lo más llamativo era ver una profunda cicatriz que cruzaba toda su espalda en diagonal desde su hombro izquierdo hasta su cadera.

— ¿Qué...? 

Killua lo escuchó y volteó para verlo.

— ¿Ah? ¿Qué pasa? —preguntó, volviendo a ponerse su camiseta, tapando su cicatriz. Al instante se acordó de ella.

"Demonios..."

— ¿Cómo te hiciste eso? —inquirió Gon, curioso y anonadado.

"¿Ese monstruo se lo hizo?" 

Killua volteó a mirarlo. Ya no podía ocultarlo. Además, ya no importaba si le contaba o no.

— Ah eso... —dijo—. ¿No creerás que no pagué ningún castigo por la muerte de tus amigos, verdad?

— ¿Qué? —Ladeo la cabeza, confuso.

— Como escuchas —. Dijo, volviendo a sentarse—.  Yo no pude traerte a ti y a tus amigos con tanta facilidad.

— ¿Qué quieres decir? —preguntó intrigado. 

"Al parecer hay muchas cosas que debo aprender de él y este lugar."

— Esta Isla es como una prisión y nadie de aquí puede salir, a no ser que hagan un trato con la barrera de escape. Aquí no pueden entrar personas a no ser que alguien de adentro le permita entrar, en este caso, me dejaron entrar a la Isla con ustedes por un trató que hice.

— ¿Cuál trato?

— Protegerlos hasta sacarlos de aquí —musitó, avergonzándose —.  No pensé que habría ese tipo de criaturas cerca de aquí, a esas cosas normalmente no les gustan mucho las alturas y el frío excesivo a no ser que traten de huir de su depredador. Pensé que lo máximo que se encontrarían serían unas criaturas juguetonas que andan por la montaña. Ellas son herbívoras, por eso no tuve problemas en dejarlos libres. Como habrás visto, no ha pasado ninguna criatura por aquí, ¿O sí? —Espero una respuesta de Gon, pero él solo negó.

No había pasado ninguna criatura mientras tallaba los nombres. 

— Tengo está cicatriz como castigo por no defender a tus amigos —. Señaló su espalda con el pulgar—. Como verás tengo una responsabilidad con ustedes. Esto me pasó solo por no protegerlos. 

— La verdad... Me gustaría una explicación más específica.

Killua levantó ambas cejas.

— ¿Cómo ocurrieron las cosas a tu perspectiva?, no me queda claro cómo no te diste cuenta de ese monstruo. Hubo sacudidas e incluso se desmontaron rocas de la cueva.

— Solo sentí unas sacudidas y fui a buscarlos. Pero la cortada se hizo más grande en mi espalda hasta dejarme paralizado. No pude moverme por un buen rato, y al final llegué tarde. El castigo más fuerte es la muerte —. El corazón de Gon se detuvo por un momento; miedo—. Y me dejé llevar con demasiada facilidad, pero eso ya es por mi culpa por otros motivos. Así que no pienses que me los comeré o que les haré daño. —Él lo miró, tranquilo y arrepentido. Pudo percibir la veracidad en sus palabras. — Mi vida depende de ustedes. Y ustedes de la mía.

— Entonces..., ¿Por qué actuabas como si no te importará lo que les pasará a ellos si estaba en tu contra? —preguntó Gon, poniéndose serio. Su cerebro no quería concebir del todo su sinceridad, y esa pregunta saltó a su cabeza al intentar buscar imperfecciones.

— Puedo soportar cicatrices a montones si yo lo deseo —dijo algo serio, como si lo estuviera subestimando—. No me importó mucho porque mi plan era quedarme contigo; iba a regresar a tus amigos... Pero al ver que te aventuraste en el bosque a pesar de que podías morir... Tuve que aceptar la opción más pacífica. No entendía la admiración que le tienes a ese animal. No sabía que eso hacían los amigos.

— ¿Tú no tienes amigos? — "No me sorprendería si dice que no..."

— Sí tengo. Pero nuestra relación es diferente; yo le debo admiración por otros motivos. A mí me enseñaron que cada uno se vale por sí mismo. Además, ya viste que no necesito que nadie sacrifique su vida por mí, puedo defenderme por mi cuenta. La criatura más peligrosa en toda esta Isla soy yo, mi especie en general. No tengo nada de que temer, y menos en el mundo humano, aunque me amenacen. 

— Hacen más que eso, ellos no son solo mis amigos... —aclaró.— Son mi familia..., ¿Acaso tú...?

— Antes tenía una —interrumpió.

"¿Tenía una familia? Pero, ¿Dónde estarán?"

— Murieron cuando era pequeño. 

Inmediatamente cerró la boca. Planeaba rechistar. Al instante pensó en su tía. Con todo su corazón deseaba que no estuviera muerta.

— Yo... Lo siento por eso. 

— No importa, después de todo no tengo recuerdos tan claros de ellos, era muy pequeño. Pasó hace siglos.

— Entiendo... 

Killua sin duda era más de lo que había visto hasta el momento. Aún no puede creer que le esté contando algo tan personal, y que esté dispuesto a morir solo por tenerlo junto a él. Y  a esa conclusión es lo único a lo que podía llegar, porque siempre menciona que solo hace las cosas por él, pero... Todo sonaba demasiado rebuscado y de alguna forma no le hacía quedar tan bien a su persona. Lo malo era que solo podía saber más de esa Isla si empezaba a hablar con él y a fiarse de sus conocimientos.

"¿A qué quieres llegar con todo esto? No parece que solo lo haces por mí."

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top