Mi deber...
Día lunes 3 de octubre Octubre
Tema: Mi caballero favorito (AU: Underworld)
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El paraíso, el cielo, el nirvana, el más allá...
Esos eran los nombres que les ponía la gente al lugar maravilloso de dónde decían que venían las diosas.
La diosa de la Tierra, Terraria: La diosa de la tierra que ofrece bendiciones a las plantas y protege a los metalúrgicos y los artesanos.
La diosa del Sol, Solus: La diosa de la estrella de Underworld, Solus, que ofrece bendiciones al mundo en forma de rayos solares que aumentan el Poder Sagrado circulante.
Y la mayor deidad de todas y mayor de sus hermanas...
La diosa de la Creación, Stacia: La diosa principal del Imperio Humano, así como la diosa de la vida y la creación. Según las leyendas, ella gobierna la existencia de todos los objetos animados e inanimados en la forma de vida y los matrimonios en el Imperio Humano son encomendados a Stacia, quien bendice a la pareja y les permite tener hijos.
Y sin mencionar que Stacia era la más bella y adorada de las tres...
Estas tres hermanas y diosas eran la adoración de toda Centoria. Se encargaban de mantener todo en armonía y paz, bendiciendo la vida y la tierra de los humanos con sus capacidad milagrosas.
Estas diosas vivían en lo que conocía el humano como el Nirvana... pero por una larga temporada, cada año venían al mundo mortal para escuchar las peticiones y necesidades de sus súbditos, así demostrando su misericordia y belleza inalcanzable a los viles pecadores mortales.
¿Qué acaso estas diosas no eran lo suficientemente maravillosas?
Como las diosas venían cada año durante milenios, las personas construyeron la "Catedral Central", para darles asilo digno de aquellas bellas deidades, donde los Integrity Knight fueron creados con el fin de servir a sus diosas durante toda su vida y sacrificarse a sí mismos si era necesario.
Cuando llegaban, la gente de Centoria hacía una enorme bienvenida y celebración que siempre duraba más de una semana. Todos esperaban tener la oportunidad de al menos ver de lejos a las diosas descender del cielo en su esplendor y presenciar su belleza inhumana.
Y ese año no era la excepción...
Como siempre... hicieron una entrada divina, provocando gritos de emoción a la gente y algunos lloraban por tanta divinidad.
A pesar de que la gente se acercaba al lugar del descenso de las diosas para poder hablar con ellas, los guardias y soldados se encargaban de que no estuvieran ni siquiera a un metro de ellas. Para la gente de la catedral, ningún ser humano era digno de acercarse a ellas y mucho menos hablarles más que ellos.
Como de costumbre, apenas llegaron a la tierra, las hermanas fueron llevadas al interior de la catedral, siendo recibidas en el pasillo del hermoso edifico por el líder de los Integrity Knight.
— Bercouli-sama... es un honor volver a verlo — Lo saludó la mayor de las diosas.
— El honor es todo mío, diosa... siempre me sorprende tal belleza divina que emanan las tres — Colocó una de sus manos hecha puño sobre su pecho y la otra la colocó detrás de su espalda e hizo una reverencia exagerada ante ellas, mostrándoles aquel respeto que ellas siempre recibían.
Stacia también hizo una reverencia y sus hermanas le siguieron el ejemplo. Stacia siempre había sido la más amable de ellas, trataba a los mortales como iguales y sus hermanas menores a pesar de poner más distancia con ellos, trataban de ser misericordiosas como su hermana mayor.
— ¿Fanatio-sama no está con usted?
— Está preparando los cuartos de ustedes, diosa Terraria — Seguía haciendo reverencia al contestar esa pregunta a la diosa rubia.
— ¿Y Sheta-sama dónde se encuentra? — Solus preguntó por la Integrity Knight callada y seria.
— Se encuentra en el Territorio Oscuro resolviendo un asunto con el gobernante Iskahn.
— Me alegro que todo esté en orden con el Territorio Oscuro, pero luego veré los asuntos y necesidades que estén pendientes con usted capitán — Stacia declaró con ese tono severo pero amable de costumbre.
— Por supuesto, pero ahora mismo deben descansar por su viaje desde el Nirvana, en unas horas estarán listas sus habitaciones y su cena — Explicó con esa sonrisa simpática habitual el caballero maduro.
— Bien, yo iré a buscar Deusolbert, quiero practicar con mi arco con él — Solus dijo su intención y sin esperar la aprobación de los presentes o de sus hermanas, se retiró cargando su arma con su mano.
Terraria rio ante la rudeza única de su hermana y miró al capitán — Aprovechando la grosería de mi hermana, quiero retirarme también para ver cómo están las plantas de toda la catedral, si no es mucha molestia capitán, ¿me haría el favor de acompañarme pata asegurarme de que todo esté bien?
— No es ninguna molestia, por favor... — Extendió su brazo para permitirle el paso a la diosa verde y está aceptó su invitación, no sin antes mirar a su hermana mayor, buscando su aprobación para poder retirarse, a excepción de Solus, ella sí le guardaba más respeto a la autoridad de Stacia.
La diosa pelirroja asintió con una sonrisa y Terraria sonrió como una niña pequeña. Se marchó de ahí con el capitán caminando a su lado, aunque este le dio una última reverencia a la diosa de la Creación antes de retirarse.
Stacia rio, a pesar de que ella había conocido a Bercouli cuando este sólo era un adolescente, este siempre le había mostrado un gran respeto y aunque con los años se había vuelto más relajado al punto de considerarlo su amigo, nunca redujo la formalidad entre él y las diosas.
A veces eso le cansaba a la diosa, ¿pero qué podía hacer? Así había sido todos sus siglos de existencia como diosa... aunque no siempre había sido así... cuando ella era conocida con otro nombre... pero eso ya no importaba, eso era pasado y siempre sería así.
La diosa caminó por el enorme pasillo, buscando en específico a una persona.
Pasaron como veinte minutos en lo que recorría el enorme lugar y siendo reverenciada cada que se encontraba con algún soldado o sirviente, devolviéndoles la reverencia con algo de prisa y una sonrisa incómoda cuando finalmente encontró su objetivo.
— ¡Ayuha-sama! Al fin la encuentro...
La joven directora de Axiom Church dejó lo que sea que estuviera haciendo con un pergamino y vio como la diosa se acercaba a ella.
— Diosa Stacia — Hizo una reverencia exagerada sin cambiar su porte serio y actitud centrada — Espero que usted y sus hermanas hayan llegado con bien.
— No hubo problema alguno.
— Me alegro — Sonrió sinceramente. Adoptó nuevamente su postura recta y ambas manos al frente — ¿En qué puedo ayudarla mi diosa?
— Bueno... verá... ammm... yo...
Stacia siempre tenía un porte divino y serio... pero cuando se trataba de preguntarle sobe aquello... la hacía ponerse nerviosa y juguetear con sus manos nerviosamente.
Ayuha sonrió ante su nerviosismo con aquella petición, desde hace tres años cuando llegaba con sus hermanas le hacía la misma petición.
— ¿Quiere saber dónde se encuentra él? — Se atrevió a preguntar con una sonrisa juguetona.
Stacia soltó un respingo por lo obvia que había sido, pero luego rio y asintió — Quiero verlo...
Ayuha soltó una risita porque acertó nuevamente en su petición — Hace una hora estaba entrenado con Renly-sama y los demás, pero me parecía que su entrenamiento ha cesado porque vi que se dirigía hacia el piso 80.
<<El Jardín sobre las Nubes... por supuesto...>>
Pensó con diversión la diosa y asintió.
— Muchas gracias Ayuha-sama, la veré en la cena.
Ayuha asintió y vio a la diosa retirarse para ir al elevador.
— Ese joven aprendiz tiene mucha suerte... — Dijo en un susurró.
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Después de subir todos los pisos, finalmente llegó a su destino y vio el hermoso lugar, tan glorioso y divino como siempre.
<<Digna obra echa por mi querida hermana...>>
Stacia ya cansada de sus tacones, se los quitó y los aventó por ahí, permitiéndose sentir la maravillosa sensación del pasto fresco debajo de sus pies descalzos. Allá en su hogar, cuando pierde su forma física y se vuelve una simple luz junto a su hermanas, no existe el césped y no puede disfrutar de ningún contacto físico con nada ni nadie, por eso adoraba el reino de los mortales, ahí todo existía y podía ser tocado, hasta por ella, la hacía sentir viva y casi humana.
Saliendo de sus pensamientos, se dedicó a inspeccionar el lugar para encontrar su objetivo.
Caminó y lo empezó a buscar... necesitaba verlo y consentirlo como ella acostumbra a hacerlo con algunos de sus dulces o postres... lo adoraba y le encantaba pasar tiempo con él.
Quería abrazarlo, jugar con él y molestarlo como era de costumbre...
Siempre había sido algo aburrido para ella su estadía en la catedral, se la pasaba la mitad de su día escuchando las peticiones de los demás o bendiciones para futuras bodas. No era precisamente algo que le desagradara, pero sí resultaba pesado y cansado estar ahí sin poder divertirse.
Pero desde que él llegó a la catedral... hacía que su estadía fuera más divertida, él lograba sacarle sonrisas y risas que nadie más podía, pero también adoraba oírlo y que le contara de su sueño de algún día ser un Integrity Knight como los demás.
Mientras iba paseando por el piso buscando su objetivo, sintió unos brazos rodearle la cintura y ella sonrió con el tacto.
— ¿Me buscaba mi diosa? — Dijo un voz masculina.
Stacia sonrió, se dio la vuelta y miró hacia abajo, encontrándose con un niño de siete años.
— Kirito-kun... no tienes idea de cuánto extrañé a mi pequeño caballero — Se agachó para estar a su altura, el niño sonrió por lo que ella no lo pudo resistir más y lo abrazó.
— Es un gusto verla de nuevo... — Le correspondió el abrazo.
— Nada más mírate... estás más alto que la última vez que te vi — La dios lo separó para mirarlo mejor.
El niño mostró aire orgulloso y sonrió mostrando sus brillante dientes de leche blancos — No es para presumir... pero de los aprendices... yo soy el más alto... ¡incluso he rebasado a Eugeo! ¡Ahora es todo un enano!
— ¡Oye! — Un reclamo vino detrás del árbol central de todo el piso.
La diosa y Kirito miraron una silueta que salía del refugio del tronco de un árbol; un niño rubio de ojos verdes, y no estaba solo, una niña rubia como el solo con ojos azules se encontraba a su lado.
Stacia sonrió — Veo que no estás solo.
— Renly-san nos estaba entrenando, pero cuando la lección se volvió aburrida, convencí a Alice y a Eugeo de escaparnos — El pelinegro pasó sus brazos detrás de su nunca y adoptó una pose relajada.
— Tú insististe que viniéramos porque sabías que las diosas venían hoy y deseabas ver a Stacia-sama más que a ninguna otra — Alice lo miró con fastidio, pero no olvidó su posición y se inclinó para mostrar sus respetos a la figura divina frente a ella y le dio una codazo a Eugeo para que hiciera lo mismo — Perdónelo Stacia-sama... sólo hablaba de lo emocionado que estaba de verla...
Kirito se sonrojó y trató de evitar la sonrisa divertida que le estaba dirigiendo la deidad y la cara burlona de Alice y Eugeo.
— E-eso... ¡Eso es porque adoró los dulces de la diosa y no podía esperar a comerlos! — Gritó su razón con fastidio mientras se cruzaba de brazos y desviaba la mirada lejos de sus amigos, en especial de la diosa, pero eso sonaba más como una excusa para callar su verdadero deseo de ver a Stacia.
— Hablando de eso... — Stacia sacó del bolsillo de su vestido un saco que estaba lleno — Los creé mientras subía por el elevador, prefiero hacerlos a mano, pero allá en mi hogar no tenemos cocina precisamente y ya no los pude hacer antes de venir aquí.
A Kirito casi se le salía la saliva de la boca al ver la bolsa extendida hacia él. La tomó con mucho cuidado con ambas manos, como si lo que le estuvieran entregando fuera mucho más valioso que su propia vida y le dio una pequeña reverencia a la diosa.
— Traje los dulces para ti porque creía que estarías solo, ¿pero por qué no los compartes con tus amigos? — Le sugirió con una sonrisa amable.
Kirito la miró indignado ante tal sugerencia terrible — ¡Claro que no! Que ellos consigan sus propios dulces — Sin más preámbulos, comenzó a comer sin vacilar.
— ¡No seas egoísta Kirito! — Se enojó Alice — Si Stacia-sama lo sugirió no hay que desobedecerla y comer sus dulces divinos — Lo regañó ante tal falta de respeto, pero era tan sólo una excusa, ella se moría por saber a qué sabían los dulces de Stacia, se decía que eran gloriosos y dignos de la diosa de la Creación.
— Así es Kirito-kun... un caballero siempre comparte lo que es suyo — Stacia siguió la corriente de la niña rubia. Se notaba que estaba babeando por las golosinas al igual que Eugeo.
— Pues aún no soy un Integrity Knight, por lo tanto... ¡estos dulces son solamente míos!
— ¿Qué no te da pena ser tan glotón frente a la diosa Stacia? Si sigues así ya no te volverá a visitar por tu falta de gracia y modales — Comentó con inocencia Eugeo, pero eso molestó al niño de mirada ónix.
Dejó sus dulces en suelo con cuidado y sin avisar, se aventó sobre el pobre rubio y comenzaron a pelearse sin mucha violencia, ganándose un suspiro de fastidio de Alice y una risita divertida de parte de la diosa.
Luego de algo de pleito por los gloriosos dulces de la diosa, Kirito tuvo que ofrecerles a regañadietas a sus amigos; la diosa le había pedido amablemente que compartiera las golosinas con una maravillosa sonrisa y el pequeño pelinegro sonrojado no pudo resistirse a eso. Stacia sabía que él no podía negar nada cuando le sonreía así.
Cuando se sintieron satisfechos, los niños se sentaron junto a la diosa bajo la sombra del árbol que se encontraba en el centro de todo ese piso lleno de vegetación. Le pidieron a la diosa que les contara cómo descendía del cielo junto con sus hermanas. Stacia reía con la curiosidad de esos niños y les contó que no le parecía la gran cosa... al menos para ella era así, pero los pequeños la contradijeron, aclarándole que siempre se veían divinas.
Algunas historias que contó Stacia de todos los siglos que había vivido, hicieron que Kirito brincara del suelo y dijera con emoción — ¡Tengo una brillante idea! Juguemos a la diosa y al dragón.
Alice y Eugeo lo miraron con asombro inocente mientras que Stacia rio por su energía y preguntó — ¿Cómo funciona ese juego Kirito-kun?
Kirito la miró e hizo una mueca orgullosa por haber logrado capturar la curiosidad de su diosa.
— La diosa... o sea usted Stacia, será secuestrada por el temible dragón y dos caballeros la rescatarán, y esos somos... — Se acercó al rubio, lo tomó del brazo y con un jalón, lo paró del suelo para pegarlo a él, mientras colocaba su mano hecha puño en su pecho en señal de orgullo y hombría — Eugeo y yo...
Antes de que Stacia pudiera decir algo ante esa idea, Alice intervino.
— ¡Kirito! No seas irrespetuoso y dirígete a la diosa como Stacia-sama, no la llames a secas — Lo miró con el ceño fruncido.
En cambio... Kirito la miró con indiferencia por su llamada de atención, pero luego sonrió con malicia y decidió declarar — Felicidades Alice... con tu comentario lograste conseguir el papel del dragón — Dijo con tranquilidad pero con toda la mala intención del mundo, su sonrisa lo delataba.
Stacia rio, Eugeo se asustó por la valentía de su amigo al atreverse a provocar a Alice... y en cambio... esta misma infló las mejillas y se puso roja del coraje.
— ¡Yo no quiero ser el dragón! ¡No me parezco ni un poco!
— ¿No...? Si eres temible como uno y gritas parecido también.
Eugeo soltó un chillido ahogado que originalmente era una carcajada que tuvo que reprimir lo mejor que pudo para esconderla al ver la mirada aterradora de Alice.
— ¿Ah sí...? — Alice quería lanzarle algún encantamiento, pero en vez de eso, relajó su expresión y sonrió con malicia al igual que Kirito hace unos momentos — Bien... seré el dragón... pero con la condición de que sea yo la que decidirá el premio por salvar a la diosa.
Kirito arqueó la ceja con sospecha, pero terminó por terminar no convencido del todo ante esa petición.
Al menos por una hora, se la pasaron jugando con la diosa. Eugeo y Kirito tenían en sus manos unas ramas con las que pretendían usar sus magníficas espadas y Alice usaba sus dedos para pretender tener cuernos como los de un dragón, mientras Stacia estaba sentada en el suelo "secuestrada" y ocasionalmente soltaba frases como "por favor ayúdenme mis caballeros" o "el dragón amenaza con casarme a la fuerza con él", logrando causar algunas risas a los pequeños.
Ya al final, los caballeros dieron el golpe final al dragón y Alice se aseguró de hacer la muerte más exagerada posible, provocando que Eugeo riera con incomodidad y Kirito volteara los ojos.
Los caballeros se acercaron a la diosa y le ofrecieron cada unos su mano para ayudarla a ponerse de pie. Ambos levantaron sus "espadas" al cielo sin soltar las manos de la divinidad pelirroja y dijeron con aire orgulloso — ¡Hemos vencido al dragón y la diosa de la Creación Stacia está a salvo!
La joven diosa soltó sus manos para poder aplaudirles con una enorme sonrisa — Mis queridos caballeros merecen un premio por haberme salvado... ¿Qué podría ser lo suficiente digno y valioso por tan valientes jóvenes...? — Se tocó su mentón, mirando de reojo a Alice, comprendiendo que ahora le tocaba cumplir la parte del trato que ella había pedido.
— Ya tengo el premio... — Alice sonrió con malicia.
— ¿Podrías pedir que Stacia creé más dulces? Tanta acción me dio hambre — Kirito sugirió sin interés en lo que sea que fuera a proponer la rubia, ganándose una mirada molesta de esta, pero su sonrisa siniestra volvió.
— En todos los cuentos de hadas, cuando el caballero en armadura brillante salva a la joven damisela... ella le entrega algo mucho más valioso que todo el oro del mundo... o los dulces más deliciosos de todos.
Los niños la miraron confundidos.
¿Qué podría ser mucho más valioso que los dulces...?
— La doncella entrega un beso de amor verdadero a los héroes... Stacia-sama debe besarlos como muestra de su gratitud... si es que a ella no le molesta...
Como esperaba Alice, a los dos les tomó diez segundos procesar el premio, para que después los dos se sonrojaran, pero como también anticipó la rubia, sus reacciones fueron distintas, mientas Eugeo bajaba la mirada apenado y jugaba con sus dedos con evidente nerviosismo, Kirito fruncía el ceño y se cruzaba de brazos.
— ¡No Alice! Eso es cosa de niñas, lo cursi no es para los hombres de verdad como Eugeo o yo... ¿o me equivoco amigo? — Kirito buscó el apoyo de su rubio amigo que aún seguía jugando con sus dedos.
— Yo...
— Tú aceptaste la condición de que si yo era el dragón ustedes tomarían el premio que yo eligiera.
— No pensé que el premio fuera algo tan horrible como un beso.
— ¡¿Cómo te atreves?! Le estás faltando al respeto a Stacia-sama, deberías sentirte honrado de recibir un beso de parte de ella.
Kirito bufó y miró a su diosa, que los observaba con ternura y diversión a la vez... esa mirada siempre lograba alterarlo por una razón.
— Con todo respeto diosa... — Se inclinó de manera humilde — pero no veo que los besos sean de hombres, varios lo harán, pero ese no es mi caso, yo jamás haría algo tan desagradable... ¡buaj! — Sacó la lengua con asco al imaginarse besando a alguna niña alguna vez.
Alice creyó que la diosa se ofendería y mandaría a castigar a Kirito, pero en cambio, esta rio con ternura ante la actitud infantil del niño.
Era tan joven e inocente, aún no sabía qué era el amor y sólo podría pensar en comer, entrenar o divertirse para después meterse en problemas... pero ella sabía que algún día se enamoraría perdidamente de alguna dama, así también fue con Bercouli.
Lo conoció cuando era un niño de siete años como Kirito; le daban asco las cosas cursis y las niñas... y mirarlo ahora... casado y no con cualquier doncella... sino con la sub-líder de los Integrity Knights, su mano derecha, Fanatio.
— Bien Kirito-kun... no te forzaré ni a ti ni a Eugeo de hacer algo que no desean.
Kirito sonrió con alivio y Alice bufó, pero antes de que pudiera protestar, Eugeo intervino.
— A mí... — Tragó con nerviosismo — a mí sí me gustaría aceptar el premio... — Era inevitable no notar su sonrojo.
Alice sonrió con satisfacción, Stacia rio con ternura y Kirito lo miró traicionado.
— ¿Te atreves a traicionarme Eugeo...? — Lo miró herido.
— Es que... Stacia-sama es demasiado bella... sería un honor ser besado por ella...
Alice rio y Kirito bufó, pero antes de que el pelinegro pudiera protestar, Stacia intervino.
La diosa se inclinó a la altura del rubio y sonrió — Si eso es lo que desea uno de mis caballeros... entonces será todo un placer concedérselo — Puso una mano en su mejilla izquierda y lo acercó hacia ella para colocar sus suaves labios en su otra mejilla.
Ante el contacto, Eugeo casi se infarta al punto de casi expulsar vapor de su cuerpo. Alice aplaudió ante la escena, orgullosa por su idea y Kirito... él desvió la mirada fastidiado ante la escena.
Por una razón le enojó eso y no sólo porque Eugeo lo triacionó... sino por Stacia, que estaba ofreciéndole algo tan especial al rubio.
Stacia se separó un poco y le dio un último beso corto en la frente, asegurándose de no mancharlo con su labial.
Euego la observaba embobado y sonrojado. Alice a pesar de haber sugerido ese premio, al igual que Kirito, sintió fastidio por ese último beso por una razón desconocida.
— Ya está... gracias por salvarme... — Sonrió Stacia al momento de pararse.
Alice miró aún al molesto pelinegro y se le acercó con intenciones de fastidiarlo más — ¿Seguro de qué no te arrepentirás por rechazar el beso de la diosa? — Colocó un brazo sobre su hombro, el cual no duró mucho cuando Kirito se movió para quitársela de encima.
— ¡Muy seguro! ¡Los hombres de verdad no caen por eso! — Trató de ocultar su bochorno al imaginarse lo suaves que serían los labios de Stacia sobre su mejilla.
— No lo sé... Becouli-sama es un hombre de verdad y ahora está casado con Fanatio-sama.
Kirito sonrió — Eso no cuenta... Fanatio no es una doncella de verdad... ella es...
— ¿Soy qué...?
Una voz femenina se oyó a la distancia y se notaba molesta.
— ¡Fanatio-sama! — Los tres niños se sintieron empalidecer ante la mirada fría de la sub-líder.
— Veo que se estaban divirtiendo mientras Renri los estaba buscando por todo lados, estaba asustado de haberlos perdido en alguna parte de la catedral.
— ¡Fue culpa de Kirito! Nos obligó a Eugeo y a mí a ir con él — Alice señaló al pelinegro tratando de poner su mejor sonrisa angelical.
— ¡Tú no te resististe mucho que digamos! — Kirito se acercó a ella con evidente enfado.
Alice le gruñó y ambos juntaron las frentes, empujándose entre ellos como si fueran un par de cabras peleándose.
Fanatio giró los ojos mientras que Eugeo trataba de separar a sus amigos.
Stacia rio y se acercó a la mujer de ojos dorado — No se enoje con ellos Fanatio-sama, me han hecho pasar un momento muy agradable y sin mencionar que me he divertido bastante.
Los niños dejaron lo que estaba haciendo y miraron a la diosa.
¿De verdad se había divertido tanto con ellos?
Casi lloran de la emoción por aquellas palabras provenientes de una de las diosas, en especial Stacia.
Fanatio miró a la dama y se inclinó con mucho respeto y su mano hecha puño contra su pecho y su otra detrás de su espalda, así como Bercouli en la mañana cuando apenas llegó.
Se notaba que esos dos eran marido y mujer.
— Entiendo que mis aprendices sean sólo unos niños que quieran divertirse... al punto de quitarle su valioso tiempo — Soltó con amargura lo último, mirando a los niños que se escondían detrás de la falda rosa perla de la diosa — Pero para que se vuelvan caballeros debe de haber ciertos límites, en especial con separar las responsabilidades y la diversión.
Stacia asintió — Tiene toda la razón Fanatio-sama — Miró a los niños detrás de ella y sonrió con ternura — Deben irse ahora con la sub-líder, ya habrá mucho tiempo para jugar después.
Los niños miraron la sonrisa amable de la diosa y asintieron con resignación. Fanatio les hizo una seña de que la siguieran hacia el elevador.
Eugeo y Alice iban al frente de Kirito, que se detuvo para mirar a la diosa y agregar antes de irse — ¡Espero ansioso sus dulces de nuevo, mi diosa!
Stacia rio porque sabía que Fanatio lo regañaría después al tomarse esa petición como una orden del niño hacia ella que era una deidad.
— ¡Claro!
El niño se dio por satisfecho y retomó su caminar para alcanzar a sus compañeros.
Alice miró la sonrisa de su amigo y luego sonrió — Te aseguro que te arrepentirás por no haber aceptado e beso de Stacia-sama — Susurró para que solamente él la oyera.
Él se sonrojó y frunció el ceño — Blah... yo nunca me arrepiento de nada.
— Ajá...
— ¿Y ese labial en tu mejilla...? — Escucharon como Fanatio se dirigía a Eugeo.
— Oh no... — Los dos dijeron al mismo tiempo cuando vieron que Eugeo se paralizó del miedo.
*
*
*
— ¿Acaso se revolcaron en lodo o algo así?
— Digamos que Kirito aprovechó que estaba lloviendo y que la tierra se humedeció para aventarme en la cara un poco — Dijo molesto en lo que sentía los dedos de la diosa pasar por sus mojados mechones rubios.
— Tú me la devolviste el doble de grande — Kirito se quejó desde la distancia, sentado en el asiento que tenía ese baño en forma de estanque.
Eugeo le sacó la lengua y Stacia rio.
La diosa se encontraba dándoles un baño a los dos niños, más a Eugeo, en el piso 90 de la Catedral.
Apenas había terminado una reunión con los consejeros e Integrity Knights, cuando sus hermanas y ella se retiraron de la sala de juntas, los pequeños llegaron dejando un rastro de lodo por los pisos y Alice junto con ellos. No estaba tan manchada como ellos pero sí lo suficiente como para manchar la alfombra del lugar.
Casi pega el grito al cielo cuando los vio. Se aseguró de que Fanatio o sus hermanas no los vieran y se los llevó a los tres al piso 90 para que se bañarán.
Ella iba a dejar que se bañaran solos, pero cuando Alice le dijo que Kirito y Euego no se bañaban precisamente bien, ella tuvo que entrar con ellos, y los niños ignoraron por completo que tenían a la diosa en todo su esplendor frente a ellos, estaban más concentrados en lo enorme que era aquel baño que ocupaba todo el piso, después de todo eran aún niños que no se fijaban en esos detalles del cuerpo maduro de la diosa.
Stacia invitó a Alice para que se bañara junto con ellos, pero a diferencia de los niños ignorante, Alice sintió pena y se negó a ver el cuerpo de la diosa en toda su gloria, no se sentía digna de ver aquello, dijo que ella se bañaría en su cuarto por sí sola y se fue por el pasillo como si estuviera huyendo.
La diosa tomó una cubeta de agua y la vació toda sobre la cabeza del rubio que se encontraba sobre su piernas, que ahora se estaba quedando dormido con los toques que de la dios sobre su cabeza, que parecían una especie de masaje relajante.
Ella miró como el pequeño comenzaba a cabecear y lo dejó ser, sólo que una vez que terminara de bañarlo se irían lo más pronto. No quería imaginar la cara de Fanatio si la veía bañándose junto a sus aprendices y mucho menos la de su hermana Solus, que siempre se mostraba recia ante los mortales, en especial los que no eran de clase noble.
También sospechaba que a veces sentía celos de aquellos niños.
— Eugeo ya se durmió — Kirito señaló al niño rubio encerrado en los brazos de la diosa.
Stacia le movió un mechón de su cara pálida y sonrió — Es por el baño y la temperatura cálida, este lugar es muy relajante, hasta podría dormir yo también...
Podría haber vivido muchos siglos, pero esos años jamás mermaron su amor por los baños relajantes y largos.
Kirito torció la boca — La verdad yo jamás les he visto la gran cosa, no importa que tantas veces uno se bañe... siempre terminará sucio al siguiente día.
La diosa lo miró ofendida — No puedo creer que no veas las maravillas de un buen baño, en especial después de un día muy largo de trabajo — Lo decía también por ella, ya que estuvo sentada casi desde la mañana en aquellas reuniones eternas y su espalda la estaba matando, muchos consideraban que las diosas al ser inmortales no tenían esas molestias... pero ese no era el caso, podrían ser invencibles en muchas áreas, pero al igual que los humanos, ellas se cansaban y les podían doler las articulaciones, como su espalda en esos mismos momentos.
— Igual no le veo la gran cosa...
Stacia chasqueó la lengua pero luego sonrió segura — Sé que algún día te gustarán, sólo debes encontrarla algo placentero como yo lo hago...
— Yo dudo mucho que eso pase algún día.
Ella rio y le preguntó — ¿Quieres que te lave la cabeza también?
Kirito miró la posición penosa en la que estaba Eugeo y negó con bochorno — Estoy bien así... gracias mi diosa...
— Bueno...
— Te arrepentirás si no lo haces Kirito...
— ¿Ah...? — Kirito vio que su amigo susurraba entre sueños.
— Stacia-sama tiene manos... mágicas... te arrepentirás... — El pequeño rubio se frotó los ojos, despertando con mucha dificultad.
El pelinegro lo pensó unos momentos pero volvió a negar — Yo ya soy un niño grande y no necesito que nadie me bañé como un bebé.
— Sólo tenemos nueve años...
— Ya estamos en proceso de volvernos hombres.
Stacia rio con ternura ante esas declaraciones y le tocó los hombros al niño rubio para que se despertara completamente — Será mejor irnos antes de que alguien nos descubra...
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Otro año más pasaba y las diosas siempre venían y se iban como de costumbre para quedarse una larga temporada.
Las diosas cumplían sus deberes como de costumbre. Solus era la más rígida de las tres y casi siempre desaprobaba la relación que tenía Stacia con los jóvenes aprendices de Integrity Knight... en especial uno de ellos, que con el pasar de los años, crecía cada vez más.
De hecho, ahora mismo se encontraba con la diosa se la Creación. Ambos se encontraban caminando por los pasillos.
Las diosas apenas habían llegado esa mañana y Stacia lo primero que hizo fue buscar al pelinegro.
— Mi diosa... le traje algo... — Decía con una sonrisa y ocultaba algo detrás de él.
— ¿De qué se trata?
— Tenga — El joven sacó un ramo de unas bellas flores de Zephyrias.
— Oh Kirito-kun... muchas gracias... son muy bellas — Tomó el ramo y lo acercó a su nariz para llenarse con la fragancia deliciosa de esas flores — ¿Pero a qué se debe...?
— Es un obsequio de bienvenida — Se rescó la nunca con cierto nerviosismo.
— Que lindo, pero no te hubieras molestado... debería ser yo la que te regalara algo, si no me equivoco... el mes pasado cumpliste años — Se tocó el mentón pensativa — ¿No es así?
El joven asintió — Así es Stacia, cumplí trece años — Dijo con un brillo singular en su mirada, feliz de estar entrando en la etapa de "volverse hombre".
— Wow... como pasan los años y los cambios, casi no noté que estás más alto.
Kirito ahora le llegaba al hombro de la diosa y no sería el límite de su crecimiento para orgullo del niño.
— Así es, algún día la rebasaré mi diosa — Afirmó seguro.
Stacia sonrió por un momento, pero su mirada se tornó algo triste.
Ella ya había perdido la cuenta de su edad y ya no celebraba precisamente sus cumpleaños, a sus hermanas no les importaba mucho aquello.
Siempre tendría el aspecto de una joven de dieciocho años y según ella... esa había sido el último cumpleaños que celebró antes de... bueno... debía olvidar aquello, eso era sólo pasado ahora.
Mientras recordaba todo eso, el joven de mirada de ónix notó su tristeza y se atrevió a preguntar — ¿Sucede algo malo mi diosa?
Stacia reaccionó y lo miró con una sonrisa fingida — No es nada Kirito-kun, sólo repasaba cuántos matrimonios debo bendecir más tarde.
El niño la miró entre cerrando los ojos y tuvo la osadía de acercarse más a ella y tomar su mano, haciéndola sobresaltarse por el repentino contacto.
— Será divina y perfecta en muchas áreas mi diosa... pero las mentiras no son lo suyo, es terrible haciéndolo, hasta yo me doy cuenta y sólo tengo trece años.
Stacia miró los ojos intensos del niño y sonrió avergonzada ante esa descripción y por haberla descubierto. A veces podía seguir siendo inmaduro, pero tenía una fijación en las cosas, mejor que un adulto incluso o sus propias hermanas.
— Tienes razón... mentir jamás se me ha dado — Posó su otra mano libre sobre la de él que aún sostenía su otra mano.
— ¿Entonces...?
Stacia suspiró — Es sólo que... el tiempo pasa tan rápido y lento a la vez para mí... todo cambia y envejece... excepto mis hermanas y yo. Muchas cosas y personas que apreciaba desaparecen para siempre y no las volveré a ver jamás... incluso mis cumpleaños ya parecen tan lejanos — Explicaba con evidente tristeza en su habla.
Ella no esperaba que la comprendiera, sólo era niño que aún le faltaba mucho por vivir y experimentar.
Pero el joven en vez de confundirse, le sonrió comprensivo y con su mano libre, la colocó sobre el tope de su otra mano que aún sostenía la de la diosa y la otra de esta misma.
— Yo sólo soy un mortal mi diosa y yo tengo un tiempo límite en la vida... pero quiero que entienda que no sólo por ser inmortal significa que tenga que no tenga que vivir como si algún día fuera a morir, porque hay que disfrutar como si mañana fuera nuestro último día.
Stacia se sorprendió ante esas palabras... la comprendió con tan sólo una pequeña explicación de como se sentía en realidad. Jamás se había atrevido a contarle sobre sus preocupaciones nadie, ni a sus propias hermanas.
— Eso... eso fue muy sabio de tu parte Kirito-kun... me impresionas.
El niño hizo un puchero, soltó sus manos para hacerle una señal de que debían retomar su camino, Fanatio y Deusolbert lo asesinarían si la diosa llegaba tarde a la cena.
— Yo siempre soy sabio mi diosa, eso jamás lo dude.
— No lo hago — Stacia retomó su camino al lado del joven y reía.
Al pelinegro siempre le hipnotizaba aquella risita encantadora, su corazón latía deprisa siempre que la oía y lo hacía sentir estúpidamente feliz.
— Entonces... — Ignoró aquella sensación — ¿No se acuerda de su cumpleaños...?
— La verdad sí... de hecho mi cumpleaños es una semana exacta antes que el tuyo.
— ¡¿En serio?! — Su faceta de niño pequeño regresó con esa coincidencia — ¿Y cuántos cumplió...?
La pelirroja rio y fingió hacer cuentas con sus dedos — Veamos... quizá... unos once siglos por lo menos...
El niño hizo una enorme exclamación y Stacia se divirtió por eso.
Mientras caminaban por el pasillo, ignoraban por completo que una figuraba los oía desde las sombras.
— Ese mocoso no apartará a Stacia de mi lado...
*
*
*
— ¡Auch! — El joven de ahora quince años se quejó del dolor.
— Deja de quejarte, ya casi termino de sanarte — La joven diosa lo reprendió mientras que con su magia curativa le cerraba las heridas que el pelinegro tenía en los brazos y espalda.
Ambos estaban en la habitación de la diosa, Kirito visitaba ese lugar siempre que se lastimaba para que la figura divina lo curara.
— No lo puedo evitar, duele...
Stacia frunció el ceño — Si te duele, deberías haberlo pensado dos veces antes de comenzar una pelea.
Kirito gruñó — No fue mi culpa, ese tonto de Raios se lo merecía, estaba molestando a las nuevas aprendices, en especial a Roney...
Stacia chasqueó la lengua — Tus intenciones son muy nobles Kirito-kun, pero llegar al punto de pelearte así, es incorrecto... mira cómo te dejaron.
— Ese Raios es un cobarde... aunque no pensé que me atacaría por la espalda, ese idiota no tiene honor y no aguanta nada.
— ¡Tú le rompiste la nariz!
— Era lo que menos se merecía... — Sonrió con orgullo sin un rastro de culpa al recordar la mueca de dolor que tenía Raios al tocarse la nariz ensangrentada y rota.
La diosa rodó los ojos y terminó de curarle la herida en su espalda — Ya está.
El pelinegro se tocó donde anteriormente tenía su herida, para confirmar su curación.
— Gracias mi diosa — Sonrió en lo que se colocaba nuevamente su camiseta.
Sin embargo, ella lo miraba y él tembló. Eran contadas las veces en las que la veía realmente molesta y todas esas ocasiones temblaba de miedo ante esa mirada aterradora, que daba mucho más miedo que la propia Alice en persona... esta vez no fue la excepción.
— Kirito-kun... estás a un año de volverte un Integrity Knight... no puedes pasarte por ahí peleándote con cualquiera...
Bufó — Pero ese el trabajo de un Integrity Knight; darle una lección a los que se lo merecen y...
Stacia lo interrumpió al tomarle la mano, para que centrara toda su atención en lo que sea que le estaba por decir.
— Un caballero no busca pelearse con quien sea... sólo usa la fuerza bruta si es realmente necesaria, pero lo que en verdad busca es el orden y la paz en el mundo para proteger a los que le importan y los que ama.
El joven adolescente tragó — ¿Qué ama...?
Stacia asintió — Aquellos que hacen eso... son los más fuertes y nobles que existen en todo el mundo.
Kirito observaba la mirada dulce de la diosa, tan brillante y única... no cabía duda de que era una deidad, no creía que pudiera haber un ser tan perfecto como ella en toda la existencia de ese mundo.
De nuevo su corazón saltó como loco, no era la primera vez que le pasaba eso al lado de la diosa pelirroja, pero sí era la primera vez que lo hizo asustarse con los pensamientos impuros que tenía hacia la diosa.
<<¿Qué diablos estoy pensando?>>
Con la poca consciencia que le quedaba, separó su mano rápidamente de la diosa, tratando de no parecer grosero ante ella.
— Yo... yo lo tomaré en cuenta... — Dijo nerviosamente en lo que se frotaba la mano que tomó la diosa anteriormente, por una razón extraña sintió fuertes descargas eléctricas cuando la tocó.
Stacia sonrió — Más te vale, porque si se enteran que me ocupé de ti después de tu pequeña disputa, pensarán que tengo favoritismo...
Kirito sonrió juguetón — ¿Y no es así...? — Preguntó en un tono pícaro, provocándole una risa encantadora a la diosa... gran error... porque eso sólo hizo que su corazón volviera a latir al punto de que le doliera el pecho.
*
*
*
Eugeo y Kirito estaban descansando del entrenamiento que habían realizado hacer unos momentos en el patio asignado para los aprendices.
Faltaba sólo una semana para el gran día, ambos cumplirían su sueño desde niños; ser Integrity Knights.
— Al fin lo cumpliremos, Kirito — El rubio comentó con una sonrisa en su rostro sudoroso.
— Mh-hu — El nombrado contestó en lo que tomaba un gran trago de agua de un odre.
— ¿Seremos buenos caballeros...? — Euego se preguntó, él quería proteger a los demás y que lo recordarán por eso.
Pero antes de que su amigo pudiera contestar, una voz los interrumpió.
— Por supuesto que serán reconocidos...
Ambos miraron a la dirección de donde venía esa voz y para disgusto de ellos, eran Hubert y Raios.
Los miraban con una mueca burlona y de superioridad, lo que les provocó irritación.
— ¿Qué es lo que quieren decir con eso...? — Kirito se paró del suelo donde estaba sentado y su voz fue firme, sabía que cualquier comentario de esos dos venían con un insulto después.
Raios sonrió aún más con burla — Tú ya lo sabes... la cercanía que tienes con Stacia-sama te ha llevado hacia donde estás — Su mirada luego se dirigió hacia el rubio — y tu querido amigo ha llegado hasta aquí sólo porque convive contigo.
Eugeo miró hacia otro lado, no era secreto que Kirito era mucho mejor en él con la espada y esos dos siempre se hacían cargo de recordárselo de alguna forma.
Sin embargo, en vez de alegar el pelinegro sonrió —Veo que al fin el hueso de tu nariz regresó a su posición normal... sería una pena que volviera a desacomodarse...
Raios apretó los dientes gruñendo y retrocedió, aún no olvidaba lo que le había hecho hace un año y medio atrás. Las consecuencias de aquello hicieron que la fractura de su nariz tardara en sanar por completo, hace tan sólo un mes había vuelto a la normalidad.
Iba a defenderse con otro comentario, pero lo siguiente que pasó fue que el joven adolescente frente a él lo agarró del cuello de su uniforme y lo acercó a él de manera amenazante.
Su semblante había cambiado de manera drástica y su mirada era oscura — Escúchame... te prohíbo que degrades a Eugeo o a mí como espadachines cuando claramente somos superiores a ti o a tu amiguito cobarde. — Su mirada se dirigió un momento hacia Hubert, que retrocedió con miedo — Y si vuelves a insinuar algo injusto que realizaría la diosa Stacia o le faltas de alguna manera al respeto con tan solo usar su nombre... te juro que tu nariz no será lo único de lo que te tengas que preocupar solamente...
Raios tragó con temor y al segundo siguiente Kirito lo alejó de él.
— Lárguense, aquí estábamos descansando y nos gustaría seguir haciéndolo sin ustedes aquí — Kirito se paró al lado de su rubio amigo.
El noble maldijo en voz baja en lo que se acomodaba su uniforme, pero antes de irse quiso agregar.
— Yo no soy el que le falta el respeto a Stacia-sama... tú lo haces al estar con ella, manchas su aura sagrada con tu existencia que claramente no vale nada — Se burló, pero salió casi huyendo con pánico del lugar junto a Hubert cuando vio que el joven desenfundaba su espada y su expresión era sombría.
Y si no fuera porque Eugeo lo detuvo sosteniéndolo del hombro, quizá hubiera hecho un acto imperdonable.
— Déjalo así Kirito, no vale la pena, sólo tienen envidia de ti...
El pelinegro suspiró y regresó la espada a su funda.
— Tal vez... pero me parece que tenían razón en algo...
— ¿Qué...?
— Yo no valgo nada a comparación de Stacia...
*
*
*
— Mañana es la ceremonia de los nuevos Integrity Knight — La diosa tomó una flor del hermoso jardín que tenían a las afueras de la catedral.
— Así es... — El chico de dieciséis años la miraba hipnotizado por su acción al oler la encantadora fragancia de esa bella flor, aunque ni se comparaba con la de la diosa que la sostenía delicadamente.
— ¿Estás nervioso?
— Para nada — Sonrió seguro.
La diosa le devolvió el gesto. Tomó algo en el suelo y se paró; él pudo apenas visualizar lo que tenía en las manos por la oscuridad de la noche y la poca luz que había, pero a decir por la forma parecía un tronco.
— Me alegro... porque tengo un regalo para ti...
Él arqueó una ceja — ¿Un regalo?
La joven diosa asintió y extendió sus manos con aquel tronco puntiagudo— System call... — Luego pronunció unas palabras intendibles, al menos para el conocimiento que tenía el joven espadachín en cuanto a los encantamientos, tal vez Alice sí los hubiera comprendido, ella era nata en esa área.
Luego de que una luz se extendiera alrededor de los brazos de la diosa y sobre el tronco, una esfera de azul oscura, como la noche que los rodeaba, apareció en sus manos, para luego materializarse en...
— ¿Una espada...? — Preguntó asombrado.
Stacia terminó su encantamiento para sonreírle — Esta espada es especial, como la Blue Rose que Eugeo-kun tiene... esta puede hacer el Full Control Art...
El joven abrió los ojos como platos, Eugeo siempre le había hablado de aquel encantamiento poderoso, la mayoría de los Integrity Knight lo ejecutaban, pero en los entrenamientos conta ellos jamás los usaban porque eran muy poderosos y peligrosos, por lo que Eugeo no sabía como usarlo aún, durante todos estos años nunca lo dejaron usar en los entrenamientos la Blue Rose, pero dijeron que una vez que se volvieran caballeros mañana le enseñarían el uso de esa legendaria espada.
— Mi diosa... esto...
— Es la punta de un roble que fue iluminado por mi hermana Solus, es tan fuerte como tú y tu alma — Se sonrojó al decir estas últimas palabras — La llamó... Night Sky Sword...
La diosa le extendió la maravillosa espada negra. Definitivamente esta brillaba como el cielo nocturno y las estrellas.
Kirito tocó la espada sólo un momento para luego cerrar los ojos y negó — No puedo aceptarlo... esto es demasiado para alguien como yo...
— ¿Alguien como tú...? — La diosa frunció el ceño ante ese comentario.
Tragó fuertemente y desvió la mirada. Recordó las palabras que Raios le había dedicado hace una semana.
— Alguien como yo... yo no soy nadie... apenas seré un Integrity Knight, no soy un noble como el caballero Eldrie, Raios o Hubert y yo... no valgo na...
En eso fue interrumpido por la diosa cuando ella colocó un dedo en sus labios y se acercó al punto de casi rozar su pecho con la coraza de su armadura divina.
El joven la observó boquiabierto por tal cercanía y su respiración se volvió irregular y el latido de su corazón hasta le zumbaba en los oídos.
Ahora se notaba lo mucho que él había crecido, estaba seguro que él la rebasaba ahora por unos centímetros, lo sospechaba porque tenía que inclinar ligeramente la cabeza para poder verla, a pesar de estar oscuro, el reconocía cada faceta de su bellos rostro.
— Kirito-kun... ¿tú crees que si no valiera nada... yo pasaría el tiempo contigo? — Miró un momento los labios de él, que seguían siendo sellados por su dedo índice, y luego dirigió su mirada a aquellos ojos de plata, pero por la luz de la noche, sus ojos brillaban en un tono azulado como el cielo nocturno.
— Mi diosa... es que yo...
— ¡No vuelvas a decir esas cosas horrendas de ti de nuevo! Como la diosa de la Creación... te lo prohíbo — Tomó su rostro con ambas manos y lo acercó más a ella, para que supiera que iba en serio con esa prohibición.
Kirito se sorprendió por aquel agarre y su voz firme, más que enojada... parecía dolida.
— ¿Prometes jamás volverte a considerar nada?
No lograba formar palabra alguna, sólo observaba como los ojos de su diosa temblaban sospechosamente.
— Prométemelo...
— Yo... — Tomó aire — yo se lo prometo mi diosa...
Ella asintió y al segundo siguiente lo abrazó para sorpresa del espadachín — Así lo espero...
Él soltó una exclamación ahogada ante el contacto de la diosa.
Ellos ya se habían abrazado antes, cuando él eran tan sólo un niño, pero ahora... ahora se sentía diferente y bien... realmente bien...
Tímido, le correspondió al rodearla con sus fuertes brazos y pasó sus dedos entre las hebras de color del atardecer, eran tan suaves como la seda, creo que jamás imaginó que podría tener una sensación de tacto favorita, pero ahora sabía que esa sería su favorita por el resto de su vida.
Tan metidos en ese ambiente que se encontraban, no notaron que a la distancia, alguien los miraba con las manos hechas puños y crujía los dientes ante esa escena...
— No... no puedo permitirlo...
*
*
*
Los jóvenes aprendices, ahora Integrity Knight, eran presentados a la gente de Centoria, para que el pueblo supiera de la nueva generación que los protegería y traerían la paz mientras vivieran.
Los recién nombrados caballeros eran bendecidos por las tres diosas, deseándoles una larga vida y que siempre protejan al reino de todo mal que venga.
Una vez que la ceremonia acabó, se llevó a cabo una pequeña celebración en uno de los salones de la catedral en honor a los jóvenes. Fueron felicitados por sus mentores, figuras religiosas, aprendices o entre ellos mismos.
Entre todo ese salón repleto de personas, se encontraban tres amigos abrazándose con gran vigor y con algo de trabajo por las nuevas armaduras, estaban hechas a sus medidas y del color preferente de cada uno como era de costumbre de los Integrity Knight.
— Definitivamente este es mi color — Alice dijo con fascinación mientras daba una vuelta completa sobre sí misma para recalcar su punto.
— Te ves... muy bien Alice... — Eugeo soltó con vergüenza, hipnotizado y siguiendo sus vueltas entusiasmadas.
Alice paró en seco su alarde — ¿Tú crees...? — Se colocó un mechón de su cabellos dorado detrás de su oreja roja como su cara.
Ambos rubios se miraron intensamente y el otro joven, que hacía mal tercio, giró los ojos — Por favor... harán que vomite sobre mi nueva armadura si siguen así.
Su amiga salió de su trance y ese comentario hizo que lo viera fastidiada — Sólo estás celoso porque mi armadura es mucho mejor que la tuya. La mía destaca y la tuya no, es toda negra...
Kirito sonrió con burla — Si en serio crees que lo que más me interesa es destacar... significa que no me conoces lo suficiente... prefiero pasar desapercibido y esta armadura es perfecta para eso...
Alice gruñó. A pesar de que esas eran las palabras del pelinegro, ese objetivo era casi imposible, hiciera lo que fuera él, siempre terminaba destacando por algo, no por nada se volvió el espadachín más hábil de todos los de su generación.
Y ni hablar del trato especial que tenía cierta diosa con él... eso no pasaba para nada desapercibo y no sabía ella si él no se daba cuenta de eso o prefería ignorarlo.
— Tomó casi once años... pero valió la pena, incluso si tuve que soportarlos a ustedes dos — Reía con burla pero la verdad es que se sentía muy feliz por usar aquella armadura dorada brillante.
— Habla por ti... era frustrante oír tus regaños constantes — Kirito suspiró con falso dolor.
— Eres un...
— Pero yo creo que Eugeo... — Le dio algunos codazos, que resonaron por el metal, a su mejor amigo — disfruta ser controlado por ti...
— Kirito... — Eugeo reclamó... aunque no le molestaba la idea de tener a Alice a su lado para que le dijera qué hacer para siempre.
— Yo los dejo, tengo que ir a hacer... ciertas cosas... — Sin esforzarse en una mejor excusa, dejó atrás a los dos tórtolos que secretamente estaban enamorados entre ellos, aunque para él no eran nada sutiles.
<<¿Qué les cuesta admitir sus sentimientos?>>
A pesar de que su objetivo principal era dejar a la pareja a solas, también se fue porque quería hablar con su diosa.
Kirito había sido felicitado por Stacia en privado antes de la ceremonia, insinuándole que se veía atractivo con la armadura y él sólo pudo responder con una risa boba e incómoda, se sintió tonto ante eso.
Cuando el evento estaba por comenzar, la diosa se había asegurado que nadie los veía para luego tomar sus hombros con fuerza y acercarlo a ella para plantarle un tierno y rápido beso en la mejilla.
La diosa estaba tan apenada ante eso que en todo momento mantuvo cerrados los ojos con fuerza y apenas se separó de él, le deseó surte aún sonrojada y corrió al lado de sus hermanas en el escenario.
Esa acción fue tan rápida y fugaz, pero logró que el corazón del pelinegro revotara de alegría sin sentido y se tocara la mejilla, como si de esa manera pudiera conservar la sensación de los suaves labios de la diosa.
Ahora entendía por qué Alice le había dicho que se arrepentiría al no haber aceptado el beso de la diosa en aquel juego de niños que ahora parecía un recuerdo tan lejano...
¿Cómo pudo rechazar aquel premio esa vez...?
Su bochorno sólo había aumentado con eso, si de por si en la mañana ya se sentía así al recordar el abrazo que le había dado la diosa la noche anterior.
Tenía tantos sentimientos mezclados, a veces se sentía frustrado, otras veces enojado y luego estúpidamente feliz... y eso siempre pasaba cuando pensaba en la bella diosa, en sus bellos ojos color ámbar, en su intoxicante aroma como una flor o como ya lo había comprobado hace unos momentos, en su suaves labios o...
Por eso quería hablar con ella... sentía que si la volvía a ver podría aclarar todas sus ideas, después de todo ella lo conocía mucho mejor que nadie, desde niños ella veía atreves de él mejor que nadie.
Su diosa... necesitaba verla y...
— Kirito-san... muchas felicidades — Escuchó una voz femenina detrás de él que lo hizo saltar de la impresión.
Dio media vuelta y se inclinó con un puño sobre su pecho — Solus-sama... es un gusto verla.
Ella sonrió secamente — Me alegro que te refieras a mí con el honorífico...
Era obvio que se refería a que a su hermana mayor no se dirigía formalmente, eso nunca pasó desapercibido y no sólo era por parte de ella, casi todos los de la Catedral se molestaban por la familiaridad con la que trataba a la diosa de la Creación.
Aunque ella jamás lo había corregido por eso... así que no veía cuál era el problema.
Ignoró lo que dijo la diosa y volvió a tomar una pose recta y ansiosa — Ustedes siempre a mostrado una imagen de respeto y firmeza...
Solus arqueó una ceja — ¿Estás diciendo que mi hermana no merece respeto...?
— N-no... no es eso lo que quise decir... y-yo... — Trataba de explicarle, temía que por hacer enojar a una diosa podrían quitarle su nueva posición.
La diosa azul lo miró unos segundos más y rio, lo cual hizo Kirito se relaja tan solo un poco, porque de todas formas su risa parecía algo falsa.
— Ahora veo por qué a mi hermana le gusta pasar el tiempo contigo... eres muy... especial... — Y sin pedir permiso, la diosa le tomó del brazo y pegó su cuerpo lo más que pudo a él.
Kirito trató de no verse alterado ni incómodo ante esa acción — Me gustaría que me acompañara un rato por el salón... ¿sería mucha molestia? — Pidió amablemente pero aún con ese tono seco.
El caballero tragó pesadamente pero mostró su mejor sonrisa — Por supuesto Solus-sama — Una vez aceptada la petición, ambos emprendieron su camino a través de todas esas personas y Kirito trató de ignorar las miradas que todo el mundo tenían puestas en él y en la diosa del Sol.
Por unos diez minutos se la pasaron así, caminando en un silencio incómodo, al menos así lo sentía él y pedía al cielo que su diosa no lo viera así de pegado con su hermana menor.
Pero ahora que lo pensaba... ¿por qué le importaba eso a él...?
— Me gusta que siempre haya una nueva generación de caballeros — Solus habló de repente y aún pegada a él.
— Es un honor formar parte de esta generación Solus-sama... — Respondió no muy seguro.
— Es bueno ver a los qué se sacrificarían por nosotras y el reino...
Kirito no respondió, eso lo dijo en un tono algo... sombrío.
— Mis hermanas siempre han amado a la humanidad, en especial Stacia... y mi deber es ver por el bien de todos los mortales — Pegó mas su cabeza al hombro del joven.
— Bueno... Sta... *ejem*... la diosa siempre ha sido bondadosa con todos... — Kirito sonrió como bobo, algo que siempre admiraba de su diosa era que irradiaba una amabilidad a quien sea, incluso si esa persona no se lo merecía.
Ella lo miró — Por supuesto... mi hermana siempre ha tenido un corazón bondadoso y demasiado frágil... por eso yo lo veo como una debilidad.
— ¿Por qué lo dice...?
Solus sonrió ante su curiosidad y lo hizo para que la mirara.
— Ya sabes... mi hermana se encariña con cualquier ser vivo que algún día morirá... — Él miro sus ojos azules como el cielo, pero estos ahora emanaban un aura sombría — Sólo mírala...
La diosa miró hacia cierta dirección y este por inercia la siguió para descubrir que tenían a la diosa pelirroja frente a ellos a una distancia prudente donde aún no se había dado cuenta de sus presencia.
Terraria se encontraba a su lado y ambas estaban hablando con unos aprendices que algún día se convertirían en caballeros también.
Kirito miró a la bella diosa y si no fuera por la tensión que estaba tomando aquella conversación, se hubiera perdido a sí mismo por observar cada uno de los rasgos de ella.
— Como dije, tiene el corazón tan frágil... se ha encariñado con tantos a lo largo de nuestros siglos de existencia y ellos mueren mientras ella vivirá por toda la eternidad...
Él abrió los ojos — Solus-sama... yo...
— Sé que mi hermana te tiene un aprecio muy especial, no es como que a cualquiera le regale una espada así... — Esta vez se volteó para confrontarlo — pero déjame decirte algo... ella ha conocido a muchos hombres a lo largo de su vida y también se encariñó con ellos como no te imaginas, y siempre que moría uno... ella se reprimía por casi veinte años...
Kirito retrocedió, no lo tocó, pero ante esa declaración sintió como si lo hubieran golpeando.
— Muchos la han tratado de pretender... incluso emperadores que son lo más cercano a un dios, pero ellos no le llegan a la altura... ni siquiera valen el meñique de Stacia...
— Solus-sama... está equivocada, yo no...
— ¿Te atreves a dudar de mi juicio? — Frunció el ceño.
Kirito iba a responder pero la diosa se acercó a él al punto de hablarle al oído.
— Mi hermana ha derramado muchas lágrimas por los mortales que han fallecido y ella ha amado... no quiero que cuando tú mueras vuelva llorar, ya no lo soporto — Susurrón con frialdad.
Kirito apretó los puños al punto de que crujiera su propia armadura. Se había enojado antes, sí... pero jamás pensó que esa ira la llegaría a provocar una diosa... y tampoco esperaba que alguna vez sintiera ganas de contradecir a una.
— El deber de los caballeros es servir para protegernos... son peones nada más... si muere uno se reemplaza con otro...
Kirito crujió los dientes y se encorvó, pero en vez de responder, soltó aire y aflojó el cuerpo, aunque este seguía tenso.
Solus sonrió y le tocó el hombro para alejarse — Sigue disfrutando de la celebración... Kirito-san... espero que tomes muy en serio tu nueva posición...
Y sin decir más, la diosa se perdió entre la gente que se inclinaba ante ella con tan sólo pasar cerca de ellos.
Pasaron los minutos y él tan sólo se quedó ahí... como la pieza de ajedrez que ahora se sentía...
Stacia dejó a su hermana atrás y notó que no muy lejos de ella se encontraba su caballero de armadura negra.
— Kirito-kun — Alzó su voz y su mano para llamar su atención, lo cual funcionó.
Ella le sostuvo la mirada y sonreía hermosamente... al punto de hacer que sentir miserable al joven y mirarla con tristeza...
Eso no pasó desapercibido para la diosa a unos metros de él — ¿Kirito-kun...? — Moduló con los labios y él tuvo que hacer un esfuerzo inimaginable para no imaginar su bella voz llamándole.
Con todo el dolor de su corazón, dio media vuelta y se retiró lo más rápido que pudo, dejando a una diosa muy confundida.
Debía dejar eso ahora... ya no podía permitir ese trato especial que tenía la diosa hacia él... eso sólo lo confundiría más y no era correcta aquella cercanía...
Ahora lo comprendía...
Tenía un papel como caballero, que se aseguraría de cumplir y pondría la distancia que un Integrity Knight debía respetar hacia las figuras divinas...
Su deber era ese...
Continuará...
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QUÉ TAL??? FELIZ KIRIASUWEEK2022!!! ESTOY TAN EMOCIONADA CON ESTE AÑO, DONDE SE DA INICIO DE ESTE INCREÍBLE ANIME Y EL AÑO EN QUE NUESTRA QUERIDA PAREJA SE CONOCIÓ.
LA IDEA DE ESTE APORTE ME ANDABA RONDANDO POR LA CABEZA POR MUUUUUUCHO TIEMPO Y TENÍA QUE HACERLA!!! ORIGINALMENTE ERA PARA UN ONE-SHOTE, PERO AL METER TANTAS COSAS TUVE QUE DIVIDIRLO EN DOS PARTES.
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO, VOTEN Y COMENTEN Y ESPERO LEER TODOS LOS APORTES QUE TENGAN PARA ESTA SEMANA.
MÁS TARDE SUBO LA SIGUIENTE PARTE.
ROXY 51 FUERA!!!!
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