Capítulo 2
De un sobresalto Naiara abre los ojos y trata de levantarse, el sudor cae desde la frente hasta el pecho, el temblor en su cuerpo es indetenible, su vista borrosa se limpia de a poco hasta encontrarse con los ojos de un Warren sudado y muy preocupado. La respiración de la chica es errática, su cuerpo tiembla involuntaria y violentamente, lágrimas se asoman de sus ojos, su boca esta entre-abierta por donde respira, en la garganta se distingue un temblor en la respiración.
— Oye— murmura — tranquila, fue una pesadilla
— Duele — dice con dificultad — dolía mucho
— ¿Qué dolía?
— No sé, oí voces, voces — las lágrimas ya salen de sus ojos y ella lleva las manos a los lados de la cabeza
— Tranquila — murmura el chico y pone su mano en la pierna izquierda — estarás bien
La chica llora en silencio cubriendo su cara, Warren la mira apenado, él no sabe cómo consolar gente, nunca tuvo esa habilidad, así que, dudoso se acerca a Naiara, sentándose a su derecha y la abraza con su brazo derecho, Naiara se acomoda en una posición que la que cabeza recae en el pecho del sudado chico.
"Numero 8091" suena en su cabeza. El silencio gana en la habitación mientras los pequeños sollozos salen de los labios de Naiara, sus hombros se mueven erráticamente, pero con un ritmo que indica que esta tranquilizando. Warren esta inmóvil e incómodo, no suele abrazar a las mujeres, no a todas.
Los minutos pasan lentamente, es como si el reloj avanzara con pesar en sus manecillas. Naiara por fin se calma.
— Lo lamento mucho — dice ella separándose lentamente, como si sintiera que un movimiento brusco molestaría al chico.
— No pasa nada, ¿está todo bien? — asegura y cuestiona él con un tono de preocupación
— Fue un sueño vívido — dice ella mirando la cobija que al cubre sus piernas
— ¿De qué era?
— No lo tengo muy claro en realidad, solo eran voces, muchas voces, y un dolor insoportable por dentro de mi cuerpo, como si estuviera siendo electrocutada — recuerda fijando ahora su mirada en sus manos que reposan en la arrugada cobija
— Tal vez sea una pista — dice el levantado el mentón para mirar el techo
— Tal vez — repite ella no muy segura.
Otra vez hay silencio.
— ¿Quieres comer algo? — pregunta el quitando el brazo que posaba sobre el hombro de la pelinegra aún.
Ella asiente y él se levanta.
—¿Qué tal las heridas?
Naiara se revisa
—Están curadas —dice sorprendida
—Es normal — explica el castaño
—¿Tan rápido?
—El medicamento es muy fuerte
Ella asiente confundida.
— Me bañaré, te hablo cuando salga — le dice el
— ¿Qué horas son? — pregunta cuando él está a punto de salir de la habitación
— Creo que ya pasaron de las 9 de la mañana — dice él — ¿por?
Naiara levanta los hombros restando importancia.
— Quería saber cuánto había dormido — murmura apenada
Él sonríe y asiente entendiendo para después salir de la habitación cerrando la puerta en sus espaldas.
Naiara se deja caer en la cama, ¿Qué diablos había sido ese sueño?, ella cierra los ojos con fuerza y cruza ambos brazos por encima de los ojos, suelta un suspiro.
— Será mejor que salga, me volveré loca aquí — murmura para sí misma
Se levanta de la cama de un salto y descalza camina fuera de la habitación, cerrando la puerta tras ella, camina lento mirando el pasillo, tiene unos cuadros que no notó anoche, para variar, son paisajes nevados, montañas, ríos congelados, árboles secos por el frío, etc. La duda crece en su pecho y camina presurosa a la puerta de la cabaña, la puerta de color negra tiene un picaporte color dorado y es lisa, sin ese pequeño hoyo que te permite ver, la típica mirilla que todas las puertas tienen, Naiara coloca la mano en el picaporte y lo gira, jalando la puerta y dejando entrar a una brisa helada, ella se para en el marco de la puerta, hay unas escaleras cubiertas de blanco por la nieve, el suelo está totalmente cubierto de nieve blanca brillante, el sol no calienta ni un poco. Naiara sale, el piso está helado pero eso no la detiene, baja las escaleras con cierta velocidad hasta llegar a la nieve que cubre hasta los tobillos, la nieve provoca un dolor ardiente en la piel , gira y mira la cabaña, parece una típica cabañas de las películas, es lisa color café oscuro, es de un piso pero amplia, de frente puede contar 4 ventanas chicas, el techo es en forma de triángulo y esta blanca brillante también, las escaleras son 4 y tiene barandales de madera, todas del mismo color, ella comienza a caminar al lado derecho para ver la cabaña correctamente.
— ¿Naiara? — grita Warren desde la puerta, ella lo mira salir corriendo con un suéter — Mujer, ¿estás loca? Te va a dar algo por el frío
Warren le pone el suéter color azul.
— Mujer, no vuelvas a salir así. — le regaña provocando que ella se apene — ven, vamos dentro
Ella lo sigue dentro de la casa, una vez dentro el cierra la puerta y la mira.
—¿Qué estabas pensando? Está nevando, una tormenta llegó hace unas horas — explica
—Lo siento, solo quería ver la cabaña por fuera — le explica jugando con sus manos
— Entiendo, pero salir así es peligroso, te puede dar una neumonía, una hipotermia —sigue regañándola mientras ambos llegan a la sala— si quieres salir ponte un suéter o algo.
Naiara asiente apenada.
— Esta bonita tu cabaña — dice para romper con el regaño
—Gracias, era de mi mamá — dice con una sonrisa — me la dejo en la herencia, la amplié un poco
— Se ve bastante amplia — dice ella
—Hay más por atrás, un patio y alberca, ya que se calme la tormenta te la mostraré — le promete
Ella asiente.
—Mientras tanto, ve y ponte calcetines, tus pies están casi morados del frío — le dice— yo haré el desayuno.
Ella mira sus pies, y efectivamente, están mojados y con un sub tono morado/azulado, sin mirar al chico que camina directo a la cocina ella avanza a la habitación que le fue prestada, abre la puerta y camina en dirección al clóset donde tras buscar en 3 de 4 cajones encuentra unas bolsas con ropa interior, y aun lado de esta bolsa encuentra las calcetas, toma unas de color gris que le llegan hasta por encima de los tobillos y se las pone después de secar sus pies, una vez puestos regresa a la cocina donde encuentra a un Warren muy concentrado en un licuado.
—¿Te ayudo en algo? — pregunta mirándolo
—¿Te gusta el omelette? — pregunta él
—¿Omelette? — la respuesta en forma de pregunta sale de la boca de la chica
— Huevo — dice el
Ella se acerca y un aroma se apodera de sus fases nasales
—No recuerdo haberlo probado — confiesa — pero huele bien
—¿Eres vegana? Porque tengo soya, champiñones, leche de almendra y cosas que puedes comer — dice el chico con voz que muestra vergüenza
—Amm....No sé qué es ser vegana — dice ella adentrándose a la cocina y acercándose a donde el chico está cocinando
En la cocina hay una estufa color plata a la par con el refrigerador, una mesa aparentemente de fierra pegada a la estufa y ahí esta una tabla de picar en forma de fresa con jamón y queso picado, aun lado de eso hay un plato hondo con huevos batidos, en la estufa hay un sartén siendo usado. El olor a café le llega a Naiara justo en las fosas nasales.
—Ser vegano es cuando no se consume nada de producto animal — explica el mientras se gira para seguir cocinando.
—Ah, no no sé — murmura.
Naiara sigue mirando la cocina, está confundida, no recuerda siquiera lo que le gusta comer, ella toma asiento y recarga su frente en ambas manos, en señal de frustración.
—¿Sucede algo? — pregunta el tras girar y mirarla
—No recuerdo nada — dice ella — No recuerdo ni lo que me gusta comer
Un suspiro es la respuesta que obtiene, de repente una taza humeante es colocada frente a la chica, ella levanta la mirada y se encuentra con un chico sonriente.
—Sé que es frustrante no saber quién eres — comienza a hablar el mientras le coloca el azúcar aun lado de la tasa de café recién hecho — yo también estoy preocupado, si te soy sincero — se gira para seguir cocinando — no sé si metí a una fugitiva a mi casa, o si eres una psicópata, no quiero ser grosero — dice mientras sirve el desayuno en dos platos color azul — pero yo tampoco sé nada de ti, solo te ayudé porque estas heridas y no podía dejarte ahí...
Naiara lo mira seriamente.
—Si quieres me voy — dice ella tranquilamente — no quiero causarte problemas o. Incomodarte
—No — dice el acomodando los platos uno frente al otro — no es eso, me refiero a que no solo tu estas confundida.
—Pero tienes razón — explica la pelinegra — mira que metiste a una extraña herida a tu casa
El levanta los hombros restándole importancia y camina al refrigerador para sacar uno aguacate y limones, camina frente a ella y toma asiendo en una silla color negra acolchonada y se sirve un poco en su plato aun lado del omelette.
—¿Quieres? — invita haciendo un ademán con la fruta
Ella asiente y el procede a servirle unos trozos de aguacate. Nuevamente él se levanta para acomodar las cosas en el refrigerador, después de eso se acerca a uno de los 8 cajones que se encuentran en los muebles y saca dos tenedores, finalmente se sienta, le entrega uno y el comienza a comer, ella lo mira con estrés reflejado en su cara.
—Sigues herida, no te puedo sacar así — dice el cortando un pedazo de huevo tras leerle la cara — cuando estés sana veremos, mientras buscaremos como puedas recordar cosas.
—¿Estás seguro? — murmura
El asiente.
—Desayuna — le pide — ahorita buscaremos como comenzar a tratar de recordar
Una línea aparece en los labios de la chica, no muy segura comienza a trozar una parte del huevo para después llevársela a la boca.
—Está delicioso — menciona con una mirada iluminada — su sabor me es familiar
—Seguro ya lo probaste — dice él y toma un sorbo de café
Ella asiente y mira la tasa color rojo quemado que humea, la acerca a ella y lo prueba.
—Es amargo — le dice, pero ya es tarde, ella ya tiene un gesto de desprecio en la cara.
—Dios — dice ella
El suelta una risa, su risa es profunda al igual que su voz, profunda y gruesa, entre risas el arrastra el recipiente transparente de azúcar, ella apenada y aun con la sensación de amargura le hecha 3 cucharadas grandes.
—Wow, tranquila — le dice el — pruébalo, tal vez ahora esté demasiado dulce
Ella lo mira y toma un sorbo con cuidado.
—Siento que aún le falta algo — dice ella chapeando los labios
—¿Cómo qué? — el sigue comiendo
—No sé — ella lleva otro pedazo de huevo con trozos de jamón a la boca— Tal vez más azúcar
—¿Más? — murmura el para después soltar una risa — ¿Por qué no intentas con leche de almendra?
Ella asiente y se levanta en dirección al refrigerador, abre las puertas, toma el recipiente transparente con tapa rojo, lo saca, cierra las puertas y camina en dirección a la mesa donde el chico está terminando de darle un sorbo a su café.
—Está pesado —murmura mientras se sirve un chorro en la taza ya no tan humeante
Warren observa como la leche cae sin problema en la taza la cual llega hasta el borde, levanta las cejas y observa como la chica deja el recipiente y se inclina a sorber un poco para que no se desborde. Naiara siente la presencia y levanta la mirada para encontrarse con los ojos curiosos del joven posados en una cara ladeada y unos labios lineados.
Es la primera vez que el la mira con atención, los ojos grises de la joven le transmiten una felicidad, él se lo atribuye a que su café por fin le gustó, sin embargo, hay una chispa de confusión en ellos también. Pasando la mirada por la cara de la chica se fijó en su cara afilada pero redonda, nariz pequeña, ojos pequeños, cejas pobladas y piel muy pálida.
—¿Qué? — murmura ella, algo nerviosa.
—Nada — dice él y sigue comiendo como si nada
Ella se incorpora, deja la leche en el refrigerador nuevamente y finalmente se sienta a desayunar.
—¿Mejor? — pregunta el
Ella asiente mientras Mastica el desayuno. Él sonríe y termina de comer, para seguir con el café. Ella baja la mirada para seguir comiendo.
—Ten — dice la voz de una mujer
Naiara levanta la mirada extrañada, pero no está más en la cocina, no sabe dónde está.
—Cómetelo, Nai — la voz insiste
Un olor a huevo con queso le llega a los poros, pero la vista no le responde, todo está borroso al grado de no ver nada.
—Anda, te hará bien — la voz insiste, pero la llena de paz
Naiara no responde
—No tengo mucho tiempo, come — la voz es de una mujer joven aparentemente
La respiración de la joven pelinegra es errática.
—Nai come, maldi.... — un sonido de puerta siendo abierta agresivamente la interrumpe — señor...
—Se te advirtió — la voz es sumamente profunda
Gritos, unos gritos le taladran los oídos, trata de levantarse, pero algo la tiene sujeta por las muñecas y según el frío del metal, también del torso, cierra los ojos con fuerza y un balazo suena fuerte, abre los ojos de golpe y solo encuentra los ojos de su rescatista quien la mira de pie frente a ella.
—¿Qué pas... — pregunta el mirándola
—El.... El huevo. Un olor a huevo...con algo más...queso...creo — dice agitada mientras la respiración es errática
Warren la mira, preocupado.
—Había una voz femenina, me daba alimento — dice mirándolo a los ojos — pero...algo pasó...
El frunce el ceño.
—Hubo un disparo, pero no logré ver nada — explica finalmente.
.Larissa.
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