Vivir de nuevo

"Acaba de llamar tu médico de cabecera para decirte que te quedan únicamente dos horas de vida. Te desesperas, te deprimes, te echas a morir. Pero no te queda suficiente tiempo, no. A cada instante vas perdiendo un poco de aquel aliento de vida que corre por tus venas.


No sabes qué hacer, ni qué decir. Una parte de ti quiere salir corriendo, tratando de huir de la muerte de lo que se te viene encima. Recuerdas a momento que tienes tanto por terminar, tanto por empezar y que simplemente a partir de hoy no podrás hacer nada más por seguirlo, por continuar.


Comienzas a imaginar qué hacer con los últimos momentos que te quedan, te preguntas: ¿qué era eso que siempre quise hacer?

¿Cuántas cosas quedarán pendientes luego de que me vaya? ¿Me extrañará mi familia? ¿He hecho algo para que me recuerden?


Y aquella parte de ti que sabe que nunca hizo nada bueno por la vida, ni por nadie en absoluto, se comienza a desesperar y a entristecer, morirías sin haber ayudado a nadie, sin que nadie te eche de menos, morirás solo; te acribillas poco a poco mientras te das cuenta que ahora es demasiado tarde para todo, incluso para intentar vivir de nuevo.


Y las horas pasan, y el mundo sigue. Simplemente vez como todo se acaba en un cerrar de ojos sin que puedas hacer nada. Al final te has ido y de tu vida no queda ni siquiera un buen recuerdo que te ayude a vivir en la mente de las personas.


No esperes que tu vida acabe así, no dejes que al morir simplemente seas una lápida en un cementerio. Has todo el bien a tu paso, ama con todas tus fuerzas, deja pilares en tu vida que te permitan ser parte de un futuro que aún no llega, dile a tus seres queridos cada día que los amas.



No seas una persona más que se pierde en los recuerdos, no dejes que el mundo te olvide. Se influyente, se fuerte, se valiente, al final quizás y sí no vives para siempre pero con que una persona que te haya amado o a quien hayas cambiado la vida te recuerde vivirás eternamente. La vida son solo momentos fugaces que se van con el tiempo. Eres tu quien decide si te quedas en ellos o eres solo un instante más de tantos que ella te brinda."

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Narra Lauren...


-Lauren, Lauren ¿te encuentras bien? –Una voz peculiar trataba de sacarme del ensueño en el que me encontraba sumergida.

Una parte de mí, esa que siempre había estado preparada para este momento se preguntaba ¿qué era lo que tenía que hacer? La otra, simplemente se refugiaba en el olvido evitando pensar, evitando reaccionar. La mitad de mi cerebro quería quedarse ahí mientras la otra se encontraba viajando al otro lado del mundo.

Quizás una parte de mí esperaba esto. Que un día simplemente despertara y ya Catherine o Kathleen no estuviera a mi lado. Pero, ¿¡Por qué ahora!?

¿¡Por qué en este momento!? Habíamos pasado tanto, habíamos vivido demasiado, innumerables recuerdos, hermosos momentos.

La idea de perderla ahora era sencillamente insoportable. Quizás y sí, por eso me había quedado parada al filo de la puerta de mi oficina pensando qué hacer para no perder a la mujer que amaba. Quizás y por eso Luís me hablaba mientras yo sencillamente no escuchaba, mi cuerpo estaba ahí, pero mi cabeza, ella hace mucho se había ido lejos en busca de Kathleen.

-Lo siento Luís, ¿me preguntaste algo? –Y trataba por todos los medios de poner el mejor rostro posible. Pero no podía. Mi corazón me gritaba que a cada momento que perdía en ese hospital posiblemente Kathleen iba a desaparecer de mi vida, y la idea me golpeaba con dolor, con fuerza, con desesperación. Era angustiante y doloroso eso de depender de las posibilidades.

-Te pregunté que si te pasa algo. ¡Estas pálida! ¿Tienes algún problema?

¿Están Mairím y Catherine bien? Pareciera que te fueses a desmayar, creo que es mejor que te sientes –Y Luís se paraba a mi lado tratando de ayudarme, pero yo, yo seguía pensando en que después de todo ser feliz era sencillamente imposible, nunca existía el "Felices por Siempre".

-Ellas están bien, pero debo de regresar a casa con urgencia... ¿Te molesta que me vaya ahora? –Reaccionaba como podía. Necesitaba hacerlo, necesitaba tratar de remediar lo irremediable.

No podía quedarme en Barcelona por más tiempo, necesitaba salir de ese lugar antes de que alguien más supiera de la existencia de Kathleen. No podía dejar de preguntarme quién demonios había llegado a mi casa,

¿había sido Alejandra Anderson? La idea me enfermaba, aunque sabía que de haber sido ella muy probablemente Kathleen no me hubiera llamado,

¿¡Quién más iba a ser capaz de hacerla recordar!? Estaba segura de que sólo ella podría, nadie más. Y los remolinos de dolor que se creaban en mi estómago me dejaban sin aliento.

El entender que las perdía, que las perdía poco a poco y no podía hacer nada me enfermaba, me asustaba, me paralizaba. El terror me recorría como un veneno letal por mi corriente sanguínea impidiéndome moverme, pensar, actuar. ¿¡Qué demonios iba a hacer ahora!? Y la imaginación volaba ubicándose a momentos en algún remoto lugar, quizás en América del Sur. ¿Acaso Alex no me había dicho hace tan solo unos días que América del Sur era el lugar perfecto para esconderse?

Natasha había buscado ahí hasta hace poco, pero sin encontrar rastros de nosotras había decidido irse para empezar a buscar en otro lugar junto a Michael, su perro faldero. Mi hermana, mi hermana seguía tratando de encontrarnos a ambas con la misma intensidad que hace tantos años. Nada de esto acabaría hasta que Kathleen o Natasha, una de las dos, estuviera muerta. Y yo ya sabía la respuesta, mi hermana valía tan poco al lado de Kathleen, era un triste recuerdo que no merecía vivir.

Y ahora no solo éramos dos, no. Mi hija estaba de por medio, no podía no debía...

-Claro que si Lauren no hay problema. ¡Medio hospital es tuyo por Dios! Obviamente puedes irte –Y Luís me dedicaba una gran sonrisa recordándome algo que solo él y yo sabíamos. Era la dueña de más de la mitad de ese Hospital, la otra parte era de él. Cosas insulsas que ahora solo me quitaban tiempo, necesitaba salir de ahí en ese preciso instante.

-Gracias, por cierto... Necesito tomar un par de semanas de vacaciones,

¿te molestaría que las tomara ahora? Debo salir de viaje con mi familia. Por supuesto, deberás considerar dentro de ese permiso también a Catherine... –Me ponía en frente de él con la única idea de salir corriendo de ahí lo antes posible. Saldría esa misma noche de la ciudad con mi familia, ni Alejandra Anderson ni nadie se interpondría en mi vida esta vez, nadie iba a llevarse mi felicidad entre sus manos.

-¡No hay problema! Lo que haga falta para calmarte. En el caso de Catherine, ¿quieres que incluya sus prácticas en este permiso? Podría hacer que se graduara más rápido asumiendo horas de interna que aún no realiza... –Y mis oídos escuchaban con pesadez. Pero lo que decía Luís era una excelente idea. Nada me convenía más que evitar que Kathleen regresara a una vida normal, al menos mientras decidiera qué hacer con ella, con mi hija, conmigo.

-¿Podrías hacerlo? ¡Porque eso sería perfecto! Necesito que se gradúe lo antes posible... –Y Luís me dedicaba una gran sonrisa de suficiencia.

¿Acaso nunca se iba a cansar de tratar de seducirme?

-Tú déjalo en mis manos. Ahora vete, ve y resuelve lo que necesites que yo trataré por todos los medios de ayudarte –Y me daba dos besos antes de empezar a caminar y perderse por aquel interminable pasillo de hospital.

Me quedé parada en esa puerta unos minutos más, necesitaba pensar, decidir qué era lo que iba a hacer. No podía equivocarme ahora, sabía que cualquier error significaría perder a la mujer que amaba y a mi hija.

¿Cómo puede complicarse todo tan rápido? Apenas hace unas horas éramos tan felices y ahora esto. Me sentí enferma y sin fuerzas al mismo tiempo.

Empezaba a caminar mientras tomaba mi celular. Era momento de regresar al pasado una vez más, Alex debía ayudarme de nuevo. La rabia y la frustración me recodaban que quizás me había acostumbrado demasiado pronto a una vida que nunca debí de haber asumido como mía, y volvía a maldecir al destino, quizás y sí era mi Karma vivir una vida solitaria, sin las personas que amaba. O quizás era que simplemente había nacido en la familia equivocada.

-¡Alex, necesito salir de Barcelona esta misma noche o mañana a primera hora como máximo! –Y recordaba de momento que era mucho más que obvio que Kathleen pensara que pasaba algo si me apresuraba a salir de ese lugar hoy mismo, ¡Maldita sea! No podía perder tiempo.

¿Qué escusa iba a ponerle a Kathleen? ¿Yo misma no había retrasado nuestras vacaciones lo más que había podido para evitar ir a América del Sur y toparnos con Natasha? Cada recuerdo ponía mi corazón al límite impidiéndome hablar de nuevo. Por primera vez en mi vida me sentía profundamente aterrada, quizás y sí, esta era la primera vez que tenía miedo de perder algo que verdaderamente amaba con cada poro de mi ser.



-Sí, había pensado en América del Sur también... –Y escuchaba a momentos como cuándo te regalan pedazos de canciones que se van con el viento – Perfecto, te llamaré apenas me encuentre en Ecuador. No olvides informarme de algún cambio en los planes de Natasha... –Y cerraba la llamada mientras empezaba a caminar más rápido con destino al parqueadero. El tiempo solo es una excusa vaga que nos permite vivir un momento más. Al final cada detalle te alcanza, cada error, cada decisión, cada paso que has dado te lleva en sus brazos, sea tarde o temprano.

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Daba vueltas en la sala de aquella casa indecisa aún de salir corriendo a buscar a Lauren o esperarla justo en el mismo lugar donde estaba. Los recuerdos me agobiaban a momentos quitándome el poco aire que me quedaba entre el susto y la desesperación.

La cara de esa mujer no había dejado de copar mis memorias de la última hora. Su mirada dolida y apesumbrada mientras le decía que no la recordaba me atormentaban, me dolían con fuerza, con rabia, como si una parte de mí se empeñara en decirme que ella era importante en mi vida, en mi mundo. Que ella sabía quién era realmente.

Y no podía dejar de preguntarme si ella había sido parte de mi pasado, de mi antigua vida. Mientras mi cuerpo se empeñaba en recordar aquella rara sensación que había sentido cuando me abrazó, porque en lugar de intentar salir corriendo se había orillado a quedarse en ese lugar, esperando por más, esperando por una respuesta, esperando por ese algo que no acaba de llegar por más que me esforzaba en recordar.

¿Y si conocía a esa mujer? ¿Y si era parte de mi pasado? Pero la comprensión caía como baldes de agua helada sobre mi piel haciéndome recordar que si hubiera tenido algo que ver conmigo posiblemente las memorias ya hubieran regresado a mi cabeza sin esfuerzo alguno.

¿Cómo me había llamado? ¿Katie? ¿No era acaso tan parecido a mi nombre real, Catherine? Las lágrimas habían dado paso a la desesperación mientras mi cuerpo no dejaba de moverse como león enjaulado agradeciendo a todo lo superior que mi hija no hubiera llegado aún, que no hubiera estado en casa cuando aquella extraña mujer toco mi puerta.

¿¡Dónde demonios estaba Lauren!? Cada parte de mi le necesitaba con tanta fuerza y añoranza que a estas alturas difícilmente podía respirar. Ella había buscado tanto a mi familia sin ningún resultado, ¿era posible que simplemente apareciera alguien que me conociera así como si nada? Las coincidencias no existían, nunca habían existido.

El tiempo seguía su curso. En algún momento escuché claramente el garaje de mi casa abrirse para luego ver a Lauren entrar por la puerta de nuestra casa tan asustada o más de lo que yo estaba.

-Mi vida, ¿estás bien? ¿Te hizo algo esa mujer? –Y yo, corría a sus brazos ahogándome en su olor. Sacando lo que tenía por dentro, estaba tan asustada. Pero ya no lloraba, solo me limitaba a sentirme perdida sin un horizonte fijo. Y me sentía inútil porque a pesar de todo, aún a pesar de que había hecho tanto por construir un futuro, ahora sentía que simplemente no tenía nada, que no era nadie. En esta ocasión puedes hablar por ambas, no somos nadie Cathy, nadie.


-Mi amor, ¡te he echado tanto de menos! –Y hablaba con esfuerzo, con dificultad. ¿Qué tan difícil era desear que la vida te dejara ser feliz? Ahora estaba tan confundida como hace más de 5 años, cuando no tenía nada, cuando no era nadie –Una mujer se apareció hoy en la casa. Dijo que me conocía, era alta, morena, de ojos tan azules cómo, cómo... –Y la desesperación me embargaba impidiéndome hablar.

Solo hasta ese momento me daba cuenta de que aquella mujer tenía los ojos tan parecidos a los de mi hija, ¿acaso tenía algo que ver con ella? Odiaba a mi imaginación por querer hacerme parte de una historia que sabía perfectamente que no era real. ¿¡Quién iba a venir a buscarme ahora después de tanto tiempo!? ¿¡Quién iba a seguir buscándome después de más de 5 años!? ¿¡Quién iba a amarme de esa manera para sacrificarse tanto por mí!? ¿¡Quién esperaría tanto tiempo por alguien habiendo tanta gente en este mundo!?

-Tranquila mi vida, tranquila. Seguramente se confundió de persona. Ven, vamos –Y me llevaba al cuarto abrazada por ella. Pero una parte de mí, veía en sus ojos verdiazules y me asustaba darme cuenta de que ella estaba tan o más preocupada que yo. Algo no estaba bien, algo definitivamente no debería estar así.

-Lauren, pero es que ella actuó de tal manera que podría haber jurado que me conocía y...–Habíamos llegado a nuestra habitación. Quizás y estaba haciendo una novela de todo esto, y aquella mujer solo era una impostora que quería aprovecharse de mi historia. ¿Acaso medio Barcelona no sabía que su mejor doctora se había casado con alguien sin recuerdos?

-¡No quiero que sigas preocupada por eso! He llamado a la policía, seguramente ya la deben de estar buscando. Quiero que descanses, que estés tranquila. Nadie va a venir a arruinarnos el día. ¿Recuerdas que es tu cumpleaños? –Y me regalaba aquella deliciosa sonrisa que hacía que cada uno de mis miedos simplemente se convirtieran en dudas pasajeras.

-Tienes razón amor, es solo que tuve tanto miedo, tanto miedo de que me lastimaran, a mí, a ti o a nuestra hija... –Y las lágrimas pugnaban por salir pero mi orgullo las mantenía a raya. Lauren no merecía que me pusiera así, solo había sido una extraña en mi puerta. Una hermosa extraña que no dejaba de recordar a cada momento.

-Lo sé amor, lo sé... Pero necesito que te calmes, ya todo pasó. ¡Esa mujer no volverá a molestarte, te lo prometo! –Y me arrullaba en mi cama junto a ella, y mientras me inundaba aquel dulce olor que tanto amaba mis dudas se despejaban –Ahora, quiero hablarte de otra cosa... –Ella estaba tan calmada, tan feliz. Lograba que yo compartiera aquel mismo estado de ánimo.

-¿Recuerdas que dijiste que querías salir de vacaciones? –Su hermosa sonrisa con la sola mención de vacaciones hubiera convencido a cualquiera –He pensado que sería una excelente idea tomarnos unos días – Y seguía riendo tan fácilmente que olvidarme por medio segundo de todo lo que había pasado era algo tan sencillo. Decidí centrarme, olvidándome de todo, en la hermosa mujer a mi lado.

-¿Estás hablando en serio? Pero si habías dicho que era imposible que dejaras el Hospital por ahora, y bueno yo, estoy haciendo el interno, ¿recuerdas? –Me enderezaba para verla. Sus hermosos ojos me hacían sentir aquellas hermosas mariposas, su sonrisa me quitaba la concentración, ¿cómo hacia esta mujer para jugar con mi voluntad de una manera tan fácil? El amor te vuelve el ser más fuerte y el más voluble al mismo tiempo.

-Sé lo que dije. Pero como es tu cumpleaños, decidí que no había mejor regalo que llevarte a ese tour por América del Sur que tanto quieres hacer –Una hermosa sonrisa de fondo y mi corazón latiendo a mil, ¡no podía imaginar un mejor regalo que ese! Deseaba tanto salir de viaje con Lauren, con Mairím, y de momento recordé algo importante.

-Pero, ¿Y el hospital? ¿Cómo has conseguido que nos den permiso? ¡Mis practicas! –Y recordaba instantáneamente que quizás y al final sería imposible salir en aquel viaje con ella. Mis ilusiones se disipaban con extrema rapidez.

-¡Todo está solucionado! –Y me besaba en los labios con un amor incomparable mientras no dejaba de sonreír. Yo no cabía de alegría –He hablado con Luís, no hay problemas ni con el permiso ni con tus horas de práctica. Es más, creo que será posible que te gradúes antes gracias a unas cuantas llamadas –Y Lauren me dedicaba una hermosa sonrisa hablando con orgullo. ¡Vaya! Pues déjame decirte que es una excelente noticia. ¿Armamos maletas entonces?


-¿¡Estás hablando en serio!? ¡Eso sería fantástico! –Me lanzaba sobre ella dándole un gran abrazo. Extrañamente sentí como cada célula de mi piel pedía más de ella. Pero había algo más, algo pasaba por más que Lauren trataba de ocultarlo.

-Entonces, ¿de acuerdo con el viaje? ¡Porque saldríamos mañana mismo! – Me dedicaba una dulce mirada tratando de convencerme.

-¿De verdad? Pero debemos organizar todo, las cosas, la ropa, ¡todo! –Y no podía dejar de pensar en todo lo que tenía pendiente, ¿¡cómo íbamos a salir así por así de un día para otro!?

-Confía en mí. Solo necesitamos llevar lo imprescindible, el resto lo compraremos en el camino. Llevo meses ahorrando para este viaje, así que simplemente no escatimaré en esfuerzos, ni en recursos... –Su hermosa sonrisa hubiera convencido a cualquiera, incluso a mí... –Ahora, tomemos una ducha que no se me ha olvidado que te debo una cena, ¿de acuerdo? – Y se paraba de un golpe llevándome con ella hacia el baño mientras yo no dejaba de sonreír.

Quizás y todo solo debía quedar en un mal recuerdo. Definitivamente las cosas nunca son una casualidad. Pero por ahora, no me importaban las razones. Era feliz, tenía una familia. Quizás y en realidad la idea de recuperar una vida que ya no sentía como mía no me entusiasmaba todo lo que lo hubiera hecho años atrás cuando Lauren no era otra cosa más que una simple posibilidad. Ahora lo era todo, significaba todo.

Me deje llevar por Lauren, aún me quedaba una larga noche. No siempre la vida es cómo quieres, pero yo no podía pedirle más. Decidí olvidar a aquella mujer que simplemente no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. Sus hermosos ojos azules tan parecidos a los de mi hija me perseguían aún a pesar de todo, incluso de la emoción por aquel viaje que tanto deseaba...



-¿Qué te parece si mientras tú vas hablando con Maca para avisarle que salimos mañana yo busco nuestros documentos en el despacho? –Lauren me daba un beso mientras terminaba de arreglarme.

Enfundada en un vestido rojo que dejaba toda mi espalda al descubierto con unos zapatos bordados en satín rojo que difícilmente me dejaban caminar, estaba casi lista para salir a cenar. Lauren vestida de gala con un vestido negro que resaltaba su estilizada figura en conjunto con unos tacones de aguja de infarto hubiera sido capaz de quitarle la respiración a cualquiera. Yo me contaba entre ellas, que había olvidado por completo el mal momento de hace unas horas mientras la veía con cara de estúpida.

-Si sigues mirándome de esa manera dudo mucho que salgamos a ningún lugar... –Y Lauren me besaba con pasión mientras yo soltaba una risa ahogada.

-¡No es mi culpa que te veas tan apetecible! Pero te daré gusto, siempre nos queda el resto de la noche para disfrutar... –La risa de pícara que adornaba mi rostro hubiera podido acelerar el corazón de cualquiera. Quizás y por eso Lauren me veía con ojos llenos de pasión –Por lo pronto, iré a hablar con Maca, no quiero ser la culpable de que no salgamos en mi cumpleaños, te veo en la sala... –Y sonreía resignada mientras empezaba a caminar a la habitación de mi hija.

Mi bebé dormía plácidamente sobre aquella cama púrpura que tanto le gustaba. Amaba con profundidad el color morado, quizás y por eso su habitación también rondaba los mismos colores. Amaba tanto a mi pequeña. Maca se encontraba a la orilla de su cama terminando de arroparla.

Maca era una mujer sumamente dulce. Llevaba trabajando con nosotros desde hace tanto tiempo. Y Mairím la adoraba por supuesto, era su tercera mamá.

-¡Hola Catherine! Acabo de acostar a la bebé. Es una niña tan dulce, llegó del parque tan cansada que se quedó dormida casi que inmediatamente, sólo hizo falta darle una ducha para que cayera en los brazos de Morfeo...–Maca hablaba mientras besaba el rostro de mi rubia hija con suma dulzura.

-Gracias por todo. ¡No sé de verdad que sería de nosotros sin ti! –me arrimaba a la cama donde estaba mi hija mientras me sentaba con extrema dulzura, no quería despertarla. Tomaba con cuidado una de sus manitos acercándome lo suficiente para ofrecerle un beso en su frondoso cabello –Vamos a salir de viaje mañana temprano. Quería saber si era posible que vinieras con nosotras. No es necesario que prepares nada más que lo indispensable. Lauren y yo compraremos lo que nos haga falta por el camino. Iremos a América del Sur. Estaríamos sumamente gustosas de que vinieras con nosotras. No creo que Mairím quiera alejarse de ti por varias semanas –Maca me miraba con unos ojos intrigados.

Pero sabía la respuesta antes de que la dijera. Mairím era su niña mimada.

¿¡Cómo podía dejarla sola!? Quizás y contaba con que aceptara incluso antes de que se lo dijera. Ayudaba el hecho de que no fuera la primera vez que salía de viaje con nosotras.

-¿Es en serio? Bueno, no tendría problemas... –Se acercó a Mairím y a mi mientras le dedicaba una larga sonrisa a mi hija que seguía durmiendo plácidamente ajena de todo, de todos --¡No puedo dejar a mi bebé sola, no me lo perdonaría! –Y se acercaba con delicadeza besando con un profundo cariño a Mairím.

-¡Sabía que dirías que sí! –Me paré de un salto dándole un largo abrazo. Quizás y mis hormonas o la emoción me hacían estar mucho más que cariñosa, no pude evitar sentirme como un oso cariñoso– ¡Nos vamos a divertir, ya verás! –Y le daba dos besos a Maca justo antes de besar a Mairím y empezaba a caminar fuera del cuarto de mi hija.

-¡Que les vaya bien en la cena Catherine! Yo empezaré a ordenar todo para mañana, y por supuesto, ¡feliz cumpleaños! –Maca se despedía con una más que marcada alegría en su voz. Yo le dedicaba una última sonrisa justo antes de salir de ese lugar.

Caminaba directamente al despacho de Lauren. Quizás y mis tacos me delataban por mucho que quisiera llegar de sorpresa. Lo extraño era que por más que la llamaba para que saliera de ese lugar tuve que esperar hasta llegar a la puerta para verla parada frente a mí con un rostro visiblemente consternado, preocupado, asustado. Por mucho que intentaba disimularlo, era mucho más que obvio que le pasaba algo o de pronto era que quizás había visto algo completamente desagradable.

-Mi amor, ¿te encuentras bien? ¡No tienes muy buena cara! –Tocaba su rostro con suavidad mientras ella cerraba sus ojos. Automáticamente aquellos hermosos hoyuelos se dibujaban en sus rosadas mejillas que contrastaban con aquella piel tan blanca, mientras yo no podía dejar de mirarla con ternura.

-Estoy bien, solo que pensé que te había pasado algo y salía a buscarte...

¿Nos vamos ya? –Y me sonreía mientras me daba un beso. Pero yo seguía con la idea de que algo no estaba bien, llevaba conmigo esa típica sensación de malestar encima ¡qué cosa extraña! –Ya tengo los pasaportes en mi cartera. Solo hace falta que regresemos a organizar las cosas – Intentaba sonreír, ya más calmada. Quizás y solo eran mis nervios por lo ocurrido esta tarde e imaginaba cosas.

-No te preocupes, Maca organizará todo... Ya podemos irnos... –Enredaba mi mano en la suya empezando a caminar. Pero ella se quedaba de piedra detrás de mí, yo me volteé automáticamente para verla –Cariño, ¿seguro que estás bien? –Y por medio segundo me pareció ver que sus ojos se ponían sumamente tristes. Para luego llenarse de un profundo amor.

-Solo quiero que me prometas algo... –Y tomaba dos respiros mientras empezaba a hablar forzando una sonrisa –Prométeme que pase lo que pase siempre vas a amarme, que siempre voy a ser la mujer que soñaste, la vida que tanto quisiste... –Tocaba mi rostro con delicadeza, rozando sus dedos ligeramente en mis labios.

-Sabes que siempre te voy a amar. Eres lo más importante que tengo, tú y mi hija son mi familia, ¡mi vida! ¿Por qué dejaría de amarte? ¿Por qué dejaría de sentir todo ese amor que a pulso te ganaste? Eres lo más hermoso que tengo, no sabría vivir sin ti... –Sus ojos brillaban mientras se acercaba a mí y me besaba.

-Solo necesitaba estar segura. ¿Vamos entonces? ¡La noche es tan corta!– Sus ojos saltones pronosticaban que quizás la luz de la luna iba a quedarnos tan pequeña. Comenzó a caminar llevándome con ella de la mano en extrema delicadeza.

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Narra Alice...


-Alice, ¿¡estás bien!? –Alejandra entraba por aquella puerta de hotel con una desesperación incontrolable. Quizás y el hecho de haber perdido a alguien que tanto amaba hace tanto tiempo la hacía temer aún más de que pudiera pasarme algo. Me abrazaba con fuerza mientras tras de ella entraba Taylor.

-¡Claro que si tonta! ¡Claro que estoy bien! –Sentía como poco a poco su abrazo iba mermando convirtiéndose en un cálido gesto de cariño.

-¡Me asusté tanto! Pensé que te había pasado algo, como llamaste así de improvisto y con tanto afán... Y Pierre, ¿está bien? ¡No lo veo por ningún lado! –Mi hermana se paraba frente a mí mirándome con aquellos profundos ojos azules llenos de una incontrolable preocupación.

-Alejandra, estamos bien, tanto Pierre como yo estamos bien...–Y sonreía tratando de calmarla. Pero al parecer no era la única desesperada. Taylor llevaba una cara de consternación tan grande que fácilmente hubiera competido por algún premio al mayor drama del año en MTV.

Quizás en otro momento me hubiera reído a costilla de ellos, pero ahora, simplemente no podía desperdiciar tiempo. Pierre iba a llamarme en cualquier momento para avisarme si había existido algún cambio en casa de Katie. No me quedaba el suficiente tiempo para manejar esto de una manera amable, delicada o cordial. Quizás y sí, iban a pensar que estaba loca, pero, ¿¡importaba acaso!?

-Quizás y esto suene loco... –Empezaba a hablar mientras tanto Alejandra como Taylor entraban en su totalidad a aquel cuarto de habitación y cerraban la puerta tras de ellos. Yo, solo atinaba a tomar dos largos respiros dejando que las palabras salieran de mi boca sin ponerle reglas o tapujos – ¡Encontré a Katie y a mi sobrina hoy en Barcelona! –Y posiblemente la cara de Taylor y Alejandra, de no haber sido por aquella duda reprimida, hubieran dado el reflejo perfecto de dos personas que aparentaban estar preocupadas. Pero al contrario, sus rostros eran solo un poema, la misma cara de Pierre hace tan solo unas horas – ¿¡Por qué nadie me cree maldita sea!? –Caminaba como demente por toda esa habitación mientras tanto Alejandra como Taylor me seguían mirando tan incrédulos como hace un minuto. ¿Tan difícil era de creer acaso? Quizá no ayudaba en absoluto mi cara de demencia de ese momento.

-Espera un momento Alice, ¡cálmate! ¿No has pensado que puede ser una equivocación? –Taylor hablaba mientras mi hermana, más asustada y preocupada que otra cosa, perdía la vista en el horizonte. ¿¡Por qué tenía que ser tan tonta algunas veces!? Yo aquí, tratando de explicarles y ellos pensaban que estaba jugando, ¡menuda broma!

-¡No es una equivocación! La vi con mis propios ojos, ¡es ella! ¡Tenemos que salir con rumbo a esa casa ahora mismo! No queda mucho tiempo antes de que vuelva a desaparecer y... –Esta vez Alejandra me interrumpía.

-Si era ella Alice, ¿Por qué no está aquí contigo? –Y me dedicaba una larga mirada cargada de incertidumbre que empezaba a desesperarme.

-¡No sé por qué, pero no me recuerda! Quizás y le pasa algo, ¡no sé! ¡Pero es ella Alejandra, tienes que creerme! –Y mi hermana iba a empezar a hablar, pero el sonido de mi celular la detuvo.

-Pierre, dime te escucho... Síguelas, ¡estamos saliendo para allá! Apenas lleguen a su destino, no olvides avisarnos... –Colgaba la llamada. Katie salía de aquella casa con Lauren tomando la ruta que daba al centro de Barcelona. ¡Definitivamente no podía perder más tiempo tratando de que mi hermana y Taylor entendieran!

-Si no me quieren creer, ¡perfecto! Vengan conmigo, la verán con sus propios ojos –Alejandra y Taylor se miraban una marcada incertidumbre. Yo, entre la desesperación y la impotencia tomaba mi bolso empezando a caminar saliendo de ese lugar con rapidez. Taylor y Alejandra venían detrás de mí arrastrando los pies, ¿¡Por qué nadie podía creerme!? ¡Maldita sea!

El ascensor se me antojaba tan lento y estúpido cual carriola de juego infantil. Me desesperaba, blasfemaba, zapateaba poniendo al límite aquellos botines que llevaba puesto. Alejandra y Taylor me veían como si fuera una completa desquiciada mientras el ascensor llegaba al lobby de ese hotel. Habían sido los 10 pisos más desesperantes y agobiantes de toda mi vida. Nada más salir, Pierre me llamaba nuevamente al celular. Con dificultad contestaba mientras veía como Taylor pedía el automóvil al ballet parking.

-Pierre, ¿qué sucede?... ¿Restaurante Antigua? ¿Estás seguro?... Está, está bien, lo siento... Estoy algo desesperada... ¡En este momento estamos saliendo para allá! –Colgaba el teléfono mientras me dirigía a Taylor.

-¿Sabes cómo llegar al Restaurante Antigua? –Alejandra me seguía mirando a lo lejos indecisa de todo, de todos.

-Alice, no es necesario que hagas todo este alboroto. Es más que seguro que estés equivocada, ¿Qué estaría haciendo Katie en este lugar? Es absurdo, es más yo... –Mi hermana me interrumpía con una más que clara cara de desagrado y disgusto, yo ya había perdido la paciencia.

-¡Tú vienes conmigo! Estoy cansada de que nadie me crea maldita sea...

¿¡Entiendes lo que te estoy diciendo!? ¡Katie está aquí a solo unos kilómetros y estamos perdiendo el tiempo tratando de convencernos unos a otros en lugar de ir tras ella! –Volteé mi rostro mirando a Taylor de nuevo – ¿¡Sabes o no cómo llegar!? –no debía de tener muy buena cara, Taylor me miraba con cara de resignación mientras yo seguía frunciendo el ceño.

-No te preocupes, ¡sé cómo hacerlo! –El valet llegaba con nuestro auto. Me subí mecánicamente en el asiento del copiloto mientras veía con absoluta indignación como tanto Taylor y Alejandra subían a regañadientes al carro. Era imposible no estar desesperada.



El auto se movía con lentitud, avanzando por aquellas calles de Barcelona, quizás y estaba equivocada, pero todo el esfuerzo valía la pena. Mi mejor amiga estaba a solo unos kilómetros de distancia. No podía rendirme ahora, eso sencillamente era una imposibilidad. Los últimos casi seis años se habían reducido a este momento, a este único momento.

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-¿Te gusta el lugar? –Lauren me preguntaba con una hermosa sonrisa que marcaba aquellos adorables hoyuelos en sus mejillas. El lugar por supuesto era hermoso. Entre la decoración clásica y la música en vivo, estaba mucho más que cómoda. Lauren se veía tan feliz, y yo sencillamente no podía estar más feliz de hacerla feliz. Amaba tanto verla sonreír.

-Es hermoso, me encanta. ¡Gracias por traerme amor! –Me acercaba a darle un dulce beso en los labios mientras ella no dejaba de sonreír.

-Me lo recomendó Luís, pensé que te gustaría. Dicen que la comida es deliciosa, su especialidad son las carnes y asados... ¡Espero que te guste! – Y seguía besándome. El raspar de garganta del mesero nos hizo sonreír y enderezarnos automáticamente.

-Señoras, buenas noches... Me permito presentarme, mi nombre es Juan y los atenderé esta noche –Aquel joven, pulcramente vestido nos facilitaba el menú de ese lugar –Permítanme recomendarles el vino tinto de la casa acompañado de un lomo al ajillo en salsa de especias, especialidad de la casa también... –La amabilidad de ese mesero me causaba una grata sensación mientras miraba a Lauren sonreír.

-Me parece bien. Tráiganos ambas cosas por favor. ¡Gracias! –Lauren le facilitaba de regreso el menú. Ambas vimos a aquel mesero despedirse educadamente mientras caminaba lejos de la mesa.

-Mi amor, iré un momento al tocador.... Regreso cuanto antes –Me acercaba a Lauren dándole un beso mientras me paraba con delicadeza camino al tocador. De momento, tenía el deseo incontrolable de saber cómo había quedado el vestido después del viaje en auto hasta ese lugar. Sentí los ojos de Lauren en mi espalda hasta que me perdí por el pasillo. No fue difícil dar con el tocador, había un montón de señales que te ayudaban a no perderte.

El tocador era tan grande como el restaurant en sí. Un perfecto espejo te recibía nada más entrar. Ver mi propio reflejo era tan gratificante como extraño. En realidad no podía dejar de darme cuenta que quizás y sí, Lauren no exageraba cuando me decía que era hermosa. Por supuesto, todo dependiendo del punto de vista. ¡Quién lo diría! Tú te estas vanagloriando mientras hablas de tu propia belleza. ¡Pensé que no viviría para vivir algo así! ¡Como la amaba cuando hablaba de más!

Me distraje de tal manera, entre mis pensamientos y mi tonta consciencia, que escuchar una voz extraña a mis espaldas mientras me enderezaba el vestido me hizo dar un ligero brinco en ese mismo lugar.

-Pensé que era mentira. Pensé que Alice simplemente se había equivocado... –La oí tomar dos largos respiros mientras mis ojos le ponían un rostro a través del espejo. Era alta, incluso más que la propia Lauren, sus ojos saltones de un azul tan profundo como los de mi hija me miraban mucho más que intrigados, su cabello casi dorado caía en hermosos bucles que no superaban la altura de sus hombros.

Enfundada en una más que llamativa chamarra de cuero completada por un pantalón del mismo material la hacían ver extrañamente sexy muy a pesar de que su rostro preocupado insistiera en que no fuera así. No aparentaba tener más de 30 años; quizás ayudaba que tuviera aquellas hermosas facciones que complementaba con esos labios carnosos y pestañas rizadas. Esa deslumbrante, llamativa y extraña mujer se paraba a mi lado, mientras yo me quedaba sin habla, asombrada por su belleza y su tono de voz. Parecía conocerme desde hace tanto tiempo. Cathy... ¡Ella es incluso tan hermosa como la propia Lauren!


-Pero estás aquí, con vida, después de tanto tiempo... ¡No puedo creerlo! – Seguía hablando mientras yo me daba la vuelta para verla de frente. Su rostro, sin tener que verlo a través de un simple reflejo, era mucho más agobiante y hermoso. No existía comparación posible para describirla, era como estar mirando un ángel de carne y hueso en frente de mí. Demasiado irreal para ser cierto.

-Señorita, ¡no sé de qué está hablando! Debe de haber un error, yo no la conozco, yo... –Y pasaba su mano por mis labios impidiéndome hablar.

-Debí de haberle creído a Alice cuándo me lo dijo, debí de haber creído que era tú... ¡Pero es que es imposible! ¿¡Cómo es posible que no nos recuerdes!? ¡Somos tú familia Katie, tú eres mi familia, aquello que amo, que siempre he amado! ¡Llevo buscándote tanto tiempo, por tantos lugares! Y ahora estás aquí, aquí conmigo... –Y me miraba con ojos dolidos mientras mi estómago me jugaba una mala pasada y empezaba a dolerme con profundidad y fuerza. ¿Nos buscaba? ¿Cómo que nos buscaba? ¡No se te ocurra irte sin que te dé una explicación, ¿me oyes?!


Mi cuerpo, paralizado en su totalidad, se empeñaba en quedarse inmóvil e inerte por más que intentaba dejar la tonta postura que llevaba encima. No podía, no lograba moverme pensar o hablar. Me sentía un muñeco manipulado por alguien más, por alguna fuerza que no lograba comprender mientras mi corazón palpitaba con tal rapidez y fiereza que dolía... ¿¡Por qué demonios me sentía así!? ¿¡Por qué!?

-Lo lamento, está equivocada, ¡no sé de qué me habla! ¡No tengo ni idea a lo que se refiere! Estoy segura que no la conozco... –Y mi cuerpo empezaba a reaccionar pero no queriendo salir de ahí, si no intentando que yo tratara de entender algo, que comprendiera qué era lo que estaba pasando. En algún momento recordé a Lauren esperando por mí, y automáticamente mi cuerpo se empeñaba en moverse, haciéndolo con dificultad, con brusquedad. Cathy... ¡No! Necesitamos respuestas...

Intenté caminar lejos de ella, pero ella, fuerte y precisa (mucho más de lo que aparentaba gracias a su estilizada figura y su propia altura) me tomaba por el brazo dejándome justo en el mismo lugar en el que había estado hace no más de unos minutos. Me quedé de piedra mientras veía como ella seguía hablando con emoción llenando mi rostro de su aliento dulce, cálido, almizclado.

-Quizás y sea verdad que no recuerdes, ¡pero sería imposible que olvidaras esto! –Y su rostro avanzaba hacía el mío con inusual rapidez avecinando lo inevitable.

Sus manos fuertes sostenían a su vez mi cintura y mi cabeza dejándome sin opciones para intentar moverme o escapar. Pero por lo contrario de lo que se esperaba, no podía hacerlo. Estaba paralizada, congelada, sin fuerzas para moverme o reaccionar. Sus labios rozaban los míos mientras se empeñaban en abrirlos para inundar mi boca con aquel aliento dulce que me embriagaba.

En principio fue extraño, difícil. Mi mente se empeñaba en recordarme que alguien esperaba por mí afuera, que yo no conocía a esa mujer que trataba de besarme, pero la indecisión tomó sólo el tiempo que necesitó su aliento para inundar por completo mi boca. Sus labios, incesantes, fuertes, carnosos se movían a la velocidad de la luz por los míos con necesidad, dolor, furia y amor. Su aliento, cálido, dulce, almizclado se llevaba mi vida a momentos impidiéndome pensar. Una parte de mí se vanagloriaba mientras aquella indescriptible mujer me besaba, y pedía más, más de ella, más de su cuerpo que para ese entonces me llenaba de calor por todas partes. Mi cintura, completamente rendida a sus pies, se arqueaba de tal manera rogando porque el beso fuera más profundo, más incisivo, más voraz, más ardiente, más deslumbrante... En algún momento, entre mi inconciencia y la felicidad, reaccioné como pude zafándome de ella en un ágil movimiento. ¿Sentiste eso? ¿¡Sentiste eso maldita sea!?

Tropecé un par de veces en el trayecto de salida de ese lugar. Con esfuerzo logré llegar a la mesa donde Lauren esperaba, su rostro debía reflejar lo mismo que pasaba por el mío. Se puso aún más pálida de lo normal intentando pararse de golpe en un esfuerzo inútil de alcanzarme mientras la desesperación me hacía salir corriendo de ese lugar. Una parte de mí, esa que había disfrutado tanto hace unos minutos me seguía gritando con fuerza que necesitaba más. Tomé el primer taxi que pasó a las afueras de aquel restaurante sin dejar de recordar a cada minuto el rostro de aquella mujer. De aquella hermosa y perfecta mujer.

Llegar a casa fue un completo suplicio. La adrenalina había dado paso a las lágrimas, y mientras mi parte consciente se sentía mucho más que mal por Lauren, la otra se regodeaba de instintos asesinos y deliciosos por esa mujer. ¿¡Qué demonios te pasa Catherine!? ¿¡Ahora me dirás que amas a dos personas!? ¿¡Te volviste loca acaso!? Y mi mente me jugaba una mala pasada mientras se esforzaba por recordarme que era una completa porquería que iba por la vida engañando e intentaba comprender por qué me había sentido así, por qué aún me sentía así.

Caminaba pesadamente mientras intentaba llegar al despacho, necesitaba estar sola, aislada. No me quedaba mucho tiempo antes de que Lauren llegara, y no podía, no debía verme así. ¿¡Cómo le explicas a alguien que amas que te besó alguien más y que por primera vez en la vida una parte de ti se levantó con furia, fuerza y rabia en sus brazos!? Las lágrimas fluían con fuerza, lo que más me abrumaba era que aún a pesar de todo, una parte de mí hubiera dado la vida por regresar a ese mismo lugar, con aquella hermosa mujer, regresar a esos labios y a ese cuerpo que sentía que me llamaba incesantemente.

Llegué al despacho con un esfuerzo casi sobrehumano, y mientras me servía un magistral trago de Whisky las lágrimas se despejaban sólo para dejarme ver que había algo mal en ese lugar. De que algo no estaba bien. Aquel cuadro que adornaba la pared del fondo de aquel lugar estaba ligeramente movido dejando ver una cadena que guindaba sin querer desde el filo.

Me acerqué casi involuntariamente reaccionando más por instinto que por otra cosa. No podía dejarme de preguntar por qué razón colgaría aquella hermosa cadena de un lugar como ese. Me acerque despacio, moviendo con suma lentitud aquel cuadro. Nunca me había dado cuenta hasta ese momento que en realidad ese cuadro (un paisaje de New York) nada tenía que ver con el ambiente que en conjunto daba aquel despacho.

Mi sorpresa fue mayor cuando al terminar de mover aquel cuadro una delicada caja fuerte se abría ante mis ojos. Logré tomar con esfuerzo aquella cadena antes de que cayera contra el suelo mientras me quedaba como tonta observando dentro de esa caja, ¿por qué estaba abierta justo ahora, justo hoy? Jamás hubiera esperado encontrar algo así en mi casa, y mucho menos que la persona que la usaba hubiese tenido tan mala suerte de dejar su contenido al descubierto.

En su mayoría había dinero, en realidad demasiado si te fijas en lo que se suponía que podía ganar un médico y una residente. Unas carpetas llenas de papeles servían de piso para un par de cajas que fácilmente resaltaban por su belleza. Las tomé con esfuerzo y precaución. La más grande de las caja estaba vacía, solo hasta ese momento entendí que aquel collar que tenía en mi mano debía ir en él. La otra caja, un poco más pequeña, guardaba en su interior un hermoso anillo de compromiso.

Poco a poco mi mente traía a mi cabeza recuerdos borrosos, extraños, confusos...

"-¿Crees que sea posible que después de tanto tiempo, éste se sienta cómo el primero beso? –seguía repartiendo dulces besos por mi rostro, sus manos recorrían mi cuerpo. Yo la escuchaba atenta, sosteniendo con firmeza mis manos en su fuerte espalda.


-Yo, yo estaba segura de saber lo que era el amor, lo que era empezar a amar a alguien... ¡Nunca lo supe en realidad hasta ahora! –Abrí instantáneamente mis ojos, ¿era acaso esta una declaración?... Me encontré con sus ojos inquietos y brillantes en ese momento. Su rostro estaba tan cerca del mío, que por un momento deseé besarla de nuevo.


-Y yo que pensé que era la única de las dos que creía estar enamorada, que se sentía así... –Me puse en puntitas para besarla nuevamente, pero ella se separó riendo.


-¿Es eso una declaración Srta. De la Campa? –Sentí mis mejillas sonrojarse y una sonrisa se posó en mi rostro. Pero no era la única que se sentía así, el rostro de Alejandra estaba brillante, se veía feliz, enamorada. ¡Es imposible, no puedo creerlo!


-Tengo algo para ti –dije casi sin pensar... Este era el momento perfecto para darle el anillo, para decirle lo que sentía"


Y mi corazón empezaba a latir con fuerza y desesperación mientras mi cabeza se empeñaba en descifrar con esfuerzo otro recuerdo que llegaba sin querer, sin que lo planeara.

"-¿Sabes qué es lo que en realidad me molesta? No es que nos hayamos encontrado con Odette, ni que haya dicho que estás conmigo por dinero, o que dijera que aún la amas, mucho menos que no vaya a volver a poder pisar ese restaurante donde sirven el mejor vermouth de grifo que he probado en la vida –Una sonrisa tímida atravesaba su rostro –Lo que más me molesta es que haya arruinado la sorpresa que quería darte – Levanté mi rostro lentamente. Sus manos acariciaban mi cara, mis pómulos, mis mejillas. Sus labios besaban mis manos, mi rostro una y otra vez. Sus ojos brillantes miraban los míos y su cara mostraba esa hermosa sonrisa que tanto amaba.


-¿Tienes acaso una mínima idea de lo que cuesta decidirte a pedirle a alguien que se case contigo para que venga una idiota a arruinarte la noche? –Una hermosa sonrisa se entendía por su rostro. Sus ojos me miraba con amor mientras yo sentía mi corazón pararse y volver a latir a la velocidad de un corcel –Quería pedirte esta noche que te fueras a vivir conmigo a Francia, que nos alejáramos de todo, de todos –sus ojos brillaban con la misma intensidad que lo hacían cuando ponía ese rostro de niña pequeña que tanto amaba.


-Todo ya está listo, claro si tu quisieras... --Una sonrisa tímida se dibujaba en sus perfectos labios. Yo seguía en estado de shock, ¿Cómo pasas de una noche despreciable a que sea la mejor de toda tu vida? –Pasé noches enteras pensando en cómo decírtelo, pedirte que te alejaras de todo para venir conmigo. Que dejaras a tu familia, tus amigos, tu trabajo, todo por mí, porque es lo que necesito, empezar una nueva vida contigo, una vida en la que sólo importemos tú y yo. Una vida en la que solo tú seas mi familia"

Mi estómago empezaba a enfermarse conforme cada palabra se repetía una y otra vez en mi cabeza. Aquella mujer en el restaurante, aquella hermosa mujer...

"-Aquí la agradecida soy yo. Agradezco que sigas con vida; esos días en el hospital fueron los más horribles de toda mi vida. La sola idea de perderte me hace temblar. Eres lo más hermoso que tengo, la parte de mí que más amo, sin ti soy nada, sin ti soy nadie. Tú eres lo único que me mantiene en pie, después de ti no hay nada ¿entiendes? preferiría morir a tener que estar sin ti, preferiría morir antes de intentar vivir una vida sin ti a mi lado...—Terminó de hablar mientras buscaba mis labios y me besaba.


Simplemente, no tenía palabras para decir lo que sentía. Amaba a esta mujer, y era capaz de hacer cualquier cosa por ella, todo... En ese momento recordé que había algo, algo más, algo que me faltaba por hacer. Repentinamente no pude evitar sentir una oleada deliciosa de alegría por mi cuerpo ante la idea.


-Qué te parece si nos dejamos de tanto sentimentalismo y hacemos lo que vinimos a hacer... –Me sonrió tomando mi mano –Este es el puente de las Artes, cuenta la leyenda, o más bien la cantidad inmensurables de libros de Federico Moccia, que si escribes tu nombre junto a la persona que amas en un candado, lo pones en el puente y luego arrojas la llave al río, tu amor será por siempre y para siempre, así pase el tiempo o incluso la muerte... –Alejandra me miraba con los ojos llenos de alegría y amor, yo escuchaba atenta, enamorada.

-En base a esto, quiero que tú y yo pongamos nuestro nombre en un candado y lo colguemos aquí. Quiero que nuestro amor dure para siempre, y que incluso por encima de la muerte, nos sigamos amando –Yo sonreía como idiota, escuchándola, no pude evitar besarla"


Un profundo sentimiento de desesperación empezó a recorrer mi cuerpo, comparable solo a un millón de alacranes picándome por todo mi ser. A cada momento mi mente se empeñaba en recordar un poco más. Sólo un poco más. Tomé mecánicamente aquellas joyas con las manos, observando con detenimiento el dije en forma de llave que colgaba de aquella cadena... Una perfecta inscripción señalaban las letras de las que yo ya sabía el significado...

"--Tú me diste un anillo, una promesa, que es lo que en realidad importa más que cualquier otra cosa. Yo, –sacó una hermosa cadena plateada con un pequeño dije en forma de llave, me pregunté por un momento cuándo la había comprado –te doy una promesa también. Esta cadena representa la llave de acceso a mi vida. A partir de este momento, puedes hacer conmigo lo que quieras, eres mía y yo soy tuya. Soy tu esclava pero también soy tú dueña. No imagino mi vida sin ti, la promesa escrita en la parte de atrás –se acercó a mí, levantó mi cabello para poner la cadena, y yo automáticamente tomé el dije en mis manos y leí lo que decía atrás: tuya completamente, te amo... A.C.A. Es lo que único que pude inventar para tratar de demostrarte en parte lo que siento por ti –yo la miraba fijamente"


Las joyas cayeron pesadamente sobre el suelo mientras que yo en un esfuerzo inútil intentaba aferrarme de cualquier cosa que me ayudara a quedarme de pie y no derrumbarme... Una voz de mujer que conocía perfectamente me hablaba a las espaldas, yo solo podía pensar en aquella mujer que había visto hace tan sólo unos minutos en aquel restaurante...

¡Oh Alejandra, mi Alejandra! El corazón me bombeaba con fuerza, mientras mi mente sólo trataba de encontrar aquello que le habían robado hace tanto tiempo...

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